ID de la obra: 1074

Sabe A Hogar

Gen
G
Finalizada
1
Tamaño:
50 páginas, 13.526 palabras, 12 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 1 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Desajuste

Ajustes de texto
El set de MasterChef Celebridades: Edición Especial amaneció con una energía distinta. No era tensión exactamente, pero tampoco calma. Era una mezcla indescifrable, como una salsa que uno no logra identificar del todo. Karen Page recibió a los participantes con una sonrisa contenida. A su lado, el jurado esperaba en fila. Esta vez, había una mesa cubierta con cajas negras numeradas. —Hoy, el reto es doble. Cocinarán en solitario, pero el ingrediente principal no lo eligen ustedes. Cada caja contiene una combinación sorpresa. Deberán reinterpretar un plato clásico de su infancia con esos ingredientes. Y que sea digno de una final. Un suspiro colectivo recorrió el set. Bucky resopló. Sam se pasó la mano por la nuca. T’Challa frunció los labios, medido, como si ya supiera que aquello no sería sencillo. Karen señaló: —No hay equipos esta semana. Cada uno es responsable de su plato. Eso lo cambiaba todo. ________________ Cuando abrieron las cajas, hubo reacciones diversas. T’Challa: tofu, flor de jamaica, salsa picante. Sam: pasta seca, dátiles, semillas de sésamo. Bucky: queso azul, ruibarbo, piel de pollo. —Esto es una broma —murmuró Sam. —No. Es un experimento —replicó T’Challa, sin levantar la vista. Bucky solo miró su tabla, inexpresivo. El gong sonó. Comenzaron a cocinar. ________________ La armonía habitual había desaparecido. Ya no compartían estación, ni tareas. Cada uno trabajaba en silencio, pero esta vez el silencio pesaba distinto. Bucky montaba una base de piel de pollo crocante con queso azul y compota de ruibarbo. Sus manos eran precisas, pero su mirada vagaba. Sam hervía la pasta y preparaba una salsa dulce con dátiles y especias. Sus cejas estaban fruncidas. No tarareaba. Cada tanto, se le escapaba un suspiro. Como si la receta se le desarmara dentro. T’Challa prensaba el tofu y lo marinaba en infusión de flor de jamaica con un toque de salsa picante. Era metódico, pero su rostro no escondía la frustración. Algo no terminaba de encajar. Yelena lo dijo desde su estación: —Hoy no están sincronizados. América asintió: —Están como desafinados. Como si hubieran discutido. Johnny: —O como si no se hubieran visto desde anoche. Karen los observaba desde el fondo. No dijo nada. Pero Matt ladeó la cabeza, curioso. ________________ En los confesionales, las respuestas eran más reveladoras: T’Challa: —Cuando uno cocina solo, escucha cosas que normalmente ignora. A veces es ruido. A veces, verdad. Sam: —Pensé que tenía claro lo que quería hacer. Pero hoy todo se me derrumba fácil. Bucky: —No me gusta estar solo. No aquí. ________________ La presentación fue tensa. Bucky entregó su plato con un gesto breve: chips de piel crocante, crema de queso azul y ruibarbo al balsámico. Sam sirvió una torre de pasta con salsa dulce, sésamo tostado y cebolla caramelizada. Dijo: —Me recuerda a mi abuelo. En los domingos lentos. T’Challa presentó tofu glaseado, arroz jazmín y salsa de jamaica picante. No dijo nada. El jurado probó en silencio. Rhodey fue directo: —T’Challa, tu plato está ejecutado a la perfección. Pero frío. Como si le faltara una razón. Matt dijo a Sam: —Me llegó la intención, pero la ejecución dudó. Como si el corazón estuviera ahí, pero no las manos. Foggy miró a Bucky: —Lo tuyo fue lo más atrevido. Y también lo más solo. Silencio. MJ cerró: —Hoy cocinó cada uno por su cuenta. Pero se notó la falta de algo que antes estaba. Karen no lo dijo en voz alta, pero todos lo pensaron: desajuste. ________________ Esa noche, recogieron sus cosas sin hablar. Bucky fue el primero en salir. Sam lo siguió, pero a varios pasos. T’Challa fue el último, sin mirar atrás. Una semana antes, habrían salido juntos. Esa noche, no. Y el silencio entre ellos pesaba como un secreto mal guardado.

_____________________

Al día siguiente del episodio, la ciudad parecía un escenario inesperado para los chefs. La fama del programa no se quedaba en la televisión; los fans los buscaban en cualquier rincón. América Chávez estaba en la gasolinera, revisando su teléfono, cuando alguien le gritó desde el auto: —¡América! ¡Explíquenos cómo hacer que un plato dulce no quede empalagoso! Ella sonrió y les dio un consejo rápido mientras posaba para un par de selfies con los fans, que luego se marcharon felices. Bucky empujaba su carrito en el supermercado cuando una madre con dos niños pequeños lo reconoció. —¡Bucky! ¿Es usted el de MasterChef? —preguntó uno de los niños, señalando su delantal con entusiasmo. —Sí —respondió él, sonriendo tímidamente. —¡Podemos tomarnos una foto! —pidió la madre mientras sacaba su celular. Bucky se agachó un poco, posando con los pequeños, que reían señalando los ingredientes raros que había usado. Yelena caminaba por una calle peatonal cargando bolsas de mercado cuando un grupo de jóvenes la abordó: —¡Yelena! ¿Cómo hace para que todo se vea tan perfecto en cámara? Ella rió y respondió con un guiño: —Mucho ensayo y un poco de suerte. Uno de ellos pidió un autógrafo, otro una selfie rápida; Yelena accedió a ambos con paciencia y humor. MJ Watson estaba en una cafetería escribiendo en su cuaderno cuando una madre con su hija se acercó: —¡MJ! Mi hija quiere saber cuál fue su parte favorita del programa. MJ sonrió y explicó cómo cada plato le recordaba a su infancia, mientras la niña la escuchaba fascinada y luego posaban juntas para una foto. T’Challa paseaba por el parque leyendo un libro. Una familia lo reconoció desde la distancia. —¡T’Challa! —gritó el padre—, ¡ese tofu glaseado estuvo increíble! Los niños se acercaron tímidamente y uno preguntó: —¿Usted siempre cocina así de elegante? T’Challa sonrió: —Intento que cada plato tenga un poco de historia. Johnny Storm paseaba cerca de una fuente cuando un grupo de turistas lo reconoció. —¡Johnny! ¿Su plato fue real o un truco de cámara? Johnny rió y levantó la mano para un saludo dramático: —Todo real, chicos. ¡Prometido! Luego posó para fotos, haciendo gestos exagerados que provocaron carcajadas. Sam llenaba gasolina cuando un adolescente se le acercó con una libreta: —¡Sam! Su plato de pasta… ¿cómo hizo para que los dátiles no se empastaran? Sam explicó rápido un par de trucos, y luego posó para una foto con su casco puesto, haciendo reír al chico. No eran escenas planeadas ni grandes entrevistas; eran momentos breves y cálidos, llenos de admiración sincera. Cada chef experimentaba su propio instante de conexión con el público, y aunque la tensión del set seguía viva en sus recuerdos, esas pequeñas interacciones les recordaban por qué habían cocinado con tanta pasión. La ciudad se sentía más cercana, más viva, y los chefs descubrieron que, aunque su trabajo terminara bajo luces y cámaras, la magia del programa continuaba en las calles, en las sonrisas y las preguntas espontáneas de quienes los seguían y admiraban.
1 Me gusta 1 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)