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Capítulo 3: Progresos******************** Guardabosques ********************
Ambos hermanos abandonaron el lugar donde habían permanecido unos meses. Después de un viaje por tierra de un par de días, el robo de alguna que otra cosa en una tienda y el aburrimiento en general, llegaron a la reserva natural y parque ecológico, MIR. Se habían alejado bastante de las principales ciudades, llegando a la región Sur del continente. El lugar era un sitio turístico, visitado constantemente por una gran cantidad de gente y no muy lejos de ahí, había una pequeña ciudad. Lo que alegró bastante a la chica rubia, ya que no quería limitar sus comodidades. El aviso del periódico indicaba que debían pedir informes en la oficina central del parque. Un rato después, llegaron al sitio mencionado. —No lo arruines— dijo ella, mientras su hermano bajaba del vehículo. —No hay problema— se expresó confiado. … El hombre encargado de entrevistar a los aspirantes, miraba con curiosidad al extraño joven de pelo negro. Analizándolo a primera vista, no parecía ser una persona que tuviera la preparación para trabajar de guardabosques. Pero no podía ponerse quisquilloso, en los quince días que llevaba el anuncio publicado, solamente habían ido a preguntar dos personas y ninguna de ellas aceptó las condiciones del puesto. —Entonces… ¿No tienes documentos? — preguntó el hombre maduro, tomando nota al mismo tiempo. —No… el lugar donde vivía fue destruido por el monstruo Cell, se perdió todo— mintió con bastante facilidad. —Y tu nombre es Número 17, ¿De verdad? — —Sí, excentricidades de los padres, ya sabe—volvió a contestar indiferente. —Está bien, no voy a preguntar más. Sólo te diré que la vacante no ha sido cubierta porque los requerimientos son algo… exigentes— comenzó a explicar. Algunos minutos después, el encargado veía sorprendido como el misterioso candidato firmaba el contrato sin preguntar absolutamente nada. A pesar de haberle dado los detalles de lo que tendría que hacer, a donde ir, en dónde vivir y cuanto ganaría, éste simplemente aceptó sin rechistar. Eso podría verse sospechoso o simplemente generar la idea de que era una persona de poca confianza que, a la primera quincena, dejaría el trabajo. Sin embargo, prefirió reservarse sus comentarios porque realmente era indispensable asignar personal a esa área del parque. Así que únicamente le proporcionó una mochila con elementos básicos que emplearía, el uniforme y un mapa que señalaba las ubicaciones de su área a cuidar, así como el puesto de vigilancia dónde se reportaría al día siguiente para la asignación del rifle reglamentario y la capacitación extra. —Si esperas un poco, uno de los otros guardabosques te llevara a… — —No es necesario, puedo llegar solo— dijo Número 17, tomando las cosas y comenzando a caminar hacia la salida. —Ah, bueno, como gustes— se encogió de hombros el encargado. Cubrir la vacante de guardabosques era una tarea menos por la que preocuparse ahora. … —¿Y bien, lo conseguiste? — preguntó Número 18. —Ya está hecho, vamos a buscar el área indicada en el mapa— comentó, arrojando la mochila al asiento trasero y pasándole el plano. —Rayos, aquí vamos de nuevo— suspiró aburrida. … Una semana después, los mellizos estaban viviendo en una de las partes más profundas del bosque. Esa zona estaba reservada para el cuidado y la reproducción de algunas especies en peligro, así que el turismo estaba prohibido ahí. Establecieron su casa portable justo en la zona asignada a Número 17. Aunque era un lugar en medio de la “nada”, los alrededores eran hermosos y tranquilos. A unos cuantos kilómetros, había una caída de agua y una pradera no muy extensa, la cual se unía con el sendero de recorrido general para los guardabosques. El androide ya tenía establecidas sus tareas y ya contaba con el rifle reglamentario, el cual había obtenido fácilmente al pasar las pruebas de tiro en la primera y única prueba que hizo. Lo que le faltaba era un jeep para los recorridos, pero tendría que esperar un mes para eso. Realmente no le importó, tenía el vehículo aerodeslizador y también podía hacer sus rondines a pie. Era fácil, puesto que, pasársela recorriendo las aéreas boscosas día y noche, en busca de cazadores furtivos o taladores ilegales, no le generaba cansancio en absoluto. Éste trabajo definitivamente le quedaba a la perfección, porque no tenía que convivir con gente, excepto con alguno que otro de sus compañeros de las zonas colindantes. El salario era decente y las exigencias del puesto no representaban ningún problema para él.*
******************** Reencuentro ********************
La androide se aburría terriblemente. No podía creer que su hermano encontrara divertido el andar paseando por esos parajes boscosos. Es cierto que el lugar era bello, pero definitivamente no le convencía la idea de quedarse todo el tiempo ahí. Entonces, buscaría la manera de vivir en otro lado, así que, lo primero que hizo, fue ir de visita a la pequeña ciudad vecina. Tal vez buscaría algún trabajo o quizás haría alguna travesura para conseguir lo que quisiera. No tenía definido qué hacer, pero prefería caminar por una urbe y no por un monte. Curiosamente, ese día se reencontraría con alguien que jamás imaginó volver a ver tan pronto. Número 18 caminaba despreocupadamente por un parque, tomó asiento en una banca y se quedó mirando a la fuente central. De pronto, tuvo la sensación de que alguien la miraba. Volteó rápidamente, pero sólo había personas, puestos de comida y nada más. Enfocó de nuevo su atención en el agua del manantial y un segundo después, su vista se desvió a la figura de quien se encontraba al otro lado. Se levantó, comenzando a caminar alrededor de la estructura y cuando finalmente tuvo la imagen completa, no pudo reprimir un gesto de sorpresa y desconcierto. —Hola— dijo un hombre que la miraba con una gran sonrisa. —¿Qué haces tú aquí? — —Pues… la verdad— el chico se sonrojó inesperadamente. —Sólo quería saber qué había sido de ti. — La mujer sonrió sutilmente sin proponérselo. El muchacho calvo que anteriormente la protegió todo el tiempo, la había buscado de nuevo y no dejaba de ponerse nervioso ante ella. Esa reacción se le hacía divertida, pero no se lo diría. —Tú eras quien nos vigilaba en la otra cuidad, ¿Verdad? — preguntó con un tono serio. —¡N-No te enojes!, es sólo que… era necesario hacerlo— explicó nervioso Krilin. —Los demás guerreros se quedaron inquietos al saber que tú y tu hermano andaban libremente por ahí. — —Así que te mandaron a espiarnos por si hacíamos algo malo y seguramente Vegeta estaría listo para destruirnos— reclamó la mujer. —No exactamente. Dende y Piccoro los han estado observando desde el templo de Kamisama. Pero como Dende está en una etapa de aprendizaje, me pidieron ayuda— explicó el guerrero. –Yo les dije que ustedes no eran malos y que… — —¡No me gusta que me vigilen!, tal vez a Número 17 no le importe, pero a mí sí— lo interrumpió, haciendo su expresión incluso más seria. —¡O-Oye tranquilízate y déjame explicarte! —trató de justificarse, a pesar de los nervios. —Si no los vigilaba yo, entonces le pedirían a Bulma que hiciera de nuevo el control remoto para desactivarlos… sin darles ninguna oportunidad. — La mujer guardó silencio y su gesto se fue relajando. Esa científica llamada Bulma era peligrosa, ya que había conseguido entender la tecnología del doctor Gero y era perfectamente capaz de recrear el dispositivo. Si lo pensaba mejor, el grupo de guerreros les había dado otra oportunidad a ella y a su hermano durante estos meses. El chico sin pelo tenía razón. —No creas que te vamos a dar las gracias por esto— dijo ella, dándose la vuelta para alejarse. Krilin suspiró, esa mujer era bastante fría, pero eso no lo desanimaba. —Espera… yo quisiera… — trató de hablarle nuevamente. Número 18 seguía caminando, pero ladeó el rostro para mirarlo. —Yo… yo quiero invitarte a… comer, bueno no… es decir, no sé si puedes comer… pero yo… — las palabras se tropezaron en su boca y no pudo evitar agachar el rostro, totalmente enrojecido. Silencio. Después, unos pasos se acercaron. Krilin dudaba si debía alzar la vista o no. —Sí, sí puedo comer— se escuchó la respuesta femenina. El guerrero sintió la emoción en el estómago, ese fue el primer acercamiento que ella le permitió. Esa tarde, los dos comieron en uno de los pequeños restaurantes que colindaban con el parque. Si bien, estuvieron en silencio la mayor parte del tiempo, el ambiente no fue tenso ni desagradable. Para Krilin, fue uno de los momentos más felices en su vida. Para Número 18, fue una nueva oportunidad de convivencia.***
Continuará…