ID de la obra: 1076

Inkwell Wonderland

Gen
G
En progreso
2
Tamaño:
planificada Midi, escritos 14 páginas, 5.749 palabras, 4 capítulos
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Capítulo 1: El reflejo del miedo

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Todo se encontraba oscuro, cuando de la nada unos reflectores iluminaron el lugar revelándose un pequeño escenario de piso de roble. El orden de encendido fue desde los extremos, hasta llegar al centro donde se encontraba la pequeña Chalice de 10 años de edad usando un hermoso conjunto. Ella llevaba una falda azul celeste acampanada que caía ligeramente sobre sus rodillas, junto con una blusa blanca de mangas abombadas, encima, un delantal blanco corto se ceñía con un moño en la espalda. En sus piernas lucían unos calcetines blancos con rayas amarillas que cubrían por completo sus piernas, y en los pies, unos brillantes zapatos de tap dorados, relucientes bajo la luz. Y para completar el conjunto, un gran listón azul coronaba su cabeza, resaltando aún más la inocencia infantil del cáliz junto con unos lindos guantes blancos que tenían un lindo bordado dorado en las muñecas. Lamentablemente, todo ese lindo conjunto se vio totalmente opacado debido a los rebosantes nervios de la menor quien jugaba con sus dedos para tratar de calmarse. Tristemente, ese temor aumentó cuando de la nada, un gran tocadiscos apareció a su lado. El gran aparato empezó a reproducir una canción de tap, a lo que la pequeña, sin tener otra opción, empezó a bailar. Su rutina era impecable y encantadora, aunque cada ciertos momentos cometía errores pese haber ensayado muchas veces. En cada uno de esos traspiés, escuchaba burlas y abucheos hasta que se enredó con sus propios pies y cayó al suelo. Y si las cosas podrían empeorar, apenas su cuerpo tocó la fría superficie, esta empezó a agrietarse hasta que se rompió, haciéndola caer en un espiral de burlas. La pobre solo podía gritar mientras lágrimas corrían por sus mejillas mientras las risas y abucheos iban en aumento. Para suerte de la pequeña, todo eso ocurrió en su mente. Ella se encontraba en su habitación, estando de pie en un pequeño taburete de madera con los brazos extendidos lateralmente. Frente a ella estaba Sally Stageplay, su instructora de tap, que la ayudaba a acomodar su atuendo para el baile. La mayor, al notar que la más joven palideció, se acercó a ella.       — Pequeña, ¿está todo bien? Parece que has visto un fantasma.       — ¿De verdad tengo que bailar frente a todos? — Preguntó la menor muy nerviosa Sally le dio una mirada compasiva y se acercó a la pequeña       — Te entiendo linda. — Dijo mientras le acariciaba su mejilla para tratar de calmarla — Lo que sientes es pánico escénico, es totalmente normal. Recuerdo cuando fue mi primera presentación, hice un gran berrinche. Pero cuando salí a escena, todos mis miedos se fueron y pude brillar       — ¡PUES NO PIENSO SALIR! — Expresó la más joven, retirando la mano de su maestra — ¡NO LO HARÉ! — Sentenció con una expresión decidida, cruzando sus brazos. La mayor solo pudo suspirar y terminar con ponerle un listón en una de las azas de la cáliz, pero con un silencio sepulcral. Por fortuna, ese silencio incómodo no duró mucho porque, el padre de Chalice, el chef Saltbaker, entró a la habitación acomodándose la corbata blanca de su traje celeste.       — Estamos casi listos. Señorita Stageplay, ¿mi niña está lista? La instructora estaba apunto de hablar pero fue interrumpida por la más joven.       — Papá, ¿en serio tengo que hacerlo?       — Pastelito, le prometí a todos que harías una linda performance para la fiesta del té anual. Sé que todo Inkwell te verá hacer tu rutina pero están ansiosos por verte bailar. Tus pasos son tan delicados y encantadores Sin embargo, sus palabras hicieron que ella se sintiera aún más nerviosa, a lo que solo pudo decir lo siguiente: "Sé que lo harás genial"; para así retirarse junto con Sally. Apenas la menor se quedó sola, Dina, una pequeña cabrita negra, mascota de Chalice entró a la habitación y la miró con compasión. Este pequeño gesto hizo que la pequeña se bajara del taburete y se siente en el suelo para poder abrazar al pequeño cuadrúpedo que se encontraba muy cerca de ella       — Tener que bailar...patrañas. Desearía no tener que hacerlo Dina... — Y con esa última frase, la pequeña salió de su cuarto junto a Dina. Pero, no al jardín trasero donde se llevaba a cabo la celebración. sino a una parte lejana en el bosque. La joven estaba decidida, no iría a la fiesta. Sino, iría a su lugar seguro, rogando que todos olviden su baile. Sin saber que su vida dará un giro totalmente inesperado…
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