5: Un debut agridulce
14 de octubre de 2025, 4:39
El día del concierto llegó. Ya no había más pausas, el tiempo dejó de correr para ponerse en su contra, pero la emoción llenaba todos los sentidos de Biel.
Mika afinaba el bajo mientras hablaba alegremente de sus últimas investigaciones sobre “el fandom” que giraba alrededor del grupo. Según ella la gente estaba loca por ellos. Si no fuera del grupo Mika sería fan. Su cabello castaño estaba recogido en dos moñitos y su atuendo gritaba “reina del rock”.
A Koi, a quien también le sorprendía que sus single hayan sido un éxito tan grande, repasaba los ritmos en su mente haciendo los últimos ensayos con su batería. Sus manos estaban adornadas con guantes hasta la mitad de los dedos, su sonrisa era encantadora mientras se notaba que disfrutaba de ese nerviosismo positivo.
Ares se preparaba con ejercicios de respiración, también se encargaba de que todo estuviera en orden antes de tener que salir al escenario. Su cabello negro estaba peinado de una forma desordenada que le daba un toque salvaje junto a esa mirada rojiza.
Kaori estaba en silencio encargándose de las pruebas de sonido técnicas antes de hacer el último ensayo frente a el público vip para luego comenzar el concierto para todos.
Biel, que por una vez había llegado a tiempo, venía acompañado de Hikari. Todos se alegraron de ver a la chica, antigua teclista del grupo y amiga de los fundadores del grupo, claro, todos estaban felices al verla menos Kaori.
Kaori la miró con desprecio, luego pasó a una máscara de indiferencia manteniéndose alejada. Pensaba que Biel solo lo hacía por molestarla más.
La razón era más simple: Hikari se comunicó con Biel días atrás para decirle que iría al concierto, que había conseguido entrada vip, así que Biel encantado de esa noticia la invitó a llegar con él al ensayo.
Y Hikari no estaba allí para empañar la felicidad de sus amigos. Si bien estaba dolida con la discográfica por quitarla del camino porque sí, eso no quería decir que estuviera mal con sus amigos.
Mika corrió a abrazar a Hikari.
— Mi lucecita, estás aquí. — Dijo emocionada Mika.
Hikari sonrió ampliamente mientras devolvía el abrazo. — No me perdería esto por nada en el mundo. — Dijo feliz.
Biel sonrió satisfecho, sabiendo que la presencia de Hikari era algo así como buena suerte para todos. Menos para Kaori, pero poco le importaba ella.
Kaori le dedicaba una mirada venenosa a Biel, que la ignoraba olímpicamente.
Biel hizo sus calentamientos de voz y afinó la guitarra.
Una vez todos estuvieron listos se hizo el último ensayo con público.
…
El momento de subir al escenario llegó. Biel sintió los nervios a flor de piel, los consideró una buena señal para estar alerta, pero sin dejar de disfrutar la experiencia.
Mitt les dio las últimas palabras de aliento y subieron al escenario una vez fueron anunciados.
El público se volvió loco en cuanto las luces se encendieron.
La música era ensordecedora. El ambiente era brutal, los fans coreaban las canciones y Biel se sentía lleno de vida en ese escenario. La gente gritaba sobre todo al notar la química entre Ares y Biel.
Biel entonaba las canciones con pasión cruda. Se dejaba el alma en ello, rompiendo todas las expectativas. Tenía talento. Su modo de manejarse en el escenario, con la guitarra y el micrófono, lo decía todo.
Su cabello gris brillaba de forma mágica bajo las luces de neón. Tenía un aspecto casi angelical, si es que los ángeles pueden caer, él sería uno, tan trágico y melancólico como la vida misma.
La mirada plateada de Biel bajo ese delineado negro le daba el toque de estrella de rock deseable. Las chicas y chicos gritaban su nombre encandilados por su belleza etérea y andrógina, sumándole la habilidad con la guitarra y su voz hipnótica.
La gente estaba embelesada con el grupo. El concierto estaba siendo un éxito. Los gritos, las ovaciones. Era sentir el fruto del esfuerzo.
Y Biel sentía una espina, sobre todo al ver a Hikari entre la multitud, sintió que ella debía ser parte de esto. Miró de reojo a Kaori. Biel sintió una mezcla de rabia y resignación.
Siguió dando todo de sí en las últimas canciones. El concierto cerró con una gran ovación, Biel se sentía satisfecho, a pesar de ser bastante perfeccionista, sintió que había sido un buen comienzo.
Pero ya terminado el concierto, entre bambalinas todo era muy diferente. Ya no sentía que se comía el mundo. La melancolía y algo mucho más grande que no quería analizar, pesaban sobre sus hombros.
Hikari llegó al camerino, lo abrazó alegre y eso alivió un poco el malestar.
— Deberíamos salir a celebrar. — Propuso Mika.
— Sí, es buena idea, estoy hambriento. — Dijo Koi.
Ares soltó una risita. — Bien, entonces vamos a cenar y a festejar, me parece genial. — Dijo con una sonrisa.
Biel decidió declinar. — Yo iré a casa, necesito dormir con urgencia. — se excusó.
Sus amigos y grupo lo miraron con extrañeza, pero no cuestionaron sus motivos, sabían que Biel podía ser alguien complejo.
…
Terminó. El concierto acabó y ahora Biel se sentía vacío.
Fue como darle un puñetazo de realidad. El frío de la calle lo golpeó como si fuera intoxicante.
Sintió el mundo caerse sobre él. Y ahora no estaba Ares a su lado. Biel se sentía un idiota por haber dicho que podía solo por esa noche. No creyó que la vida fuera tan hija de puta.
El problema no era la vida, tal vez lo era su propia mente, pero era más fácil culpar a la vida, al destino, a cualquiera que pasara por el frente.
Su mente no paraba. Y Biel necesitaba que su mente se callara de una vez. Solo podía sentir que el triunfo era vacío si no lo podía compartir con Kota.
Mierda. No quería pensar en él.
Pero su mente iba a Sako Kota de manera irremediable.
Iba hacia esos momentos en que lo tuvo cerca, en los que pudo explorar su piel, a esos instantes en los que se perdió en su sonrisa, en su forma de hablar, en esos ojos avellana. Y ahora quería ahogarse en lágrimas.
Pero no iba a permitirlo. Porque él no era tan patético como para llorar otra vez por Kota.
¿Por qué aún pensaba en él?
¿Por qué aúnsentía que lo necesitaba más que respirar?
¿Por qué sentía que sin drogas se moría? ¿Por qué necesitaba estar ebrio o puesto de droga para olvidar a Sako?
Lo odiaba. O quería odiarlo.
Sus pies se movieron solos. Entró a ese antro de mala muerte sin pensar en nada más que en su dolor.
La primera copa entró lenta y dolorosa bajando por su garganta. La segunda fue más fácil. Luego perdió la cuenta. Esnifó algo de dudosa procedencia, besó a algunos chicos sintiéndose inmediatamente sucio.
Bebió más para matar el dolor. Mezcló todo lo que podía mezclar.
Y al final perdió el conocimiento. Todo se volvió negro de golpe, lo sintió como una patada, todo lo ingerido revolviéndose en su estómago.
No supo en qué momento cogió el móvil. En qué momento avisó a Ares. O en qué momento marcó el número de Sako que por alguna razón aún tenía guardado.
No supo por qué ni cómo, solo sabe que lo hizo y que lo último que escuchó antes de desmayarse fue la voz preocupada de su primer amor.
…
El cuerpo de Biel se dejó llevar por el cansancio, por el temblor violento por todo lo que había consumido.
Ares llegó al antro. Tomó a Biel entre sus brazos con delicadeza y llamó un taxi. Estaba molesto, con Biel, consigo mismo, con el mundo.
El chico de ojos rojos estaba dispuesto a acabar con el sufrimiento de su amigo y amor a la vez. Y si para eso tenía que renunciar a sus sueños, si para eso tenía que hacer que Biel reconociera que tiene un problema y que debe resolverlo, así haga que lo odie, lo haría.
Ares estaba cansado. Llegó al piso de Biel, abrió con su copia de las llaves. Hizo que Biel despertara un momento para hacerlo vomitar.
Tras ayudarlo a asearse lo desvistió y le colocó un pijama, lo metió en la cama y se fue al sofá dejando solo a Biel en la habitación.
Una vez a solas, Ares dejó escapar el aire con frustración.
Amaba a Biel. Podría jurar que lo amaba. Y le dolía verlo autodestruirse.
¿Un amor pasado vale todo este sufrimiento? No. Y Ares estaba seguro de que había mucho más detrás. Tal vez depresión, tal vez una adicción. No tenía ni idea, solo sabía que todo estaba mal.
Se acostó en el sofá tras quitarse los zapatos. Se desabrochó la camisa para estar más cómodo.
Aunque sabía que esa noche no podría dormir. Estaría demasiado pendiente en si Biel llegara a necesitar algo de él.
Cerró los ojos un instante intentando ordenar su mente.
Las estrellas solo brillan porque se están consumiendo a sí mismas, y le daba miedo pensar que ese era el caso de Biel.