ID de la obra: 1079

Jardines medicinales

Het
NC-17
En progreso
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Fandom:
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Maxi, escritos 25 páginas, 11.359 palabras, 2 capítulos
Descripción:
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Encuentro peculiar

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¿Cómo es la vida?. Difícil pregunta, pues la vida es compleja, triste, brillante, sombría, hermosa y corta. Aveces demasiado corta, tan corta que no tienes tiempo de disfrutar todo lo que ofrece. El tiempo pasa, y jamás se frena para aquellos que lloran la pérdida de un ser querido. Siendo lo peor de todo, tener que seguir tu vida, como si nada hubiera pasado. "Cómo si nada hubiera pasado", el dolor, el sufrimiento, el jubilo de vivir cada día junto a alguien en la misma casa jamás puedes borrarlos de tus memorias. Siempre es fácil de alguien ajeno decirte que sigues adelante pero... ¿Cómo regresas a una vida normal después de una maldita masacre, provocada por tu propia hermana?. Es simple, no puedes. Tu madre tal vez intente seguir, tal vez quiera ser alguien mejor contigo después de perder a su única hija, pero no durará mucho con ello. Aveces incluso me duele verla mirar aquel lugar vacío en la mesa, me duele verla forzar una sonrisa, me duele verla fingir ser alguien normal a la vez que por dentro la tristeza lentamente está convirtiéndola, en solo un caparazón vacío de lo que alguna vez fue. La impotencia me consume cada que la veo, mis escamas arden de la rabia al ver cómo mi padre solo se enfoca en el trabajo, ¿Para que lo hace?, ¿para así evitar tocar el tema?... Ya no importa, para éste punto ya es una rutina para nosotros. Rutina la cual se a repetir sin parar, volviéndose aburrida y monótona. Tan aburrida que incluso cada día, se siente igual desde que partiste. —¿Cuánto a pasado desde que te fuiste?, ¿algunos meses ya? —pensó el ptero mientras se mantenía sentado contra el suelo a un lado de aquella puerta que daba a la habitación de su difunta hermana. Quiso calcular por su cuenta el tiempo transcurrido, pero solo pudo suspirar de frustración al no poder hacerlo. —No importa, aveces incluso me mantengo varias horas frente a tu habitación, esperando escuchar como tocas tu guitarra nuevamente, pero es en vano, "Todo" es en vano —dijo el ptero entre murmullos mientras apoya la palma de su mano contra su frente intentando no llorar, frotando a sus ves sus ojos llenos de ojeras—. Superarlo Naser ella se fue, solo pierdes el tiempo. Con esa idea en mente se levantó del suelo y caminó de regreso a su habitación, se recostó sobre su cama y empezó a ver su teléfono, dejando así que los caprichosos algoritmos de las redes sociales lo mantendrán entretenido por el resto del día. Autos, memes, fotos, medicina, todos eran cosas que le interesaban al chico en cierto aspecto, especialmente cualquier contenido relacionado con la medicina, pues era la carrera que el ptero de escamas marrones quería estudiar desde hace mucho. Incluso fue aceptado en la universidad que quería, pero después del incidente todo se vino abajo, las clases empezaron y el joven no estudió al campus pese a las insistencias de sus padres en seguir con su sueño. "¿Cómo podría?", pensó, pues diariamente durante las primeras semanas después del incidente, pues veía como una orda furiosa se alojaba frente a su hogar exigiendo justicia, llegando al punto de obligarlo a él ya su madre, a mudarse un par de semanas con el tío Moe. Su padre desde luego tubo que cobrar varios favores solo para calmar las aguas, pero el daño ya estaba echo, toda la ciudad exigía justicia para aquellos caídos durante el tiroteo. Exigían "justicia" para aquellos que habían humillado a su hermana, durante mucho tiempo, dejando gravada una idea muy en lo profundo de la subconsciente del joven ptero. "Todos son hipócritas". No debía, no quería sentirse así o tener ese horrible pensamiento grabado en todo su ser, pero el mundo lo obligó a ello, al final y al cabo. ¿Que más puedes hacer si tu vida se reduce a solo trabajar en una pizzería y perder el tiempo hasta la hora de comer o dormir?. Lo que antes era su pasión por el deporte se fue perdiendo con el pasar de los días, su vida se volvió un bucle, e incluso conducir su auto se volvió poco especial, principalmente porque más de una vez tubo que llevar con un mecánico que no lo conociera, solo para así evitar ser estafado o menospreciado. Todos ellos siendo cambios en su vida que lo obligaban a pensar constantemente en una sola pregunta, "¿Por qué lo hiciste Fang?", se preguntó más de una vez y se imaginó millas de escenarios diferentes para afrontar la situación, pero nunca obtuvo respuesta alguna, únicamente podía mirar a los idiotas que tachaban de monstruo a su hermana al opinar de ella y eso, "Eso", lo hundía más y más en un profundo abismo de rabia y cansancio. Ya no quería pelear por internet, ya no podía hacer nada para cambiar la opinión del público, sobre la atrocidad que su hermana había hecho. Ahora solo estaba cansado y únicamente quería quedarse durante sus días libres en cama y dejar que el tiempo siguiera avanzando sin más complicaciones. O al menos ese era su plan en un principio, pues su mirada se desvío del celular por un momento asia el pasillo, notando ahí una silueta que le puso las escamas de punta. —F-fang? —murmuró el joven mientras de levantaba un poco de la cama y enfocaba su vista al pasillo, notando rápidamente que aquella silueta correspondía a su madre, quien no tardó en acercarse a la puerta de su habitación. —¿Cariño?. —¿Si mamá?. —Moe llamó, dijo que hubo un accidente en el trabajo y necesita que cubras a Jerry para el resto del día. —¿Un Jerry?. -Si. —¿Que le pasó?. —No sé, Moe colgó antes de poder preguntarle, solo dijo "me tengo que ir ya está en verde", creo que llevaba prisa. —Bueno, entonces deja me cambio y voy en seguida —dijo el chico mientras frota sus ojos se levanta de la cama, notando como su madre se retira y se detiene unos segundos frente a la puerta de Fang antes de seguir su camino. Por otro lado el joven dejó el celular sobre el colchón y comenzó a cambiarse de ropa, dejando a su ves que la red social elige que reproducir video, siendo éste un anuncio extravagante de seguros para autos. Mismo el cuál no pudo saltarse, pues con algo de incredulidad solo observaba como aquel vehículo estaba siendo destrozado a pura fuerza bruta, proveniente de un humano. "¿C-como carajo pudo hacerle un suplex al auto?", Pensó mientras una carcajada nerviosa se escapaba de su pico, pues incluso para los dinosaurios ese acto sería demasiado difícil con pura fuerza bruta, demostró así que el humano tenía años de experiencia realizando aquel movimiento. "Vaya incluso se parece a la técnica de... —¡¿Speers?! —dijo el joven mientras sus ojos se abrían como platos, dibujando a la vez una sonrrisa de alivio en su rostro—. Vaya, creo que no a cambiado ni un poco. Con esas palabras el chico termina de cambiarse, a la vez que revisa la página web de la aseguradora, dándose cuenta de que no está tan lejos de su hogar. —Dios que cerca, tal vez pueda ir a visitarlo un día de estos —mencionó el ptero mientras observaba los demás anuncios que ha subido su ex-director llenándose después de unos segundos al correo de la página. "Me pregunto si aún me recuerda", pensó el joven, "No nos emos visto desde... Desde. Sus dedos se congelaron, un suspiro de melancolía escapó de su pico y un ligero temblor se apoderó de su cuerpo, obligándolo así a quedarse quieto antes de poder escribir el más mínimo mensaje en la página web. —Y si... ¿me culpa por ello? —murmuró antes de apretar un poco su celular debido a la impotencia—. No... Yo no hice nada malo, me conoce, no tendría motivos para... Los recuerdos de las personas frente a su casa invadieron su mente una vez más, haciendo soltar otro suspiro y empezar a caminar rumbo a su auto. "Mejor... mejor solo lo olvido", pensó el joven antes de despedirse de su madre e ir a la pizzería, perdiendo a la vez esa idea que lo atormentaba en el camino, llegando después de unos minutos al restaurante, en donde se encontró con una curiosa escena, pues los clientes no dejaban de llamar al humano para ser atendidos. "Camarero la cuenta, ¿Tiene salsa extra?, Necesito más servilletas, ¡Oiga orden equivocada!". —E-en seguida lo atiendo —dijo el humano algo abrumador, pues estaba llevando otra pizza caliente a una mesa lejana, a su ves que difícilmente intentaba apresurar su paso con el bastón. —Vaya nunca creí que te dejarían a carga del lugar —dijo el ptero provocando que el rostro cansado del humano se iluminara por unos segundos. —Por fin llegas, rápido échame una mano. —Crei que esto era lo que querías, ayer asta te quejabas porque el doctor te pidió que hicieras más ejercicio y tú no tenías tiempo para ello. —Si ya se que pedí eso, pero no quería hacer ejercicio de esta manera. —Esta bien relájate, solo déjame poner el delantal y te doy una mano. Dicho y echo, pues una vez listo con las ropas adecuadas, aquel joven de escamas marrones empezo a atender a los comensales de manera veloz y eficiente, demostrando a su ves la experiencia que habían adquirido en sus años de trabajo. Claro, su cuerpo demostró la falta de ejercicio durante otros tiempos, pero aún así conservó la resistencia que había ganado durante su época en el club de atletismo. —Listo —exclamó el ptero entre suspiros—. Mesa doce lista, ¿Cuál sigue?. —Anchoas y rexicana para la mesa siete, solo espera un segundo para que termine de calentar. —Esta bien, pero mientras tanto dime una cosa. —Claro ¿que sucede?. —¿Qué pasó con el tío Moe?, es raro que se aleje del restaurante. —Llevó a Jerry al hospital, es que le calló la salsa de pizza encima mientras aún estaba hirviendo. —No me digas, pero ¿Cómo?. —No estoy seguro, yo estaba limpiando y solo escuché el desastre que hicieron en la cocina, antes de llevar a Jerry al hospital, eso sí que mal por él, le calló la salsa hirviendo en todo el pecho y parte de la cara. Ante esas palabras el ptero no puede evitar hacer una mueca de dolor, llevando casi de manera instintiva su garra al rostro, imaginando por unos segundos el dolor que su compañero debió haber sufrido. —Dios, solo espero que sano pronto. —Sí, yo también, aunque estoy casi seguro que no pasa de quemaduras de segundo grado. —Hablando de quemado, ¿Que no tenías...? —¡Carajo!. Con un movimiento rápido el humano va rápido al horno del restaurante, sacando así las pizzas antes que se quemen, dejando que el ptero pueda seguir haciendo de mesero por un rato más. —Espero que hayan disfrutado la comida vuelvan pronto —dijo el joven de escamas marrones mientras limpia la mesa recién usada, siendo llamada su atención por el humano quien le hace señales para que se acerque mostrador nuevamente—. ¿Que pasó viejo?. —Tenemos un pequeño problema. —¿Cuál?. —Ya se están acabando las reservas de pizza que Moe dejó preparada. —Bueno, solo tenemos que preparar más. —Obiamente, pero ¿las harías tú?, yo no sé como preparar la masa. —Pero llevas más tiempo trabajando aquí Anon, ¿Cómo es que aún no sabes preparar una pizza?. —Solo soy el de limpieza, no me fijo cuando Moe las prepara. —Ah, por Jesús Raptor, está bien, no importa, solo necesitamos el recetario del tío Moe y el resto será fácil. —Bueno... y ¿dónde está?. —Ni idea, hace años que no lo veo, lo único que recuerdo es que es una carpeta de pasta azul... Aunque quien sabe, tal vez aún esté en la oficina del tío Moe por algún lado. —A bueno, ve por el entonces. —Y ¿tú te quedarías atendiendo a los clientes?. —Ah... Buen punto, en seguida volvo —mencionó el calvo mientras se dirige a su objetivo, comenzando a revisar en todo el lugar. Por otro lado el ptero se encargó del resto de los pocos clientes que llegaban al local mientras tanto, llevándose una sorpresa al escuchar la campana de la puerta y ver cómo en el lugar entraba un viejo t-rex, de tonos grisáceo y enorme dentadura. —Hola Naser, ¿Cómo va el negocio?. —Pues regular tío, llegaron los clientes de siempre y... —¡Lo encontré! —gritó el humano mientras avanzaba apoyado en su bastón por un pequeño pasillo que también daba al baño del lugar—. No me la vas a creer, Moe lo tenía en medio de varias... A... H-hola jefe. —Hijo, ¿que hacías husmeando en mi oficina?. —Ah, tú... —El solo buscaba tu recetario para hacer más pizzas, las que nos dejaste ya se estaban terminando —imterrumpio el ptero mientras se frota un poco el cuello. —Oh entiendo, pero esa cosa vieja no les servirá de nada bambinos. —Amm, ¿por qué tío?. —Porque las recetas más sabrosas siempre las tengo aquí —dijo el t-rex señalando su pecho. —Osea en el corazón? —preguntó el humano con algo de sarcasmo. —No niño, yo me refiero a que las tengo aquí —aclaró el Dino italiano mientras se desata el delantal y muestra su interior al par de empleados, dejando ver varias recetas escritas en él—. Aunque bueno, esa cosa vieja aún debería conservar algunas recetas antiguas, como la pasta que solía hacer mamá. —Crei que está cosa solo tenía recetas de pizza —dijo el calvo mientras coloca el libro sobre una mesa cercana y empieza a ojearlo. —El plan era ser un restaurante normal, pero como poco a poco empezaba a pedir más y más pizzas, me volví pizzero. —Vaya tío, no tenía ni idea de esa historia. —Lo sé, todo eso ocurrió antes de que la familia haya comenzado a venir aquí, aunque bueno eso demuestra que para vivir no siempre tienes que hacer lo que quieres, sino lo que puedes. —Oiga jefe, ¿me puedo quedar con esta receta de albóndigas? —preguntó el humano mientras sostiene el recetario abierto, dejando caer de él un pequeño objeto. —¿Y esto? —mencionó el ptero, inclinándose un poco para recordar aquella cosa—. Vaya, se parece a una de las plumillas de Lucy. Con esas palabras, la garra del t-rex tomó aquella púa de guitarra, antes de mirarla fijamente por unos segundos. —Si... Ya recuerdo, la encontré mientras limpia al día siguiente, después del concierto que hubo en este lugar —dijo aquel Dino italiano con algo de nostalgia, siendo interrumpido por los gritos de una parasaurio irritada. —Disculpen, ¿Que no hay servicio aquí?. —En seguida van señorita —aclaró el t-rex palmeando un poco el brazo del ptero a un lado de él—. Suficiente del descanso hora de trabajar. —Entendido —mencionó el chico de escamas marrones mientras de dirige a atender a la parasaurio y sus amigas, dejando atrás al humano y su tío. —Pobre Naser, le va a tocar arreglárselas con la para-p... —Cuida el lenguaje niño, este sigue siendo un restaurante familiar. —L-lo lamento. —Descuida concuerdo contigo, a mí tampoco me gustó lidiar con ella la última vez. —Y ¿por qué no la echa fuera de aquí entonces?. —Jerry olvidó encender las cámaras la última vez que esa chica vino aquí, si la echo sin pruebas podría recibir una demanda. —Ya veo, aunque igual pobre Nacer, hoy le tocó lidiar con la loca —murmuró el humano mientras observa al ptero, que atendía la mesa con las tres dinos hambrientas. Mismo el cuál parecía un poco nervioso, ante un comentario por parte de la triga rubia, que acompañaba a la parasaurio carmín y la raptor albina. —Por Dios Kiara enserio te pasas —exclamo la parasaurio mientras se lleva la mano a la frente—. Que sea tu temporada no significa que tengas que arrojarte al primer idiota que se te haga atractivo. —Miiiiaaaa... —Oye, yo no fuí la que se le insinuó la última vez al calvo con autismo y al imbécil con retraso mental, bueno al menos éste se ve como alguien decente —mencionó la rubia carmesí mientras observaba detenidamente al joven—. Olvídalo también está lisiado, ¿Acaso éste es un centro de ayuda para discapacitados o qué?. —D-disculpala es solo que están hambrientas —comentó la raptor albina un poco apenada. —No... No se preocupe, ¿ya sabe que van a ordenar?. —Una pizza grande, mitad multicarne mitad vegetariana. —Ahg, no —exclamó la triga rubia con una voz algo nazal—. No me gusta el sabor que se queda impregnado en las verduras, mejor una chica de multi carne para ti y una vegetariana para Mia y yo. —Habla por ti Kiara, yo sí disfruté del sabor de la vegetariana con múltiples carnes. —Bueno entonces escojan lo que quieran, pero para mí será una pizza individual vegetariana. —Muy bien, ¿Gusta tomar algo? —preguntó el ptero mientras anotaba la petición de la triga. —Tu número cariño, pero si no se puede me conformo con un refresco de dieta. —Ok... ¿Y ustedes señoritas? —Una mitad multi carnes y vegetariana. —¿De que tamaño?. —Medina "dha" —exclamó el parasaurio con burlas en su pedido. —Esta bien, ¿y de bebidas? —Yo una soda de fresa por favor —dijo el raptor mirando el ptero un poco integrado. —Yo un refresco normal. —Entendido, en seguida volvo con su orden. Con esas palabras el joven de escamas marrones se retira de la mesa y entrega la orden al t-rex, llenando a su ves a atender otras mesas del restaurante, antes de regresar al interior de la cocina. Lugar donde se encontró con una escena algo peculiar, pues podía ver claramente como su compañero humano, se encontraba sentado en una esquina del lugar, sosteniendo a la vez la vieja púa de guitarra que antes había encontrado, la cual no dejaba de observar como si el objeto fuese algo hipnótico. Al principio quería ir a consolarlo, pues desde lejos se notaba la culpa y melancolía que reflejaba el rostro de aquel humano. Pero una vez se acercó lo suficiente pudo verlo con claridad, pues aquel calvo no tenía culpa, solo una expresión llena de nostalgia revuelta con amargura y resignación. Era casi como si en el fondo la mente del calvo rogaba por volver a aquellos días donde fue feliz. Un sentimiento que el joven de escamas marrones entendía perfectamente. —¿También las extrañas? —preguntó el dino sacando al humano de sus pensamientos. Al principio no hubo respuesta por parte de calvo, solo un suspiro largo y pesado a la vez que no dejaba de desviar la mirada con algo de incomodidad. —Pues... ¿Que te digo Naser?, sinceramente pensé que lo había superado pero ésta cosita... Dios. Veo esto y... sus alas, su rostro, cada recuerdo que tengo de ella vuelve de manera vívida. —Ya veo... no te culpo, también tengo días en los que simplemente no puedo sacarla de mi cabeza. —Lo sé, pero igual es extraño, incluso siento que no fui un buen novio, es más ni siquiera sabía que a Fang le gustaban las flores —mencionó el calvo mientras mueve un poco la púa de guitarra, mostrando que tenía el dibujo de una rosa blanca pintada en ella. —A Lucy... Ella era muy cerrada con lo que le solía apasionar, pudo expresar su gusto con la música gracias a que muy seguido solía practicar con Trish, pero desde que empezó con todo eso de lo no binario pues... Bueno. Dios ahora que lo pienso, que se metiera tanto en problemas su tenía sentido. —¿De que?... Oh cierto ya entendí —mencionó el calvo mientras extiende el pequeño objeto en dirección al ptero—. Toma, tengo que volver al trabajo. —Dasela a Moe, el es quien la tenía guardada. —Ya se la ofrecí, pero no la quiso. —Ah... Es ese caso puedes quedarte la, después de todo aún hay bastantes de esas en su vieja habitación. —¿Estás seguro?, Digo puedo cuidarla si no la quieres pero aún así... —Anon descuidado —dijo el ptero mientras apoya su garra en el hombro del humano—. Si el tío Moe no la quiso ten por seguro que a mí no me molestará, adelante puedes conservarla. —Ah... ¿Seguro?. —Claro amigo, puedes quedartela. —Guau... G-gracias viejo —No ahí de que Anon, cuídala bien —dijo el ptero dando una palmada en el hombro del humano, antes de verlo alejarse por la puerta dispuesta a limpiar el restaurante. Siendo esta una oportunidad del ptero aprovechó para charlar a solas con el viejo t-rex grisáceo. —Entonces tío... Ah... — ¿Qué sucede hijo?, anda escúpelo. —¿Por qué le regalaste esa plumilla?, hace unos minutos veías a Anon como si estuviera sosteniendo una joya preciada para ti. —Vaya hijo, no eres tan tonto como creía. —Llevo demasiado tiempo trabajando en este sitio, yo creo que si puedo darme cuenta de las expresiones que lanza de vez en cuando. —Bueno te tardaste un poco, pero me alegra ver qué por fin sabes leer a las personas. —Gracias... ¿Supongo?... Bueno igual no me cambia el tema tío y ya dígame, ¿Por qué le dio la plumilla de guitarra a Anon?. —Porque ví en sus ojos lo mucho que la quería... Es más, te aseguro que la quería mucho más que yo. —La... ¿La plumilla? —mencionó el ptero dejando escapar algo de melancolía. —No... A Lucy... Estoy casi seguro que acabo de darle el último recuerdo, que tendrá de ella —dijo el t-rex mientras mete una pizza recién preparada al horno—. Aunque bueno, saber amar significa también dejar ir ¿No cre?. —¿Supongo?... Supongo. "¿Dejar ir?", el ptero a escuchado esas palabras más de una vez, pero aún así no es capaz de ponerlas en marcha. Su vida a cambiado demasiado, y simplemente ya no puede obligarse a soltar el recuerdo de su hermana. —A un lado hijo, pizza caliente saliendo —exclamó el t-rex sacando al ptero de sus pensamientos—. Ésta es para la pareja de amigos en la mesa cuatro y apúrate que mientras más caliente mejor. —Ah... C-claro, enseguida —respondió el ptero mientras intenta procesar las palabras del t-rex. Mismo quién le entregó casi de inmediato la pizza recién cortada sobre una plancha de madera, siendo así obligado a fuera de la cocina para caminarse a los respectivos clientes, los cuales parecían algo alegres al ver acercarse al ptero de escamas marrones. Mismo el cuál estaba siendo observado de manera poco disimulada por la triga rubia, quien a su vez estaba disfrutando de su bebida entregada pocos minutos antes por el humano calvo. —Kiara ya relájate, parece que quieres lanzarte encima de él y obligarlo a que te lo haga. —Obvio no Mia también tengo algo de desencia —exclamó la triga algo sonrojada antes de sonreír de manera juguetona—. Aunque si se ponen a pensarlo, eso podría considerar karma en cierta forma. -¿Karma? —preguntó la rapaz albina. —Exacto, sería como si un cazador fuera cazado. Con esas palabras la triga marrón volvió a observar al ptero, dejando algo pensativas al par de amigas, especialmente al parasaurio quien rápidamente soltó un suspiro antes de recostarse contra el respaldo de su silla. —Bueno es una forma de verlo, pero eso sí tienes que tener cuidado Kiara. Mi hermana intentó hacer lo mismo con su ex, pero el idiota la abandonó y la dejó sola en la universidad. Lo peor es que incluso la tonta ya había pagado un depósito para que vivieran juntos en un departamento bastante lujoso. —Vaya que mal. —Sin duda, incluso tuve que soportar sus lloriqueos por dos semanas. —Oye Mia, ¿cres que puedas pasarme su número de celular? —dijo la raptor mientras sacaba su teléfono—. Es que ya estoy preparando las cartas de recomendación y necesito referencias para ello. —Claro, seguido te lo paso. Pero como decía, en resumen no importa que tanto te guste Kiara, todos los pteros son idiotas. —Ah... Pensé que solo eras racista con los Orientales —dijo la raptor en tono burlón, sacando una pequeña risa por parte de la triga. —Odias a los chinos?, pero si ellos crean buenos videojuegos —exclamó la rubia deteniéndose por un segundo algo confundida—. Aguarda, creo que esos eran los de Japón. —A ellos no Kiara, los de Rarabia —dijo la parasaurio contenido las ganas de reír. —Oh, estoy de acuerdo, es casi un delito obligar a las mujeres a tener que ocultar su rostro y cuerpo cada segundo del día. —Lo sé, y aún así mi hermana insistía en ir a visitar las pirámides, ni de loca voy a ir solo para quedar cubierta de arena. —Mia, las pirámides están en Esgipto, no en Rarabia —mencionó la Dino albina mientras lleva su garra a su barbilla. —Ah... Bueno eso no importa, el punto es que mi hermana no sabe hacer buenas elecciones "para nada" —dijo la parasaurio poniendo énfasis en la última parte. —Vamos chica, no puede ser tan mala en eso si llegó a conseguirse un novio —interrumpió la triga mientras daba otro sorbo de su bebida. —Kiara, el imbécil siempre iba a buscarla un auto horrible tan horrible como la loca de su hermana. —¿Loca? —se preguntaron ambas amigas de la parasaurio antes de seguir escuchando. —Si y al parecer a la hermana del tipo le gustaba meterse en problemas, llegando al punto de que sus mierdas eran tan importantes, que obligaban al marika a cancelar sus citas al último minuto. —Valla sin duda suena patético. —Y que lo digas, lo peor es que la perra de su hermana fue la que hizo en tiroteo en la escuela de Naomi —mencionó la parasaurio mientras observa a la raptor albina, notando también como la triga rubia intenta mirar nuevamente al ptero, haciendo que solo suspire algo decepciona. Tenía que admitirlo, el joven no se veía mal, e incluso sería una linda pareja para su hermana, pero el recuerdo de la relación fallida de su hermana siempre provocó una mueca se disgusto en su cara. —Oye amiga, cree que puedas decirme dónde vivía, es que tengo que hacer un reporte como proyecto final de la preparatoria. —Ni idea Kiara, Naomi nunca me lo presentó... —¡Naser, orden lista para la mesa nueve! —gritó el t-rex grisáceo interrumpiendo la charla de la parasaurio, desde una ventanilla que conectaba a la cocina. —¡Voy dama un segundo! —exclamó el ptero mientras sigue tomando la orden de los nuevos clientes sentados cerca de la entrada del local. "Naser", se preguntó la chica, pues al escuchar ese nombre sus ojos se abrieron como platos, no recordaba exactamente las características que su hermana le había dicho sobre su ex-novio, pero si recordaba las que más solía repetir su hermana de tono melocotón, "Es un ptero de escamas marrones, ala rota y gusto en moda un poco peculiar". —Vaya vaya chicas, el mundo es muy pequeño ¿no creen?. Esas palabras dejaron confundidas al par de dinos, quienes solo podían mirarse intrigadas por unos segundos, al menos asta que el mesero de escamas marrones se acercó con la pizza de carne mediana. —Lamento la demora, en seguida también les traigo la pizza vegetariana —dijo el ptero mientras intenta alejarse asia el mostrador, siendo detenido en el acto por la parasaurio carmesí, la cual sujeta su brazo. —Oye una duda, ¿de casualidad eres Naser Aron?. —¿Quién pregunta?. Ante ese gesto la parasaurio adoptó una sonrrisa siniestra y se levantó, envolviendo al joven por el cuello con uno de sus brazos. —¿Que pasa no reconoces a ti antigua cuñada?... Ah cierto nunca nos presentaron, yo soy Mia Moretti, la hermana de Naomi.
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