ID de la obra: 1289

Mellizos

Gen
G
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
58 páginas, 21.369 palabras, 9 capítulos
Descripción:
Notas:
Publicando en otros sitios web:
Prohibido en cualquier forma
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar

5. Convivencia

Ajustes de texto
Buenas tardes: Estoy feliz por la aparición del Androide 17 en DBS, así que dejo el quinto capítulo del fanfic, que afortunadamente terminé de corregir hoy. Muchas gracias por leer. Atención: Dragon Ball y todos sus personajes son propiedad de Akira Toriyama. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

***

Capítulo 5: Convivencia

******************** Sobrina ********************

En Kame House todo era alboroto y alegría. Por fin había nacido la pequeña Marron y la madre necesitaba un poco de descanso después de volver del hospital. El parir no es una tarea fácil para una mujer, aunque ésta tenga energía ilimitada. Número 18 permanecía reposando en la habitación que compartía con Krilin desde que se mudó a la casa del viejo Roshi. Sostenía entre sus brazos un pequeño bulto que dormía plácidamente. Una linda niña con cabello rubio y rasgos como los de su padre. Ella no era muy expresiva, pero su instinto materno estaba a flor de piel, así que no pudo evitar sonreírle con ternura y darle un beso en la frente. Rato después entró su esposo con una bandeja de comida. Al principio, se negó a consumir algo, pero Krilin insistió una y otra vez hasta que terminó cediendo. —¿Cómo te sientes? — preguntó él. —Estoy bien, no es necesaria tanta preocupación, no olvides que soy un androide— respondió impasible. —Sí, lo sé, pero ahora eres madre y no deberías de confiarte. A pesar de las modificaciones de tu cuerpo, debes seguir tomando lo que te recomendó el médico— señaló Krilin. —Está bien, ya que estás tan interesado en mi salud, cárgala— contestó ella, extendiendo los brazos con la niña. —Cuídala un rato, también necesita percibir la cercanía de su padre, según leí. — Krilin se sorprendió y agitó los brazos nerviosamente. —¡E-Espera, yo no puedo, se me va a caer! — Número 18 frunció el ceño en gesto de regaño. —No me vengas con eso, ahora sostenla— le entregó a la niña. El guerrero contuvo la respiración al mismo tiempo que sus brazos recibían a la bebé. Estaba envuelta en una suave manta para recién nacidos y, a su vez, en una mullida cobija. Dormía tranquilamente, su respiración era lenta y su boca hizo un tierno bostezo cuando sintió el movimiento. Krilin se quedó quieto, mirándola detenidamente y la sensación que lo embargó, hizo que se le humedecieran los ojos. Volteó hacia su esposa y la mirada silenciosa entre ambos confirmó la felicidad que ahora estaban viviendo.

=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=

Parque ecológico MIR. El androide terminó su ronda diaria ya muy avanzada la noche. La zona que tenía a cargo estaba en perfectas condiciones de vigilancia y la época de crianza de las ciervas había terminado. Ni un sólo ejemplar muerto o robado por cazadores ilegales. Eso ameritaba un bono extra. Entró despreocupadamente a la casa donde vivía y lo primero que vio, fue el calendario que colgaba en la pared de la sala. Tenía marcada toda una semana con un gran círculo rojo. Dicho señalamiento indicaba un evento importante, el nacimiento de su sobrino o sobrina en cualquiera de esos días. Sonrió sutilmente antes de decidir qué día visitaría a la futura madre. Después de enterarse del embarazo de su hermana, no había vuelto a verla. Sabía perfectamente que ella estaría bien con el chico calvo cuidándola, pero tenía curiosidad de conocer al bebé.

=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=:=

Una semana después del nacimiento de Marron. El maestro Roshi y Oolong acababan de partir rumbo a la costa, mientras Krilin sobrevolaba el mar en busca de un lugar adecuado para pescar. En la playa, Número 18 permanecía sentada en una silla, sosteniendo a Marron y contemplando el movimiento de las olas. De repente, tuvo la sensación de que alguien la observaba a sus espaldas. Inmediatamente, y sin dejar de abrazar a su hija, se levantó en menos de un segundo, con una esfera de energía en la mano derecha, apuntándola a quien había llegado. —Vaya reacción, estás paranoica— dijo el visitante con tranquilidad. —¿Por qué no haces ruido?, ya sabes que me molestan la bromas— contestó desconcertada la mujer. —¿Por qué te alteras, acaso no te cuida tu marido? — bromeó Número 17. —A decir verdad, no lo veo por aquí— dio un vistazo alrededor. —Está pescando— ella tomó asiento de nuevo. —¿A qué has venido? — —Qué pregunta es esa, hermana— se cruzó de brazos y alzó una ceja. —He venido a conocer a mi sobrino o sobrina, ¿Qué fue? — Número 18 soltó un suspiro, no había motivo para reaccionar de esa manera. Sin lugar a dudas, su instinto protector estaba demasiado alerta. La visita de su hermano la tomó por sorpresa, pero le alegraba verlo y más porque estaba demostrando interés en conocer a su sobrina, a pesar de su personalidad ermitaña. —Es una niña— indicó, mirando a la bebé con una sonrisa. El androide se acercó, se sentó en la arena y su hermana le mostró a su sobrina. La pequeña tenía los ojos semi abiertos en una mueca de somnolencia. La madre la enderezó un poco y la manta que le cubría el pelo se deslizó. En ese momento, ella pudo notar un curioso brillo en los ojos de su gemelo, era el reflejo de la emoción que sentía al conocer a la niña. —Tiene toda la cara del padre— comentó divertido. —Pero al menos le heredaste tu cabello. — —Krilin también tiene pelo y ya déjalo en paz— contestó Número 18. —Está bien, como digas, pero necesito verlo para creerlo— se rio, mientras dejaba que la bebé le rodeara un dedo con su manita. —¿Ya tiene nombre? — —Se llama Marron. — —Hola Marron, soy tu tío— dijo él, haciendo otra sutil sonrisa. En ese momento, la niñita abrió los ojos e hizo un gesto alegre, tratando de enfocar su mirada en quien le hablaba. Un recién nacido no puede distinguir las figuras a su alrededor, pero sí puede percibir sin son agradables o no. Un tierno balbuceo confirmó la confianza hacia el visitante. —Vaya, parece que le agradas— habló la madre. Número 17 no dijo nada, sólo veía atentamente a la niña, recorriendo con su pulgar el dorso de la manita y dejándose llevar por sus alegres y grandes ojos. Se preguntó qué se sentiría sostener a un bebé entre sus manos. —Puedes cargarla si quieres— sugirió su gemela, leyéndole la mente. —Yo… — —Prepara los brazos— le acercó a Marron, sin darle oportunidad de negarse. Antes de que pudiera decir algo, el guardabosques ya estaba sosteniendo a su sobrina. Jamás había cargado a otro ser humano, o eso creía, ya que no recordaba nada previo a su transformación. Pero no era tan difícil, el peso de la pequeña no significaba nada para él. Además, pudo apreciar que Marron no se inquietó con el movimiento, por el contrario, estaba tranquila y sonriente. Entonces volteó hacia el mar, la presencia de Krilin se estaba acercando. Su hermana también lo notó. —Si que se tardó, ya es hora de comer— indicó Número 18. —Bien, yo me retiro… — contestó su hermano. —Cuál es la prisa, nadie te está corriendo— reclamó ella. —Quédate a comer, quiero que me cuentes qué ha sido de tu vida. — El androide soltó un suspiro impasible y rodó los ojos. Su hermana tenía razón, no la había visto desde hace unos meses y la conversación familiar era necesaria. Después de todo, a eso vino, a conocer a su sobrina y a convivir con su familia. Porque ellos eran su familia. —Hola, Número 17, cuánto tiempo sin vernos— se oyó la voz de Krilin, quien llegaba con una red llena de pescados. El padre de la niña observó atentamente la reacción de su cuñado. No era muy expresivo, pero tuvo la cortesía de responderle el saludo con un movimiento de cabeza. Y también se dio cuenta de que sostenía a Marron con mucho cuidado y atención. Sabía que podía confiar en él al ver ese comportamiento. —Quien lo diría, no eres calvo— soltó de pronto. Krilin hizo un gesto de confusión, el extraño humor del hermano de su esposa lo desconcertaba. Y es que hace unos meses, había comenzado a dejarse crecer el cabello y el androide nunca lo había visto con esa apariencia. Por esto mismo, siempre hacía comentarios burlones acerca de su “calvicie”. Así que sólo hizo una leve sonrisa, aceptando de buena gana el comentario. —Que graciosos eres, pero bueno, sé bienvenido— respondió el guerrero. —Dejen de estar platicando, que ya es hora de comer— intervino Número 18, quien ya caminaba hacia la casa. Poco después, todos convivían como la familia que eran. Tal vez el guardabosques tenía un corto vocabulario y a veces sólo contestaba con un sí o un no, pero eso no afectó el agradable momento en Kame House.

*

******************** Aretes de Plata ********************

Marron había cumplido seis meses de edad. Era una niña muy sana y alegre, que ya comenzaba a balbucear su primera palabra. Así que era necesario celebrar esto de alguna manera y la llamada de Número 17 fue muy conveniente. Número 18 tenía ganas de salir a pasear con su familia y qué mejor lugar que visitar la reserva ecológica donde trabajaba su hermano. Éste le había dicho que era la época de crianza de unas aves muy coloridas parecidas a los urogallos y que, si lo deseaba, él podía darles un recorrido por la zona de anidamiento. La pareja lo platicó y finalmente decidieron aceptar la invitación. Después de un par de horas de viaje, llegaron a la zona turística del parque MIR. Se encaminaron al puesto de vigilancia de los guardabosques y esperaron la llegada de Número 17, quien dijo que pasaría por ellos. —¡Marron, ya ensuciaste tu vestido! — dijo Krilin, quien cargaba a su hija en ese momento. Había comprado un helado de crema y se lo acercó a la pequeña, quien inmediatamente dio una lamida que le embadurnó los labios. Entonces, pasó su manita por el rostro, embarrándola a su vez, para luego restregarla en el vestido. Era difícil alimentar a un bebé cuando éste ya no se quedaba quieto. —Te dije que le compraras otra cosa, ahora tú limpiaras esa mancha— reclamó Número 18, mientras sacaba una toallita húmeda de su bolso para limpiar el rostro de la niña. —Si, si, ya lo sé— suspiró Krilin. Tenía que empezar a acostumbrarse a las travesuras de su hija. En ese momento escucharon el ruido de un motor y al voltear, vieron un vehículo de color verde olivo que se aproximaba al puesto de vigilancia. El jeep se detuvo cerca de ellos y el guardabosques los miró tranquilamente, con una muy sutil sonrisa. —Tu hermano siempre tan efusivo— susurró Krilin a su esposa. Ella solamente sonrió y ambos se acercaron. —Ahora eres más feliz recorriendo el bosque en un jeep, ¿No es verdad? — dijo Número 18, saludando a su gemelo con un leve choque de puños cerrados. —Ya me conoces, me encantan los recorridos a campo traviesa— respondió él. —¿Cómo estás, Número 17? — preguntó Krilin amable. —Un poco aburrido, no he tenido la oportunidad de matar a nadie— soltó como si nada. —¡¿Qué, por qué dices eso?! — casi se atragantó mientras hacía una expresión sobresaltada. —¡No debes hacer eso! — De repente, el androide soltó una sonora carcajada, disfrutaba mucho hacerle bromas a su cuñado. Inesperadamente, se quejó por un ligero dolor, su hermana estaba sujetándole un mechón de cabello y lo miraba con reproche. —Ya te había dicho que nos vigilaban y si hiciste algo, tendremos problemas. — —Tranquila, es una broma— contestó con otra sonrisa. Krilin exhaló, relajando su gesto, definitivamente su cuñado era un loco. En ese momento, la pequeña Marron se rio, demostrando curiosidad al señalar al guardabosques. —¿Qué pasa Marron, quieres saludar a tu tío? — preguntó el papá. Número 17 estiró los brazos hacia la pequeña. Por un instante, la bebé hizo un gesto de desconfianza y se quedó mirando al hombre que se parecía a su madre. Entonces Krilin la acercó y su cuñado la sostuvo con cuidado. —Hola nena— saludó. Marron parpadeó un par de veces y por un instante todos pensaron que empezaría a llorar como cualquier niño al que separan de su madre. Pero lo que sucedió, fue todo lo contrario, la pequeña lo contempló atentamente, a la vez que acercaba su manita al rostro del muchacho y la posaba sobre su mejilla. —Es tu tío— dijo Número 18. La niña miró a su madre y sonrió, después volteó hacia quien la cargaba y estiró sus brazos, queriendo agarrar los mechones laterales de su cabello negro. El guardabosques hizo otra leve sonrisa, permitiendo que su sobrina se entretuviera libremente. Ese momento fue bastante agradable y familiar. … Más tarde. Todos se encontraban en un claro del bosque, cerca de la zona de nidos de las aves. Estaban comiendo unos bocadillos que Número 18 había preparado. Era entretenido y divertido ver a los polluelos recién salidos del cascaron, intentado caminar y llamar la atención de sus padres todo el tiempo. Una bella escena de la naturaleza que sólo podían disfrutar estando en compañía de Número 17, ya que el turismo no se permitía en esa sección del parque. Marron permanecía sentada sobre el pasto junto a sus padres, mientras que el guardabosques escudriñaba los alrededores. No podían acercarse demasiado, para no asustar a la parvada, pero desde el sitio donde se encontraban, podían ver suficiente. En ese momento, un brillo llamó la atención de la niña. Número 17 había acomodado su cabello por detrás de la oreja, dejando a la vista una de sus arracadas y el sol se reflejó en ella. La pequeña comenzó a señalar y balbucear hasta que llamó la atención de su tío. Éste se acercó y la cargó de nuevo. —¿Qué sucede Marron? — preguntó al ver el gesto de la niña señalándolo. La chiquilla acercó su manita y se aferró al arete plateado. —¡Oye, espera, eso duele! — se quejó, aunque realmente no estaba sintiendo gran daño. —No hagas eso, hija— intervino Número 18, quien tomó la mano de la niña para retirarla de la oreja de su hermano. —Creo que quiere mis arracadas— sonrió él. —¿Te gustaría que te regalara unas? — Marron pareció entender la pregunta porque agitó la cabeza en un movimiento afirmativo mientras se reía alegremente. La tarde de convivencia continuó un poco más, hasta que la familia se despidió del guardabosques para regresar a su hogar. … Al día siguiente. El ambiente en Kame House estaba relajado, era la hora de la siesta para el maestro Roshi y Oolong, quienes dormían recostados al sol con unas revistas cubriendo sus rostros. No escucharon la llegada de un invitado silencioso. Número 17 estaba de visita con un regalo para su sobrina. Sin decir nada, entró en la casa y se encontró a Krilin jugando con la niña en la sala. —Número 17, que sorpresa. Tu hermana no se encuentra, salió a comprar unas cosas— explicó el padre. —Sólo vine a dejar esto— contestó indiferente, al tiempo que le arrojaba una pequeña cajita de color negro. Krilin la atrapó en el aire y se sorprendió al abrirla, encontrándose con unos brillantes aretes plateados. —Son para Marron— fue lo único que dijo su cuñado. —Gracias, yo… — no terminó la frase porque el visitante ya se había marchado. Volteó a la ventana y alcanzó a ver que el guardabosques se alejaba volando. Hizo una leve sonrisa, aceptando que Número 17 había cambiado mucho en los últimos tiempos. —Mira hija, estas arracadas son para ti, es un regalo de tu tío. — La bebé se alegró notoriamente al ver el llamativo brillo de los arillos. Más tarde, Número 18 regresó y Krilin le platicó sobre la rápida visita de su gemelo. Unos días después, Marron ya portaba sus bonitos aretes plateados.

***

Continuará…
1 Me gusta 0 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)