Capítulo I
6 de octubre de 2025, 17:13
El día podría estar en su peor momento y aún así las sonrisas alrededor de Tanjiro nunca desaparecerían. Sus cálidos ojos se movieron entre la multitud riendo de algo que había mencionado su amigo de cabello rubio, y cuando al fin a lo lejos se encontró su mirada él agitó su mano por el aire saludándolo con absoluta sinceridad.
Sonrió a cambio sin querer estorbar con su armonía.
Después de todo, su pecho ya no se agitaba como lo hacía antes en su presencia.
No lo entendió al principio, con los meses luchando contra Sanemi por la atención de Tanjiro algo cambió que lo mantuvo confundido por días. Aún no quería aceptarlo, se negaba a hacerlo, no cuando su corazón se disparaba al ver el cabello albino de Sanemi entrando a su habitación para sacarle en cara que tendría una cita de luchas con Tanjiro esa misma noche.
—¿No dirás nada? —él enarcó una ceja, esperando un comentario sarcástico. La verdad es que su cerebro tampoco funcionaba con claridad cuando estaba a su lado—. Oye, ¿estás bien?
¿Qué debía hacer? Su mente no quería aceptarlo, pero su corazón ya lo había hecho.
Comenzaba a enamorarse de su estupido rival amoroso.
—¿Lo obligaste a practicar luchas en época de exámenes?
Ya no recordaba cómo es que Sanemi obtuvo la llave de su habitación, entrando cuando le daba la gana colocándolo de los nervios.
—Esa es la mejor parte —sonrió con malicia, buscando la manera de lastimarlo—. Fue él quien me invitó a practicar.
—¿Qué? —detuvo el lápiz con el que escribía el ensayo para su clase de liderazgo.
—Te duele saber que voy ganando, ¿cierto?
Le dolía tal como él decía, pero no por la misma razón.
¿Tanjiro lo había elegido?
Al parecer Sanemi notó el repentino cambio de humor ante la noticia, tanto que quitó la burla en sus gestos, acercándose.
—No pensé que te afectaría tanto —él se apoyó en la esquina del escritorio con los brazos cruzados—. Debe gustarte mucho para que reaccionaras de esa forma.
Levantó la mirada curioso al ver su evidente malestar.
—¿No vas a regodearte?
Elevó los hombros, alejándose.
—Haré un vídeo y te lo mandaré —sonrió al abrir la puerta—. Luego me deleitaré.
Sanemi cerró la puerta entre una bruma de incomodidad y dolor.
No podía estar más equivocado, la verdadera razón ante una reacción tan poco común en él. Celos de Tanjiro invadieron su mente ante los posibles movimientos íntimos en la lucha que tendría con Sanemi, y que de seguro él mismo provocaría para estar más cerca.
Soltó el lápiz al no poder concentrarse.
¿Qué estaba haciendo?No era propio de él distraerse por algo tan vano y casual como el amor. Por parte de Sanemi, no importaba si se diera la oportunidad de luchar por aquel amor que jamás sería correspondido, lo conocía demasiado bien como intentarlo. Solo ganaría dolor y humillación por su parte.
Debía distraerse.
No tardó mucho en llegar al pequeño local de comida rápida de su amigo de la infancia, ni siquiera tuvo que ordenar al llegar, con una mirada de Sabito supo lo que debía servirle.
—No tienes buena cara —con su cabello tomado en una cola, su amigo tomó asiento dejando el resto a sus subordinados.
—Es complicado.
—¿Sanemi volvió a hacer de las suyas?
Las pocas reacciones en su rostro eran muy bien conocidas por él.
—Al parecer ganó el cariño de Tanjiro —ni siquiera intentaría negarlo, no con él—. Lo invitó a practicar.
—¿Y eso dice que están enamorados?
Pues no lo sabía, todo era extraño y lo vivía por primera vez en la vida.
Sabito suspiró, cerrando los ojos molesto.
—Es solo una práctica, Giyuu —razono golpeando la mesa—. Además, tú bien sabes que en la mente de Tanjiro solo vive una persona y esa no es Sanemi.
—Todo es muy complicado… —se quejó sin saber qué más hacer.
Una mesera de cabello negro largo dejó la orden que Sabito pidió para él en cuanto llegó.
—¿Qué harás cuando Tanjiro lo rechace? ¿Hablarás con él?
Negó.
—Es una causa perdida. Además… —bajó la mirada, tratando de ingerir los ricos alimentos que su amigo cocinaba—, Rengoku anunció su compromiso hace tres días.
—¿Compromiso? ¡Pero si tiene veintidós años! —se aclaró la garganta al llamar la tensión de otros comensales—. Aún no termina su carrera, ¿no es demasiado precipitado?
—Su familia es muy conservadora, Sabito. Su compromiso estuvo arreglado desde que era pequeño.
—¿Crees que Tanjiro se acercó a Sanemi por perder una oportunidad con Rengoku?
—No lo perdió porque jamás tuvo una oportunidad. Rengoku lo rechazó —bebió del vaso de agua—. Y lo hizo de la peor forma.
—Ese bastardo de Rengoku, jugando con los sentimientos de Tanjiro.
—Sanemi debió ver la oportunidad y la tomó.
Fue una jugada inteligente y calculadora, digna de alguien como Sanemi Shinazugawa. Aprovecharía sus momentos más vulnerables para atacar y tomar el trofeo del carisma de Tanjiro.
—Ni siquiera lo intentaras, ¿cierto? —Sabito apoyó su barbilla en su mano derecha con una pequeña sonrisa en sus labios—. No dejarás que Sanemi se entere de tus sentimientos.
—Se como terminara.
Sabito volvió a suspirar pesadamente dejando caer la cabeza hacia atrás.
—Esto amerita un trago.
—No bebo.
—Esta noche lo harás.
—¿Por qué debería?
—Tienes el corazón roto, Giyuu. Debes renacer y la primera etapa es salir a beber un trago con tu mejor amigo.