Su hombre lobo | HiraSako
22 de octubre de 2025, 18:47
Hiragi Toma era un hombre lobo. Era un secreto, ni siquiera su persona favorita lo sabía.
¿Y quién era su persona favorita? Pues Sako Kota, un brujo con cierto elitismo contra las criaturas mágicas. Decirle que era un hombre lobo a él podría acabar en catástrofe.
No quería arriesgarse a perder al brujo, porque otro secreto era que lo amaba así con todo: con su mal humor, con su adicción a los pastelitos y té, con su gusto por la música jazz, con esa habilidad para crear pociones extrañas y de legalidad dudosa, con su excentricismo. Amaba a Sako con todo lo que suponía amar a ese chico.
Así que Hiragi se conformaba con estar cerca de Sako, con escuchar hasta su ritmo cardíaco y olfatear el aroma sutil de perfume y dulces del brujo.
…
Sako amaba a Hiragi. Sí. Siempre quiso seguirlo, estar a su lado, aunque el hombre no poseyera magia.
Al principio quiso creer que solo era una amistad profunda, que le gustaba que no lo hubiera rechazado por ser brujo. Pero no. Había algo más. Para empezar: no era amistad, era amor. Un amor tan inmenso que amenazaba con desbordarse de sus entrañas.
Sako tenía pensado confesarse. No sabía cómo hacerlo. Era torpe y solo de imaginar ser rechazado se le helaba la sangre. No quería pasar por tal humillación, pero amaba tanto a Hiragi que callarse el sentimiento ya no era una opción.
Decidió confesarse en el baile de otoño que celebra el origen de la magia. Podía invitar a quien quisiera así que era una buena idea. Solo había dos problemas: el baile restringía la entrada a criaturas mágicas y esa noche sería luna llena, lo que prohibía totalmente la entrada a Hiragi sin que Sako lo supiera.
…
“no”
“no puedo”
“Es que tengo un compromiso anterior”
Basura. Sako lo intentó. De verdad que intentó invitar a Hiragi, pero este solo se negó, no le dio una respuesta clara. Solo que no podía, que tenía otro compromiso.
Sako sabía que algo estaba ocultando Hiragi, así que decidió usar un hechizo de rastreo y se sorprendió al saber que mientras él estaba en el baile, Hiragi estaba en el bosque.
¿Qué diablos hacía en el bosque? Sin pensarlo dos veces se apareció en el bosque justo en la ubicación que dictaba el hechizo de rastreo.
Y lo primero que alertó a Sako fue el ruido de pisadas y los aullidos. ¿Qué mierda era eso? ¿Un hombre lobo?
La mente de Sako trabajaba rápidamente sabiendo que estaba en peligro, pero su cuerpo no se movía, no regresaba al baile, algo le decía que se quedara allí.
Un gran lobo negro apareció ante él. Debió asustarle, debió sentir repugnancia por el pobre humano que poseía la maldición de la luna, pero solo sintió curiosidad porque los ojos que poseía el lobo eran los de su amado, así que no tuvo miedo.
El lobo lo miró como si lo reconociera, se acercó hacia él olfateándolo como si lo estuviera reconociendo.
Sako podía sentir su corazón latir con frenesí. No era por pánico ni por la adrenalina del momento, no. Lo supo, en ese instante supo que ese lobo era Hiragi. Su Hiragi.
Hizo un hechizo con las manos haciendo que alrededor del cuello del lobo apareciera una bufanda roja.
— Hace frío esta noche, lobo bonito. — Dijo en un susurro cariñoso.
El lobo inclinó la cabeza como si estuviera confundido. Sako soltó una risa suave.
— Hiragi, sé que eres tú y no me das asco si es lo que te estás preguntando. Sé cuáles son mis ideas, pero pueden irse al demonio por ti. — Dijo aún con el mismo tono.
Sako se sentó en la hierba del bosque e hizo aparecer una manta. Se quedaría en bosque con su hombre lobo durante todas las lunas llenas, empezando por esa.
El lobo se relajó visiblemente. Hiragi quería volver a su forma humana, pero hasta el amanecer no podría así que se acostó en la hierba cerca de Sako. La bufanda era calentita y mullida. Nunca pensó que Sako fuera tan dulce con él. No imaginó que sería así su revelación.
Y ahora lo amaba más. Y Sako lo amaba más a él.
Porque todo brujo necesita a su hombre lobo.