ID de la obra: 1186

A blue secret | Endo Yamato & Takiishi Chika

Slash
NC-17
En progreso
1
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planificada Mini, escritos 9 páginas, 2.571 palabras, 3 capítulos
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3

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La manera en que Takiishi se mueve, silencioso y letal. La manera en que sus ojos ámbar miraban a Arin como si fuera algo más que alguien insignificante. Y la manera en que Endo sonreía de forma extravagante, cómo parecía besar todo el suelo que pisara Takiishi y deleitarse con las reacciones incómodas de Arin. Arin los amaba.  Para el mundo Takiishi y Endo solo eran dos locos. Para Arin eso y mucho más. Esos dos patanes eran lo que más deseaba en su miserable, y probablemente corta, vida. Arin no sabía nada de la vida. Al menos no de la vida correcta y sana. Aunque Arin era lo más pacífico y sano entre los tres, más o menos, teniendo en cuenta que disfruta de ver la violencia, pero no tanto de ejercerla. Si había algo que el peliazul odiaba profundamente era a Umemiya. Ese idiota tenía el corazón de Takiishi y ni siquiera se daba cuenta. Arin deseaba ser importante para Takiishi, aún más importante. Mucho más. Pero parecía una batalla perdida antes de lucharla. Umemiya parecía obtener todo con facilidad. Solo por su faceta amable y confiable podía tener lo que quisiera. Arin debía admitir que el chico tenía dotes de líder, no obstante, le resultaba irritante. Arin quería tantas cosas. Quería ser el único para Takiishi y Endo. Pero eso era… imposible, egoísta e iba contra sus planes de jamás confesarse. Oh mierda, estaba jodido. Por que él no era el que necesitaban. Arin era solo Arin. Y no parecía suficiente. Incluso si en ese ecosistema de violencia tenía los tres un equilibrio, el chico sabía que Takiishi y Endo eventualmente lo dejaría marchar. Y no quería. No. No. No. Lo que necesitaba era a esos dos hombres. Tal vez era un desesperado, no le importaba porque por esos dos podría besar el suelo, arrastrarse de ser necesario. De hecho, ya lo hacía. Los seguía, les daba su lealtad, su tiempo, su amor… aunque esto último ellos no lo supieran. O al menos no lo supieran como una certeza. Bueno… quizá sí. Takiishi era observador. Callado, pero no por eso se perdía los detalles. No, de hecho, lo sabía todo y solo jugaba a estirar la cuerda, esperando el momento en que esta cediera y se rompiera; claro que no había ninguna cuerda y el único que se rompería sería Arin. — ¿Le romperás el corazón? — Se burló la voz de Endo. Endo recibió un puñetazo por parte de Takiishi, quien en silencio observaba a Arin desde lejos mientras este entrenaba. Endo soltó una carcajada, nada impresionado por la violenta reacción. — Sería bonito verlo llorar, romperse en pedazos por ti. — Dijo en tono tentador. Takiishi guardó silencio. Como siempre. Sin embargo, esta vez su mente estaba llena de la imagen de un Arin roto, necesitado de él y solo de él. Y Takiishi no podía decir que la imagen no fuera en parte satisfactoria. Arin casi le hacía olvidar lo que sentía por Umemiya. Casi.Porque era de otra manera, eran dos personas diferentes, opuestas se podría decir. Y Takiishi no podía decidir cuál le tentaba más. Takiishi solo sabía que Arin podría ser una tentación peligrosa, porque el chico ni siquiera se daba cuenta de lo poderoso que podría ser. El poder que podría tener sobre Takiishi Chika. … Arin entrenaba. Su cuerpo tonificado, pero no demasiado, se encontraba lleno de sudor. Su respiración agitada y sus ojos llenos de cansancio a la par de orgullo por haber terminado otro entrenamiento con éxito. Él quería estar a la altura. Quería poder estar al lado de Takiishi y Endo sin sentirse débil, sin sentirse como “una dama en apuros” porque ni es una chica ni necesita que lo salven. Él necesita que lo destrocen.Pero ese es otro tema. El entrenamiento era perfecto para despejar su mente. Era perfecto para dejar de pensar en cosas que no debería. Para dejar de sentir la necesidad de estar cerca de sus dos superiores. No sabía cuánto tiempo aguantaría sin caer en la tentación. Y estaba seguro de que cuando cayera se daría de bruces contra un muro de cemento, de que sus ilusiones se romperían para siempre y no importaría lo vivido, todo se iría a la basura. Y aunque no quería ese destino, lo tenía asumido. Arin sintió una mano sobre sus hombros. Era Endo, con su habitual sonrisa cínica, casi burlona. — ¿Qué tal, cachorro? — Dijo Endo con un tono divertido. Arin frunció el ceño ante el apodo, pero no dijo nada, como siempre. Porque de qué valdría, en el fondo le gustaba toda esa mierda y el círculo de vicio en el que estaban envueltos, en el que nadie cedía y todos morían por ver quién sería el primero en caer. — Bien, voy a darme una ducha. — Dijo Arin de forma seria. Endo acarició sus bíceps manteniendo una sonrisa que parecía tentar al peliazul aún más. Y Endo adoraba ver cómo el pulso de Arin se aceleraba aún más ante el contacto y cómo luchaba por no ceder antes sus deseos. Takiishi observaba la escena desde la lejanía, sentado en un sillón, casi como si eso fuera parte de su entretenimiento personal. Arin acabó por huir de Endo excusándose con tener cosas que hacer. Se escuchó la risa de Endo en todo el lugar, mientras Arin salía de la zona de gimnasio y se dirigía al baño para ducharse. Takiishi se quedó viendo por dónde había salido Arin. Debía admitir que era divertido ver cómo Arin reaccionaba, cómo parecía una presa contra dos depredadores. Y es que… tal vez era solo eso.
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