Capítulo 2
6 de octubre de 2025, 17:14
No se molestó en tocar, jamás lo hacía.
¿Por qué debía comenzar ahora?
Introdujo la llave y abrió sin mayor problema, las luces estaban apagadas y la cama sobrante en la habitación compartida de Giyuu seguía sin ser ocupada.
Avanzó sin tocar nada por la poca iluminación y así poder evitar despertarlo antes de tiempo. Quería asustarlo y regodearse del vídeo que hizo junto a Tanjiro sobre una excelente y estimulante batalla que duró unas dos horas. Ahora era de madrugada y no pudo esperar a mañana para ir y burlarse en la cara de su mayor adversario.
Debía ser hoy, además de las ansias que su cuerpo produce cada vez que va a ver a Giyuu.
Una leve emoción se instaló en su cuerpo al entrar a oscuras en su dormitorio, más de la que sintió cuando Tanjiro lo invitó a pelear para liberar estrés luego del rechazo de Rengoku frente a toda la universidad.
Y creía que era el más insensible.
Vio lo bien arreglado de su escritorio y no pudo evitar notar que el ensayo que hacía horas atrás seguía igual de incompleto con el lápiz fuera de su estuche y con las migajas de la goma a un lado.
Sabía que Giyuu estaba interesado en Tanjiro, pero no quiso creer que fuera a un nivel que le imposibilitaba poder concentrarse. Antes no había ocurrido,¿cuál era la diferencia ahora?
—Giyuu… —llamó perdiendo la emoción del momento para asustarlo, pero al no oír respuesta la molestía tomó foco—. ¡Giyuu, bastardo, despierta!
Dejó el teléfono de lado, más frustrado que antes y quitó las mantas de la cama de Giyuu. Fue una gran sorpresa no encontrarlo ahí durmiendo en profundidad como siempre hacía.
¿Dónde estaba?
Pronto marcarían las tres de la madrugada y él no estaba por ningún lado.
Estaba muy tentado de revisar sus cosas más personales, pero la molestía en la cabeza al no saber su paradero era mayor que ninguna.
Tomó el teléfono detestando saber que tiempo atrás decidió borrar su número porque no vio que fuera necesario compartirlo con él, sobre todo si eran rivales amorosos. No tenía sentido.
Observó la pantalla apagada sin ninguna notificación cabreándolo todavía más.
—¿Dónde estás, miserable?
Estuvo a punto de tirarlo cuando una idea pasó por su cabeza.
Del ropero sacó unas cuantas prendas de vestir ligeras y sin dudarlo se cambió de ropa para recostarse en la cama vacía de la habitación en espera de que él apareciera.
Le costó mucho evitar oler la esencia de Giyuu en la ropa que eligió como pijama, su esencia aminoró el enojo que antes sintió dejándolo incómodo y algo confuso.
Se cubrió con una manta rojiza y esperó, mirando hacia la puerta.