Oneshots: amor paranormal | Wind Breaker

Sakura Haruka era especial, tan especial que un fantasma velaba por su bienestar, tan especial que ese fantasma se enamoró de su vitalidad. Suo Hayato no sabía cuánto tiempo llevaba muerto, perdido en el limbo eterno, ligado a la ciudad de nombre Makochi. Puede que los vivos protegieran la ciudad, pero no se puede echar lo que siempre habitó allí, y los fantasmas como Suo no eran de los que se iban fácilmente. Y menos aún cuando conoció a Sakura. Ese chico tan vital como las flores en primavera. Suo quería alimentarse de su energía y también quería besarlo. Sin embargo, un fantasma no puede materializarse y Suo jamás podría tocar a Sakura, sería un triunfo si lograba aparecerse ante él sin que el chico tuviera un infarto del susto. Pero Sakura lo notaba: en las hojas que se movían sin viento, en la seguridad que a veces le invadía y sabía que no era suya, en los escalofríos al pasar por ciertos rincones del instituto Furin. Sakura sabía que había algo, solo no sabía que era un fantasma. … Bajo la luz anaranjada del atardecer Sakura se veía angelical, como sacado del mismo paraíso. Suo se permitió anhelar esa imagen para toda su eternidad. Sabía que debía caminar hacia la luz, ir al mundo de los muertos de una vez y tomar el descanso eterno, pero ver a Sakura era más interesante. Suo se volvió más atrevido permitiendo a Sakura escuchar su voz. Solo tanteaba el terreno para saber si Sakura se asustaría. Pero Sakura dijo “así que ahora sí das señales evidentes”. Como si supiera que Suo siempre estuvo ahí, y el fantasma no pudo hacer otra cosa que enamorarse más. Suo se materializó ante Sakura. — Hola, mi querido vivo. — Dijo Suo. Sakura lo miró con el ceño fruncido. — ¿Por qué llevas un parche? — preguntó. Suo no pudo evitar reír, porque de toda la situación a Sakura le preocupaba un detalle así. — Es que guardo un dragón detrás de este parche. — Dijo Suo de forma teatral. — Qué idiota. — Dijo Sakura molestándose ligeramente. La sonrisa de Suo se ensanchó. — ¿En serio no preguntarás por qué estoy aquí o qué soy? — preguntó. — Eres un fantasma, es evidente. — Dijo Sakura. Y Suo soltó otra risa. ¿Cómo podía este chico ser tan puro? No le asustaba que fuera un fantasma, ni siquiera se lo cuestionaba. — Y tú eres tan adorable. — Dijo Suo. Sakura se sonrojó y lo señaló. — No digas cosas así. — Dijo con un tono elevado. Suo se quedó en silencio. De pronto puso una cara seria y se quedó mirando al sol esconderse. — ¿Sabes por qué te sigo? — Preguntó Suo. — No. — Contestó Sakura. — — ¿Te molesta? — La voz de Suo tembló ligeramente. Sakura se acercó un par de pasos. — Tampoco. — Dijo con honestidad. Sakura no sabía por qué la presencia del fantasma se sentía bien, cálida. Le gustaba que estuviera ahí rondando. Y no sabía por qué su estómago se llenaba de mariposas si lo pensaba demasiado. El ocaso se estiró en un silencio cómodo. … Fue esa misma tarde de octubre cuando ocurrió lo inevitable. Suo sintió cómo era arrastrado, ya no le quedaba tiempo vagando por el mundo de la vida. — Prométeme una cosa, Sakura. Prométeme que me buscarás cuando tu vida se apague. — Pidió Suo en un último suspiro desapareciendo ante los ojos de Sakura. — Lo prometo, Suo. — Murmuró Sakura, Suo ya no le podía escuchar. Sakura buscaría a Suo en esta vida y en otras porque él era su fantasma.