ID de la obra: 144

Lejos de tus ideales.

Mezcla
NC-21
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9
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planificada Maxi, escritos 914 páginas, 436.654 palabras, 42 capítulos
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Capitulo XIV. Luna parte I.

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La luna es la misma representación de la seguridad. Eso fue lo que pensó aquel ser mientras observaba a aquella muñeca, dormir entre almohadas y cobijas, como si ella no hubiera pasado algo tan traumático, simplemente ya hacia ahí tranquila mostrando su linda carita pura llena de vida, notando como respiraba con calma y dulzura. El prototipo no podía imaginar que ella alguna vez le dijo esas palabras en dado momento de su vida, siempre comprendido lo que le decía y ahora más que nada entendía a que se refería con la seguridad que traía la misma luna. Ella misma es esa representación, ya que se había esforzado tanto por sus hijos que a veces el prototipo simplemente se sintiera celoso, porque ella logro algo que el nunca haría. Un poco de paz en ese infierno para los hijos no deseados. La conciencia de Poppy comenzó a despertar como una bruma que se disipaba lentamente en la madrugada. Primero fue el calor suave que la rodeaba, el peso delicado de las mantas cubriéndola y la suavidad de las almohadas bajo su cabeza. Era una sensación extraña, desconocida, como si estuviera envuelta en una calidez que no recordaba haber experimentado en mucho tiempo. Sus dedos se deslizaron inconscientemente por la tela, aferrándose ligeramente a ella, mientras sus ojos se entreabrían con cautela, dejando entrever el azul profundo de su mirada adaptándose a la penumbra. Parpadeó despacio, su vista enfocándose poco a poco. Aún sumida en esa somnolencia, intentó orientarse, pero apenas empezaba a ubicarse, una ráfaga de recuerdos cayó sobre ella: el enfrentamiento, el dolor, la traición, y él... El Prototipo. Su corazón dio un vuelco y, de golpe, se incorporó en la cama, su respiración alterada mientras sus ojos se movían rápidamente, inspeccionando su entorno. No estaba segura de cómo había llegado allí ni por qué se encontraba en ese lugar tan... cómodo. Una leve sensación de calor ascendió a sus mejillas cuando notó que estaba vestida nuevamente, con su ropa arreglada y cuidada, como si alguien se hubiera tomado el tiempo de devolverle cierta dignidad mientras dormía. ¿Él...? ¿El Prototipo la había vestido? Al recorrer la habitación con la mirada, su vista se detuvo en la imponente figura metálica del Prototipo, recostado cerca de ella, formando un círculo protector a su alrededor. El brillo frío de su estructura era un contraste marcado con la calidez de las cobijas que él había dispuesto. Su cuerpo rígido y metálico, sin embargo, parecía transmitir una especie de cuidado extraño, casi... ¿nostálgico? Poppy sintió que su corazón latía con fuerza, un torbellino de emociones agitándose dentro de ella. Él estaba allí, protegiéndola, como si ese simple acto estuviera cargado de una promesa tácita. —¿Prototipo...? —murmuró, su voz apenas un susurro que rompió el silencio. La confusión y la vergüenza se entremezclaban en sus ojos, sus labios temblando ligeramente mientras intentaba comprender sus sentimientos y sus intenciones. El Prototipo levantó una mano de metal, y sus dedos se movieron en un gesto de silencio. —Shhh... Calla —murmuró con voz grave, aunque su tono no era áspero, sino algo cansado— Estoy durmiendo. Poppy contuvo una sonrisa irónica. Sabía que él no necesitaba dormir, ni comer, ni ninguna de esas necesidades humanas, pero parecía que disfrutaba pretendiendo tener esos hábitos. Sin embargo, ella no podía permanecer en silencio; no después de todo lo que había pasado. Sentía la urgencia de respuestas que bullían en su mente, una necesidad ardiente de comprender y, quizás, encontrar un propósito en esta nueva alianza. —No puedes simplemente pedirme que guarde silencio. —dijo, su tono firme aunque teñido de vulnerabilidad—. Necesito saber... qué pasó realmente. Lo último que recuerdo es que me desmayé... El Prototipo exhaló un suspiro, una acción casi humana que parecía calmar el ambiente. Sus ojos adquirieron de nuevo ese brillo carmesí, su mirada penetrante clavándose en la de ella. Durante un momento, sus facciones metálicas parecieron suavizarse, aunque solo fuera una ilusión en su rigidez inanimada. Sabía que Poppy no se conformaría con la incertidumbre. Su necesidad de respuestas siempre había sido uno de los rasgos que él, en el pasado, había encontrado entrañables. —Siempre fuiste curiosa, Luna —murmuró, y el sonido de aquel apodo olvidado trajo una oleada de memorias, cargadas de dolor y una cierta melancolía— Tienes muchas preguntas... y yo, más respuestas de las que puedes imaginar. Poppy sintió que su respiración se aceleraba. Ese nombre, "Luna", la hizo estremecerse, evocando recuerdos vagos de su relación pasada, momentos de cercanía, de esperanza. Tragó saliva, intentando calmarse, pero no podía evitar la marea de emociones que la invadían. —Entonces... respóndeme. —susurró, mirándolo fijamente, su voz temblando entre la curiosidad y el reproche—. ¿Por qué... por qué me diste esta calidez, Sol? El Prototipo, al escuchar esa pregunta, permaneció en silencio un instante. Finalmente, comenzó a levantarse, su estructura metálica reluciendo tenuemente en la penumbra, dejando de rodearla con su cuerpo. Su mirada se desvió hacia la oscuridad de la habitación, como si sus pensamientos estuvieran lejos, en algún rincón de su propio dolor y propósito. —Tú misma lo dijiste: "el enemigo de mi enemigo es mi amigo". Pero... —se volvió hacia ella, su voz más fría y calculadora— no te confundas. No somos amigos... por ahora, solo me sirves más como aliada. Sé que tienes un plan, y te ayudaré con eso... pero a cambio, Elliot y Harley deben sufrir en el proceso. Poppy asintió, una mezcla de decepción y resignación invadiéndola. Quizás había esperado un atisbo de esa cercanía perdida, una chispa de la conexión que habían compartido en otro tiempo. Pero era ingenuo pensar que el Prototipo pudiera simplemente volver a sentir. No obstante, aceptaría su alianza, porque, en el fondo, compartían un mismo deseo de venganza. Quizás, solo quizás, este era el primer paso en un nuevo camino, uno que podría conducirlos a un terreno desconocido, y tal vez a ella, a un cambio en su propia vida. Poppy respiró hondo, reuniendo fuerzas para hablar, mientras sus ojos recorrían la figura imponente y distante del Prototipo. Había tanto que quería decirle, tantos sentimientos sin resolver que habían quedado atrapados en los huecos de su alma desde la última vez que se vieron. Pero ahora, él parecía más lejano que nunca, convertido en algo frío y calculador, como si el tiempo hubiera borrado cualquier vestigio de lo que alguna vez compartieron. —Gracias —murmuró Poppy, agradecida por el gesto del Prototipo. Con algo de descanso y aquellas palabras, la muñeca comprendió que, al menos por ahora, él podía mostrar una pequeña amabilidad hacia ella. Decidida a no perder más tiempo, se levantó de esa cama improvisada y, con movimientos rápidos, se sacudió las cobijas de encima. Como un hábito profundamente arraigado, comenzó a peinarse el cabello con los dedos, deshaciendo las ligas y volviendo a trenzar sus mechones en su característico peinado. Para Poppy, su aspecto era algo importante, una muestra de control y dignidad que, incluso en circunstancias difíciles, la ayudaba a mantener su compostura. El Prototipo la observó en silencio mientras ella arreglaba su cabello. Algo en esa acción cotidiana despertó en él una nostalgia inesperada, un recuerdo enterrado, pero aún doloroso. Recordó aquellos días lejanos cuando Poppy solía quedarse con él durante las noches, y cómo, cada mañana, ella se levantaba, se arreglaba, y prometía regresar al anochecer. Esa imagen de su rutina compartida le había traído consuelo en el pasado. Pero la dulzura del recuerdo se tiñó rápidamente de amargura al recordar lo fácil que fue para ella marcharse sin mirar atrás. Ese pensamiento le provocó un nudo en el pecho, y aunque su rostro inmutable no lo mostrara, el Prototipo sintió el peso de esa pérdida. Trató de ahogar el dolor, de convencerse de que sus sentimientos no eran más que restos de una época lejana, insignificantes en comparación con la frialdad que ahora debía imponer sobre sus emociones. Sin embargo, mientras la miraba en silencio, el recuerdo persistía, y por un breve instante, el Prototipo se permitió aceptar lo que no podía borrar: el vacío que ella había dejado. —¿Qué hora es? —Pregunto la muñeca. —5 am, pronto abrirán la instalación, es mejor que te retires. —Explico 1006. —En un rato llegara mi esbirro a ayudarte con tus planes. La muñeca asintió mientras hacia una reverencia como agradecimiento. — De nuevo gracias 1006, lo esperare con gusto. —Poppy volvió a levantar su mirada. —Me asegurare que estos días sean productivos, si todo sale bien entonces la próxima semana Elliot y Harley sufrirán un golpe horrible. —Pronuncio con esa mirada fría y en sus ojos se mostraba una llama ardiente por quemar poco a poco a esos dos hombres. Dicho esto, la muñeca comenzó a caminar hacia la ventilación donde había llegado, mientras el prototipo miraba como se retiraba, al mismo tiempo que los pequeños juguetes salieron de su escondite para tomar las almohadas y cobijas que trajeron para ocultarlos, pues nadie debía saber lo ocurrido de esa noche. —Poppy. —El prototipo la llamo. Cuando Poppy abrió la ventilación, se detuvo en seco y lanzó una mirada de reojo al ser que permanecía estoico, esperando su respuesta. —¿Si que pasa? —Pregunto ella curiosa mientras observaba esperando una respuesta de su ahora aliado. El prototipo se quedó en silencio unos segundos, evaluando sus palabras antes de hablar con su tono grave y calculador. —¿Por qué no llevabas nada debajo de tu vestido? La pregunta fue directa, sin rodeos, pero cargada de una intensidad que hizo que Poppy sintiera un escalofrío recorrer su espalda. No se atrevió a girarse completamente, pero sus dedos se aferraron con más fuerza al borde de la ventilación. —¿A qué te refieres? —respondió con un intento de indiferencia, aunque su voz titubeó levemente. 1006 no necesitaba aclararlo. Su mirada, aún fija en la muñeca, hablaba por sí sola. Poppy mordió su labio, sintiéndose repentinamente vulnerable otra vez. —Porque es cómodo estar así —respondió, encogiéndose de hombros como si no fuera gran cosa. El Prototipo ladeó la cabeza con lentitud, analizando su respuesta, su lenguaje corporal, la forma en que evitaba mirarlo directamente. —¿Cómodo? —repitió, como si le costara creerlo— ¿De verdad crees que es cómodo estar tan... expuesta? Poppy lo miró por encima del hombro, una ligera sonrisa que no alcanzó a ser amable apareció en sus labios. —Es más simple, no tengo que preocuparme por nada más —contestó con tono evasivo. —¿Qué importa eso ahora? 1006 permaneció impasible, pero en su mente, algo se retorcía. Poppy, la delicada muñeca de la fábrica, con todas sus cicatrices expuestas, desprotegida incluso en los más pequeños detalles. Lo hacía sin intención o sin darse cuenta... o quizá, muy en el fondo, lo sabía. Y eso lo irritaba. —Importa —declaró con firmeza— No quiero que vuelvas a andar así. La orden estaba implícita en su tono, como si no necesitara decir más. Poppy apretó los labios y sintió un ardor extraño en el pecho. ¿Desde cuándo tenía derecho a decirle qué hacer? Y peor aún... ¿por qué una parte de ella no encontraba la fuerza para discutirlo? Poppy parpadeó, sorprendida por la firmeza en su voz. Sus pequeños dedos tamborilearon contra el borde metálico de la ventilación, como si estuviera valorando sus opciones. Rebelarse no tenía sentido, pero ceder tan fácilmente tampoco le gustaba. —No puedes decirme qué hacer —musitó finalmente, sin girarse del todo, pero sin irse tampoco. El ojo metálico de 1006 parpadeo un poco. —Lo acabo de hacer. Su tono no era burlón ni amenazante, solo frío, como si su palabra fuera un hecho inquebrantable. Poppy se mordió la lengua para no responder impulsivamente. Él siempre hablaba así, como si cada decisión que tomara estuviera respaldada por una lógica incuestionable. El silencio entre ambos se hizo más denso, cargado de algo que ninguno estaba dispuesto a admitir del todo. 1006 no necesitaba escuchar su respuesta. Para él, el asunto estaba cerrado. Sin embargo, en Poppy aún persistía una leve incomodidad, una sensación de peso en el pecho que no tenía nada que ver con la conversación previa. Ella suspiró profundamente, los puños apretados, y apoyó la frente contra la fría superficie metálica de la ventilación, como si buscara consuelo en el contacto helado. —Sol... El apodo escapó de sus labios antes de que pudiera detenerlo, como una palabra olvidada que se le escapaba sin poder evitarlo. El Prototipo se quedó inmóvil, como si el aire mismo hubiera dejado de circular a su alrededor. Aquella palabra, su antiguo apodo, caló en su ser de manera extraña, como un eco lejano de algo que había quedado enterrado. ¿Era nostalgia lo que sentía? No estaba seguro, pero algo en su interior se había movido. Lentamente, giró la cabeza hacia ella, su ojo rojizo brillando con una intensidad nueva, diferente, como si por un momento, la máscara del despiadado ser que era se hubiera resquebrajado. —¿Por qué me llamas así? —su voz se tornó más suave, casi vacilante, como si estuviera sopesando sus propias palabras.— Sabes bien que lo que teníamos terminó. Poppy mantuvo la mirada baja, sus labios apretados en una línea tensa, pero no dijo nada. El silencio que se instaló entre ellos era denso, pero necesario. No podía dar marcha atrás ahora. Había algo que necesitaba decirle, algo que solo él podría escuchar. Con un suspiro que parecía hacerle peso al aire, finalmente alzó la vista, sus ojos azules reflejando una mezcla de sentimientos que ni ella misma lograba entender completamente. —Porque... necesito hablar contigo. Pero no como el Prototipo, ni como lo que eres ahora. Se giró completamente hacia él, un paso decidido en su postura. —Necesito hablar con Sol. La habitación pareció hacerse aún más silenciosa, como si esas palabras suspendieran el tiempo por un momento, abriendo una puerta que ambos sabían que no podían cerrar tan fácilmente. Ese nombre, que solían usar en tiempos más simples, era una elección de ambos, una forma en la que habían decidido identificarse mutuamente, lejos de nombres fríos y mecánicos como "Poppy" o "1006/Prototipo". "Sol" y "Luna" eran más que simples apodos: eran un eco de quienes habían sido, de los sentimientos que compartieron en otro tiempo. Quizás ya no se llamaban con el mismo amor de antes, pero esos nombres aún guardaban un consuelo mutuo, una chispa de comprensión en medio de la distancia que los separaba ahora. Y, de alguna forma, al regresar a esos antiguos nombres, abrían juntos una puerta hacia un nuevo comienzo en lo desconocido. —Se que es mucho pedir, pero necesito que le des tiempo libre a tu hijo. —Pidió la muñeca. —¿Cuál es el propósito de tu pedido? —Catnap y Dogday deben alejarse y mantenerse ocultos, en especial ellos dos. Catnap debe evitar visitar o ir a los laboratorios, ya que desgraciadamente lo que va a pasar podrán cizañarse con él y Dogday después de lo ocurrido con Elliot por obvias razones debe mantenerse alejado de todo eso, es mejor que ellos se mantengan a salvo. —Explico con tranquilidad. El prototipo entendió a que se refería, sabía que podían lastimar a Catnap, en especial porque Poppy iría por todo. Pero al escuchar que Dogday estaba en la misma situación, comprendido a que también quería llegar. Ambos necesitaban estar juntos y apoyarse, algo que hace décadas le negaron a él mismo y a Poppy. No iba a cometer el mismo error, no con su hijo. —Entiendo. Tu encárgate del plan, yo me asegurare de lo otro. —Eso fue todo lo que dijo, antes de que Poppy asintiera y se retirara. Dejando al dios frio, pero más sereno ante sus nuevos planes. *゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* Catnap se encontraba a acorrucado en su cama, no había dormido muy bien en toda la noche, a veces se despertaba porque Dogday comenzaba a llorar entre sueños, parecía que no podía dormir ya que cada vez que cerraba sus ojos los recuerdos de aquellos horribles momentos volvían a inundar su cabeza, lo que hacía que el perrito solar volviera a sollozar, lo que provocaba que Catnap se tensara y no tuviera de otra más que liberar su gas rojo, ya que la tercera pesadilla de Dogday había provocado que este despertara gritando. El felino lunar se encontraba con unas ojeras prominentes mientras miraba a su lindo novio, que ya al fin estaba dormido después de esas horribles pesadillas, se preguntaba seriamente que clase de horrores habrá visto como para que comenzara a comportarse tan deprimido. Catnap se daba una idea de que probablemente Dogday se haya enterado de la realidad sobre su creación. Aunque no podía estar seguro cuando ni siquiera el perrito estaba consciente, ya que realmente se veía perturbado y distante cuando lo trajo a su cuarto. El pobre felino solo suspiro cansado realmente mareado por toda la situación y la falta de sueño no ayudaba en nada, estaba un poco contento que al menos su novio durmiera, pero no podía quitarse la angustia de no saber lo que ocurría. Así que decidió levantarse de la cama poco a poco, para no despertar a su lindo perrito que seguía acostado, aunque el movimiento y la falta del calor corporal de Catnap hizo que comenzara a despertarse. Dogday abrió poco a poco sus ojos para ver la imagen borrosa de Catnap que estaba a punto de salir del cuarto, lo que provocó que el líder rápidamente se levantara y estirara su mano para detenerlo, ya que el miedo se apodero de él sintiendo que si se quedaba solo moriría. —¡CATNAP! —Lo llamo desesperado mientras sus ojos volvían a ser cristalinos por las nuevas lagrimas que comenzaban adornar sus ojos. El felino se detuvo en seco sorprendido por ese grito, por lo que se volteo rápidamente observando la imagen del perrito solar, que se encontraba sentado en la cama con las cobijas enredadas en sus piernas y una de sus manos levantadas, como si quisiera tocarlo. Catnap por un momento sintió un poco de irritación, por supuesto estaba cansado, necesitaba dormir y la ansiedad no le ayudaba en nada para calmarse, en especial cuando sabía que tener a Dogday despierto significaba de dar más de su energía, que a duras penas tenía para cuidarlo. — Oh perrito...—Murmuro agotado, volviendo hacia el nombrado que de nuevo ya estaba sollozando como un can herido, soltando pequeños hipos. El felino lunar se acercó con una suavidad insólita, sus pulgares trazando líneas invisibles al limpiar las lágrimas de Dogday. Sus movimientos eran tan delicados que parecían un susurro en la piel, un intento casi desesperado de calmarlo, de apaciguar la tormenta en sus ojos. Sin embargo, al ver que eso no era suficiente, algo en su expresión se endureció con decisión. No había marcha atrás. Acercó el rostro de Dogday hacia el suyo, sus ojos encontrándose en una fracción de segundo, un espacio de duda y deseo entre ellos. Y entonces, sin titubear, el felino lunar inclinó su cabeza y presionó sus labios contra los de Dogday en un beso suave, profundo, que sellaba algo más que una simple caricia. Los labios del felino eran cálidos y suaves, moviéndose con una ternura que electrizaba cada rincón de la piel de Dogday. Un leve cosquilleo se extendió desde el punto de contacto, como un pulso que latía en sus bocas unidas. Mientras sus labios se entrelazaban, el mundo alrededor de ellos parecía desvanecerse, y Dogday podía sentir la calidez, el toque firme y a la vez cuidadoso con el que el felino lunar sostenía sus mejillas entre sus manos. Cada segundo del beso se sentía eterno y etéreo, una mezcla de vulnerabilidad y conexión que lo hacía profundamente real. Al final, cuando sus labios se separaron, ambos quedaron con un ligero cosquilleo en la boca, la sensación persistente de aquel contacto como una caricia que aún flotaba en el aire. —¿Mejor? —Pregunto Catnap entre respiros suaves, pues no iba a negar que ese beso lo había encendido, pero tenía que calmarse, ya que su prioridad es el bienestar de su lindo novio. Dogday comenzaba a respirar con un poco de dificultad, en especial cuando su pecho se sentía bastante pequeño cuando su corazón latía con tanta fuerza por sentir como sus labios, cosquilleaban por aquel gesto tan dulce. Ambos terminaron por pegar sus frentes, disfrutando del toque y el calor ajeno. —Si. —Pronuncio en un hilito de voz el sol, mientras se calmaba y sus lágrimas por fin cesaban. —¿Ya me dirás lo que ocurrió? —Volvió a preguntar la luna. —Si. —El sol contesto sabiendo que pronto debía enfrentarse a la realidad de las cosas, pero al estar al lado de Catnap sentía que podía enfrentarse a cualquier peligro y Salir victorioso, porque aquella luna le daba esa sensación de seguridad y confianza que necesitaba en esos momentos más precarios. —No será fácil Catnap, así que te voy a pedir... que por favor me escuches hasta el final, sin interrumpir. —¿Tan fuertes es lo que me tienes que decir Doggy? —Canal estaba curioso y preocupado a la vez, solo necesitaba confirmar algo en su mente, para poder prepararse mentalmente del golpe de información que recibiría. —Lo es, Kitty... solo por favor... no reacciones de forma impulsiva, ¿me lo juras? —Pregunto el perrito esta vez alejándose, mirando con esperanza y al mismo tiempo temor al felino que muchas veces por ser impulsivo se metía en horribles problemas. Catnap no tuvo de otra más que aceptar, ya que sabía que su novio hablaba muy enserio y poco como reaccionaba se notaba que no sería nada fácil de asimilar. — Lo juro. —Dijo aquel gato sin dudar. —¿Por el meñique? —Dogday levanto su meñique queriendo que sea una verdadera promesa. A lo que Catnap también levanto el suyo y lo enrollo con el meñique contrario, para sellar aquel juramento para acabar con ese misterio de una vez por todas. —Por el meñique... ahora cuéntame perrito, ¿Qué fue lo que paso?, ¿Y porque tienes un horrible golpe en tu cara? Dogday solo tomo las manos de su novio para entrelazar sus dedos, y tomo una gran bocanada de aire para después liberarlo poco a poco. —Catnap, escucha con atención lo que te diré, porque no es nada fácil lo que sabrás... Fue entonces que el sol le conto todo, empezando por cómo es que Elliot lo llevo a los laboratorios y como ese sínico le contaba como obtenían los órganos de los juguetes, fue difícil para relatar la forma en la que habían desollado vivo a Jason, aquel niño tan dulce y hermoso que solo deseaba tener una familia y vivir con sus grandes sueños, que ahora los habían pulverizado. No pudo evitar llorar de nuevo, pero estaba tan deshidratado que ya no había más lágrimas. Pero Catnap al escuchar eso, no cambio su expresión, era como si no se hubiera inmutado. Definitivamente él ya sabía desde mucho antes, así que el internamente confirmo el tipo de información que poseía Dogday, pero no se esperó ni lo más remoto lo siguiente. —Carajo... si, de verdad es asqueroso lo que Elliot les hizo a esos pobres bebes, realmente solo pienso que es una horrible pesadilla, en especial porque cuando cierro mis ojos, solo puedo ver el cuerpo de Jason mutilado... y duele...—Confeso Dogday abrazándose a sí mismo, mostrando su dolor ante lo que vio con el pequeño. —Pero eso no es todo... realmente, lo que le hicieron a Poppy es mucho peor... —¿Poppy? —Pregunto Catnap sin comprender del todo, solo se hizo una pregunta, ¿Por qué Poppy tenía que ver con el relato? —Catnap... la verdad... es que Poppy es nuestra madre. —Pronuncio en un murmullo que el felino escucho y fue entonces que todo su cuerpo se congelo, entro en un shock al escuchar tales palabras que no lo pensó mucho cuando comenzó a reír un poco, por la misma situación. Sonaba tan absurdo eso. La risa comenzó como una chispa, pero pronto creció en algo más estridente, como si estuviera intentando negar la incomodidad que esas palabras le causaban, en especial cuando afirmaba la palabra "nuestra", haciendo que Catnap realmente se sintieran fatal, porque eso significaba que ¿Habían cometido un tipo de incesto?, no lo sabía y Catnap a esas alturas se arrepintió de querer saber. —¿Nuestra madre? —Su voz se quebró al decirlo, como si la propia idea le pareciera una broma cruel. —Eso es... eso es absurdo —murmuró entre risas, aunque su tono estaba marcado por una incredulidad palpable. Catnap se echó hacia atrás, casi como si la risa fuera una defensa contra la confusión que se apoderaba de él. Su mirada se nubló, perdida entre la sorpresa y el desconcierto. ¿Poppy? La misma Poppy que había tratado como una enemiga, como una figura distante y casi irreconocible... ¿era realmente la madre de todos ellos? La risa se apagó rápidamente en su garganta, y la confusión lo envolvió por completo, en especial porque Dogday ni siquiera se reía, solo lo miraba con una expresión apagada y seria, dejando en claro lo que pasaba. Solo así el felino lunar entendió que lo que decía es una verdad cruel. Porque de inmediato Dogday le conto absolutamente todo lo que paso después, de cómo utilizaban los óvulos de Poppy para crearlos, de cómo lo llevaron con el prototipo y lo hicieron observar cómo lo torturaban, al mismo tiempo que el perrito tuvo un arrebato con Elliot y como termino con más golpes en su pobre carita tierna. Catnap se quedó en silencio, sus pensamientos convertidos en un torbellino imparable. Lo primero que lo sacudió fue la imagen del Prototipo siendo torturado, un concepto tan aterrador y doloroso que le resultaba casi imposible de procesar. Para él, el Prototipo era su padre, el único ser que le había enseñado a sobrevivir en ese mundo despiadado. Pensar que alguien había sometido a su figura paterna a semejante tormento hacía que un calor oscuro se encendiera en su pecho, una mezcla de rabia y miedo que amenazaba con desbordarse. El silencio de Dogday le confirmó que sí, y Catnap sintió un nudo en la garganta. Quiso preguntar más, exigir detalles, pero las palabras se le atoraron. El resentimiento contra Elliot creció hasta el límite de lo soportable. Pero cuando Dogday le contó sobre el golpe que había recibido, Catnap sintió que algo en su interior se rompía. Dogday, con su carácter tierno y gentil, ¿había tenido que soportar el abuso directo de Elliot? Una chispa de furia pura se encendió en él, y sus garras se hundieron en el suelo mientras apretaba los dientes. —¿Elliot te golpeó? —preguntó, casi en un gruñido, conteniendo la furia que le consumía. Sabía que un arrebato en ese momento no resolvería nada, pero el simple hecho de imaginar a alguien dañando a Dogday, quien era la luz en medio de la oscuridad, lo hacía desear vengarse en ese mismo instante—. ¿Cómo se atrevió a hacerte eso...? Catnap tuvo que detenerse, inhalar profundamente y calmarse, pero el eco de su rabia no se desvanecía. Finalmente, se llevó una mano a la frente, intentando procesar todo lo que había escuchado. — ¿Qué pasara a partir de ahora? —murmuró, tratando de recobrar el control. Sabía que tanto los planes de Dogday como los de Poppy estaban ahora en peligro, y el trato con el Prototipo tambaleaba de forma alarmante. Catnap no sabía que Poppy había hablado ya con el Prototipo, y la incertidumbre le pesaba en los hombros— ¿Esto... pone en riesgo lo que habíamos planeado? Miró a Dogday, buscando respuestas. Estaba en shock, confundido por la verdad sobre Poppy, esa figura que su propio padre había envenenado en su contra. ¿Cómo podía reconciliar lo que sabía de ella con esta nueva información? Lo único claro era que, debía mantener a su perrito a salvo, porque su protección ante los abusos se había ido y probablemente para siempre. —Poppy pidió una reunión de emergencia con el prototipo, no sé de lo que hablaron...—Explico Dogday recordando lo que haría la muñeca. — Pero solo deseo que todo salga bien... yo realmente lo arruine todo Catnap... —¡No!, Dogday, tú no has arruinado nada, realmente... sería muy inhumano que no reaccionaras ante todo lo que viste y viviste, simplemente creo que sería la reacción de todos aquellos que estuvieran en tu pelaje. —Calmo el gato lunar siendo que no permitiría que su novio se auto despreciara, cuando en su lugar hubiera reaccionado de peor manera. Dogday no pudo evitar abrazarlo y hundirse en el pelaje de su pecho, estaba feliz por tener a Catnap como su novio, no podía evitar sentirse seguro y en paz, a pesar de esa experiencia tan traumática. Pero aun así no podía dejar de sentir un tormento con tan solo recordar aquellas imágenes de pesadilla, aunque una pregunta se formó en su mente cuando le conto todo, ¿Por qué no reacciono a lo de Jason? —Gracias Kitty, todo ha sido muy horrible en estas horas... siento como si fuera un mal sueño. —Dijo el perrito solar, separándose en el proceso al mismo tiempo que miraba sus manos buscando que solo fuera una alucinación. Así que solo suspiro realmente cansado por todo. —Catnap...— Lo llamo. —¿Si, Doggy? —Pregunto el felino tratando de mantenerse calmado, a pesar que en su interior sentía una rabia ciega contra Elliot y Harley. —¿Tus sabias lo que les pasaba a los niños? —Dogday fue directo con su pregunta y su mirada se mantuvo seria. Catnap fue tomado por sorpresa tanto que retrocedió, nunca pensó que Dogday lo descubriría, pero ya para ese momento se dio cuenta que no servía fingir o mentir, no cuando el perrito tenía tanta confianza en él. No podía simplemente lastimar a su novio, ni mucho menos ya ocultarle sus secretos. —Si...—Menciono sin mucha explicación. —¡Catnap!, ¡¿Por qué nunca me lo dijiste?! —Pregunto el can realmente molesto, pensando que, si lo hubiera sabido, tal vez hubiera evitado muchas cosas, pero de nuevo solo era su complejo de héroe reaccionando por él. —Porque sabía cómo reaccionarías, perrito... —la voz de Catnap se suavizó, cargada de una sinceridad amarga. Estaba tan acostumbrado a ocultar su angustia detrás de una fachada de indiferencia, pero ahora no podía ocultar lo que realmente sentía. —Te conozco... y sé perfectamente que, incluso cuando tenías ese favoritismo, no podrías haber hecho nada para evitar que se los llevaran. Y el pensar que no podías hacer nada, que solo te quedabas impotente mirando cómo los niños se desvanecían... Eso te habría devastado. Sabía que, si te enterabas, te habrías sumido en una depresión tan profunda que no podría haber hecho nada para sacarte de ella. Y, sinceramente, temí que eso te llevara al final... a tu propia muerte. Catnap bajó aún más la mirada, sus hombros pesados con la carga de sus palabras. Su expresión se tornó sombría, tan sombría como el dolor que sentía al haberle ocultado esa verdad, al haberse visto obligado a mentirle. Aunque su intención no había sido herirlo, el hecho de que Dogday lo hubiera descubierto lo sumía en un mar de culpa y responsabilidad. El dolor de saber que había jugado con sus sentimientos lo atormentaba. —Como ahora... —añadió, mirando de reojo a Dogday. Sus ojos reflejaban una preocupación tangible. —Solo mírate... Esto es lo que temía. Y está pasando. Estás reaccionando así porque no soportas la impotencia. Y, para ser sinceros... Dogday... —sus palabras se entrelazaban con la pena—... creo que esto nos está llevando por un camino que no habíamos anticipado. Un camino peligroso para todos. Dogday, por su parte, sentía una mezcla de emociones intensas que luchaban por liberarse. La rabia era palpable, pero ahora también había un nudo de tristeza en su garganta, y un profundo sentimiento de traición. —Entiendo... pero aun así... no puedo evitar sentir rabia por haberme ocultado algo tan horrible. —Dijo mientras se abrazaba sintiendo como su corazón dolía ante como Catnap le ocultaba cosas. —Catnap... por favor es solo que hay tantas cosas horribles, que simplemente saber que me las ocultas me duele... —Lose... pero es por tu propio bien Dogday. —Explico el felino. EL perrito no dijo nada, solo se encogió queriendo desaparecer, pero sintió como alguien tomaba sus hombros, lo que hizo que alzara su vista para encontrarse directamente con la mirada de su novio, la cual poseía un gesto bastante tranquilo y preocupado, pero a pesar de todo sentía calidez y seguridad, como si Catnap fuera realmente su protector y su ángel guardia. Así que el felino lunar lo que hizo fue tomar sus mejillas con dulzura para poder apretarlas un poco. —No quiero perderte. No a ti. —Dijo en un tono triste y deprimente, ante esa posibilidad de perder a su novio. Dogday, sintió cómo su corazón latía con fuerza, inundado de una mezcla de amor y culpa. Sabía que Catnap no lo había hecho todo por maldad, sino por una necesidad de protegerlo, de evitarle el dolor. Pero, aun así, ese dolor era real. Su pecho se llenó de un deseo intenso de abrazarlo, de ofrecerle consuelo, de calmar sus propios temores. Finalmente, con voz entrecortada, Dogday respondió, apenas capaz de articular las palabras que luchaban por salir. —No me perderás... no sucederá... pero... esto es tan difícil, Catnap. Todo esto... me duele tanto. Dogday respiró hondo, intentando calmar el torbellino de emociones que luchaba por controlarlo. Las palabras de Catnap eran un bálsamo, pero también una dura realidad que aceptar. No quería ser solo un protegido, quería ser alguien en quien Catnap pudiera confiar completamente, alguien que pudiera enfrentar la oscuridad a su lado. —Catnap... quiero ser alguien en quien confíes —susurró, levantando su mirada, ahora decidida— No quiero que me sigas ocultando cosas... sea lo que sea, quiero enfrentarlo contigo. Quiero ser fuerte para ti, como tú lo eres para mí. Un brillo de afecto asomó en los ojos de Catnap, y con un toque suave, apoyó su frente contra la de Dogday. Ambos permanecieron en silencio, dejando que la conexión que compartían les brindara la calma que tanto necesitaban. —Doggy, tienes mi confianza absoluta. Prometo no guardarte nada... mientras hagas lo mismo. —Pidió el felino lunar, llegando a un acuerdo con Dogday mutuo, haciendo que el perrito asintiera así que no dudo en abrazarlo y dejarse caer en su pecho para poder escuchar como siempre su corazón, para poder sentirse seguro en sus brazos. Catnap correspondió y hundió a su novio contra su cuerpo, la cual con ese gesto tan lindo no pudo evitar ronronear con lo a gusto que se sentía en su nido de amor. —Prometo que no te guardare nada Kitty. —Prometo el perrito solar sonriendo, sintiendo como el peso de toda la información comenzaba a liberarse, sintiéndose más ligero gracias a la compañía de su novio que ahora le daba ese confort que necesitaba. Después de unos minutos Catnap se alejó un poco para mirar Dogday un poco serio, ya que con ese trato ahora lo cumpliría y le diría todo lo que sabia, algunos secretos de juguetes realmente peligrosos aun así involucrando a Crafty y a Bubba, en especial a Bubba cuando ese elefante había ayudado exclusivamente a operar a los niños para crear nuevos juguetes, sabía que Dogday cambiaria contra él, pero no le importaba ya que había hecho un trato con su novio y no iba a permitir, que nada lo separara de su lado. —Dogday, hay algunas cosas que debes saber. Así que escucha con atención perrito, porque no será fácil decirlo. —Pronuncio con seriedad a lo que el nombrado asintió ya que Dogday también tenía información, referente al pasado de su dios, la cual también debía saber a como diera lugar. Dogday lo miró con determinación, asintiendo lentamente al escuchar el tono firme de Catnap. Podía sentir que algo pesado se avecinaba, que esas palabras lo arrastrarían a un lado de la verdad que tal vez nunca había querido ver. Pero su resolución era firme; había prometido no volver a huir ni a negar lo que le ocultaban. Catnap tomó aire y, sin desviar la mirada, comenzó a contarle la verdad sobre Bubba. Describió con calma, pero también con una gravedad palpable, cómo el elefante había trabajado en secreto, colaborando en horribles experimentos en los que los niños eran sometidos para extraer materiales, conocimientos y, a veces, incluso fragmentos de sus recuerdos. Explicó cómo Crafty, su querida amiga, también había estado involucrada, pero no en esos experimentos si no más que ella es una seguidora leal del prototipo. Dogday escuchaba en silencio, sus ojos se ensombrecían con cada revelación, aunque sus manos permanecían apretadas, firme en su promesa. Sabía que esto sería difícil, pero nada lo había preparado para escuchar cómo aquellos a quienes alguna vez había llamado amigos tenían sus propias sombras y secretos. Cuando Catnap terminó, Dogday lo miró, tomando aire profundamente antes de compartir su parte del trato. Con voz trémula, le habló lo que descubrió del prototipo y de Poppy, de los secretos que había descubierto sobre su "padre". Catnap asintió mientras escuchaba, procesando cada palabra como una pieza que encajaba directamente a las dudas que poseía cuando se traba de ellos dos. Ambos quedaron en silencio, compartiendo una mirada cargada de emociones indescriptibles. Sabían que el peso de sus secretos los había cambiado, y que ya nada sería igual. Pero también comprendieron que esta verdad compartida los unía de una forma más profunda. —Entonces, ¿a partir de ahora...? —murmuró Dogday, sin necesidad de terminar la pregunta. —A partir de ahora no hay secretos entre nosotros, pase lo que pase —le aseguró Catnap, tomando su mano y entrelazando sus dedos con los de Dogday. Ambos se miraron por última vez en silencio, antes de asentir en un acuerdo silencioso. Mientras ambos pegaban sus frentes, Catnap ronroneaba y Dogday movía su cola de forma emocionada, delatando su tranquilidad y felicidad al estar con el felino lunar. Estaban preparados para enfrentar juntos cualquier verdad, cualquier sombra que se interpusiera en su camino, y aunque el futuro fuera incierto y peligroso, ya no lo recorrerían solos. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* En ese mismo día, horas después. Poppy se encontraba en su cubículo designado mirando nuevos documentos que sus aliados le habían entregado bajo la investigación que pidió, después de encontrarse con 1006, ella desde temprano comenzó a trabajar para poder recolectar información, por supuesto había adquirido una oportunidad de oro, la cual no desaprovecharía por nada en el mundo, además sabía que si iba a reunirse pronto con Elliot debía tener un as bajo la manga, para mantenerlo a raya, ya que pronto él la llamaría y el infierno se desataría con esos dos cuando llegara el momento. Concentrada en su trabajo ni siquiera se dio cuenta cuando uno de los juguetes comenzó acercarse a ella, hasta llamarla dando un suave golpe a la puerta, haciendo que la muñeca reaccionara y mirara de reojo a la recién llegada. Identificando directamente a quien la llamaba. — Oh, Rabie Baby, querida. Que sorpresa verte por aquí jeje, ¿Necesitas algo? —Pregunto amablemente la dulce muñeca, tratando de mantenerse calmada ya que al final no esperaba a nadie, todos sus aliados estaban ahora mismo trabajando en lo pedido por ella, en especial más ahora que los trabajadores ya estaban en su hora de la jornada. Poppy por supuesto que sabía su nombre, ella sabía el nombre de todos sus hijos, esa la condición que le puso a Elliot cada vez que tenía que dar nuevos óvulos si era requerido, siempre que llegaba un nuevo juguete se le daba su expediente solo para conocer su nombre, después de todo una madre debe conocer a sus hijos. El murciélago miraba con frialdad a la muñeca, ya que no podía creer que alguien tan pequeña realmente fuera la madre de todos, aun no lo aceptaba y en cierto punto estaba en negación que Poppy fuera su creadora. Ya que su lealtad aun es hacia al prototipo, su verdadero padre y el salvador de ellos. —Lamento interrumpirte Poppy, pero el prototipo me mando exclusivamente. —Pronuncio como si no fuera nada. Lo que hizo que la muñeca, rápidamente se levantara de su asiento y se acercara a ella, aunque claro con lo pequeña que es solo podía caminar sobre su escritorio. —¡Espera!, Querida... no puedes hablar de eso tan fácilmente y más aquí, vamos acércate y platícame por favor. —Pidió Poppy un poco alarmada a lo que el murciélago asintió caminando hacia ella para quedar a cm enfrente de ella, tuvo que bajarse un poco para al menos quedar a su altura. —Mi señor, me mando contigo para poder ayudarte. —Explico la hembra sin importarle mucho las palabras, después de todo pensaba que al servirle a Poppy probablemente sería bastante aburrido. Pero lo que realmente no se espero fue la reacción de la muñeca. Poppy, al escuchar las palabras de Rabie Baby, dejó de sonreír de forma cordial. Su expresión cambió inmediatamente, y una mueca malévola se formó en su rostro, una que no dejaba lugar a dudas sobre la naturaleza de sus intenciones. Su mirada se oscureció, y un aire gélido empezó a rodearla. A pesar de su tamaño, la muñeca irradiaba una presencia imponente, como si todo el espacio a su alrededor se hubiera vuelto peligroso. —Ah, el Prototipo ha sido... muy generoso al enviarte, querida —dijo en un tono tan afilado como una cuchilla oculta bajo una sonrisa encantadora—. Rabie Baby, no tienes idea de cuánta ayuda podrías llegar a serme. Rabie observó a la muñeca con una mezcla de sorpresa y desconfianza. A pesar de que no podía evitar sentirse desconcertada por esa mueca, algo en la postura y los gestos de Poppy la hacía sentir que su presencia ya no era solo la de una simple "madre" o líder. Algo más profundo se estaba cociendo en la mente de la muñeca. —Por supuesto, estoy aquí para... servir —respondió el murciélago, manteniendo su compostura fría mientras sus ojos brillaban con un atisbo de emoción contenida. Sabía que un espíritu tan calculador como el de la muñeca prometía intrigas, juegos de poder y emociones que pocas veces encontraba en otros aliados. —Oh, y vaya que lo harás, querida. Tengo una lista de... personas problemáticas en esta empresa. Ya sabes, empleados que no siguen las reglas, o con acciones cuestionables contra nosotros. Algunos de ellos incluso se creen fuera de mi alcance —dijo Poppy, sus ojos oscuros fijos en el murciélago—. Pero tú, mi querida Rabie Baby, serás mis ojos y oídos entre ellos. Necesito que observes, que escuches. Que te asegures de que ninguno de estos empleados se salga de la línea. Y si lo hacen... —hizo una pausa, con una sonrisa gélida— ya veremos lo que les espera. El murciélago observaba sin saber qué pensar. La muñeca estaba tan pequeña, pero con tal determinación en su expresión, que algo comenzó a cambiar dentro de ella. Sin quererlo, Rabie Baby se sintió atraída por esa energía, por esa seguridad en sus palabras. Algo le decía que Poppy no era solo una líder, la intensidad de la muñeca le hacía sentir un respeto renovado. Sino una fuerza con un propósito tan aterrador como imparable. Sin darse cuenta, una chispa de emoción se encendió en ella y comenzaba a comprender porque su señor la tenía como aliada. —Tú mandas, Poppy. Prometo que nada escapará a mi vigilancia, pero... ¿Qué harás con esos problemáticos? —preguntó el murciélago, su tono teñido de una curiosidad oscura, después de todo no podía evitar su naturaleza chismosa. Poppy la miró con una frialdad casi calculadora antes de inclinar la cabeza hacia un lado, con una sonrisa ladeada. —Oh, querida, No tienes que preocuparte por ellos, solo me asegurare de que jamás vuelvan a estorbarnos, después de todo ustedes merecen tener un lugar seguro sin que nadie los moleste. —Entonces, que el juego comience —murmuró Rabie Baby con una sonrisa apenas contenida, volviendo a levantarse para salir. Mientras el murciélago se alejaba, Poppy la miró con satisfacción y volvió a sus documentos, su mente fría y calculadora moviéndose a toda velocidad en la planificación de los siguientes pasos. Sabía que el Prototipo podría observar, pero eso solo hacía que el juego fuera aún más interesante. Con su nueva espía y su mirada fija en Elliot y Harley, estaba lista para desatar el caos contra ellos y hacer que no volvieran a tocar a sus hijos. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* La luna miraba a su solecito que dormía plácidamente en su cama, no fue un día tan pesado, básicamente los dos se quedaron encerrados en el cuarto, después de que Elliot expulsara a Dogday, nadie lo vino a buscar, por lo que solo quedaba con sus antiguas tareas y como Hoppy ya tenía ayuda con otros juguetes para cuidar los niños, la asistencia de Dogday no era necesaria en absoluto, por lo que tuvo un día libre, a excepción de Catnap que se escapó de sus responsabilidades, cosa que es muy común en el felino. Ambos estaban acorrucados, disfrutando del calor mutuo y disfrutando de la compañía. Catnap estaba contento de que al fin el perrito se alejara de ese asqueroso monstruo, ahora podía estar con él por horas sin que nadie pudiera evitarlo. Aunque claro, aunque no lo quisiera este en un rato debía salir, ya que literalmente pronto debía visitar a su padre. En especial por las nuevas cosas que sabía de él, tenía que confrontarlo por varios motivos. Ni siquiera sabía lo que había pasado después de que Elliot corrió a Dogday, así que un poco irritado. Catnap se levantó de a poco dejando a Dogday aun descansando, a lo que tapo con su cobija para darle más comodidad a su lindo novio y así poder salir del cuarto, dejando que durmiera con tranquilidad. Mientras el felino se retiraba de su hogar, para comenzar con su trabajo como apóstol. Ante sede que se diera cuenta ya al fin había llegado a la sala donde estaba su padre, quien lo esperaba ansiosamente, en especial porque ambos sabían que debían hablar después del fracaso que ocurrió ayer por culpa de Elliot. —Mi señor, he venido a verlo, ya que necesitaba hablar con usted sobre algo importante. —Pronuncio el felino lunar mientras se arrodillaba. El Prototipo lo observó desde la penumbra de la sala, su silueta apenas visible, proyectando una presencia intimidante que siempre lograba imponerse sobre todos, incluso sobre Catnap. A pesar de la confianza que Catnap sentía por su señor, algo en su pecho le recordaba las palabras de Dogday, el peso de las verdades reveladas sobre Poppy y el pasado del Prototipo. — Levántate, Catnap, —ordenó el Prototipo con una voz fría y resonante—. No tienes por qué arrodillarte ante mí, tú eres mi más fiel apóstol, un reflejo de mi propia voluntad. Catnap se levantó con cautela, pero la incomodidad persistía en su pecho. Recordó las palabras de Dogday, la revelación de que Poppy era la madre de todos los juguetes, y el hecho de que alguna vez había existido una relación romántica entre ella y el Prototipo. Ese conocimiento no solo lo desconcertaba, sino que también sembraba dudas y cuestionamientos que ahora tenía que resolver. Necesitaba respuestas, aunque sabía que enfrentarse a su señor en este tema era un riesgo. Catnap se mantenía en silencio mientras observaba al Prototipo, pero algo en su interior no podía evitar sentirse inquieto. Desde que Dogday le había contado sobre Poppy, las palabras y las revelaciones sobre el pasado del Prototipo y ella seguían rondando en su mente. No era solo la relación entre Poppy y el Prototipo lo que lo preocupaba, sino la sensación de que algo en su propia lealtad comenzaba a tambalear. El Prototipo, siempre perceptivo, lo notó inmediatamente. Su mirada profunda se clavó en el felino, como si estuviera desnudando sus pensamientos. No se le escapó la leve incomodidad que Catnap trataba de ocultar, la tensión en su cuerpo que delataba un cambio en su actitud. — ¿Qué te preocupa, Catnap? —preguntó con una calma inquietante, su tono sereno pero cargado de una autoridad que no dejaba espacio a mentiras. Catnap intentó disimular, pero sabía que no podía esconderlo. Bajó la cabeza, mirando al suelo por un momento antes de levantar la mirada para enfrentarse a su señor. — Es solo... algo que me dijeron, mi señor. —su voz era baja, titubeante— Sobre Poppy... y usted. El Prototipo frunció el ceño, pero no mostró signos de enojo. En cambio, su expresión se endureció de manera que Catnap comprendió que la conversación no sería tan simple como pensaba. — ¿Dogday te habló sobre eso? —dijo con un tono más grave, raspando un poco el suelo con sus dedos metálicos, su ojo brillaba con una mezcla de curiosidad y cautela— Supongo que Poppy no se contuvo al decirle sobre lo nuestro. Catnap asintió, sintiendo cómo la tensión se acumulaba entre ellos. Sabía que este momento llegaría, pero no esperaba que fuera tan pronto. No podía evitar sentir que el peso de la verdad sobre su creadora y el Prototipo se cernía sobre él con la fuerza de un huracán. — Sí, mi señor... él me dijo sobre su relación y sobre lo que ella es de mi o de todos los juguetes. —su voz vaciló un poco al pronunciar esas palabras, como si fuera consciente de la importancia de lo que estaba revelando. El Prototipo lo observó durante un largo momento, sus ojos fijos en él, evaluándolo. Finalmente, habló, pero su tono era diferente, más sombrío. — Es cierto, —admitió con una leve sonrisa amarga. — Antes de que tú existieras, Poppy y yo... tuvimos algo. Una relación, si quieres llamarlo así. Algo que parecía prometedor, pero por ciertas personas eso termino. Ahora nuestras metas son diferentes y otras similares. Catnap escuchaba con atención, intentando digerir las palabras de su señor. A pesar de todo, había algo en la forma en que el Prototipo hablaba que le indicaba que, aunque la relación había terminado, aún había algo de rencor, tal vez de dolor, detrás de esa fachada de frialdad. — Pero eso ya quedó atrás. —continuó el Prototipo, su voz volviendo a adquirir un tono más autoritario— Lo que importa ahora es lo que Poppy representa para nosotros. Y sí, la situación ha cambiado. Ella ya no es nuestra enemiga, Catnap. Después de todo lo que sucedió, hemos llegado a un acuerdo. Poppy se ha convertido en una aliada invaluable, aunque con sus propios intereses, por supuesto. Esta semana, se avecinan cambios radicales. Algo que ni tú ni yo esperábamos. Catnap frunció el ceño, sintiendo una ola de incertidumbre. Sabía que, si el Prototipo hablaba de cambios radicales, algo grande se avecinaba. Pero las siguientes palabras del Prototipo le helaron la sangre. — A partir de ahora, Catnap, —dijo el Prototipo con voz firme—, Las zonas donde están los laboratorios ya no estarán abiertas para ti, y tampoco podrás visitarme como antes. Hay nuevas órdenes que Poppy y yo hemos establecido, y los cambios que implementaremos no serán fáciles de digerir para muchos, especialmente para ti. Catnap parpadeó, atónito. Su cuerpo se tensó al escuchar las palabras de su señor, el miedo comenzando a crecer en su interior. Sabía que el Prototipo nunca tomaba decisiones sin una razón sólida, y lo que estaba sugiriendo no era algo trivial. — Pero... ¿por qué, mi señor? —preguntó Catnap, la preocupación evidente en su voz. — Yo soy su apóstol, su sombra. ¿Por qué no puedo seguir a su lado, como siempre lo hice? El Prototipo lo miró fijamente, y algo en sus ojos reflejó una mezcla de pesar y protección. — Porque sé lo que vendrá, Catnap. —su voz se suavizó, pero su mirada era intensa, como si estuviera tratando de transmitir todo el peso de lo que estaba a punto de ocurrir. — Te lo dije por tu propio bien. Poppy y yo hemos tomado decisiones que cambiarán el curso de todo. Y las tensiones se elevarán. Hay demasiados factores en juego, y sé que sufrirás al ver cómo las cosas se desarrollan. No quiero que te veas atrapado en la ira del fundador, ni mucho menos bajo las órdenes del científico loco. El silencio en la habitación se hizo profundo, y Catnap no sabía qué decir. El miedo comenzó a apoderarse de él, un miedo desconocido, un miedo a lo que el futuro traería. Sabía que, con los cambios que se avecinaban, el camino hacia adelante sería incierto, peligroso, en especial porque ahora no solo él estaba involucrado si no su novio. — Entonces, ¿qué debo hacer? —preguntó, su voz casi un susurro. El Prototipo suspiró, su mirada dura pero también cargada de una extraña compasión hacia su "hijo". — Hasta nuevo aviso, Catnap, no saldrás de Sweet Home. Mantente alejado de las áreas conflictivas. El cambio será fuerte. Y tú, como todos, tendrás que adaptarte. A veces, el dolor es necesario para el crecimiento. Catnap asintió lentamente, aunque su corazón latía con fuerza. No podía evitar temer lo que venía, temer el cambio que se avecinaba, pero algo en él sabía que, al final, tendría que enfrentarlo. Ya no quedaba otra opción. —Como usted ordene, mi señor. —Eso fue lo último que dijo, antes de comenzar a retirarse, sabiendo que, ahora, el Prototipo predicaría su palabra sin él. Catnap iba a extrañarlo, por supuesto. A pesar de no ser su creador, el Prototipo lo había criado desde que tenía memoria, y siempre había sido más que un simple señor para él. —Catnap. —La voz del Prototipo lo llamó suavemente, pero con firmeza. El felino se detuvo, su curiosidad lo instó a volver la mirada. —Mantente a salvo, y cuida al seguidor de Poppy. —El tono del Prototipo era firme, pero en sus palabras, Catnap percibió algo más. No era solo una orden, sino una súplica silenciosa, una advertencia cargada de un afecto más profundo de lo que Catnap esperaba. Catnap asintió, su mente atrapada en la mezcla de emociones que aquel momento le despertaba. A pesar de la firmeza en la voz de su señor, detectó una leve humanidad que, aunque rara, le revelaba algo que jamás habría esperado: el Prototipo era consciente de la influencia de Poppy en él, de cómo aquella figura de seguridad y protección se había arraigado en su ser, como una luna que ilumina en la noche más oscura. Mientras Catnap daba media vuelta para retirarse, el Prototipo lo observó en silencio, meditando en la ironía de la situación. Aunque él había criado a Catnap para ser su fiel reflejo, comprendió en ese instante que el felino era más parecido a Poppy que a él mismo Catnap, en su afán de proteger a Dogday y los que amaba, había heredado esa responsabilidad de ser algo más. Poppy había dejado su marca en él, un vestigio de compasión que ni el Prototipo había logrado borrar. Algo en su interior se calmó al comprender la conexión que existía entre Poppy y él. Aunque el Prototipo había sido su creador, su figura paterna, en muchos aspectos, Poppy era la luna que siempre había representado la seguridad para todos los juguetes. Y ahora, esa seguridad recaía en él, como un reflejo que fue heredado de la madre de los juguetes, y por alguna razón un pensamiento cruzo por su mente sintiendo un poco de molestia y nostalgia ante aquella figura felina que se alejaba. Catnap respiró hondo, asintiendo con la cabeza, entendiendo por fin la magnitud de lo que se esperaba de él. El felino abandonó la sala, el peso de las expectativas se posaba sobre sus hombros, pero por primera vez, sintió que las palabras del Prototipo sobre su seguridad y protección cobraban un verdadero significado. Ahora, tenía que ser esa luz para Dogday que lo necesitaba. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* Pronto antes de que se dieran cuenta los días pasaron y como era de esperarse, la noticia de la pelea de Elliot y Dogday se expandió como un fuego abrazador en bosque, y con ello llego la incertidumbre como el miedo entre los juguetes y en algunos trabajadores. Por meses habían cambiado muchas cosas y más positivas que negativas, los juguetes al fin podían celebrar de una paz y un respeto que siempre anhelaron en sus sueños, pero gracias a Dogday que estaba bajo las alas de Poppy esto se había logrado, por supuesto aun había casos realmente lamentables donde aún no se respetaba al 100%. Gracias a estos cambios había trabajadores que se alegraban, ya que por ende a ellos se les dio aún más libertades dejando atrás muchos abusos de poder que desgraciadamente hace tan solo un año era muy normal, pero ahora Dogday no solo representaba esa esperanza y brillo en ese lugar para los juguetes, sino que también algunos humanos también lo miraban con admiración. Pero ahora que se había descubierto aquel horrible rumor sobre la perdida de aquel sol para que siguiera manteniendo el orden, ahora parecía que se habían vuelto en una neblina de inseguridad porque ya no sabían si Elliot volverían a sus viejas tácticas. Aunque claro tampoco se sabía mucho del mismo fundador. Después de todo Elliot después de lo de Dogday se había encerrado y no había salido por días, ni siquiera para dar cara a los rumores, los únicos que sabían de su condición solo eran Harley y Poppy. EL científico en jefe al tener el cargo de los laboratorios, no le afecto en absoluto que Elliot cayera en crisis, por lo contrario, parecía verse más feliz. Pero Poppy fue la que tuvo que tomar el liderazgo de la fábrica, lo que hizo que la muñeca de inmediato al tener ese poder en sus manos, no dudo en hacer valer y reafirmar los derechos de sus hijos y de los mismos trabajadores, para que no hubiera inconvenientes, después de todo ahora la muñeca estaba haciendo que sus planes se volvieran más fuertes, además de que habría aprovechado esa valiosa oportunidad para hacer que su espía ahora pudiera tener la absoluta libertad de todo de investigar. Además, que Poppy también había una que otra investigación, sobre los mismos movimientos financieros y otras cosas cuestionables de Elliot como un a bajo la manga, para mantener a ese imbécil controlado y no tocara el trato que hizo con ella respecto los juguetes. Aunque claro sabía que nada servía que Elliot firmara un contrato, ya que al ser juguetes básicamente no podían llevar nada legal, porque los humanos en general no sabían de su propia existencia, pero a pesar de estar todo en su contra para Poppy, fue todo lo contrario, porque ahora que había recolectado una enorme cantidad de datos e información, y de tener aliados realmente fuertes a su lado con unos cuantos humanos en su mano, podía hacer que una "pequeña" filtración pudiera acabar con todo el imperio del bastardo. Pero esa sería su última carta, la última esperanza y si no funcionaba, ella se encargaría de darle al Prototipo la oportunidad para traer su salvación. A ese punto la muñeca ni siquiera había dormido nada, por estar al pendiente de documentar todo y controlar absolutamente todo a su alrededor. Después de todo como madre debía mantener todo en orden para sus hijos. —Hasta ahora no hemos tenido algunas bajas, pero me preocupa que hayan dejado en hiatos el programa de los Smalling Critters. Eso realmente me es alarmante. —Dijo una voz de un hombre bastante mayor, la cual sonaba en el teléfono de oficina. Sonaba bastante serio y preocupado por sus propias finanzas, después de todo es uno de los proveedores de Playtime.Co la cual su compañía y la de Elliot tenían una fuerte amistad estrecha, la cual ambos ayudándose mutuamente en los negocios habían crecido bastante. —Le aseguro señor Smith, que su dinero está en buenas manos. No tiene que preocuparse por las bajas ventas o algo por el estilo, después de todo tarde o temprano teníamos que dar un tiempo al programa, nuestros actores y productores merecen un descanso después de llenar nuestros bolsillos. —Explico Poppy quien sostenía el teléfono de escritorio, mientras hablaba con el señor. Por supuesto ahora ella atendía ahora las tareas de Elliot y entre ellas manejar a los proveedores. Aunque claro unos si o si tenían una regla estricta de solo comunicarse con Poppy por llamada, ya que evidentemente no sabían que ella es una muñeca, mientras que otros muy reducidos podían verla cara a cara para seguir manejando los negocios. —Eso espero, Amelia. Bueno eso sería todo... dígale a Elliot de mi parte, que le deseo una pronta recuperación. —Después de decir eso, el señor colgó. Dejando a Poppy sola, así que ella volvió dejar el teléfono en su lugar, mientras suspiraba cansada. Cuando ella tomaba el control si o si tenía que ser llamada por la hija difunta de Elliot, después de todo Elliot lo mantuvo así, como un seguro cuando este tipo de cosas pasaran ya que Poppy al ser tan longeva, prácticamente sabia como manejar la fábrica por eso podía presumir ser la mano derecha del fundador, aunque le desagradara. Elliot al estar encerrado en su casa, la muñeca se había encargado de todo en su ausencia. Pero en esos momentos Poppy deseaba un descanso después de soportar tanto estrés, ahora se encontraba en la oficina de Elliot que por momento es suya para utilizar, quería maldecir un poco por tratar con ese proveedor fastidioso, cuando de repente Kissy se acercó a ella y le dejo una pequeña taza de té tamaño muñeca para ella, para dejarla en el escritorio donde ella estaba. —Ahí, gracias Missy. —Dijo aquella pecosa con una sonrisa mientras se recostaba en su mini silla específicamente para ella, tomando la taza de té que le trajeron, para tomarla un poco. Ahora que tenía todo listo necesitaba pasar al siguiente plan. Después de todo necesitaba a Elliot para eso, ya que aun había cosas que no podía hacer y entre eso, era despedir gente. —Ese maldito está tardando más de lo que pensé, debería ya haber salido en su nido de miseria y alcohol, para venir a la fábrica y comenzar a ordenar como a molestar a otros. —Pronuncio aquella muñeca dejando en claro su resentimiento por Elliot, al mismo tiempo que miraba a la nada con una frialdad palpable. Solo estaba esperando a que llegara para mostrarle la información de aquellos problemáticos, que no se apegaban a sus metas. Pero hasta eso el fundador aún seguía dejándole más problemas que soluciones, porque ahora que el hombre no estaba, Poppy tenía que seguir aguantándolos, pero Elliot en esos momentos estaba ahogando sus miserias en alcohol y tal vez en una puta barata por ahí. Mientras sobrellevaba la depresión de haber perdido a su lindo juguetito favorito. Poppy ni siquiera había visto al prototipo después de lo ocurrido después de su colapso mental, y para ese momento la muñeca de tan solo recordar con la calidez que la trato después de eso, no podía evitar sentirse feliz y tranquila. Después de todo aun poseía una esperanza de al menos tratar de ser amigos. —"Deberías descansar Poppy, es necesario para tu salud.". —Dijo Kissy en su lenguaje de señas. La muñeca miro de reojo y sonrió con relajación. —Lo siento amiga, pero no puedo... simplemente no puedo hasta que todo esto termine...—Explico dulcemente la muñeca al único juguete que no miraba como una hija, si no más bien como una gran amiga. Porque Kissy a pesar de tener el cuerpo de uno de sus hijos, su diferencia de todos los demás es que poseía la mente, los órganos de una antigua amiga realmente sincera de Poppy, que desgraciadamente sufrió a manos de Harley. Cosa que por alguna razón Kissy, poseía aun aquellos recuerdos cuando era humana, tal vez fue un error de operación u otra cosa, Poppy no lo sabía, pero agradecía profundamente de tener a Missy en ese infierno. Después de todo ella es su amiga especial. —"Si sigues así, Dogday estará más triste". —Menciono de nuevo aquel peluche enorme rosado, a lo que Poppy rápidamente bajo su taza y puso una mueca triste. Por supuesto pocas veces había visto a Dogday, después de lo ocurrido y más con el poco tiempo que tenía porque tenía el doble de trabajo, aunque claro lo último que sabía es que Dogday estaba más calmado y cuidado por Catnap, que en todo momento no se había separado de él, y Poppy al ser la nueva jefa de la fábrica por un periodo, permitió despejando en absoluto a Catnap de sus deberes para que cuidara al 100% del perrito. A parte de que, gracias a su autoridad, las operaciones nuevas habían cesado directamente. Ya que no permitía que ningún niño fuera tocado o que crearan un nuevo juguete, lo que provocaba bastantes problemas con Harley y por lo general llegaba a su oficina a gritarle, pero Poppy siempre lo terminaba mandando a la mierda cada día, pero al mismo tiempo le daba otras tareas de investigación, pero por supuesto no serían suficientes para él porque literalmente tarde o temprano se aburriría y volvería a sus antiguos hábitos con o sin la autorización de Poppy, lo que hacía que la muñeca supiera que tenía un temporizador con ese hombre. —Dogday no tiene que enterarse, por ahora estoy poniendo las cosas en orden. Pero para eso necesito que el fundador regrese, aunque me desagrade la idea—Explico mientras jugaba con sus propios dedos, tratando de calmarse un poco de todo el estrés acumulado. Pero de repente escucho una puerta abrirse y cerrarse de golpe, haciendo que ambas hembras se voltearan para observar al recién llegado, siendo el mismísimo Elliot que también poseía unas terribles ojeras, al mismo tiempo que tenía un traje un poco descuidado, pero a pesar de todo parecía que se había esforzado en venir al trabajo. Pero para Poppy fue un desgrado total porque a pesar de la distancia, podía oler el aroma de alcohol. —¡Vaya forma de enterarme, de que mi hija no me quiere cerca! —Se expreso con desagrado y fastidio aquel hombre molesto. Lo que hizo que Poppy entre cerrara sus ojos sabiendo que ahora tenía que aguantar a un Elliot violento, por lo que rápidamente miro de reojo a Kissy que mirara al fundador bastante tímida y temerosa de que hiciera algo malo, por lo que retrocedió un poco. —Kissy, querida necesito que te retires, necesito hablar con Elliot a solas. —Pidió la muñeca a lo que su amiga indecisa y preocupada a duras penas acepto, sabiendo que es la mejor decisión por momento. Así que la los dejo solos, lo que hizo que Elliot solo gruñera y se acerca a la muñeca. —¿No dirás nada en tu defensa? —Pregunto el fundador irritado. —¿Debería?, después de todo sabes perfectamente que te detesto, jamás perdonare lo que me has hecho. —Respondió la muñeca con sinceridad y una frialdad realmente enferma. —Oh vamos Poppy, ya supéralo... eso fue hace décadas, te prometí que no volvería a violarte y lo he estado cumpliendo. —Dijo Elliot minimizando lo ocurrido mientras solo bufaba y caminaba a su estantería personal para sacar algo de alcohol. —Vaya forma de minimizar algo tan repulsivo, como violar los restos de tu propia hija. —Dijo la muñeca llena de asco y rencor, pero ambos sabían que no podían separarse. Elliot aún se aferraba a Poppy representando su pasado y pensando que era lo único que quedaba de lo que fue, mientras Poppy solo se aferraba a ese hombre porque era el único que podía darles una buena vida a sus hijos y eso era todo. Ambos se necesitaban de alguna forma u otra, así que ambos no dijeron más por sus propios beneficios. —Cambiando de tema, necesito que veas algo de inmediato. —Dijo Poppy mientras mostraba una pila enorme de papeles a su lado del escritorio, siendo la información recopilada de aquellos desgraciados problemáticos. Elliot, con sus ojos cansados pero llenos de furia contenida, se tambaleó hacia el escritorio y tomó los documentos que Poppy le extendía. La atmósfera entre ellos era una mezcla densa de resentimiento y desconfianza, y Poppy no pudo evitar una sonrisa apenas perceptible al ver la atención con la que él analizaba cada página. Elliot hojeaba el contenido con una creciente expresión de odio. Sus manos temblaban al ver las pruebas detalladas de traición: documentos financieros falsificados, registros de llamadas en las que se discutían asuntos confidenciales de la empresa, y correos electrónicos que insinuaban la venta de secretos industriales a competidores. Poppy había recopilado, manipulado y dosificado cada una de estas "pruebas" con precisión para que el impacto en él fuera letal. Cada prueba, verdadera o fabricada, era una herramienta para quebrantar su control y asegurar que el nuevo orden quedara intacto. —¡LADRONES! ¡TRAIDORES! —gritó Elliot, su voz cargada de un desprecio tan visceral que se sentía como un eco de su propia corrupción. Poppy lo observaba con una mirada fría y calculadora. Cada insulto, cada explosión de ira, era música para sus oídos. Sabía que la ira de Elliot nublaría su juicio, que sus propias paranoias lo llevarían a tomar decisiones drásticas. Solo debía guiarlo. —Parece que tu querida empresa está infestada de sabandijas —dijo Poppy con suavidad, su tono goteando veneno mientras sus palabras alimentaban el odio de Elliot—. Y no solo eso... algunos de estos sujetos han estado trabajando de cerca contigo por años. ¿Te das cuenta? Todo el tiempo han estado socavando tu poder. Él lanzó los documentos sobre el escritorio y la miró, su rostro contorsionado de rabia. —No puedo creer que permití que estos... parásitos siguieran aquí. Me confié. Les di demasiada libertad. Poppy asintió, fingiendo comprensión y apoyo, aunque por dentro disfrutaba cada segundo de la desesperación de Elliot. Le indicó con un gesto que había muchos más papeles y pruebas de las que él pudiera imaginar, y con una delicadeza casi teatral, deslizó otro documento hacia él. —Eso, querido Elliot, es solo la punta del iceberg —dijo suavemente, controlando cada palabra como si fueran veneno— Si quieres ver la verdadera traición, la verdadera amenaza a tus espaldas, solo tienes que seguir mis recomendaciones. Porque si decides ignorar lo que te he mostrado aquí, ten por seguro que será el fin de la fábrica. Y no solo eso... puede que todo termine en una filtración masiva. Tus secretos más oscuros, tus operaciones más turbias... ¿De verdad te arriesgarías a que todo esto salga a la luz? Elliot miró a Poppy con una mezcla de ira y miedo. Parecía estar debatiéndose internamente entre su orgullo herido y la cruda realidad que ella acababa de colocar ante él. Era un hombre que había construido su imperio a partir de traiciones y sacrificios, pero ahora, ante la posibilidad de ser destruido desde adentro, su posición tambaleaba. —Tú... —empezó a decir, pero la voz se le quebró un momento, antes de endurecerse de nuevo—. ¿Qué es lo que quieres, Poppy? ¿Qué estás tratando de conseguir con esta "advertencia"? No soy un tonto; sé que todo esto es para protegerte a ti y a esos pequeños monstruos que llamas tus hijos. Poppy se mantuvo en su lugar, inamovible, y lo miró con una calma que rayaba en lo siniestra. —Lo único que quiero, Elliot, es que mantengas tus manos alejadas del nuevo orden que he establecido aquí —dijo, su voz resonando con una frialdad casi inhumana— Este sistema es lo mejor para la compañía, para el personal... y también para ti. Pero, sobre todo, es lo mejor para mis hijos. Y si te atreves a interferir o a modificar los términos que te estoy presentando, las consecuencias podrían ser desastrosas. No para mí, sino para ti. El silencio que siguió fue espeso, cargado de tensión. Elliot respiraba con dificultad, sus ojos oscuros clavados en ella con un odio mal disimulado. Sabía que Poppy lo tenía acorralado, que su propia codicia y orgullo le habían dejado vulnerable. Poppy, en cambio, mantenía su expresión serena, sus ojos sin brillo, pero llenos de una amenaza que él comprendía demasiado bien. Finalmente, Elliot se apartó del escritorio, dejando caer los papeles con una mezcla de frustración y resignación. Volvió a mirar a Poppy, reconociendo, quizás por primera vez, que ya no tenía el control absoluto. —De acuerdo —dijo entre dientes, su voz un susurro apenas contenido—. Pero si esto se sale de control, si en algún momento me fallas... vas a desear nunca haber empezado esta... negociación. Poppy lo observó retirarse con una leve sonrisa de triunfo en los labios, mientras el eco de sus pasos desaparecía por el pasillo. Había ganado, al menos por ahora, y con ello había asegurado el futuro de sus hijos y el orden que ella misma había creado. Cuando la puerta se cerró detrás de él, una sonrisa retorcida apareció en su rostro. Ella había ganado. ☆*゚ ゜゚*☆*゚゜Comentario de la escritora☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ¡Hola de nuevo mis queridos lectores! ¡Que alegría estar aquí un domingo con un nuevo capitulo! Dios mio que emocionante se pone escribir este fanfic cada capitulo, espero que les haya gustado jeje. Primeramente quisiera hablar del nuevo capitulo de Poppy Playtime que saco, ¡OH DIOS MIO QUE EPICO!, ¡DE VERDAD QUE HUBO MUCHO SHIP AHÍ QUE NO PUEDO EVITAR QUE MI LADO MULTISHIPPER Y PROSHIPPER SE ANIMEN! ⚠️⚠️Adventencia de spoiler del juego⚠️⚠️ Osea primero con el guiño del CatDay que hubo ahí, con los mini Smalling Critters en donde estaban en el rugio un mini Catnap Y Dogday ahí tan unidos y hablando entre ellos, se me hizo tan triste y tierno a la vez wouuu, me dieron ganas de escribir muchos escritos (Las cuales publicare en Escritos Catday, cuando tenga tiempo, porque actualmente mi concentración es este fanfic). De verdad me emocione de veerlos, tal vez los creadores ya sepan de este ship 7w7r y nos dan migajitas. Luego la revelación del doctor Harley dios mio que no esperaba que siguiera vivo y fuera transformado en un tipo de computadora, la cual podían extraer información de él y como él adquirio la habilidad para controlar robots ufff. Eso me hizo darme cuenta que debo cambiar unas cositas con Harley uwu, le tenia preparado algo horrible 7w7r pero personalmente ame lo que el canon hizo, asi que cambiara un poquito el final de Harley en este fanfic, pero eso si Elliot sufrirá mucho a cambio jeje. Despues la revelación de Ollie y el Prototipo ¡WEY NO MAMES LA TEORIA FE ACERTADA!, ¡OSEA QUE EL PROTOTIPO FUE OLLIE!, Tipo sabemos que si existo un Ollie, pero me da entender que el prototipo lo mato y sumplanto su vida, para manipular a Poppy. Pero lo que mas me impacto fue la relación de Poppy y el Prototipo, ósea wey carajo el prototipo de verdad parece tener una obsesion bien insana por Poppy. O eso me dio entender, porque literalmente esa conversación me dejo fría e impactada, por como le decía que vuelva a casa, a donde pertenece y como iba por ella, que no escaparia y asi. Osea les juro que tengo la teoría que ellos dos tuvieron algo no se sabe que es pero tuvieron algo dentro del canon. Porque esto me hace cuestionar. ¿Por qué no la mato desde un principio? ¿Por qué la ecerro en una tipo jaula de oro? ¿Por qué tan incistente de que ella regrese? ¿Qué tipo de planes tiene para ella exclusivamente y porque con ella? ¿Qué tiene ella que no tienen los otros juguetes? Osea un chingo de preguntas y teorías y hasta mi lado ship y proshipper no pueden parar de emocionarse, carajo ya hasta tengo la trama de un mini fanfic exclusivamente referente al final del capitulo con Poppy y el Prototipo. Por supuesto esto se vuelve mas emocionante cuando escuchamos el VHS de Poppy cuando confiesa que ha tenido llamadas largas con Ollie, aunque no sabemos si es el original Ollie o ya el prototipo e esa conversación del VHS. Donde hablan mas íntimamente sobre lo que sienten. No lose pero me dejo muchas ideas para trabajar. ⚠️⚠️Fin de los spoilers⚠️⚠️ Ahora bien sobre mi escrito, la verdad espero que no se les haya hecho tan pesado ya que me estoy concentrado en iniciar este capitulo que esta dividido en 4 partes. La razón es porque es muy largo, por lo tanto si o si lo tuve que dividir, pero les juro que será uno de los capítulos que mas dusfruten, porque aquí es cuando se vienen las consecuencias y el karma. Ademas de empezar ya con los capítulos finales jeejej. Asi que disfruten cada capitulo que salga, porque cuando termine el primer arco me dare un tiempo con este fanfic y pasare a otros, para terminar la cronología del segundo arco. Bueno eso seria todo, espero que lo hayan disfrutado, no olviden dejar sus comentarios que yo los leo y me animan mucho. ¿Qué les parecio el capitulo?, ¿Qué les parecio el nuevo cap del juego? Los amo queridos lectores. Hasta el siguiente capitulo, besos y abrazos jejeje
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