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Capítulo 2: Adaptándose******************** Necesidades Básicas ********************
Al día siguiente del reencuentro, Número 18 buscó de nuevo a su hermano para llegar a un acuerdo de lo que harían. En un inicio, la idea de ella era robar descaradamente lo que necesitaban y aunque su hermano estuvo de acuerdo, la presencia del guerrero Piccoro los detuvo. Ese día volaban cerca de la cuidad y se disponían a realizar un pequeño robo. Pero, inesperadamente, detectaron la presencia del nameku en las afueras de la urbe, lo que les impidió continuar en ese momento. A pesar de tener la posibilidad de usar su poder combinado contra él, decidieron no hacerlo. Sabían que los amigos de Goku los vigilaban y tardarían más en intentar algo, que ellos en aparecer, dispuestos a eliminarlos. En especial el príncipe saiyajin. Decidieron esperar y en la noche volvieron a la cuidad. Se dirigieron específicamente a una plaza comercial, que después de la media noche, cerraba sus puertas. Fue fácil entrar por la zona de abastecimiento, rompiendo algunos candados y dejando inconscientes a los guardias. En esa ocasión robaron específicamente lo que necesitarían: Cápsulas, ropa y alguna que otra cosa. Gracias al hurto de las Hoi Poi, ahora tenían una casa portátil, muebles, otros aditamentos y un Aerodeslizador. Aunado a esto, Número 18 se hizo de un closet lleno de ropa nueva y Número 17 se llevó una consola de videojuegos para no aburrirse. Decidieron establecer su guarida en el mismo territorio donde se reencontraron, cerca del bosque montañoso. Era preferible permanecer ocultos por un tiempo. Sin embargo, al paso de los días, comenzaron a pasar dos cosas importantes. La primera, ya estaban aburriéndose de no hacer nada interesante y la segunda, se trataba de un inesperado cambio fisiológico que se presentó en sus cuerpos. A pesar de ser androides y tener energía ilimitada, empezaron a tener la necesidad de alimentarse. Se dieron cuenta de esto cuando las funciones comunes de sus cuerpos se restablecieron lentamente. Lo que los sorprendió, ya que no esperaban volver a tener las necesidades fisiológicas de una persona. Jamás pensaron que esto sucedería después de ser objetos de experimentación, ya que, antes de ser enviados a matar a Goku, fueron colocados en un estado de sueño profundo por el doctor Gero, reduciendo al mínimo sus procesos vitales. —No lo puedo creer— se quejó 17, después de escuchar el sonido de su propio estómago. —Es realmente extraño, pensé que ya no volvería a sentir la sensación de sed— secundó su hermana, luego de beber un poco de agua del sistema hídrico que tenía la casa. —¿Eso significa que debemos buscar comida? — preguntó su hermano sin mucho ánimo, mientras permanecía tumbado sobre un sofá, manipulando un control de videojuegos. —Me imagino que si… — —Bien, entonces qué tal si robamos algo en los suburbios, estoy aburrido de esto— sugirió, después de tirar el mando al suelo y levantarse. —Supongo que no nos queda de otra— confirmó 18, indiferente. Al salir al patio, 17 arrojó una cápsula que inmediatamente después de explotar, dejó a la vista el vehículo aerodinámico. —Estás bromeando, ¿Verdad? — preguntó ella. —Vamos, no seas amargada, es más divertido recorrer el camino que volar— contestó él con gesto divertido, a la vez que subía al transporte de un salto. Ella rodó los ojos y terminó por abordar también, después de todo, no tenían nada más que hacer por el momento.*
******************** Buscar Trabajo ********************
Necesitaban dinero, para tener dinero, era necesario trabajar o robar. La segunda opción no era recomendable a pesar de lo fácil que les resultó la vez anterior. Ambos hermanos decidieron intentar el camino normal, así que se hicieron de algunos periódicos para revisar la sección de avisos. Al no tener memorias de su pasado, tampoco sabían si contaban con algún tipo de preparación académica o si eran buenos en alguna actividad. Sus conocimientos eran generales, más la información que poseían en sus archivos internos. Así que optaron por colocarse en el empleo más genérico que encontrasen. La primera en hallar trabajo fue Número 18, quien, a pesar de ser algo frívola y engreída, sabía conducirse mejor entre los humanos que su hermano. Con un poco de paciencia y controlando su carácter, consiguió un trabajo de cajera en un centro comercial. Era algo fácil para comenzar a ganar unos cuantos zenis. Y es que, aunque no lo quisieran, los mellizos tenían que alimentarse, no era muy seguido, pero debían hacerlo. Necesitaban ganar dinero de otra forma, ya que los asaltos a restaurantes estaban delatando su presencia y en algunas ocasiones se sintieron vigilados por alguien. … El tiempo avanzó, la joven rubia ya llevaba cinco meses laborando ahí. A pesar de ser muy mecánico su proceder, hacía sus actividades bien y rápido. Con las habilidades tecnológicas que poseía, podía calcular el total de una compra antes de terminar de pasar los artículos por el lector de barras. Se podría decir que ella se desperdiciaba en ese trabajo. A decir verdad, esto le aburría un poco, hasta que cierto día, vio a lo lejos a dos individuos que reconoció de sus archivos de información: Milk, la esposa de Goku y Gohan, su hijo. Ambos caminaban hacia la salida de la tienda con bastantes bolsas, las cuales cargaba el niño, ya que la mujer tenía que lidiar con su propio cuerpo, pues estaba embarazada. —Ellos son… la familia de Goku– pensó, extrañada. No se imaginó que podría encontrarse con ellos en ese lugar. —Vaya, quien lo diría, de seguro ni se enteró que dejó un hijo. — Más tarde. La mujer llegó a la casa que compartía con su hermano. La visión que tuvo de él, durmiendo en el sofá, la hizo enojar. En todos esos meses, no había sido capaz de conseguir un empleo. Soltó una exhalación de molestia, se acercó y, de una patada, estrelló el mueble con su ocupante contra la pared. Evidentemente se moderó en la fuerza para no dañar la vivienda. —¡Oye, ¿Qué fue eso?! — balbuceó Número 17 bajo el sofá. —¡¿Qué rayos haces ahí?, dijiste que saldrías a buscar trabajo! — regañó ella. —Tranquila, sólo estaba tomando un descanso. — —¡Déjate de estupideces, no necesitas descansar! — contradijo, irritada. Su hermano había estado flojeando, aún no encontraba trabajo y de vez en cuando se la pasaba jugando videojuegos todo el día, lo que la alteraba bastante. Aunque no se podía decir que lo estuviera manteniendo del todo, Número 17 no le pedía dinero. Por el contrario, e inesperadamente, cuando se necesitaba, salía a cazar o pescar en el bosque cercano para complementar el alimento que consumían. Lo mismo hacía con el agua, recolectaba la necearía de un río no muy lejano, para tener siempre lleno el depósito que les servía como cisterna. No es que fuera un completo inútil, pero le desesperaba la actitud tan liviana que a veces tenía. —Está bien, está bien, mañana voy a la ciudad para ver que encuentro— dijo, quitado de la pena y acomodando de nuevo el sofá en su lugar. Ella rodó los ojos con fastidio y después se fue a su habitación. Su gemelo tenía un conflicto con su arrogante forma de ser para con los humanos y a veces no podía mantener un trabajo por más de una semana. Era necesario obligarlo a buscar algo en qué entretenerse, la ociosidad no es buena consejera.*
******************** Empleo Temporal ********************
Tal y como lo había dicho, el androide 17 encontró una ocupación. En los límites de la ciudad había obras de construcción para nuevos edificios comerciales. En uno de esos lugares estaban solicitando un guardia nocturno. Esta actividad le pareció la más conveniente, ya que no tendría que lidiar con personas. … Cumplió cuatro semanas trabajando sin problemas, llegaba cuando los obreros estaban abandonando el lugar, recibía un par de instrucciones del capataz y después se quedaba solo. Al principio, el encargado de la obra se mostró reacio a contratarlo, ya que pensó que un hombre de su complexión no soportaría la jornada nocturna. No obstante, la empresa requería urgentemente a alguien que laborara por el poco salario que ofrecían y, además, no querían reclutar a más personal para ahorrarse gastos. Cuando 17 fue el único candidato, no les quedó de otra que aceptarlo. Al paso de los días se dieron cuenta de que era bastante eficiente. Las cámaras de seguridad revelaban que no dormía en ningún momento desde su llegada y se la pasaba recorriendo la inmensa obra, piso por piso y área por área, sin apenas descansar un momento, dando rondines una y otra vez. El capataz no le dio importancia a eso, ni al hecho de que no llevara nada para cenar. Simplemente hacía su trabajo bien y para la empresa era suficiente. … Cierta noche, el androide estaba aburrido y decidió subir a la parte más alta de una de las grúas para distraerse con la vista panorámica. Inesperadamente, notó una camioneta oscura que se estacionaba en la zona de acceso a la construcción. Asombrado, vio a varios hombres portando armas y una cortadora eléctrica. De inmediato comenzaron a trozar la cerradura de la entrada. Eran ladrones y su objetivo estaba claro, esa semana había llegado material nuevo y costoso para la construcción. —Vaya, vaya, un poco de diversión— pensó, con una sonrisa fría. De un salto silencioso, recorrió los más de 200 metros de altura del edificio, quedando exactamente enfrente de la puerta de acceso, que en ese momento caía cortada. Los hombres se sorprendieron al verlo, ya que permanecía extrañamente quieto. —Desháganse de él— ordenó el líder. Un par de disparos semi ahogados por un silenciador se escucharon, después los murmullos de asombro. Número 17 solamente sonreía y sus ojos azules por un momento adquirieron un brillo siniestro. … Las patrullas cercaban el lugar, revisando la escena y una ambulancia atendía a los ladrones. Todos los hombres presentaban golpes severos y fracturas en al menos una parte de su cuerpo. Las armas que llevaban permanecían destrozadas en el piso. El capataz buscó al guardia nocturno, pero no lo encontró. Nadie supo con exactitud qué sucedió. Número 17 observaba todo, sentado en la azotea de un edificio contiguo. Le quedaba en claro que luego de hacer eso, no podría permanecer ahí sin que lo cuestionaran insistentemente. No tenía la paciencia para lidiar con ello y como el día anterior había cobrado su salario, decidió dejar el trabajo y buscar otra cosa. —Así que fuiste tú— pronunció una voz a sus espaldas. —Ellos empezaron— contestó tranquilamente. Su hermana había visto el informe en el noticiero de la madrugada, así que fue a buscarlo. —Si que eres idiota, ahora ya no podrás regresar— le reprochó. —Ya me había aburrido y estos sujetos sólo fueron un pretexto— habló con indiferencia. —Además, ya encontré un trabajo más divertido— dijo, al mismo tiempo que se levantaba y le mostraba una hoja de periódico marcada en color rojo. —¿Guardabosques? — ella levantó una ceja en gesto de sorpresa. —Esto se encuentra en una región bastante alejada. — —Así es, tenemos que mudarnos y yo conduzco— sonrió divertido antes de iniciar el vuelo. Número 18 hizo una mueca de aburrimiento, ella no tenía planeado alejarse de esa ciudad. Pero debía admitir que ya comenzaba a hartarse del conteo de artículos en su trabajo. Así que no tardó mucho en decidirse, ya era necesario cambiar de aires.***
Continuará…