ID de la obra: 1090

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Gen
G
Finalizada
0
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18 páginas, 5.931 palabras, 4 capítulos
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Capítulo 4: Ponche de frutas

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Hola: A continuación, el último capítulo del fanfic, donde abarco dos bebidas del menú navideño, ya que comparten casi el mismo concepto. Fue divertido escribir esto y quizás más adelante haga otro fanfic de Dandadan, ya que por ahora estoy ocupada con el trabajo y mis correcciones. Gracias por su tiempo de lectura y reviews. Atención: Todos los personajes de Dandadan pertenecen a Yukinobu Tatsu. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión. Ponche de frutas: Escribir un fanfic donde el protagonista ofrezca vasos de ponche, ya sea para el interés amoroso, o para incluir a un amigo. Atole: Escribir un fanfic, donde A sale de la casa para llevarle la bebida caliente a B, quien está fuera de la fiesta, ya sea porque es tímido, antisocial o amargado. B agradece la bebida y A lo invita a entrar por más para que se integre a la fiesta y no pase frío.

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Capítulo 4: Ponche de frutas Casa de Seiko Ayase. Todos ya estaban presentes, los amigos de confianza y uno que otro invitado extra convivían en la sala, platicando de las últimas aventuras vividas. El olor de la cena ya era notorio y sólo era cuestión de empezar a servir. Seiko daba las últimas vueltas a la bebida con frutas que hervía en la estufa, conocida como ponche. Olía delicioso la combinación de ingredientes, lo que la hizo sentirse orgullosa de su habilidad para cocinar, incluso tratándose de una receta extranjera. Ya estaba cansada, pero había valido la pena el esfuerzo. Entonces, dio un vistazo a través de la ventana, notando que Turbo Abuela aún seguía en las escaleras del santuario. Takakura ya había entrado a la casa, dispuesto a ayudar a servir la cena, pero la youkai sólo se quedó ahí. Seiko pensó que continuaba enojada, así que decidió ir por ella. Después de todo, Turbo Abuela ya formaba parte de la familia. —Momo, Ken, comiencen a servir la cena— pidió a los adolescentes. —Vuelvo enseguida. — Sirvió un poco de ponche en un vaso pequeño y se encaminó a la salida. … Turbo Abuela permanecía sentada en un escalón, apoyada contra uno de los postes de madera, con los brazos detrás de la nuca, mirando a la lejanía. —¿Por qué no entras a la casa?, ya vamos a cenar— dijo la médium, sentándose al lado de la youkai. —No te interesa, estoy ocupada— masculló. —Ah, vaya, ¿Y que te mantiene tan ocupada, que hasta dejaste de tener hambre? — Turbo Abuela se cruzó de brazos y volteó a otro lado, haciéndose la digna. —No te importa. — Seiko rodó los ojos y le ofreció el vaso con ponche. El dulce aroma hizo que la gata moviera las orejas con curiosidad. —Si estás preocupada por Ónix, no deberías— miró hacia los extensos campos de cultivo. —Ya es casi un adulto, está vacunado y castrado, así que sólo debe andar de paseo por ahí. — La mujer se refería al gato que Turbo Abuela había adoptado y cuidado tiempo atrás. El felino vivía con la familia Ayase, pero de vez en cuando, se iba de cacería, pues ya no era un bebé, sino un adulto en edad gatuna. Pero la youkai aún se preocupaba por él. —¿Qué te hace pensar que me preocupa ese llorón? — la miró molesta, aceptando la bebida. La médium hizo una media sonrisa mientras encendía un cigarrillo. La convivencia con la youkai en los últimos meses se había vuelto tan estrecha, que podía interpretar sus comportamientos bastante bien. —No eres buena mintiendo, sé que te preocupas por los que te importan— dio una calada a su cigarro y soltó el humo. —¡No me importa nadie de esta casa! — gruñó, pero sin dejar de olfatear la bebida. —Que bien huele esto— sopló un poco para enfriarla y tomar un trago. —Claro que no te importa nadie, por eso cuidas al gato. No te preocupa mi nieta, por eso la acompañas de vez en cuando. No te interesa apoyar a Ken, por eso le ayudas a entrenar. Sí, tu odio por nosotros es enorme— habló con cierta burla. Turbo Abuela la miró incisiva, tomando otro trago de aquella rica infusión. —Cállate idiota, cuando recupere mis poderes, los mataré a todos. — —De acuerdo, lo que tú digas— volvió a exhalar más humo. —Por cierto, la próxima semana debo ir a realizar un exorcismo en la prefectura vecina, ¿Quieres acompañarme? — Turbo Abuela se terminó el ponche, relamiéndose los bigotes. —Sólo quieres que esté cerca para avisarte de las presencias youkai— reprochó. —Sí, obviamente debes desquitar el alimento que recibes, pero ya sabes que después pasamos por unos cangrejos. — —Más te vale que así sea— extendió el vasito hacia ella. —Quiero más de esta cosa, sabe bien. — Seiko tomó el vaso y se puso de pie. —Vamos, es hora de cenar— se encaminó a la casa. —Rayos, no estoy de humor para soportar a tanto mocoso— se quejó la felina, caminando junto a ella. La mujer la miró de reojo y volvió a sonreír un poco. Turbo Abuela sólo fingía que todo el mundo le desagradaba, pero ella podía ver un poco más allá de su falsa amargura. —Sólo ignóralos, y si alguno te fastidia, repréndelo, eso hacen las abuelas con los nietos malcriados. — —Ja, si fueran mis nietos, a cada rato les voltearía la cara de una cachetada— se colocó las manos en la cintura. —En mi época, no se mimaba a los mocosos irrespetuosos. — Seiko soltó una risa relajada. —Pero si ya lo haces, a cada rato veo a Jiji con la cara rasguñada, luego estás jaloneando del cabello al cuatro ojos, te peleas con Momo, o estás regañando a Vamola— detalló. —Ellos tienen la culpa, no respetan a sus mayores— se justificó la youkai. Ambas entraron a la casa, caminando hacia la estancia, donde ya todos esperaban ansiosos para empezar a comer. —Siéntense, ya está servido— dijo Momo, señalando el lugar de Seiko a la cabeza de la mesa y una sillita con un cojín para Turbo Abuela. Ambas tomaron su lugar, y luego de los agradecimientos iniciales, empezaron a disfrutar de la cena, la cual estaba deliciosa, pues Seiko se había esforzado por seguir la receta al pie de la letra. Aunado a esto, los acompañamientos y la bebida dieron el toque perfecto. La hora del postre no fue la excepción, aquella ensalada de manzana dejó encantados a todos, en especial a Turbo Abuela. La youkai ya se notaba esponjadita por todo lo que devoró, pero aún así, se atrevió a comer lo último. … Más tarde, los invitados ya se habían retirado. Momo y Takakura estaban recogiendo y lavando los trastes, riéndose de alguna tontería sin importancia, mientras la gata permanecía tirada en medio de la sala, quejándose por la pesadez de su estómago. —Eso fue demasiado— murmuró. —Te dije que no comieras tanto, pero no hiciste caso— comentó la médium, terminando de guardar la comida sobrante. —¡Cállate y dame algo para solucionarlo! — ordenó Turbo Abuela. —¡No te pongas exigente, tú tienes la culpa por tragona! — sacó su cajetilla de cigarros y se la arrojó a la cabeza. —Fúmate uno, eso sirve para la digestión. — —Si continúas con estas porquerías, te vas a morir pronto— sacó un pitillo. —¿Y el encendedor? — Seiko se lo lanzó, siendo atrapado fácilmente por la youkai. —De algo tenemos que morirnos, ¿No es así? — se acercó a la televisión y la encendió. —Ahora cállate y déjame ver mi programa favorito. — Turbo Abuela se acercó, sentándose junto a la médium. —Ya deberías comprar otra marca de cigarros, estos son de pésima calidad— reclamó, dando una larga calada como experta fumadora. Seiko rodó los ojos y siguió mirando la televisión, pues no le importaba demasiado las quejas de la youkai. Más allá, Momo y Okarun contemplaban divertidos la escena. —Ellas se llevan demasiado bien ahora— dijo el muchacho. —Aún me cuesta creerlo, pues mi abuela no suele tener amistades— reveló Ayase. —Lo irónico, es que sea una youkai con quién mejor se lleva. — Ambos continuaron en lo suyo, disfrutando de la paz de aquellas fechas.

=FIN=

***

Muchas gracias por leer y por sus comentarios. 31/Enero/2025
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