1. Culpa (Az)
7 de octubre de 2025, 21:35
El olor a pólvora, el sonido que aún rebotaba por las calles, el olor a sangre y sus últimas palabras, era como si todo se repitiera una y otra vez, como si cada que cerraba sus ojos su mente quisiera atormentarlo con aquel horrible recuerdo, de cómo había asesinado al joven que había amado durante tanto tiempo, ¿Por qué su mente se empeñaba en recordarle tal tragedia? Había sido su deber, si no lo hacía ¿Qué tanta gente habría lastimado entonces? ¿Cuántos más debían morir solo por él?
Despertó, el incesante sonido de la alarma se mantenía resonando en el callado departamento. Estiró su mano lentamente hasta apagarla, se quedó viendo el techo unos instantes, la cabeza le martillaba constantemente por la falta de un descanso reparador, pero hizo caso omiso y se sentó en la orilla de la cama, mirando los zapatos y decidiendo, finalmente, levantarse.
El lugar estaba vacío, era así desde que su hermano se había ido a vivir con su pareja, y, aunque Lan Wangji no hacía mucho ruido si se podía sentir su presencia o su ausencia en su hogar. Ese era de aquellos días en los que su ausencia parecía ser más y más notoria.
Suspiró mientras encendía la estufa para hervir el agua, estaba más que despistado aquella mañana, o ¿era el cansancio? Los turnos se habían vuelto más y más atareados con los días, incluso cuando había pedido el cambio al turno de la mañana para no tener que patrullar aquel lugar que tantos recuerdos le traía. Su sorpresa fue bastante cuando su tío le concedió aquello sin preguntar. Aunque no estuviera en los mejores momentos de su vida aún podía trabajar, o al menos eso se repetía todas las mañanas después de tomar su té.
Esa no fue la excepción. Se dio una ducha, una un poco más larga que la acostumbrada aprovechando el tiempo que tenía, tomó su té con calma y se puso su uniforme.
—Hoy es un buen día— se dijo a si mismo frente al espejo, sonriendo como siempre, bajando cuando su compañero llegó con la patrulla. Aún tenía pequeños desvaríos, viendo al joven Jin Guangyao mirarlo con aquellos ojos repletos de generosidad y esperanza, pero su mente debía aclararse, debía dejar ir esa memoria que, aunque dolorosa, parecía estar muy arraigada a su ser.
Los ojos que ahora le miraban no tenían ni una pizca de esa vista anhelada, eran más como dos dagas, afiladas y listas para el ataque, aquel azul oscuro en esos orbes era hipnotizante, el mayor de los Lan no dudaba en la competencia de aquellos en el trabajo, pero no iba a caer de nuevo en ellos, no después de lo que había pasado.
—Buenos días, Wanyin— saludó con un tono dulce y aquella sonrisa amigable que siempre desprendía el mayor, aunque solo recibió aquella mirada fría que parecía decirle que no se metiera con él, y luego desvió sus ojos al suelo.
—Buenos días, Zewu Jun— devolvió el saludo con cortesía, aunque aquel tono era suave y al mayor le pareció un tanto extraño, el joven Jiang siempre había tenido un tono de voz fuerte, alto y con aquel orgullo que le caracterizaba, últimamente parecía estar desanimado o al menos un poco más tímido de lo que era normalmente, pero no mencionó nada.
No había una conversación como tal entre ellos, era más como un montón de palabras y frases al azar que una conversación fluida, más que todo porque el menor parecía reacio a hablar con él, siempre impasible ante sus palabras. ¿Tendría que ver su comportamiento con lo pasado entre su hermano menor y el joven Wei Wuxian? Había más preguntas que respuestas en su cabeza y eso le tenía bastante desorientado.
La estación parecía tranquila aquellos momentos del día, por lo que el mayor de los Lan no tuvo mucho que decir más que saludar a los demás con una sonrisa y entrar a la oficina de su tío.
—Buenos días, tío— saludo con una leve inclinación de su cabeza, mostrando respeto haciendo que el mayor sonriera con suavidad, acariciando su barba con lentitud.
—Buenos días— respondió el hombre mientras miraba unos documentos, entregándolos a este para su revisión— Últimamente hay bastantes revueltas en este sector, parece que hay seguidores del clan Wen que aún actúan en nombre de Wen Ruohan
—Parece problemático— mencionó el joven viendo como había algunas fotos de robos, asaltos e incluso asesinatos. No era algo común que le asignaran a algo como esto, pero era mejor mantener la mente ocupada en algo que no fuera aquel sentimiento que le carcomía el alma.
—Lo es, bastante… parece que se toman muy a pecho algunas doctrinas no muy… correctas— la voz de su tío sonaba levemente enojada, no tenía que verle al rostro para saber que tendría aquel ceño fruncido levemente mientras hablaba. Parecía que aquel caso le estaba tomando más tiempo del necesario.
—Está bien… ¿Hay algunas pistas que pueda seguir? —preguntó con suavidad haciendo que el mayor negara— Supongo que debo empezar por buscarlas, entonces…
—Te deseo suerte, Xichen— parecía que el rostro impasible de su tío no iba a mejorar con los años y esa era una constante de su vida, una a la que ya se había acostumbrado a pesar de las adversidades. El joven Lan hizo una reverencia y dio media vuelta, dispuesto a salir de la oficina cuando su tío le llamó de nuevo, haciendo que le mirara— ¿Todo está bien? No he podido comunicarme contigo por teléfono
—Cambié de número— respondió el joven con aquella sonrisa.
—Por favor, dime el número, quiero saber si estás bien. Sé que han sido unos meses difíciles para ti. Si necesitas un descanso del trabajo puedes decirme
—Estoy bien tío— dijo Lan Xichen sin una pizca de temblor o dolor en su voz, una voz que había aprendido a fingir con el tiempo— No tienes que preocuparte tanto por mi…— le dedicó una sonrisa, hizo una última reverencia y salió de la oficina.
Era mejor así, incluso cuando fingía, incluso si tenía que mentirle a su tío sobre su estado de ánimo era lo mejor para todos, solo él merecía sentir aquella asfixiante sensación cada que despertaba, no debía involucrar a otros en ello, mucho menos a su familia.
Estaba a punto de salir de la estación cuando divisó a su hermano. No pudo evitar mirarle, incluso estando en aquella sala de juntas podía notar que estaba feliz, además que notaba la presencia del joven Wei Wuxian a su lado, pues aquella expresión tranquila solo se presentaba cuando estaba al lado de él.
Suspiró, hubo un tiempo en el que comprendía aquel sentimiento de amor y lealtad, sin embargo, ahora era algo tan lejano y abstracto que apenas si podía soportarlo como era debido. No supo en qué momento su hermano y él cruzaron miradas haciendo que Lan Xichen parpadeara y sonriera más tranquilamente a este. El menor de los Lan hizo una inclinación de su cabeza en forma de saludo y pronto pudo ver como Wei Wuxian saludaba con el mismo gesto y aquella sonrisa que le caracterizaba.
—¡Wei Wuxian! —la voz era reconocible para él, se trataba de su compañero quien parecía acercarse a la sala de juntas con pasos fuertes haciendo que el joven Wei Wuxian se ocultara tras Wangji quien no dudó en darle una mirada fría al joven Jiang— No deberías estar tan tranquilo en la estación, ¿No tienes nada productivo que hacer?
—Oh, Jiang Cheng, no seas tan estoico, ¿No ves que ayudo con un crimen? —mencionó con su tono infantil, ocultándose aún tras el cuerpo de su esposo quien definitivamente no iba a permitir que Jiang se le acercase mucho.
—¿Un crimen? —preguntó con aquella mueca de disgusto e ira.
—Si, por supuesto, ¿Crees que mi cabeza solo sirve para tatuar? —inquirió con travesura haciendo que el joven líder de la familia Jiang se enojara aún más.
—Joven Wanyin, puede calmarse— comentó Lan Xichen con una sonrisa dulce, acercándose a este y colocando una mano en su hombro— Sé que el joven Wei no hará nada indebido estando en la estación— en cuanto recibió una respuesta afirmativa del aludido miró a Jiang quien parecía frustrado.
Los ojos azules penetrantes de Jiang Cheng parecían mirarle con odio cuando quitó la mano de este de su hombro y se retiró del lugar— Le espero en la patrulla— dijo azotando la puerta de la sala de juntas y caminando por los pasillos con aquel enojo común en él.
Xichen suspiró, sonriendo aún, iba a ser un día ajetreado por lo visto. Miró a su hermano para dedicarle otra sonrisa— ¿Qué están investigando? —preguntó con curiosidad, sin embargo, Wei Wuxian interrumpió.
—Oh, un caso complejo, si, si— indicó colocando sus manos en los hombros del mayor— Pero lo podremos resolver, así que puede irse antes de que Jiang Cheng se enoje más— indicó el joven Wei con un tono presuroso.
Aunque Xichen no entendió tales gestos o apuros no dijo nada, prefería no contaminar las ideas de ambos con sus opiniones acerca de un caso al que no le habían asignado, por lo que solo se despidió de ambos con una reverencia y caminó a la salida de la estación, subiendo a la patrulla y viendo como el joven a su lado parecía atareado con su teléfono.
—Am… joven Wanyin, ¿Necesita ayuda? —preguntó con calma, levantando su mano haciendo que el contrario negara. Parecía estar buscando un número entre la lista y, al encontrarlo, envió un mensaje. No parecía especialmente importante, por lo que Xichen solo giró su vista a la calle para comenzar a conducir.
El silencio de nuevo en la patrulla se hizo presente, estaba comenzando a acostumbrarse, así como todos los días tenía que hacerlo. Había tenido compañeros antes, entre ellos su hermano, sin embargo, podían mantener una conversación, aunque estoica, fluida. Con el joven Guangyao había sido igual, aunque las conversaciones habían sido más y más fluidas, incluso más íntimas, pero eso había terminado para su desgracia, aquella sombra no estaba ahí, ya no iba a estar.
Suspiró, no supo en qué momento de su patrullaje su sonrisa había desaparecido y ahora sentía la mirada de su acompañante sobre su nuca— Zewu Jun, ¿Todo está bien? —aquella pregunta de nuevo. Estaba ya acostumbrada a ella, pero no le hacía tanta gracia el tener que responderla seguido.
—¿Por qué pregunta? —inquirió mientras maniobraba en la avenida. No escuchó una respuesta de inmediato, supuso que no era la respuesta que el contrario esperaba— Lo estoy, estoy bien.
No quería responder más aquello, no al menos el día de hoy. Se acercaba mediodía y había invertido toda su energía en sonreír y decir que “estaba bien”, el agotamiento comenzaba a notarse, pero Xichen no decía nada, ¿Para qué preocupar a alguien más?
—Gire en la siguiente calle a la derecha— pidió su compañero, una indicación sencilla que Lan Xichen siguió sin refutar— Pare aquí— pidió esta vez haciendo que apagara el auto y estacionara.
Jiang Cheng miró a ambos lados por un momento y bajó del auto haciendo que Xichen solo se recostara contra el espaldar y suspirara. Estaba realmente agotado, incluso cuando había dormido las ocho horas y no había tenido problemas para conciliar el sueño a pesar de las pesadillas se sentía agotado, como si pudiera caer dormido mientras conducía. No quería pensar en ello y causar un accidente, así que tomó un poco del agua que tenía en la patrulla y bebió un poco.
Pronto pudo ver a su compañero volver con un par de bolsas, entrando en la patrulla y sentándose, entregándole una de las bolsas— Debe estar hambriento, no suele desayunar— dijo su compañero abriendo su bolsa. Xichen parpadeó unos momentos antes de abrirla viendo como había un pequeño almuerzo adentro— Sé que es vegetariano, pedí tofu para usted, ¿Le agrada?
Lan Xichen rio suavemente y asintió con gusto, tomando el almuerzo y comiendo lentamente. No había comido más de la mitad cuando se sintió satisfecho, aunque su compañero parecía realmente hambriento pues se había comido toda su porción.
—¿Le gustó? —preguntó su acompañante haciendo que Lan Xichen cerrara la vasija y la dejara a un lado, asintiendo. No quería que se diera cuenta de que su apetito se había visto afectado por lo acontecido.
—Muchas gracias, Wanyin— dijo con suavidad haciendo que una leve sonrisa se levantara en la comisura del contrario cosa que movió algo en el interior del mayor de los jade, algo que no había querido— Hay que seguir…
—Yo conduzco— dijo su compañero con un tono seguro, arrugando la basura, tomando la vasija de Xichen quien no se le permitió, no quería que se diera cuenta de que no había comido mucho.
—Yo la boto, está bien— se excusó con una sonrisa. Bajó del auto, mirando a ambos lados de la acera y dejando la vasija a un lado, en un callejón, sin tirarla a la basura. Cuando cambió con su compañero pudo ver como este lanzaba su basura al contenedor sin notar que él había dejado la suya a un lado lo que le alivió. Alguien más podría comer la comida, alguien que si tuviera hambre.
Volvieron a arrancar, en silencio, pero Xichen se encontraba más calmado que antes, tal vez si era necesario aquel plato de comida después de todo. No fue mucho lo que avanzaron cuando sonó el radio;
—Posible robo en la calle 39, patrulla más cercana por favor acudir.
—10-4 estación— respondió Xichen— Patrulla 217 en camino.