ID de la obra: 1402

La cura para el amor

Het
R
Finalizada
2
Tamaño:
78 páginas, 40.191 palabras, 25 capítulos
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Más lágrimas

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Piper entreabrió los ojos cuando una luz blanca se perfiló frente a ella. Instintivamente buscó aferrarse cuidadosamente a su pequeño bebé. Solo para darse cuenta, con un nudo en el pecho, que no estaba en sus brazos.  —Calma, Piper, tranquila —era la voz de Prue, a centímetros de ella—. Estamos aquí. —¿Mi bebé...? —murmuró, cansada pero ya más tranquila. Sus ojos se adaptaron a la luz y ella pudo ver a Leo con el pequeño. La luz provenía de él. Parecía el hombre más feliz del mundo al tener a su hijo en brazos, al verlo por fin cara a cara. Piper sonrió, inundada de la paz que provenía del amor que sentía al ver a su pequeño sano y salvo. Nunca quiso separar a Leo de Wyatt, todo lo contrario, si esa situación no se hubiera producido, las cosas hubieran sido infinitamente más fáciles. Ella seguía sintiendo esa inmensa dulzura por su ángel, pero por supuesto, no se podía decir lo mismo de lo que sentía por Cole. Entonces se dio cuenta de que no lo había visto y se volvió para buscarlo. —¿Dónde está mi salvador? Phoebe estaba ahí, a su derecha, Paige a su izquierda y Prue más allá. Las tres pusieron una expresión diferente a la que hubieran llegado a mostrar antes. Fue una expresión bastante compleja, como la que se hace después de un suceso grande que te deja roto y desvalido. Devastado. —¿Dónde está Cole, chicas? —preguntó, esta vez con un hilo de voz, temiendo lo peor. Las tres miraron hacia una esquino más allá, donde un cuerpo yacía en las sombras. El corazón se le detuvo, como si de la nada se hubiera apagado o se lo hubieran arrancado del pecho. A pesar del malestar, aunque las heridas ya no estaban abiertas ni sangrando, Piper se incorporó trabajosamente.  Fue hasta él con los ojos llenos de lágrimas mientras las demás intentaban detenerla.  —Sigues débil, Piper. —Prue intentó hacerla quedarse donde estaba. Pero ella no escuchó. Tropezó entre piedras y polvo hasta llegar a él, con las lágrimas cayendo sin freno. —¿Qué fue lo que pasó? —sollozó ella al acercarse al hombre del que se enamoró. Leo suspiró con pesadumbre antes de levantar la vista del bebé dormido. Su luz se aplacó varios tonos al mirar a su esposa junto al demonio. Las manos de la mujer se manchaban con la sangre que aún empapaba en pecho del hombre.  —Sigue respirando... —murmuró, en su tono se traslucía la resignación— Cuando llegamos, lo vimos luchando con algo que solo él oía. Antes de que se apuñalara. Piper abrazó a medias al demonio inconsciente, el alivio que sentía era increíble. Una risa de pura dicha se le escapó mientras sentía que su piel seguía siendo tibia y el pulso no había abandonado su cuerpo. Seguía vivo, aunque había perdido mucha sangre. Apenas, pero vivo. —Nosotras no nos dimos cuenta —dijo Paige—, todas caímos inconscientes... pero cuando Leo nos dijo que Cole te había llevado, pensamos lo peor. —Y no estábamos mal —atizó Prue, con cierto resquemor—. Mira el símbolo en el techo de la cueva, es de la fuente.  —Él no lo hizo por maldad —les dice Leo con un suspiro—. La cueva está marcada por la Fuente, pero el sello está roto. Él no lo sabía, pero la llevó justo al corazón de su poder. —¡Cállense! Las chicas miraron a Phoebe, que estaba un poco más apartada del resto y miraba al suelo. —Él se sacrificó por ella ¿no lo ven? se sacrificó porque seguro la fuente lo controlaba y quería que matara a Piper... si Leo no lo hubiera salvado curándolo, ahora estaría muerto como él decidió hacerlo para salvarla... Dejen de juzgarlo, lo que hizo, lo hizo por amor. Piper besó las mejillas del hombre hasta que el movimiento de sus párpados le robó el aliento. Él despertó con sorpresa. Cole parpadeó con la mirada desenfocada, confundido ante la visión de la mujer frente a él.  —Piper... Ella lo besó en los labios y volvió a abrazarlo con fuerza y mucho alivio.  —Pensé que te perdería... —confesó, aferrada a él como si nada en el mundo fuera más sagrado en ese momento— Pensé que me habías dejado sola... —Aquí estoy —la tranquilizó con dulzura—... solo que no sé cómo. Sus ojos bajaron a la herida que se había hecho al apuñalarse en el pecho, pero cuando ambos vieron, solo la tela rota y la sangre ya coagulada revelaba el área del daño. Su piel estaba intacta, sin ningún indicio de corte o herida siquiera. —Leo te salvó —intervino Prue—. Te encontramos en el momento exacto, por eso pudo curarte y salvarte antes de que murieras. Cole miró hacia Leo, el ángel no sonreía pero se obligó a hacerlo. —No podía haber hecho nada menos. —expresó con modestia—. Salvaste al amor de mi vida. Yo mismo te debo mi felicidad, aunque deba entregártela después. Ambos hombres se miraron un segundo y Cole le dio sus más sinceras y honestas gracias, a lo que Leo contestó con un asentimiento de reconocimiento. Piper no evitó sentirse ampliamente culpable por ello, por lo que ella no alzó la vista, sino que se mantuvo aferrada al demonio. —No sé qué pasó, pero... —Cole soltó una risa entre nervioso y confundido— pero Piper, tengo una noticia maravillosa para ti. Cuando ella se apartó de él, Cole la tomó por ambos lados del rostro para verla a los ojos. Con ternura, él apartó las lágrimas que aún corrían por las mejillas de la bruja y depositó besos suaves por ellas para reconfortarla. —Todo esto lo hizo la fuente, él quería al bebé y por eso nos implantó estos sentimientos. Querían un demonio poderoso detrás de ti para protegerte de los que querían el poder de Wyatt. Para que después yo le entregase al bebé...  —¿Wyatt? —leo alzó la vista para mirarlos con suma sorpresa— ¿Lo nombraste Wyatt, como yo? Piper volteó con cierta melancolía hacia él. —Espero que no te moleste... —se disculpó. Leo echó la cabeza hacia atrás antes de reir de júbilo y euforia. —¡Es lo mejor que me has podido conceder, Piper!  Todos sonrieron al ver al padre e hijo reunidos al fin. Piper pensó, con sorpresa, que las cosas no pudieron haber salido de mejor forma, hasta que regresó a lo que Cole había estado diciendo. —Espera... significa que ahora podemos tomarnos la pócima ¿cierto? la fuente aún puede recurrir a ti para herir al bebé.  —Ya no, Piper. Porque destruimos parte de su hechizo cuando destruimos los fetiches que había bajo nuestras camas. —Pero... —ella lo miró sin comprender— pero sigo sintiendo esto por ti... Cole la besó con emoción largamente antes de soltarla. —Y yo por ti. Créeme que sí —respondió Cole con una sonrisa débil, antes de besarla una vez más—. Lo que sentimos es real. La Fuente no tuvo nada que ver… esto, Piper, es amor de verdad. Hubieron más lágrimas esa noche, pero todas fueron de felicidad.   ...Tiempo después...   La poción, la cura para el amor, no fue utilizada nunca. Pero en la mansión Haliwell se conservan ambas botellas en una vitrinita de vidrio en el ático, junto al libro de las sombras. Una vez la madre de las hermanas usó un anillo que suprimía el amor, el cual fue desechado. Pero estas botellas son diferentes. Piper y Cole acordaron guardarlas por lo que significaban más que por su uso original. La creación de la poción fue la que los unió, porque fuera del tiempo que pasaron juntos, solo un sentimiento oscuro y quizá demasiado lujurioso los movía el uno hacia el otro. Pero con el tiempo, fueron formando algo real fuerte y duradero. Ahora, Cole vivía en la mansión con las hermanas Haliwell. La convivencia era algo extraño, porque Cole ya antes había vivido con ellas por Phoebe. Fue extraño para él empezar una nueva vida con otra de las hermanas, la más casta e inocente, dirían algunos, la más ajena a él. Pero con el tiempo se fue aclimatando. Paige lo aceptó rápido, al igual que Prue, Phoebe sentía todo demasiado incómodo para soportarlo al principio, por lo que frecuentemente pasaba los días con su pareja hasta que al final se mudó con él. No obstante, todos hicieron lo posible por olvidar lo pasado y los rencores que pudieron surgir con los errores. El apuesto demonio tenía ahora una nueva misión, era el protector de Piper y del pequeño Wyatt. Aunque el bebé crecía y sus poderes se iban manifestando a medida que pasaba el tiempo, eso no impedía que los demonios, y más que nada la fuente de todo mal, siguiesen buscando la forma de hacerse con su poder. La fuente no se rindió con Cole, pero él no se dejó amedrentar ni manipular nunca. Los ataques de los demonios eran frecuentes, pero eso no impedía que los Haliwell se abrieran paso. Cada vez, conseguían volverse más fuertes y así conseguir repeler cada nuevo ataque y mala situación. Los enemigos eran muchos, pero juntos podían con ellos. Pasado un tiempo prudencial, Piper aceptó a Cole en su cama y por fin pudieron consumar ese amor que habían estado cosechando a fuego lento por tanto tiempo. Y fue tan indescriptible y maravilloso como ambos deseaban. Cuando por fin pudieron, su amor los llevó a conocerse todavía más, hasta ser uno mismo. Volvían a ser felices, más de lo que nunca lo habían sido hasta el momento.  Las dificultades seguían yendo y viniendo, pero eso no impedía que siguieran amándose. Y cuando algo surgía entre ambos que los hacía dudar de lo que tenían, lo que sentían el uno por el otro, veían esas pociones en sus viales. El color neón resaltaba en los frasquitos, y traía los recuerdos de otros tiempos, más desesperados, más fogosos, pero menos reales que lo que tenían en ese momento. Cuando estaban en silencio, el uno junto al otro, parecía que nada importaba y que todo a la vez tenía un sentido diferente.  La poción de curar el amor, sin beberla o usarla de ninguna forma, realmente les produjo un amor diferente, uno más poderoso que el que les infundieron. Por eso no podían deshacerse de ella, no porque la fueran a necesitar en un futuro, sino porque les recordaba el valor que tenía su esfuerzo y los giros que podía dar la vida. Se amaban, eso era todo lo que necesitaban saber.                     FIN
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