ID de la obra: 1082

Sol del amanecer

Het
PG-13
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planificada Mini, escritos 14 páginas, 5.941 palabras, 2 capítulos
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Capítulo 1: "¿Tambíen había un elefante?"

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Era la segunda semana de clases en la U.A., Aoba había sido admitida a la prestigiosa escuela de héroes quedando en la clase cursos generales. Lo que debería de ser los días mas emocionantes y satisfactorios de la vida de la peliazul no lo eran, en su lugar su corazón estaba lleno de tristeza e incertidumbre, hacia unas semanas que tomó la decisión de cortar lazos de amistad con su mejor amigo de la infancia Eijiro Kirishima. Eijiro era un año menor a ella, sus madres eran amigas de la infancia por lo que cuando ambas tuvieron a sus respectivos hijos estos crecieron como mejores amigos. Por su puesto que eran inseparables, hacían de todo juntos, iban a la escuela juntos, comían juntos, pasaban las vacaciones y fines de semana juntos, hasta iban al baño juntos cuando eran solo unos infantes (cosa que si les preguntas a cualquiera de los dos te dirán que no quieren hablar de eso por lo vergonzoso que les resultaba aquello ahora que habían crecido). Ella no quería pero pasó, los sentimientos de Aoba fueron cambiando con el paso del tiempo y a la edad de 14 años estaba mas que segura que estaba enamorada de su compañero de vida Eijiro. “Es una tontería, ¿como podría estar enamorada de mi mejor amigo?” se repetía todo el tiempo. Aoba se sentó en su cama, mirando al techo con la mente llena de pensamientos confusos. No podía dejar de pensar en Kirishima y en cómo se sentía cuando estaba cerca de él. Se sentía nerviosa y emocionada, pero al mismo tiempo sabía que no debería sentir eso por su mejor amigo. "¿Por qué tengo que sentir esto justo por él?", se preguntó Aoba, sintiendo una mezcla de frustración y confusión. "Kirishima es mi mejor amigo, mi compañero de aventuras, mi confidente. No debería sentir esto por él". Ella se levantó de la cama y comenzó a caminar por su habitación, tratando de aclarar sus pensamientos. Se detuvo frente al espejo y se miró a sí misma, preguntándose si era normal sentirse así por alguien que conocía desde hacía tanto tiempo. "Yo sé que él no siente lo mismo por mí", se autoinflingia Aoba, sintiendo un nudo en el estómago. "¿Y si arruinaba nuestra amistad por algo que puede no ser correspondido?" Aoba suspiró y se sentó de nuevo en la cama, sintiendo que estaba atrapada en un laberinto de emociones y pensamientos confusos. No sabía qué hacer ni cómo sentirse, solo sabía que necesitaba encontrar una forma de manejar sus sentimientos sin arruinar su amistad con Kirishima. Y la mejor forma que pudo encontrar fue aislarse por completo de él. Se levanto de la cama y espabilo, tenia que empezar a alistarse para ir a la escuela o llegaría tarde. Se vistió y tomo el desayuno que su madre le había preparado para ese día. Aoba se había dado cuenta hace tiempo que su madre tenia ese pequeño detalle con ella porque se percato del estado bajo de animo que tenia, era un pequeño consuelo a su corazón que su madre se siguiera preocupando así por ella, solo esperaba que no fuera comentarlo a su mejor amiga madre del pelinegro. Se subió al metro camino a la U.A., todavía un poco nerviosa pues llevaba ya dos semanas y no había podido hacerse de amistades nuevas, cosa que le era extraño ya que siempre se considero una persona sociable, “¿podría ser que mi estado de animo funja como repelente para los demás?” rió la peliazul ante sus propios pensamientos. Mientras buscaba un asiento vacío, notó a un estudiante de grado superior sentado solo en un rincón del vagón. Tenía el cabello rubio y una sonrisa amable en el rostro. Al no encontrar asiento, Aoba se acercó al estudiante y se sentó a su lado dejando notar la diferencia de tamaños que tenían ambos, ella media apenas un metro con sesenta y cinco y este chico debía medir un metro con ochenta o más, sin duda se sentía pequeña a su lado. El estudiante rubio la miró de reojo, volteo a verla directamente y sonrió. -Mucho gusto, me llamo Mirio Togata, soy de segundo grado- dijo él, extendiendo la mano para saludarla. Aoba se sorprendió por lo enérgico que fue el sujeto y se apresuró a estrechar su mano. -Es un gusto, soy Aoba Takahiro, estudiante de primer año- respondió ella, sintiendo un poco de nerviosismo. Mirio se rió - Dime pequeña estudiante ¿cómo llevas tus primeras semanas de clases?- pregunto casi en forma de broma. La pregunta le sorprendió a la peliazul -Oh, pues bien supongo- Mirio hizo un gesto de duda poniendo su mano izquierda en su mentón -Mmm ese “supongo” suena a que tu semana no anda tan bien, puedo notar en tus gestos y en tu mirada que hay algo que te molesta - dijo el. Aoba dejo salir una pequeña risa de sus labios -¿Qué? ¿Acaso tienes un quirk de leer la mente o algo?- El rubio se contagio de la risa de la mas baja- Me encantaría pero no, si no es mucha molestia ¿podría saber porque estas así de bajoneada?- Aoba se encogió de hombros ligeramente, sintiendo una mezcla de sorpresa y curiosidad por la perspicacia de Mirio. -No es nada importante, solo... cosas personales, supongo-. Mirio asintió con la cabeza, su sonrisa no desapareció pero se volvió un poco más suave. -Entiendo, cosas personales, ¿eh? Bueno, si no quieres hablar sobre ello, no hay problema. Pero si necesitas alguien con quien hablar, estoy aquí. Y créeme, he visto suficientes caras largas en mi vida como para saber cuándo alguien necesita un oído amigo.- Mirio se inclinó un poco hacia adelante, su voz tomó un tono ligeramente conspirativo. -Aunque, si no me lo cuentas, tendré que seguir adivinando. Y puedo ser bastante persistente cuando quiero saber algo.- De nuevo la peliazul soltó una pequeña risa contenida ya que no podía permitirse soltar una risotada en medio del tren con todas las personas a su alrededor. -Eres muy persistente- dijo la mas pequeña en voz baja. - Para mi es raro que alguien que acabo de conocer me pregunte sobre cosas personales pero gracias a tu linda cara puedo pasar eso por alto- -...- “¡¿QUE DEMONIOS ACABO DE DECIR?!” El rostro de Aoba estaba tornándose de un color rosado por la vergüenza, no entendía porque razón había soltado eso con alguien que acababa de conocer y mucho menos con alguien tan lindo. Una risa grabe salio de los labios del rubio que intentaba acallarla tapándola con sus manos, era Mirio que se estaba riendo de toda la situación a la que habían llegado. -Bueno gracias, debo admitir que tu también tienes un lindo rostro, sobre todo tus ojos verdes - la confesión de Mirio dejo perpleja a Aoba que solo pudo reaccionar sonrojándose aun mas y volteando la cara hacia el otro lado como un vago intento de que el mayor no viera mas su vergüenza, cosa que era inútil ya que este la había visto su sonrojo en toda su gloria. Los altavoces del tren anunciaron la estación en la que ambos debían bajar para llegar a la U.A. Era ahora o nunca, debía huir de esa situación que le ponía los pelos de punta, en cuanto las demás personas empezaron a bajar del vagón aprovecho para colarse entre todos para huir de la vista del rubio pero, Aoba era conocida por ser una de las personas mas saladas del mundo (titulo que se dio ella misma refiriendo a su muy mala suerte) y en cuanto dio un paso fuera del vagón fue empujada por la multitud de personas y tropezó. Eso era todo, solo acepto el impacto que vendría, previendo su futuro vio como caía, se estampaba en la cara y de seguro como uno de esos animes genéricos la caída haría que la falda se le alzara dejando ver su ropa interior, “¿cual me había puesto? Ah claro, la de ositos cariñositos. Perfecto, ahora todos sabrán que llevo ropa de niña, y seguramente este chico lindo que seguro viene detrás de mi lo vería, esto no puede ir peor” pensaba mientras esperaba el choque... cosa que nunca llego. En lugar de chocar contra el suelo, Aoba sintió un brazo fuerte que la rodeaba por la cintura y la sostenía en el aire. Mirio la había alcanzado justo a tiempo y la estaba sujetando, evitando que se cayera. La peliazul se quedó sin aliento, sorprendida por la rapidez y la fuerza con la que Mirio la había agarrado. Por un momento, se olvidó de su vergüenza y se quedó mirando a Mirio, que la sostenía con una sonrisa en el rostro. -¿Estás bien?- preguntó, mirándola con preocupación. Aoba asintió con la cabeza, todavía sin poder hablar. La bajó lentamente al suelo, pero no la soltó hasta que estuvo segura de que estaba estable. -Cuidado, hay mucha gente- dijo Mirio, sonriendo. Aoba se sonrojó de nuevo, sintiendo que su corazón latía con fuerza en su pecho. -G-gracias-, tartamudeó, mirando hacia abajo para evitar la mirada del rubio. Después de ayudar a Aoba a recuperar el equilibrio, Mirio se quedó a su lado mientras caminaban juntos hacia la salida del tren y luego hacia la escuela. La multitud de estudiantes se movía en todas direcciones, pero Mirio y Aoba caminaban en silencio, uno al lado del otro. Aoba todavía se sentía un poco aturdida por lo que había pasado, y la presencia de Mirio a su lado la hacía sentir... nerviosa. Mirio, por otro lado, parecía completamente relajado, sonriendo ligeramente mientras caminaba. De vez en cuando, miraba a Aoba de reojo, pero no decía nada, como si estuviera disfrutando del silencio entre ellos. La distancia entre la estación de tren y la escuela no era muy grande, pero para Aoba, el camino parecía estirarse interminablemente. ¿Qué iba a pasar ahora? ¿Seguirían hablando? ¿Se despedirían en la puerta de la escuela? Aoba no tenía idea, pero estaba dispuesta a seguir el ritmo de Mirio y ver qué sucedía a continuación. -Entonces... ya no me dijiste de que curso eras- pregunto el mas alto a su lado caminando aun con la mirada hacia el frente del camino. “Así que fuiste tu quien decidió romper con este silencio incomodo, me gusta” pensó la peliazul aliviada internamente. -Oh claro, soy de cursos generales - -Ya veo, ¿estas a gusto en ese curso o querías llegar al curso de héroes?- preguntó el mayor inclinándose un poco para llegar mas a la altura de Aoba. -Estoy bien, no todos queremos entrar a la U.A. para ser heroes- Mirio se rió suavemente y se enderezó, sonriendo de nuevo. -Eso es cierto, aunque yo personalmente creo que todos deberían tener la oportunidad de ser héroes si lo desean. Pero entiendo que no es para todos.- Miró a Aoba con interés. -¿Y qué te gusta de los cursos generales? ¿Tienes algún interés en particular o simplemente te gusta la variedad de materias?- Aoba se encogió de hombros ligeramente. -Supongo que es más flexible, puedo tomar clases que me interesen para darme una idea de lo que puedo estudiar después.- Mirio asintió con la cabeza. -Entiendo, suena razonable. Aunque yo personalmente estoy emocionado de estar en el curso de héroes. Es un desafío, pero vale la pena.- Se detuvo un momento y luego preguntó. -¿Y qué te gusta hacer en tu tiempo libre, Aoba? ¿Tienes algún hobby o pasatiempo favorito?- La pregunta hizo que Aoba se sintiera un poco más cómoda, como si estuvieran hablando de algo más normal. -Me gusta leer y dibujar, supongo. Cosas tranquilas.- Mirio sonrió de nuevo. -¡Genial! Me encanta conocer a alguien con intereses similares. Aunque yo soy más de acción que de dibujo, supongo.- Irradiaba una vibra tan enérgica y cómoda con cada palabra que salia de sus labios, definitivamente seguiría frecuentando al rubio. -Seria entretenido verte en acción como todo un héroe, supongo que te veré en unas semanas cuando empiece el festival deportivo de este año- Mirio se rió con entusiasmo. -¡Eso sería genial! Me encantaría verte allí, animándome desde la multitud. Aunque, tengo que admitir que estoy un poco nervioso por el festival. Quiero hacer algo impresionante para representar a mi clase.- Miró a Aoba con una sonrisa traviesa. -¿Quieres hacer una apuesta conmigo? Si logro entrar en uno de los primero 10 lugares, tienes que venir a cenar conmigo después del festival.- Aoba se sonrojó ligeramente ante la propuesta, pero no pudo evitar sonreír. -¿Y si no? ¿Qué pasa si no llegas al top 10?- Mirio se encogió de hombros. -Bueno, en ese caso, te prometo que te llevaré a cenar de todos modos. Porque quiero pasar más tiempo contigo, Takahiro.- La sinceridad en su voz hizo que Aoba se sintiera un poco mareada, pero de una manera agradable. -De acuerdo, me parece una buena apuesta- extendió su brazo en dirección al rubio con intención de estrechar su mano. Mirio sonrió ampliamente y estrecho su mano de regreso. Sin darse cuenta habían llegado a la entrada de la escuela, se separaron para ingresara a sus respectivas aulas. Esa mañana fue sumamente diferente para Aoba, había hecho un amigo por fin después de una semana de clases, un chico muy enérgico de segundo año. El resto del día paso igual de lento pero con un sabor distinto, ya no se sentía angustiada por el nuevo ambiente escolar y mucho menos afligida por su reciente corazón roto que se esforzaba por curar. ‧͙⁺˚*・༓☾ ☽༓・*˚⁺‧͙ La mañana siguiente Aoba volvió a tomar el tren procurando estar a la misma hora del día anterior esperando que volviese a repetirse la interacción tan linda y cálida del rubio. Amarga fue su decepción cuando no lo encontró en el vagón, suspiro al darse cuenta que era ingenuo de su parte al pensar que la escena se repetiría como una novela, en verdad seria extraño que un chico al cual acaba de conocer fuera tan metódico y calculador al punto de tomar el tren a la misma hora y en el mismo vagón con el afán de volver a verse, cosa loca ya que fue ella la que hizo el calculo mental para intentar coincidir en el camino. Salio de la estación del tren sola, camino sola, entro a la escuela sola, llego a su salón sola, se sentó en su lugar sola, iniciaron las clases y de nuevo sola, en verdad estaba mas que harta de no poder hacer amistades con sus compañeros, tampoco es que le gustara la idea de hacer amistad al menos no con sus compañeros de curso, lo que observo de ellos durante la primera semana de clases fue suficiente para no querer congeniar. Todos tenían algo en común que era la arrogancia, narcisismo e inclusive el sentido de decepción y/o superioridad. Pasaba que la mitad del grupo quedo en cursos generales teniendo como objetivo quedar en el curso de héroes, cosa que no fue así y la otra mitad quedo no para ser héroes sino para ser acreedores de los mejores estudios del país y para presumir que están a un nivel superior que los demás por quedar en la mas prestigiosa escuela de héroes de Japón. Simple y yanamaente no queria o no le daba la gana de congeniar. Entonces llego al comedor comunal y se sentó sola. No estaba tan familiarizada con la soledad de la escuela, en la secundaria nunca estaba sola, ni en la hora de entrada, ni durante el curso, ni en el almuerzo, ni en la salida y mucho menos durante el camino de casa a la escuela y viceversa. Siempre estaba acompañada de su emo favorito Eijiro. Era en momentos como este, estando ella sola en un lugar lleno de gente que le dolía mas haberse alejado de el, fue hasta ese entonces que Aoba se dio cuenta que formo su vida al rededor de Eijiro, ella no tenia amigos propios, siempre eran amigos de Eijiro, desde que tenia memoria siempre el centro de atención, su centro de atención siempre fue el pelinegro. Esa facilidad para hacer amistades no era de ella, era de Eijiro. Era muy agobiante ser consciente de su entorno ahora que estaba alejada de él, tendría que aprender a vivir sin el, a ya no esperarlo en la estación del tren para irse juntos, a ya no ir a buscarlo durante el almuerzo para estar juntos, a ya no aceptar las salidas con sus amigos para estar juntos, ahora tenia no, quería hacerlo todo sola. -Pero que horrible es comer sola en la escuela, me siento una perdedora- susurró para si misma mientras le daba un bocado a su bento. -¡CUIDADO!- Aoba sintió un presión en su pecho seguido de un jalón terminando en un estruendo. Paso tan rápido que tardo en asimilar que se encontraba recargada en el pecho de alguien mas y cuando regreso la vista hacia la mesa de comedor en donde estuvo sentada hacia micro segundos la vio totalmente destrozada gracias a algún tipo de proyectil. -¿Te encuentras bien?- preguntaba preocupada la chica que sostenía a Aoba aun en sus brazos estirados...¿estirados? Los brazos de ella estaban estirados de forma que daban dos vueltas al rededor de su pecho. “Que peculiaridad tan asombrosa” pensó. -Oh si, gracias...¿que fue eso?- preguntó incrédula mientras se enderezaba y los brazos estirados de la otra chica la soltaban y retraían hasta quedar en su forma original. -Quien sabe, solo vi como ese proyectil dio vueltas por todo el comedor y se dirigió hacia ti, pensé que te harías a un lado como los demás pero estabas tan distraída que tuve que hacerte a un lado a la fuerza- respondió la mas alta. Humillación, vergüenza y pánico, era lo único que sentía Aoba en ese preciso instante, no podía creer que estaba tan distraída pensando en Eijiro al punto de no haberse percatado de la presencia de un misil en el comedor, misil que llamo la atención de todos menos la de ella. Sus orejas se tornaron de un color rojo vergüenza. -Si que soy una perdedora- se dijo así misma. -¿Eh?- pregunto la otra chica incrédula al escucharla. -Perdón, estaba pensando en voz alta- dijo mientras se rascaba la sien por el nerviosismo. En eso llegaron un par de chicos corriendo hacia el comedor, en cuanto entraron su vista se dirigió rápidamente hacia la mesa del comedor destrozada, se acercaron para inspeccionar los daños y terminaron siendo regañados por la chica misteriosa, “Pudieron haber lastimado a alguien”, “deben tener mas cuidado con sus proyectos”, “imaginen lo que hubiera pasado si no la hubiera agarrado a tiempo” fueron frases que les gritó al par, un par que después explicó que eran del curso de apoyo y que estaban probando un nuevo prototipo de misil para unos guantes que probaron en los jardines de afuera y que perdió la mira vagando y llegando hasta el comedor. Después de tal regañada el par se disculpó con Aoba por casi haberla lastimado, “discúlpense apropiadamente con ella par de tontos” volvió a decir ella. Ahora ya no sabia que era lo que mas le daba vergüenza, que ese par estuvieran disculpándose estando arrodillados y con la cabeza pegada al piso, que todo el comedor estuvieran viéndolos o que ella no se haya dado cuenta del misil en la habitación. El espectáculo duro un rato y el tumulto de gente se disipó. Aoba soltó un suspiro al ver que la presión del escándalo acabó. -Espero que eso fuera todo, que mala suerte tienes- seguía hablando la pelinegra. -Un gusto, soy Ayame Koyzume de la clase 1 B- saludo mientras extendía su brazo para saludar a la mas pequeña de mano. -Aoba Takahiro de la clase 1 C, gracias por salvarme de ese misil- -No hay de que y perdona que pregunte pero, ¿es en serio que no viste el elefante en la habitación?- -¡¿TAMBIEN HABIA UN ELEFANTE?!- Ayame empezo a reir a carcajadas. - Por supuesto que no, el misil, hablo del misil, en verdad no creo que seas tan despistada para pensar que también había un elefante en la habitación, mas bien creo que estas muy salada amiga- Aoba suspiro pesadamente sentándose dramáticamente sobre una de las sillas del comedor. -DEMASIADO SALADA, hay veces que me pregunto que tipo de sal seré para tener tanta mala suerte- Y de nuevo la mas alta soltó otra carcajada mas grande que la anterior y con un sonrojo ya notable. -Me encanta tu sentido del humor Aoba, ¿Que te parece comes conmigo en el almuerzo mañana? Me encantara decirle a mis compañeros esta anécdota, te van a encantar- Los ojos de Aoba brillaron ante la invitación. -¿Almorzar mañana? Oh..claro, me encantaría- El agudo sonido del timbre que anunciaba el termino de la hora de almuerzo resonaba en todo el comedor y los alrededores de la escuela alertando a ambas chicas. -Perfecto, nos veremos en los jardines detrás del edificio de los de tercero- dijo la pelinegra mientras tomaba sus cosas de la mesa y se alejaba despidiéndose con la mano de la peliazul. -¡Si! Nos vemos mañana- Aoba regresó a su salón con un aura distinta ese día, estaba emocionada, Ayame desprendía un aura muy tranquila a pesar de la primera impresión que tuvo de ella al verla regañar a los dos jóvenes del curso de apoyo, un aura CASI tan linda y pacifica como la del rubio que conoció el otro día. Se levantó de su asiento y se dirigió a su salón de clases para terminar el día, durante las ultimas clases fue inevitable no darse cuenta de que varios sino es que la mayor parte de su salón estaban cuchicheando sobre el incidente en la cafetería y si, todos volteaban a verla, puede que no todos al mismo tiempo pero lo hicieron en repetidas ocasiones. Más de una vez pudo darse cuenta de que no solo la miraban sino que la VEÍAN. “No puede ser, ahora estoy en boca de todos, seguramente se estarán burlando de mi por lo distraida que soy” pensaba Aoba. Parecía que lo sucedido en la cafetería se esparció como la pólvora, “seguramente toda la escuela ya lo supo, claro que si, y peor aún es que estoy mas que segura que ese chico rubio con cara de ángel ya se enteró y se ha de estar burlando de mi como todos los demás” siguió pensando Aoba. Sonó el timbre que anunciaba el fin de las clases de ese día, Aoba no dudo ni un momento para levantarse de su asiento con sus cosas y salir corriendo del salón de clases. Quería correr y salir antes de que cualquier otra persona la viera y la señalara como la chica que no vio que iba a ser embestida por un misil que TODOS LOS DEMAS SI VIERON Y ESQUIVARON. Y estaba a punto de cumplir su objetivo, ya podía ver la entrada de la escuela a unos metros de ella, la libertad la llamaba con una voz grabe y alegre, podía olerla, la libertad olía a colonia de hombre con toques cítricos...y tenía unos brazos grandes y fuertes al rededor de ella. —Takahiro, ¿a donde vas con tanta prisa? Podrías tropezar y caerte si vas corriendo de esa forma—dijo el imponente hombre rubio de ojos azules que había atrapado entre sus brazos a la más pequeña en su intento por correr hacía la salida de la escuela. “¿SE ESTABA BURLANDO DE MI?” gritó internamente. —¿Ah...yo? Nooo, ¿como crees que sería tan torpe como para tropezarme mientras salgo corriendo de la escuela? —respondió intentando sonar lo mas normal que pudo fallando horriblemente ya que el rubio pudo oír claramente entre lineas “Si, estaba intentando huir de la escuela y tu me detuviste”. Mirio soltó el pequeño cuerpo de Aoba—Oh, frustre tu intento de huida ¿es eso no?— respondió el mas alto con una sonrisa de oreja a oreja de forma cínica, disfrutaba de esa situación. —¿Qué? ¿Huir yo? No, eso sería muy extraño— fallando nuevamente en sonar convincente. “No solo frustraste mi huida sino que también te burlas de mi grandisimo hijo de ****” fue lo que en verdad quiso decir. —Bueno...—dijo mientras posaba su mano sobre su mentón— ... Si quisieras huir de la escuela evitando que todos te vean y no digo que ese sea el caso claro que no, yo no usaría la salida principal ya que los grupos de tercer año están mas cerca de la entrada lo que haría que toodoos ellos te vieran y te reconozcan como “la chica con cabello azul brillante que casi fue golpeada por un misil en medio del comedor principal de la escuela”— Los ojos de Aoba se abrieron como dos platos ante la ansiedad de la inminente realización de la predicción del rubio. “¿ENTONCES?” pensó gritando, esperando una respuesta. —Entonces... yo usaría la salida del personal de servicio que se encuentra en el área este de la escuela a solo unos metros de aquí, normalmente nadie utiliza esa salida a esta hora ya que todos se encuentran limpiando las aulas después de clases, o bueno, eso es lo que yo haría, no sé si tu quisieras...—fue rapidamente interrumpido por la ojiverde sosteniendolo de la corbata del uniforme. —¡LLEVAME! ¡Te lo suplico Togata!— rogó Aoba poniendo un tipo raro de expresión en el rostro que Mirio llamaría después como “cachorro que esta a punto de ser atropellado por un camión de carga de doble semi remolque”. No tuvo que decir nada más para que el rubio rápidamente levantara a Aoba con sus fuertes brazos y la llevara cargando entre los jardines como si fuera un bebé que llevan en una de esas mochilas porta-bebés ergonómicas, linda imagen mental. Mientras el gran y fuerte Mirio llevaba a Aoba cargando como si de su bebé canguro se tratara pensaba “Bueno, es un hecho, Aoba debería comer más, no pesa casi nada, parece como si estuviera cargando un perrito”, mientras que la peli azul estaba pensando en...otras cosas. “¡¡No puede ser, no puede ser, no puede ser, no puede serrrr!! Estoy tocando su pecho directamente con mi cara, ¡con mi cara! Es demasiado para mi pobre corazoncito, este tipo huele demasiado bien, ¿quien le dio permiso para oler tan rico?” eso fue lo que pensó. Mirio no era un tipo presumido o al menos eso pensaba de si mismo. Siempre pensó que era excelente en el arte de escabullirse entre las sombras para pasar desapercibido y por su puesto, ese era el propósito de su ruta de escape, un propósito que era desmantelado gracias a que “el cabello azul brillante” de la damisela a la cual intentaba ayudar a huir no hacía más que incrementar el brillo que de este emanaba a cada paso que daba. “¿Acaso su quirk es llamar la atención lo más humanamente posible?” pensó en un tono juguetón. En un ultimo intento por evitar que el cabello azul brillante de Aoba los delatara y que los demás alumnos que se encontraban en los alrededores los cacharan, no se le ocurrió otra forma de tapar ese brillo que poniendo una mano encima de esa cabecita y presionándola mientras que sostenía el peso de la chica con el otro brazo, hundiendo el rostro de la chica entre su pecho claro. “¡Se acabó, definitivamente este hombre puede leer la mente!” gritó internamente e inhaló fuertemente el aroma a cítricos que desprendía del pecho de Mirio. “Este hombre huele demasiado rico, demasiado sexy, ¡podría vivir el resto de lo que me queda de vida oliendo solo este aroma tan sabroso!”. —Bien, esta es la puerta de servicio del lado este de la escuela— Mirio soltó a Aoba dejándola parada frente a la puerta. La cara relajada de Aoba fue remplazada rápidamente por una de absoluta sorpresa, habían llegado a la puerta y no se había dado cuenta de nuevo. “Maldición, ¿por que me tienes que sacar de sueño tan maliciosamente rico Togata?” si, de nuevo eso fue lo que pensó. —¿Bueno? Tierra hablando a Takahiro~— agitaba su mano frente al rostro de la mas baja. Agitó la cabeza para espabilar de sus pensamientos —¿Qué? Ah...cierto, huir por la entrada de servicio. ¿Cómo sabías que podiamos venir por aquí?— —No podemos, los de servicio siempre me tiran trapos y escobazos cuando me ven por aquí así que... será mejor que pasemos antes de que se den cuenta que estoy aquí— siguió caminando hasta quedar frente la puerta claramente cerrada con llave. —¿Y cómo vamos a abrir? Ahora me vas a decir que tu quirk es crear copias de llaves~— dijo con sarcasmo. De nuevo posó su mano por sobre su mentón en forma pensativa —¿Sabes? Ese quirk sería genial pero no, no puedo hacer una llave...peeeero, puedo hacer esto— sin mas posó su mano sobre la puerta para ser atravesada por esta. Solo tuvo que dar un par de movimientos y la puerta estaba abierta. Aoba estaba sorprendida —¡Puedes atravesar las cosas!— —Bueno lamento que mi quirk no haya sido crear llaves para abrir puertas— —¿Estas bromeando? ¡Es uno de los quirks mas geniales que eh visto!— mientras daba pequeños saltitos de emoción. —Bueno, muchas gracias pequeña dama, ahora...— con el brazo abrió por completo la puerta mientras hacia una ligera reverencia —sería un honor para mi si pudiera seguir vuestro camino hacia la libertad que tanto anhela— Aoba sonrió realizando una reverencia como respuesta a su petición, siguiendo con el camino mientras Mirio cerraba la puerta detrás de ellos. Con precaución pasaron entre los trastos que utilizaban los empleados de servicio hasta llegar a la puerta que daba a un callejón que daba a la calle. Ya estando los dos afuera pudieron respirar con tranquilidad al cerciorarse de que ningún alumno o empleado de servicio los haya visto en los alrededores. —Bueno, gracias por ayudarme Togata, pensé que volvería a pasar por otra vergüenza ajena. Definitivamente te debo una, si necesitas algo estoy disponible— intentó sonar calmada ante el rubio al decir eso pero como ya es costumbre Mirio vió a traves de su crisis nerviosa. Posó su mano sobre la cabeza de Aoba revolviendo su cabello azul mientras sonreía. —Bueno, si es así cobrare ese favor de otra forma— —¿Cuál?— preguntó intrigada. —Dejame llamarte por tu nombre— Aoba imitó la pose pensativa que hacía Mirio. —¿Por que? Quiero decir, llamarme por mi nombre es algo muy intimo ¿no te parece?— —Uhm...¿más intimo que ayudarte a escapar de la escuela mientras olías con fuerza mi pecho mientras te cargaba?— “¡Demonios! ¡¿Lo notó?!” pensó mientras hacia una mueca de incomodidad. —Touché, tu ganas, dime Aoba— —Si, pero...Aoba tampoco me termina de gustar. ¿Qué te parece que te llame Aochan?— preguntó casi riendo. —Me parece que quieres ponerme un apodo como si estuviéramos en el jardín de niños—contestó con el seño fruncido. —Bueno, yo pienso que suena adorable como tú, Aochan —dijo con un tono pícaro. Aoba volteo a verlo con cierta molestia en su rostro pero al mismo tiempo con las mejillas ligeramente sonrojadas e hizo un puchero. —¿En verdad me vas a empezar a llamar Aochan?— El rubio bajó su mano de la cabeza de la peliazul hasta llegar a tocar su hombro y la atrajo hacia su cuerpo. —Sip, en verdad me gustaría llamarte Aochan—dijo dandole una sonrisa cerrada mientras le guiñaba un ojo. Aoba lo pensó por un momento, —Esta bien, puedes llamarme Aochan...— Ante su respuesta el mas alto alzó el otro brazo en señal de victoria mientras decía algo así como “Genial”. —Pero entonces yo tambien te puedo llamar por tu nombre Mirio— —Si así lo quieres no tengo problema Aochan— Ambas siluetas comenzaron a caminar por el callejón que los llevó hacía una avenida, los dos juntos caminaron hacía la estación del tren mientras seguían hablando de cosas de la escuela, los dos juntos llegaron a la estación del tren y subieron al vagón que los llevaría de regreso a casa, los dos juntos intercambiaron sus números de teléfono para estar en contacto, los dos juntos se tomaron una foto para reírse después de ese momento, los dos juntos rieron por un buen rato.
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