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La mañana llegó con esos rayos de sol colándose sin permiso en la habitación. Biel abrió los ojos con pesar, sintiendo el dolor agudo en su sien. Esta mañana dolía despertarse más que nunca y el recuerdo de la noche anterior llegó como una ducha de agua fría. Escondió la cara en la almohada gimiendo de dolor y vergüenza hacia sí mismo. Había sido tan idiota, un completo idiota. Se dejó llevar y la cagó de una manera indescriptible.¿Quién mierda era? ¿Un adicto? No lo sabía y le daba miedo la respuesta. No quería pensarlo. Escondería sus problemas debajo de la cama mientras pudiera, pero... Ya no podía. Revisó su móvil frunciendo el ceño ante las llamadas perdidas de Sako. O sí, sí que la había cagado. Llamó a Sako, escuchó su voz y solo pudo decir tonterías, no recuerda lo que dijo, solo que esa voz le removió el sistema nervioso entero. ¿Alguna vez dejaría de ser patético ante Sako? Toda su dignidad estaba en un saco de basura ahora mismo. Y Biel ni siquiera sabía qué hacer a partir de ese momento. Solo quería perder la vergüenza que sentía en ese instante. Tiró un cojín contra el armario. Estaba cansado, frustrado, con resaca, con dolor que seguramente se merecía. Y para subir los índices de autodesprecio: Ares entró por la puerta de la habitación, con pinta de no haber dormido demasiado y mirándolo con compasión.Justo lo que no necesitaba. —Buenos días.—Murmuró Ares como si no quisiera enturbiar el silencio. Biel levantó su mirada plateada, luchando contra el impulso de evitar la mirada rojiza. —La cagué mucho anoche, ¿no?—Preguntó Biel aunque conocía la respuesta. —Eres un imbécil, más que eso. Creí que ibas a morir de tanta mierda que te metiste.—Ares apretó los puños y contuvo su ira en una voz medida. Biel desvió la mirada.—Lo siento.—Dijo en apenas un susurro. Ares se acercó a la cama donde Biel seguía acostado y se sentó al borde. Acarició el cabello gris de Biel con una d esus manos, buscando reconfortarlo, aunque seguía molesto y preocupado. —Necesitas ayuda. Esto no puede seguir así.—Dijo con voz suave Ares, como si le hablara a un niño. Biel se mordió el labio inferior sin saber cómo sobrellevar esa verdad. No le gustaba pensar en recibir ayuda, en hablar de sus problemas con alguien que pudiera juzgarlo de mala manera. Le daba miedo. Ares notó el miedo en la mirada de Biel.—Necesitas confiar en alguien más, en alguien que pueda guiarte y darte un apoyo necesario.—Dijo Ares. —¿Ayuda profesional?—Preguntó Biel, solo para confirmar lo que ambos ya sabían. Ares asintió y se inclinó para abrazar a Biel, quien se aferró a su cuerpo buscando protección. Talvez era la resaca, el hecho de saber que ha hecho muchas cosas mal, que no ha sobrellevado sus problemas de una manera sana o el miedo a que Sako pudiera rechazar todo lo que Biel representa ahora mismo, lo que hacía sentir a este tan vulnerable y frágil. Biel se odiaba a sí mismo. Odiaba su nula capacidad de aceptar los problemas, de regular sus emociones, le dolía tanto sentir el rechazo que simplemente guardaba esas emociones y las encerraba, pero luego salían a modo de explosión. Ares sentía cómo Biel temblaba contra su cuerpo. El miedo aún no salía del cuerpo de Ares, aún sentía que podría perder a Biel en cualquier momento. Ya no era perder el juego de amigos con derecho que tenían, no, eso no le importaba si pensaba en perder la presencia de Biel, eso era peor. Perderlo para siempre era mucho peor. Y no quería, Ares no era capaz de soltar a Biel, no en este momento, no en la eternidad si esta existiera.***
Una baño de agua fría y un café ayudaron a Biel. Ares se quedó como un acompañante silencioso en el piso. El chico solo pensaba en como dar pequeños pasos justo a Biel, en cómo acompañarlo en cada decisión. Sabía que Biel seguiría cayendo, que seguiría siendo la eterna víctima y la olla a presión de ira contenida si no se hacía algo a tiempo. Ares no estaba dispuesto a permitir que su estrella se apagara completamente, no si podía evitarlo. Una sonrisa, palabras suaves y su presencia. No sería suficiente, pero era algo. Lo que Biel necesitaba en silencio, lo que Biel valoraba como nadie sabía. Siendo sincero, el peligris no sabía qué habría sido de él de no haber tenido a Ares a su lado estos cinco años. Y aunque quisiera quererlo como merece, no era capaz, porque en el corazón de Biel solo cabía Sako Kota. Y solo pensar en eso le hacía estremecer. Tendría que enfrentar a Kota eventualmente. No podría evitar esas llamadas perdidas eternamente, tendría que hablar con Kota en algún momento.Porque en el fondo, Biel sentía que pertenecía a ese hombre que alguna vez le robó el corazón y nunca más lo devolvió. Ares lo notaba: en la manera que las manos de Biel temblaban alrededor de la taza de café, en cómo su mirada se perdía durante minutos. Sabía que Biel estaba luchando contra sus propios fantasmas, contra sus propios anhelos y miedos. Y Ares no podía culparlo. Ares sabía en lo que se metía el día que se dejó cautivar por esos ojos plateados. Así que solo suspiró pensando en cómo proceder. Porque no podía negar que la idea de Biel yéndose con Sako le carcomía el alma, pero en el fondo sabía que si eso ocurría, tal vez, solo tal vez, era lo correcto. Porque Ares también sabía que merecía a alguien que lo mirara a él como lo único importante. No era lo que podía esperar de Biel y estaba bien, nunca hubo mentiras. Solo que ahora se ponía a pensar y era... Jodido. Porque dolía y no quería llorar. Ares también se hacía el fuerte, tomando un sorbo de su propio café. ¿Cuántos corazones había que romper?