ID de la obra: 1289

Mellizos

Gen
G
Finalizada
1
Fandom:
Tamaño:
58 páginas, 21.369 palabras, 9 capítulos
Descripción:
Notas:
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6. Cotidianidad

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Buenas noches: Ya me había tardado, pero aquí seguimos con éste fanfic. Muchas gracias por sus comentarios, me hacen muy feliz. Atención: Dragon Ball y todos sus personajes son propiedad de Akira Toriyama. Yo sólo escribí la historia por gusto y diversión.

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Capítulo 6: Cotidianidad

******************** Nuevo Hogar ********************

Krilin volaba a toda velocidad, estaba emocionado. Por fin había concretado con el vendedor de bienes raíces el precio de la casa ubicada en esa tranquila zona de la ciudad del Oeste. Era un sector en el que ya no se encontraban espacios tan baratos para comprar, pero ese inmueble valía la pena. Número 18 había visto el letrero de “se vende” un día que andaba de compras por ese sitio. Así que, después de darle la noticia a su marido, ambos se pusieron manos a la obra para tratar de adquirirla. Ya desde hace unos meses estaban pensando en buscar un nuevo hogar. No es que el maestro Roshi les hubiera dicho algo respecto a su estancia en Kame House, simplemente, creyeron conveniente que ya era tiempo de buscar un nuevo sitio para criar a su hija Marron. Si bien, Krilin recientemente había conseguido su empleo como policía y tenía todas las prestaciones necesarias para solicitar un crédito, la compañía inmobiliaria no confiaba en que una persona como él pudiera pagar el valor de la propiedad. Sin embargo, eso cambió cuando su gran amiga Bulma hizo un par de llamadas. La Corporación Cápsula manejaba muchos otros sectores de negocio aparte de la tecnología y los bienes raíces eran uno de ellos. Así que, después de unas negociaciones con la mayor socia capitalista, la pareja había conseguido la propiedad sin tanto trámite y con el precio reducido. Y ahora Krilin le debía un favor a Bulma, pero sabía perfectamente que todo se basaba en la amistad que mantenían desde muy jóvenes. … Kame House. —Y así es como quedamos, mañana debemos ir a firmar el contrato de compraventa— explicó Krilin. —Me parece bien, tendremos que empezar a empacar para mudarnos— contestó Número 18, dejando a su hija en la cama y comenzando a revisar algunos cajones en busca de cápsulas Hoi Poi. —Yo tengo que hablar con el maestro Roshi y darle la noticia— dijo él, encaminándose a la estancia. … —¿Estás seguro, muchacho? — preguntó tranquilamente el viejo maestro. Ya sabía desde hace tiempo que su exdiscípulo estaba pensando en mudarse. Él los apreciaba mucho, como la familia que nunca formó antes, e incluso adoraba a la pequeña Marron como su nieta. Sin embargo, estaba consciente de que debían buscar un lugar más apropiado para su crianza, ese pequeño islote no era lo más adecuado. Si bien, a veces extrañaba su estatus de ermitaño, jamás cambiaría los años de convivencia con sus alumnos y las amistades de estos. Ahora estaba contento por el gran avance que había tenido Krilin en su vida, aparte de ser un gran peleador. —Así es maestro… yo… — se quedó un momento en silencio, mientras tomaba aire. —Yo no tengo manera de agradecerle su amabilidad por permitirme vivir aquí y después aceptar a mi esposa e hija… — —Ni lo menciones Krilin— sonrió el anciano, al tiempo que se alzaba los lentes de sol y lo miraba cordialmente. —Siempre serán bienvenidos aquí. — El guerrero correspondió al gesto y un fuerte apretón de manos confirmó la gratitud hacia su maestro. … Una semana después. La familia ya estaba en su nuevo hogar y apenas habían terminado de instalarse. No tenían muchos muebles, así que tuvieron que comprar lo necesario. También faltaba revisar algunas cuestiones, como el pago de servicios y el hecho de adaptarse a un nuevo estilo de vida. No estaban en la zona céntrica y aunque no era tan tranquilo como la playa, sin lugar a dudas, era un sitio muy agradable. Número 18 terminó de acomodar la cuna de Marron, después de moverla más de ocho veces, porque no le gustaba la ubicación en la que quedaba. Por otro lado, la niña había estado gateando por toda la casa y su vestido azul cielo ahora parecía gris humo, ya que aún no estaba hecha toda la limpieza del lugar. Cuando su madre la vio, soltó un gran suspiro. —Oh, Marron, te dije que te quedaras en tu corral, ¿Cómo te saliste de allí? — preguntó. En ese momento, escuchó que abrían la puerta de la entrada y el recién llegado saludaba. —Ya estoy en casa— dijo Krilin, quien traía una gran cantidad de bolsas. Ella cargó a la niña y fue a recibir a su marido. —Pero, ¿Qué te pasó Marron? — cuestionó Krilin al ver a su hija llena de polvo. —Se salió del corral y estuvo “barriendo” el piso— explicó Número 18 con un gesto de reproche hacia la bebé. La pequeña, en su mundo, solamente atinó a sonreír y estirar los brazos hacia su papá, quien dejó la despensa en la mesa para cargarla. —Vamos, es hora de ducharse, esa no es la apariencia que debe tener una nena tan linda como tu— sonrió Krilin, mientras caminaba hacia el cuarto de baño. —Regreso con ella en unos minutos— le dijo a su esposa. Número 18 sólo hizo un gesto de afirmación, mientras acomodaba las cosas en su sitio y preparaba la cena.

*

******************** Pulsera de Perlas ********************

La pequeña Marron estaba cumpliendo un año de edad. La celebración fue en Kame House, donde se reunieron los amigos más cercanos en una pequeña y fraternal celebración. Los aperitivos, el jugo de frutas, el pastel, los regalos y los gorritos de fiesta estaban presentes. Mientras los adultos convivían dentro de la casa, los niños jugaban distraídamente en la playa. O, mejor dicho, Gohan era la niñera de los tres infantes, porque a los pequeños Trunks y Goten, se les ocurrió la brillante idea de enseñarle a Marron a caminar con su ayuda. Si bien, la niña ya se sostenía sola, su equilibrio todavía era inestable. —Vamos Marron, un pie adelante y luego el otro— dijo Trunks, animándola a dar un paso. —Yo te detengo, no te preocupes— secundó Goten, quien la sostenía de las manos y estaba frente a ella para guiarla. La niña sonreía emocionada, al mismo tiempo que comenzaba a caminar lentamente. Con un paso precavido al inicio y otro más confiado después, empezó a recorrer la playa con ayuda de los niños. Gohan permanecía recargado cerca de una ventana, sonriendo mientras recordaba cuando él le enseñó a caminar a Goten. —¿Todo bien? — se escuchó una voz detrás de él. Número 18 estaba asomándose por la ventana, buscando a su hija. —¿Eh?, sí claro, todo está bien— respondió sorprendido el chico. —Marron es muy hábil, a pesar de que sólo tiene un año, está aprendiendo rápidamente. — La androide sonrió para sí misma, observando al trio de niños. Era agradable ver lo bien que se llevaban y lo rápido que los chiquillos mestizos aceptaron a su hija como compañera de juegos. Aunque los niños tenían seis y cinco años, eran muy pacientes con ella. De pronto, ambos hicieron una mueca de sorpresa, la pequeña estaba caminando sola. Goten había soltado a Marron y Trunks permanecía detrás de ella para atraparla si era necesario. Pero, sorprendentemente, la chiquilla mantuvo firmes sus piernas y siguió avanzando sin apoyo. —¡Muy bien, lo lograste! — dijo Trunks. —¡Felicidades! — aplaudió emocionado Goten. Un momento después, ella se detuvo y se sentó en la arena, mientras sonreía entusiasmada y agitaba las manitas. Parecía entender que había conseguido algo grandioso a pesar de su corta edad. … Horas después. Krilin y Número 18 llegaron a casa. Ya era de noche y aunque Marron bostezaba de sueño, se rehusaba a dormir. El azúcar del pastel la mantuvo muy activa toda la tarde. —Es increíble que ya pueda dar sus primeros pasos sola— comentó Krilin, mirando las fotos que había tomado su esposa del emotivo momento. —Es una niña muy hábil, se parece a mí— presumió ella, sonriéndole a su hija. —Esto merece un premio— entonces, Krilin extrajo de su chaqueta una bolsita de material satinado. —Ya le diste su regalo hace rato, ¿Acaso tenías otro? — cuestionó su esposa. —Pensaba guardarlo hasta el momento en que ella caminara por sí sola, pero jamás imaginé que eso sería el mismo día de su cumpleaños. — Abrió el pequeño morral y dejó caer el contenido en su palma. Varias perlas entrelazadas con una cadena, resplandecieron bellamente. Tomó la pulsera y la colocó en la muñeca izquierda de la chiquilla, quien sonrió al ver el regalo. —Son perlas originales, ¿Cómo las obtuviste? — cuestionó sorprendida Número 18. —Bueno, nunca te lo había dicho, pero soy un gran buceador— sonrió Krilin. —Éste tipo de perlas son muy comunes en las costas cercanas a Kame House, sólo es cuestión de buscar suficientes ostras. — La mujer sonrió, era un bonito detalle y su hija permanecía encantada con el brillo de las esferitas nacaradas. No obstante, el sueño terminó venciéndola y casi de inmediato, se quedó dormida. Ya era hora de que toda la familia se fuera a descansar.

*

******************** Pañuelo Naranja ********************

Número 17 se sentía desconcertado, no estaba seguro de si podría cuidar a su sobrina. Lamentablemente, no había podido ir a su primer cumpleaños porque el trabajo en el parque MIR se había intensificado. Y aunque se disculpó con una llamada posterior, su hermana lo obligó a prometer que después cuidaría de su hija cuando se lo pidiera. Ahora se encontraba en el puesto de vigilancia, reclinado en el asiento de su jeep, con los pies sobre la portezuela. Estaba esperando la llegada de su cuñado con la pequeña Marron. El día anterior, Número 18 le había hablado para encargársela por toda una tarde, ya que ella y Krilin saldrían de paseo. No le quedó más que aceptarlo, después de todo, las cosas en el parque ya se habían tranquilizado. De lo que no estaba seguro, era de si sabría cómo cuidar a una niña que ahora empezaba a correr por todos lados. Tendría que estar muy atento a sus pasos y ser muy paciente. —Hola, Número 17— habló alguien. El androide alzó la cara y saludó a su cuñado con un simple movimiento de cejas. —¡Tío! — sonrió la chiquilla. —Hola— contestó tranquilamente, al tiempo que se levantaba del asiento. —¿Estás seguro de que puedes encargarte de ella? — preguntó Krilin, mientras le entregaba en brazos a su hija. —Claro que puedo, tengo conocimientos generales acerca de todo— alardeó el guardabosques, haciendo un gesto de burla. —Si, claro— el guerrero alzó una ceja en señal de desconfianza. —En fin, aquí está su pañalera, su comida, su peluche favorito y el número de celular para que nos llames por cualquier cosa. — Número 17 hizo un gesto de extrañeza, pensando que era exagerado todo lo que le entregaba para el cuidado de una niña. Pero era de esperarse, seguramente esto venía de parte de su hermana y su gran instinto materno. —No hay problema, ella estará bien. — —Confiamos en ti, yo vendré por ella en la noche— indicó Krilin. —Marron, pórtate bien, no hagas enojar a tu tío. — La pequeña agitó alegremente su cabeza mientras se aferraba al pañuelo naranja del guardabosques. Momentos después, el guerrero se alejaba volando y ella lo despedía con la mano. —Bien nena, ahora, lo primero que haremos, será poner las reglas— indicó él, mientras subía de nuevo al jeep. Marron lo miraban con curiosidad, mientras acomodaba las cosas en el asiento trasero y después le colocaba el cinturón de seguridad. —Nada de alejarse, siempre estarás a mi lado. Obedecerás mis indicaciones, me dirás cuando tengas hambre o ganas de ir al baño y nada de lloriqueos, ¿Entendido? — explicó el androide. La chiquilla parpadeó un par de veces y movió su cabeza en varias direcciones. No era seguro que hubiera entendido toda la cátedra, así que Número 17 solamente obtuvo una risita de ella, mientras la veía agitar los brazos, emocionada por el ruido del motor al encender el vehículo. … Más tarde. Esa parte del bosque era hermosa, el río fluía tranquilamente y algunas aves paseaban en la orilla. Marron observaba con atención, asomándose por encima del asiento del jeep, el cual se había estacionado cerca. El guardabosques se mantenía vigilante al mismo tiempo que buscaba algo en la pañalera. —¿Aún tomas leche? — preguntó de la nada, mientras sostenía un biberón y lo miraba con curiosidad. La niña negó con un movimiento y se acercó para tomar la botella. —Jugo— balbuceó, luego de dar un sorbo. —Vaya, menos mal, porque aquí no tengo con que calentar tu comida— dijo impasible. —Comida— volvió a pronunciar Marron. —Bien, supongo que ya es la hora, veamos qué te da de comer tu mamá. — Comenzó a buscar hasta que encontró unos recipientes de llamativos colores. Al abrirlos, vio una gran variedad de papillas, tanto de comida común, como de frutas. Alzó una ceja, curioso, y con una cucharilla, tomó una porción de la primera mezcla. —Esto sabe raro, cómo es que los bebés pueden comérselo— se quejó Número 17. Su sobrina se rio por el gesto de su rostro e inmediatamente agarró su propia cuchara y empezó a comer. Aún no podía sostener correctamente el cubierto, pero ya hacía el intento. El androide la miraba con una leve sonrisa, mientras ella se embarraba la cara y el vestido. —Será mejor que yo te ayude, de lo contrario, tu madre me va a reclamar por esas manchas— indicó, al tiempo que le retiraba la cuchara. Nuevamente Marron volvió a reír con inocencia, sin comprender del todo sus palabras. … Después de comer, la niña se entretenía correteando una mariposa alrededor del jeep. De repente, tropezó con una piedra y cayó al suelo, el llanto no se hizo esperar. Su tío, quien seguía inspeccionando los alrededores, rodó los ojos y soltó un suspiro. —¿Por qué lloras?, no ha sucedido nada grave— le habló con tono serio. —Levántate y continua, no dejes que una piedra en el camino te detenga. — La chiquilla hacía muecas de dolor y su lloriqueo no cesaba. —¡Duele! — se quejó, al tiempo que señalaba su rodilla. Número 17 observó el raspón, era superficial, pero, para un infante, era toda una tragedia. Fue a revisar la pañalera, buscando algo que fuera útil para esas situaciones. Por suerte, halló un pequeño atomizador con antiséptico y unas venditas. Sin embargo, éstas eran sólo dos y no alcanzaban a cubrir la herida. —No llores, no quiero que tu madre me regañe por no cuidarte bien— pidió él, levantándola en brazos para luego dejarla en el asiento del jeep. La niña seguía quejándose y más cuando su tío higienizó la herida con el alcohol. —Si sigues así, asustarás a los osos del bosque— habló serio, ya comenzaba a impacientarse. —¿Osos? — quiso saber Marron, desviando su atención de la herida. —Así es, si no dejas de llorar, no podrás ver a los osos— explicó el androide, mientras colocaba las venditas y después se quitaba el pañuelo naranja que siempre portaba alrededor del cuello. Dobló la pieza de tela y la aseguró alrededor de la pequeña rodilla. Ahora que la herida estaba cubierta, debía distraer a su sobrina del dolor hasta que disminuyera. Y, qué mejor forma, que prometiéndole ver animales enormes como los osos. Algunos minutos después, volaba cerca de una cueva, con la pequeña en brazos. Estaban a buena altura y la familia de úrsidos no los había notado. Era una hembra con dos cachorros, que jugueteaban fuera de la caverna. La niña tenía un gesto de emoción que no cabía en su carita y por fin había dejado de llorar. El guardabosques suspiró y sonrió, después de todo, no era tan mala niñera. … Por la noche. Krilin llegó a recoger a su hija y se sorprendió al notar el pañuelo de su cuñado en la rodilla de ella. Después de una breve explicación por parte de Número 17, y de ver que la niña no dejaba de murmurar cosas acerca de la familia de osos, se despidió. —Bien, entonces nos vamos y gracias por cuidarla— dijo el guerrero. —De nada y para la próxima, mándenla con rodilleras y coderas— contestó sarcásticamente. —Claro que sí, se lo diré a su madre— sonrió de buena gana. —En cuanto a tu pañuelo… — —Se lo regalo, puede quedárselo— indicó el guardabosques, encaminándose al jeep. —Adiós tío— se despidió su sobrina. El androide le dirigió una sonrisa y alzó la mano en gesto de despedida. … Días después, el pañuelo naranja permanecía alrededor del cuello de un oso de peluche y éste, en la cuna de Marron.

***

Continuará…
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