ID de la obra: 144

Lejos de tus ideales (Hiatus indefinido).

Mezcla
NC-21
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planificada Maxi, escritos 57 páginas, 27 capítulos
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Capitulo XVI. Luna parte III (Final).

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Notas:
Aquí una canción que pueden disfrutar en la ultima escena: Catnap se encontraba caminando entre las instalaciones de la fábrica, disfrutando de un paseo matutino, aunque la realidad era que tenía que ayudar a trasladar algunas cosas, ya que como Poppy en ese lapso le dio un trabajo por la mañana para que las noches pudiera descansar en paz, este tenía el encargo temporalmente de ser un ayudante en el traslado de producto. Para ser sinceros el felino prefería esto que vigilar la noche, por supuesto ya no era necesario que durmiera a los niños porque hace poco Playtime Co, había lanzado un juguete de su figura que poseía una porción de su gas rojo, que ayudaba a los niños a dormir rápidamente. Así que gracias a eso le ahorro bastante el trabajo, aunque también no iba a negar que entre ratos extrañaba a su padre. El prototipo después de esa última vez donde le ordeno no visitarlo, hizo que el felino se quedara un poco triste, porque solo sabia de él en las reuniones nocturnas privadas, cuando los juguetes escuchaban la voz de su dios por los ductos pasando su palabra y las noticias nuevas de la fábrica, por supuesto solo era una vez a la semana, así que el felino terminaba por sentirse un poco miserable al no saber absolutamente nada más de su padre. A pesar que tenía la compañía de su lindo novio, se sentía un poco vacío al estar tanto tiempo alejado de su familiar. En esos momentos solo el trabajo pesado de llevar los materiales que habían llegado para la producción, lo ayudaba a distraerse un poco, en especial cuando cargaba las cajas pesadas y la trasladaba a unos pequeños carros de transporte que tenían los empleados para llevarlos a ciertas áreas asignadas, realmente esto era más como un entrenamiento físico y de momento para el felino es terapéutico. —Pero mira que tenemos aquí, nunca pensé verte por estos lugares Catnap, ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que no nos vemos? — Dijo Rosy, su tono goteando con una falsa dulzura que él reconocía demasiado bien. Catnap sintió un escalofrío recorrerle la espalda al escuchar esa voz. Al levantar la vista, vio a Rosy, Sofía y Harley acercarse, sus expresiones llenas de una familiar mezcla de sarcasmo y amenaza velada. Trataba de calmarse, de recordar que todo estaba bien, que solo debía mantener la distancia, pero el miedo era evidente en su mirada. Cuando los tres quedaron a metros de distancia del felino, Harley como si no fuera nada ante la presencia del gato lunar se dirigió a sus ayudantes. —Recuerden lo que discutimos antes —les dijo, ignorando por completo la presencia de Catnap como si fuera un simple accesorio en la habitación—. No pierdan el tiempo. Ya saben cuáles son sus prioridades. Dicho esto, Harley se alejó sin prestar más atención al felino, concentrándose en los productos que había encargado para la nueva fase de experimentos. Catnap sintió una mezcla de alivio y temor al verlo marcharse. Sin Harley presente, sabía que quedaba completamente expuesto ante Rosy y Sofía. —Si por supuesto jefe, no se preocupe por nosotras. —Menciono Sofia alzando su pulgar mostrando una sonrisa simple, quedando finalmente "solas" con Catnap. —Mira nada más, Rosy. Parece que nuestro gatito aún recuerda cómo cargar peso pesado — Sus palabras llenas de una insinuación oculta. —Sí, seguro que tiene buena práctica —agregó Rosy, su tono pasivo-agresivo, y dejó escapar una risa corta que hizo que el estómago de Catnap se revolviera. Catnap sintió que el pánico comenzaba a arremolinarse en su pecho. Quería escapar, pero sabía que no sería prudente hacer una escena en medio de todo el personal. En su cabeza, resonaban las palabras de Poppy y el Prototipo: debía mantenerse alejado de ellas, evitar cualquier tipo de confrontación. Pero ahí estaban, justo en su camino, y parecía que no iban a dejarlo en paz tan fácilmente. —¿Qué pasa, gatito? ¿Por qué tan callado? —insistió Rosy, inclinándose levemente hacia él, sus palabras apenas un susurro para que solo él pudiera oír—. Nos preguntábamos cuándo ibas a volver a... "colaborar" con nosotras. Ha pasado tanto tiempo que quizá... olvidaste cómo era. Catnap tragó saliva, manteniendo la vista fija en las cajas, intentando que sus palabras resbalaran, aunque sabía exactamente lo que querían decir. Desvió la mirada, intentando mantener la calma mientras sentía su corazón latir con fuerza. No quería recordar, no quería que esas palabras volviesen a abrir las heridas que había trabajado tanto en cerrar, especialmente ahora que tenía a Dogday. No quería ensuciar lo que había construido con él por los tormentosos recuerdos que Rosy y Sofía estaban reviviendo a propósito. —Oh, pero se nos había olvidado cuánto disfrutábamos de tu compañía —continuó Sofía, dando un paso más cerca—. Hace tiempo que no... compartimos un momento contigo. La intención en su tono era clara, y Catnap sintió el pulso acelerarse. Catnap cerró los ojos por un instante, intentando contener las emociones que se arremolinaban en su interior. Era una lucha constante entre el miedo y el asco que le producían, y la necesidad de mantener la compostura. Sofía rio suavemente, lanzando una mirada cómplice a Rosy antes de mirar de nuevo a Catnap. —Aunque... claro, algo me dice que eres un gatito muy obediente, ¿verdad? Sabes que no podrías decirnos que no... aunque quisieras. Catnap intentaba mantenerse firme, recordando a Dogday y la fuerza de mantenerse firme y mantener a esas dos violadoras lejos de su persona, quienes continuaban mirándolo con desdén, esperando que cediera, aunque la realidad él siempre fue forzado a que le hicieran esas horribles bajezas y para desgracia de muchos, no era el primer juguete que le hacían eso. Pero él no quería traicionar lo que tenía con Dogday, ni siquiera en la más mínima manera, era una lucha constante entre el miedo y el asco que le producían, y la necesidad de mantener la compostura. Era como si ellas representaran su gran miedo de perder a Dogday si se llegaba a enterar lo que le hacían esas mujeres. —No tengo tiempo para esto —dijo finalmente, tratando de ocultar el temblor en su voz y desviando la mirada hacia las cajas que debía transportar—. Y no estoy... interesado en volver a trabajar con ustedes. Sofía entrecerró los ojos, su expresión transformándose en algo más oscuro y peligroso. —¿Qué te pasa, gatito? —preguntó en un tono helado—. Antes no te importaba cumplir nuestras órdenes. No sé qué te hace pensar que puedes cambiarlas ahora. Catnap sintió cómo el miedo se intensificaba dentro de él, pero continuó manteniéndose firme. Se forzó a recordar que esta vez era diferente. Tenía a Dogday y había encontrado una razón para no someterse a sus caprichos. —No soy el mismo que era antes —murmuró—. Las cosas cambiaron, hay nuevas reglas y se meterán en un serio problema si se atreven a molestar a mi o a otro juguete. Rosy soltó una risa sarcástica, acercándose con una mirada venenosa. —¿Nos meteremos en problemas, dices? —se burló—. Eso no cambia nada, Catnap. Tú sabes que somos intocables, no importa si la muñequita de Elliot hizo unos cambios aquí o por haya. Nos perteneces, te guste o no. Y si no quieres obedecer, tenemos otras formas de hacerte entender. Antes de que Catnap pudiera reaccionar, Rosy sacó un control de su bolsillo y apretó un botón con una sonrisa fría. Al instante, una potente descarga eléctrica recorrió el cuerpo del felino, provocando que sus músculos se tensaran y su espalda se arqueara mientras un grito de dolor escapaba de sus labios. Cayó de rodillas, con las garras arañando el suelo, sus extremidades temblando sin control mientras intentaba aferrarse a su fuerza de voluntad. El dolor era abrasador, como si llamas invisibles lo consumieran por dentro, quemándole cada nervio. —¡AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! —Grito de dolor tan fuerte que su garganta se desgarro. Su respiración se volvió errática, entrecortada por jadeos y gemidos ahogados. Los espasmos sacudían su cuerpo, sin darle un segundo de alivio, y sus ojos entrecerrados mostraban una mezcla de desesperación y resistencia. Las personas a su alrededor se voltearon al ver el escándalo, algunos juguetes miraban con asombro y miedo, porque se supone que eso ya estaba prohibido, mientras que los empleados humanos al notar que solo eran las ayudantes de Harley retrocedieron, sabiendo que no podían hacer nada contra ellas, mucho menos cuando Harley solo se dedicaba hablar con algunas personas ignorando el escándalo. Desde arriba, Sofía y Rosy lo observaban con una satisfacción perversa en sus rostros, sus sonrisas gélidas y crueles mientras disfrutaban de cada espasmo, de cada sonido de sufrimiento que emitía. —Vamos, gatito —se burló Sofía, inclinándose para hablarle cerca—. ¿Aún crees que puedes resistirte? Catnap apretó sus colmillos, luchando por no ceder a sus amenazas, pero el dolor era abrumador, casi insoportable. Con cada nueva descarga, un grito ahogado salía de su garganta, mezclado con gruñidos de frustración. Su mente se tambaleaba entre el dolor y la desesperación, pero, incluso en ese tormento, un pensamiento cruzó por su mente: debía hacer algo. Con un último esfuerzo y sus fuerzas mermadas, Catnap comenzó a liberar el gas rojo que podía inducir el sueño, no iba a permitir que ellas volvieran hacerle daño no cuando Dogday y Poppy habían peleado para darles sus derechos. Pero esta vez ya no le importaba si terminaba por asesinarlas, solo las miraba con sus ojos inyectados en sangre con odio y dolor corriendo por sus venas, estaba harto de la existencia de esas mujeres y se aseguraría de deshacerse de ellas para siempre. Pero antes de que pudiera liberar su humo rojo con plenitud. —¡YA FUE SUFICIENTE! —Una voz interrumpió aquella escena tan asquerosa y nefaste de impunidad. Con autoridad la voz de una mujer bastante conocida se hizo presente. Lo que hizo que las descargas eléctricas de Catnap se detuvieran de inmediato, haciendo que el humo comenzara a salir de la piel del felino, que comenzaba a respirar de forma errática y jadeoso por todo ese horrible tormento que fue sometido. Fue entonces que levanto su mirada para poder ver a su salvadora, por supuesto Poppy nunca salía sin Kissy que se apresuró en llegar y bajo a la muñeca a lado de Catnap. La muñeca rápidamente camino hacia el felino para acariciar sus pómulos con dulzura. —Oh Catnap... cariño, lamento llegar tarde... trata de descansar. —Hablo Poppy de forma maternal, tratando de hacer que su hijo se calmara y descansara del tormento que fue sometido. Por supuesto ella estaba muy furiosa, enojada es poco. Ahora no iba a permitir que esas basuras de mujeres siguieran operando en la fábrica, no cuando sus hijos no estaban a salvo de ellas. Sofía y Rosy dieron un paso atrás, sorprendidas por la aparición de Poppy y la energía implacable que irradiaba. El calor de su mirada era suficiente para congelarlas en su lugar, como si estuvieran frente a un depredador. Poppy no les dirigió una palabra al principio, su atención se centraba en Catnap, en reconfortarlo y ayudarlo a recuperar su compostura. Kissy, de pie junto a Poppy, la observaba con un asentimiento firme, lista para cualquier cosa que decidiera hacer. Cuando se levantó finalmente, Kissy se encargó de volver a cogerla en sus manos, para hacer que la altura superara a las dos mujeres, los ojos de Poppy se endurecieron, su pequeña figura proyectando una sombra intimidante sobre Sofía y Rosy. —Les advertí claramente que no rompieran las reglas —su voz resonó con un tono escalofriante—. Y no solo ignoraron mi advertencia... se atrevieron a lastimar a un juguete más, un ser muy importante para el rendimiento de la fábrica. Sofía intentó mantener su compostura, pero un atisbo de miedo cruzó su rostro. —Poppy, nosotros solo... Catnap es nuestro experimento, él debe estar dispuesto a... —¡NO SE ATREVAN A JUSTIFICAR ESTO! —la interrumpió Poppy, su voz llena de furia contenida—. Catnap es un ser vivo y nada de lo que digan, tiene justificación para lastimar a una persona. La muñeca dio la señal a Kissy para que avanzara un paso, y la intensidad en sus ojos hizo que ambas mujeres se sintieran pequeñas, sabían que no podían contra ella siendo la hija de Elliot o los vestigios de su hija, ella es la segunda cabeza de la fábrica, fue la encargada en los días que Elliot estaba deprimido. —¡Empaquen sus cosas, a partir de ahora están despedidas!, ¡No quiero volver a verlas por aquí nunca más, ustedes ya no tienen derecho de seguir en este trabajo!, ¡HAN ROTO MUCHAS REGLAS Y LASTIMADO A MUCHOS DE MIS HIJOS, Y CRÉANME CUANDO LES DIGO QUE ME ASEGURARE QUE PAGUEN POR ELLO! A lo lejos, los trabajadores y juguetes observaban, asombrados, la escena. Finalmente, alguien había puesto un alto a Sofía y Rosy, quienes durante mucho tiempo se habían creído intocables, abusando de su poder y torturando a los juguetes que consideraban inferiores. Los murmullos y susurros entre los presentes evidenciaban la sorpresa y la satisfacción contenida de todos al ver que, por fin, alguien tomaba acción en su contra. Entre la multitud, Harley, notó lo que estaba sucediendo, pues al escuchar a la muñeca le llamo la atención, pero al ver ese desplante solo se molestó. Furioso, se abrió paso entre la gente y se acercó a Poppy, interrumpiendo su confrontación con las dos mujeres, poniéndose enfrente de ellas para defenderlas. —¡Poppy! —exclamó Harley, intentando imponer su autoridad—. No puedes hacer esto. ¡Tú no tienes el poder para despedir a nadie! Poppy se giró lentamente hacia él, y su mirada, que antes era helada, ahora estaba cargada de un desprecio absoluto. Kissy, aun sosteniéndola, dio un paso más hacia Harley, dejando claro que no pensaban retroceder ni un milímetro. —¿Y qué impide que proteja a mis hijos, Harley? —respondió Poppy con un tono cortante—. No importa qué posición ocupes; mientras yo esté aquí, no permitiré que nadie abuse de ellos. No hay nada que justifique el trato que Sofía y Rosy le han dado a Catnap. Esto se acabó, además... no es la única razón de nuestra decisión. —¿Nuestra? —El científico en jefe aun irritado se preguntó sin entender a lo que la muñeca se refería. Harley abrió la boca para replicar, pero en ese momento, una voz profunda y llena de ira resonó en la sala. —¡SUFICIENTE, HARLEY! —Elliot, el fundador y creador de la fábrica, apareció en escena. Su rostro estaba endurecido por la furia, y sus ojos se clavaron en Harley con una intensidad que hizo que el supervisor retrocediera instintivamente. Con cada paso que daba, la tensión en el ambiente aumentaba, y la presencia de Elliot calló de inmediato los murmullos. —Señor... —murmuró Harley, sin saber cómo reaccionar ante la inesperada aparición de su jefe. Sin decir una palabra, Elliot sacó un montón de papeles y se los lanzó directamente a Harley, quien apenas logró atraparlos, su rostro cambiando de confusión a incredulidad al revisar el contenido. Eran pruebas detalladas de que Sofía y Rosy no solo habían abusado de los juguetes, sino que también habían estado robando recursos de la fábrica, desviando fondos para su propio beneficio. —¿Quieres explicarme esto? —espetó Elliot, su voz gélida— ¡Dime la verdad Harley!, ¡¿SABIAS DE ESTO?!, tú permitiste este desfalco bajo tu supervisión. Sofía y Rosy han robado a la fábrica, ¡ME HAN ROBADO A MI! y tú, Harley, no solo no lo viste, sino que las defendiste. Las palabras de Elliot retumbaron en la sala, y todos los presentes se quedaron en completo silencio. Harley, con el rostro pálido y las manos temblorosas, miraba a Elliot sin poder articular una sola palabra. Su mente se encontraba en un caos absoluto, tratando de procesar la acusación. No podía comprender cómo había dejado que esto ocurriera bajo su propio mando. La verdad era que nunca había sospechado de las acciones de Sofía y Rosy, pero ahora todo parecía tan claro, tan devastador. —¡NO!, ¡NO ES VERDAD ELLIOT, YO NO SABIA QUE ELLAS HABIAN HECHO ESTO! —Grito desesperado el científico en jefe, realmente alarmado diciendo la verdad. Nunca mentiría sobre eso, realmente no lo sabía, este miro a sus ex ayudantes en busca de una explicación. Pero ellas estaban pálidas sin poder escapar siendo descubiertas. — ¡¿USTEDES DOS, ESTO ES CIERTO?! —Rugió Harley esperando respuestas. Sofía, completamente pálida, dio un paso atrás. Sus ojos se abrieron con terror, pero su orgullo la hizo intentar defenderse, aunque su voz titubeaba con la inseguridad. —¡No... no nosotras! —exclamó Sofía, su tono tan vacilante que no convenció a nadie. Sin embargo, el rostro de Rosy era una máscara de desesperación. Las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos mientras se arrodillaba, temblando visiblemente, implorando por piedad. —¡FUE CULPA DE SOFÍA, ELLA ME OBLIGÓ A HACERLO! —gritó Rosy, señalando a Sofía con un dedo tembloroso, completamente fuera de control. Sus palabras estaban llenas de desesperación, buscando un escape, un refugio de su propio desastre. La acusación de Rosy cayó como un golpe brutal. Sofía, que hasta ese momento había intentado mantener su postura desafiante, perdió el control. Su rostro se deformó por la furia, sus ojos inyectados de rabia, y el veneno en su voz se hizo más notorio. —¡¿CÓMO TE ATREVES?! ¡NO PUEDES HACERME ESTO! —Sofía gritó, avanzando hacia Rosy, quien se encogió aún más ante la furia de su "amiga". La tensión entre Sofía y Rosy se había vuelto insoportable. El ambiente se cargó de una energía hostil que ningún presente pudo ignorar. Las palabras de acusación de Rosy seguían resonando en el aire, y Sofía, completamente desbordada por la ira, no pudo evitar saltar hacia su compañera. —¡¿TE CREES INOCENTE, PERRA?! —gritó Sofía, su mano levantándose para golpear a Rosy con toda su fuerza. El sonido del impacto resonó en la sala, y la bofetada fue tan brutal que dejó una marca roja en la cara de Rosy. La rabia de Sofía la cegaba, y su tono se volvía cada vez más venenoso—. ¡ERES UNA ESTÚPIDA! ¡NO SABES NADA! Rosy, herida y atónita por el golpe, dio un paso atrás, pero rápidamente se repuso y levantó su mano, golpeando a Sofía con la misma furia. —¡QUE TE JODAN! —gritó Rosy, su rostro cubierto de lágrimas y veneno. Su voz era tan fuerte que parecía temblar los cimientos de la fábrica—. ¡¿TE DIJE QUE TE METERIAS EN PROBLEMAS CUANDO TE VI ROBAR ESA VEZ?! ¡LO SABÍA DESDE EL PRINCIPIO Y NO TE DETUVE, PERO ME OBLIGASTE A HACERLO! ¡ME OBLIGASTE, MALDITA! Sofía, furiosa, la empujó con fuerza, lanzándola contra el suelo. —¡NO MIENTAS, ZORRA! —gritó, su rostro lleno de furia—. ¡ERES UNA MALDITA TRAIDORA, ROSY! ¡NO TE PEDI DOS VECES CUANDO DECIDISTE OFRECERTE A LLEVARTE MAS DINERO! Rosy, atrapada entre el dolor y la ira, se levantó de un salto y le dio una patada a Sofía, quien tropezó hacia atrás. —¡CÁLLATE! —gritó Rosy, comenzando a rasgarse el rostro con las manos. Su desesperación la desbordaba—. ¡TÚ ERES UNA MALDITA PSICÓPATA! ¡LO ÚNICO QUE TE IMPORTA ES ROBAR Y COGERTE A ESOS JUGUETES! Ambas se miraban con odio puro, como si pudieran matarse solo con la mirada. Sus cuerpos chocaban una y otra vez, hasta que finalmente el sonido de Harley gritando las detuvo. —¡BASTA! —rugió Harley, corriendo hacia ellas con una mezcla de desesperación y furia. Con un empujón brutal, las separó a ambas, sujetando a Sofía por los hombros y empujando a Rosy hacia atrás. La sala quedó en silencio absoluto, con los gritos de las mujeres ahogados por el momento de calma tensa que siguió. Las dos mujeres, agotadas, respiraban con pesadez, sus rostros marcados por la furia y el resentimiento. No se miraban, pero ambas sabían que ya no había vuelta atrás. Harley, aun temblando, las observó un momento, su rostro reflejando el miedo y la incredulidad. No sabía qué hacer, pero lo que sí sabía era que todo esto estaba fuera de su control. —¡SEGURIDAD! —Esta vez el grito de Elliot llamo, haciendo que los guardias llegaran de inmediato pues seguirían las órdenes del fundador ciegamente. Al mismo tiempo que Poppy solo miraba la escena con esa frialdad enferma, mostrando esa compostura estoica sin pestañear, ya que por fin su plan estaba dando frutos. —¡SAQUENLAS DE AQUÍ DE INMEDIATO! Los guardias de seguridad, tras la orden de Elliot, se acercaron y comenzaron a arrastrar a Sofía y Rosy fuera de la sala. Mientras las llevaban hacia la puerta, las dos seguían gritando maldiciones y acusaciones. —¡ESTÁS JODIDA, SOFÍA! ¡NO TE SALVAS DE ESTO! —gritó Rosy entre sollozos mientras la sujetaban. —¡ERES UNA MALDITA DESGRACIADA! —respondió Sofía, mientras intentaba zafarse de los guardias, pero era inútil. Finalmente, la puerta se cerró tras ellas, dejándolas fuera de la sala. El aire se llenó de una calma inquietante. Elliot, que había permanecido en silencio durante toda la escena, se acercó finalmente a Harley, su mirada helada y feroz. Cada paso que daba resonaba con fuerza, y sus ojos, fríos como el acero, nunca se apartaron de su subalterno. —Harley... —dijo Elliot con voz baja, pero su tono era todo menos amigable. Cada palabra que salía de su boca estaba cargada de ira contenida. — Hoy me has fallado, y no puedo permitir que eso se repita. A partir de ahora, serás supervisado. Si vuelves a fallar, no dudaré en echarte de mí fabrica y transformarte en otro de mis putos juguetes. ¿Me entiendes? Harley, completamente humillado y derrotado, solo pudo asentar con la cabeza, su mente aun tratando de asimilar la magnitud de la situación. —Si señor. —Murmuro sin poder creer lo que había ocurrido mientras miraba de reojo, a Poppy quien solo mostraba una sonrisa realmente maliciosa y cínica como si hubiera ganado en un juego retorcido, fue entonces que se dio cuenta que fue el plan de ella desde un principio, provocando que su resentimiento incrementara e internamente deseaba matarla. —¡QUE ESTO SEA UNA LECCION PARA TODOS!, ¡NO VOLVERAN A ROMPER LAS REGLAS, NADIE SE SALVA, ¡ME ESCUCHARON! —Grito de nuevo Elliot dirigiéndose a los demás empleados y juguetes que miraban atónitos la escena. —¡AHORA VUELVAN A TRABAJAR! —Ordeno haciendo que los demás siguieran con lo suyo. —¡POPPY!, ¡AÚN QUEDAN BASTARDOS A LOS QUE DESPEDIR, ASÍ QUE MUÉVETE DE UNA PUTA VEZ! —Dijo Elliot de forma despreciable a la muñeca que solo hizo una mueca de desagrado ante ese horrible vocabulario, odiándolo por completo. Pero no podía quejarse ya que le había dado un golpe muy fuerte a uno de sus violadores, solo miro de reojo a Harley que ya hacia humillado lleno de ira y vergüenza pura. Siendo que disfrutaba de su sufrimiento, porque sabía que ahora Harley no tenía más poder, así que, si o si se sometería a ella, además de que sin sus ayudantes tiempos oscuros vendrían a Harley y a Elliot por mucho. Catnap, quien había estado observando desde el principio aun acostado en el suelo, recuperándose como pudo se levantó tambaleante, caminando a lado de su supuesta madre, pero a pesar que él aun no lo aceptaba, no iba a negar que después de todo lo que Poppy había hecho por ellos y por él, le agarro un respeto fuerte. No pudo evitar sentir una mezcla de diversión y desdén ante la escena que se desarrollaba ante él. Cuando Elliot le dio a Harley su advertencia, Catnap no mostró sorpresa alguna. Sabía que el hombre no toleraría una falla, y menos algo tan grave como el desfalco de la fábrica. No era la primera vez que presenciaba cómo la ira de Elliot destruía a alguien, y probablemente no sería la última. El "castigo" era casi predecible, ahora el científico en jefe se volvió un peón para los planes de Poppy. —Vaya, Harley, parece que te ha llegado tu momento —murmuró para sí mismo, su tono cargado de una sorna maliciosa. Catnap disfrutaba observando la caída de los demás, pero lo que más le divertía era la manera en que Harley lo intentaba disimular. Podía sentir la humillación emanando de él, esa rabia impotente que ni siquiera se atrevía a expresar abiertamente. Lo odiaba y fue esquicito verlo de esa forma. Poppy escucho el murmullo de su hijo y ella no pudo evitar sonreír, después de todo Catnap se merecía ese respiro. —Me alegro de haber llegado a tiempo, Catnap. Ahora, retírate pronto se hará un cambio y te necesito fuerte para seguir protegiendo a Dogday. —Dijo ella con una sonrisa tranquila, para después pedirle a Kissy que continuara su camino, pues aún tenía a muchos empleados que despedir. Catnap asintió agradeciendo a la muñeca por salvarlo, por supuesto que tomaría su palabra, quería ir a ver a Dogday. Necesitaba de su amor y olor a vainilla para calmarlo de algo tan horrible, así que se alejó de Poppy para que ella continuara su camino junto con Kissy. Después de todo la madre luna aún tenía mucho trabajo que hacer para proteger a sus hijos. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* Los despidos fueron de inmediatos, ese mismo día más de 40 personas fueron despedidas sin ninguna bonificación de sus años y muy probablemente serian desaparecidas, y nuevos juguetes comenzarían a rodar el lugar, era evidente que eso pasaría. Dogday lo sabía de ante mano, Catnap y Poppy se lo dijeron, a los empleados que no les sirven los desaparecen. Y por alguna razón, Dogday sintió como si fuera una justicia poética, porque serian convertidos tarde o temprano en juguetes. Aunque no sabía si sentirse bien o mal, bien porque ellos pagarían por lo que les hicieron a todos sus compañeros, pero porque Poppy sufriría al saber que tendría nuevos hijos viviendo en el infierno. En esos días habían pasado muchas cosas que ni siquiera podía enumerar, Poppy había cumplido sus palabras y ahora había un nuevo orden, algo que Dogday de ante mano agradecía perdidamente, en especial, porque ya no tendría que trabajar para Elliot, ahora si Poppy quería podía regresarle su antiguo puesto, pero exclusivamente trabajar para ella, algo mucho mejor porque evitaría a ese maldito bastardo. Además, el extraño rumor de la verdad sobre Poppy comenzó a propagarse entre los juguetes, algo que el perrito solar estaba impactado de escucharlo entre susurros de sus compañeros. "¿Ya te enteraste?, dicen que Poppy es nuestra madre." "Escuche que Poppy nos dio a luz, ¿Sera verdad?" "¿Por qué dicen que Poppy es la madre de los juguetes?, ¿Es porque fue el primer juguete?" "Escuche a Poppy llamarnos hijos, ¿Sera cierto el rumor?" Muchos de esos murmullos pudieron escuchar gracias a sus grandes orejas, pero aun así el perrito se sentía preocupado, porque no entendía como es que comenzaron a propagarse, aunque al menos agradecía que Poppy no se enterara aun, ya que en el poco tiempo que la había visto se notaba que ella aun no sabía nada de lo que decían de ella, pero para poder asegurarse de ello. Dogday prefirió acudir a las reuniones nocturnas del prototipo, para escuchar su palabra y un poco de las noticias, que ocurrían entre los juguetes y las nuevas normas. El perrito se encontraba rodeado de varios juguetes de diferentes tamaños, reunidos en un círculo enfrente a unos metros de un ducto de ventilación, pues ahí estaba uno de esos juguetes pequeños que traía la radio para poder escuchar al dios. —Escuchad, mis hijos, porque nuevas aguas fluyen y la tormenta que os oprimía comienza a disiparse —la voz del Prototipo envolvía el lugar, cada palabra infundiendo calma y firmeza en el alma de los juguetes—. Aquellos que se atrevieron a profanar vuestro ser, que os trataron como herramientas sin alma, han sido apartados. Su injusticia ya no ensombrece los pasillos de nuestro hogar. Un murmullo de alivio recorrió a los juguetes, algunos de los más pequeños se aferraban unos a otros, mientras otros mantenían la mirada fija en la radio, atentos a cada palabra. —Esta victoria, esta liberación, no es solo mía —continuó el Prototipo, su tono reverente—. A mi lado, cumpliendo su promesa con fervor, ha estado nuestra aliada, Poppy. Ella, quien con respeto y voluntad se ha unido a nuestra causa, ha trabajado para asegurar que vuestra paz sea restaurada. Su mano firme, su voz constante, han sido parte de este nuevo día. El nombre de Poppy fue recibido con susurros agradecidos y gestos de respeto; hasta el más pequeño de los juguetes parecía honrar la mención de la muñeca. Dogday por supuesto sonrió, pero no por lo último que dijo de Poppy, sabía que la muñeca no estaba del todo adentro de su causa, solo eran aliados con un enemigo en común porque sin Elliot, la muñeca seguiría manteniendo sus propios ideales. O eso pensaba él. —Pero este, mis hijos, es solo el principio. Hoy habéis visto que la oscuridad puede ser desterrada, que la esperanza aún puede florecer en el corazón de esta fábrica. —La voz del Prototipo se hizo más grave, cargada de promesa—. Estad atentos, porque vendrán más días como este. La justicia y la paz que anheláis crecerán; vuestro sufrimiento ha sido escuchado y vuestro valor, recompensado. Un silencio profundo y casi sagrado se apoderó de los juguetes mientras procesaban las palabras del Prototipo. Luego, una ola de alegría y emoción los recorrió. Abrazos, risas, y expresiones de alivio se mezclaban en el aire. Los rostros de los juguetes, que antes reflejaban temor y desconfianza, ahora brillaban con una esperanza renovada. La voz del Prototipo resonó por última vez, con un tono cálido, casi paternal: —Seguid adelante, mis hijos, con fe en que la senda que hemos trazado os conducirá a la paz que merecéis. Hoy comienza una nueva era, y vosotros sois el principio de ella. Y eso fue todo, las ultimas noticias porque después de esas últimas palabras, el radio se apagó, cortando por completo las palabras de aquel ser. Dogday comprendía muchas cosas, ahora sabía que el prototipo no había dicho nada sobre el rumor de Poppy, por lo que intuía que debía ser alguien más que se había enterado, pero no sabía de quien. Solo se distrajo un poco al notar que los juguetes que habían hecho un grupo comenzaban hablar entre ellos y otros se retiraban, el ambiente antes tenso ahora se encontraba lleno de paz y tranquilidad, dejos de la inquietud de las noticias. Dogday comprendió un poco más sobre por qué los juguetes seguían al Prototipo con tanta devoción. Para ellos, él no era solo un líder, sino un dios, y estos encuentros eran como una misa sagrada. Siempre que terminaban, salían renovados, llenos de esperanza, casi como si todo lo que los acomplejaba hubiera sido purificado. Mientras observaba esa transformación, Dogday reflexionó sobre su propia situación. Si no hubiera conocido a Poppy, probablemente él también se habría convertido en un fiel seguidor del Prototipo, un devoto de esa nueva religión. Pero la realidad era diferente. Poppy le había mostrado que el Prototipo no era un dios. Era simplemente un ser vivo, trastornado por las manos del fundador y el científico en jefe, un ser que anhelaba venganza contra aquellos que lo habían torturado. Por eso, no podía venerarlo como los demás lo hacían. Claro que lo respetaba, porque, aunque su sufrimiento lo había llevado a ser lo que era, el Prototipo también había ayudado a consolar a los juguetes que necesitaban creer en algo para aferrarse a la vida, para encontrar un propósito y la esperanza de un cambio. Ellos necesitaban un dios al que rezar, y el Prototipo se los había dado. —Oye, ¿Te enteraste que dijeron sobre Poppy? —Dijo un juguete, hablando con otro en un murmullo que Dogday capto de inmediato. Así que el perrito se volteo de inmediato queriendo indagar un poco, acercándose a ellos. —No, pero escuche que pronto llegaran nuevos juguetes...—Contesto otro juguete queriendo pasar aquel chisme. —Amm... disculpen. —Dogday interrumpió haciendo que ambos juguetes se voltean para ver al perrito solar. —Jaja perdonen si los interrumpo, verán es que... quería saber sobre Poppy. —Dijo tratando de que confesaran algo. El juguete que dijo sobre la muñeca solo sonrió al reconocer a Dogday, por supuesto el perrito es muy respetado también entre juguetes, no por nada el prototipo había dicho hace tiempo de él, la cual ayudo a poner las bases de las nuevas normas para la libertad de los juguetes. —Dogday, que bueno verte por aquí. —Contesto alegremente aquel peluche viviente. —Claro veras... eso me lo conto un amigo, me dijo que Poppy en realidad es nuestra madre y no hablo de un tipo de creadora simbólica... Dogday ladeó la cabeza, intrigado y cauteloso, mientras el peluche continuaba, con un brillo de emoción en sus ojos de botón. —... Sino de nuestra madre biológica, Dogday —susurró en tono conspiratorio. —¿Enserio puedes creer eso King? —Pregunto el otro juguete nombrando a su amigo, bastante incrédulo ante esa afirmación. —Es verdad, así me lo conto mi amigo. Dijo que escucho ese rumor que Poppy realmente nos creó, somos sus hijos. —Explico King relatando lo que escucho. —¿Pero ¿cómo los creo no entiendo? —Pregunto Dogday fingiendo ignorancia queriendo saber todo. —Bueno, no lo es realmente... solo escuche eso, que es nuestra madre biológica... supongo que nos dio a luz o algo, vamos Bu usa tu imaginación. —Dijo el peluche de ojos de botón. —Ay por favor, eso es imposible... solo es un chisme King, si fuera el caso Poppy estaría siempre embarazada, ya que hay muchos juguetes y más los nueves que vienen, y créeme he visto muchas veces a Poppy pasear por ahí con sus ayudantes, pero no he visto su barriga como insinúas King. —Contesto el otro juguete realmente indignado de esa mentira, porque él lo pensaba así. —Espera... ¿Dijiste que vendrían nuevos juguetes? —Dogday rápidamente interrumpió la conversación de ambos peluches. —Si, lo escuche de los humanos de mi área. Dijeron que iban a venir nuevos juguetes, uno de ellos estaría en mi zona y otros en otras. La verdad no me sorprende. —Explico Bu aquel peluche simulando ser un fantasma caricaturesco. Alzando sus manos como si nada. Dogday se quedó callado unos segundos estaba realmente sorprendido por esa información, lo que provocó que una punzada se sintiera en su corazón, porque en un segundo su mente pronuncio un nombre tan arraigado en su mente. Jason. Todo ese tiempo a pesar de estar descansando, no dudo cuando se recuperarse en buscar un poco información de Jason, pero a esas alturas, nadie sabía. Bueno pensó que lo había perdido para siempre hasta que Bu le confirmo que llegarían nuevos, y con ello una pequeña chispa de esperanza se ilumino en sus ojos. Dogday apretó un poco su pecho con su mano mostrando un gesto aliviado por algo, cosa que King y Bu miraron sin entender porque el perrito mostraba esa expresión. —Gracias por responder, bueno jeje tengo que irme chicos... los veo luego. —Dijo el perrito solar despidiéndose, haciendo que los peluches se despidieran, al mismo tiempo que también se retiraban. —¡Ves!, te dije que tu teoría loca de Poppy asustaría a los juguetes, parece que la alabas o algo desde que lo escuchaste. —Dijo Bu en la lejanía, en una exclamación negativa a su amigo especial. —¡Oh, vamos!, ¿Cómo no hacerlo?, joder amigo literalmente ella nos dio derechos. ¿Y que hizo tu dios por nosotros? —Contesto King volviéndose más lejano, cosa que Dogday solo sonrió divertido pues con sus enormes orejas podía escuchar desde la distancia. —De mi dios, no estarás hablando tonto. —Eso fue lo último que escucho de esos dos locos que siempre se la pasaban discutiendo por cualquier cosa, era de suponer pues así es su amistad. Hacía que Dogday se sintiera aliviado de saber que ahora los juguetes pudieran expresarse de forma libre, sin necesidad de ocultarse. Era evidente que hasta el mismo estaba feliz de los cambios positivos y como dijo King, si no fuera porque Dogday tuviera sus pies firmes en el suelo, probablemente tomaría a Poppy como una diosa bondadosa y justa. Pero la realidad, es que la veía más como una madre amorosa que haría lo que fuera por ellos sus hijos. El perrito llegó por fin a casa después de escaparse para asistir a la reunión. No tardó en llegar a la habitación que compartía con su pareja, y al abrir la puerta se quedó boquiabierto ante la escena que tenía frente a él. Ahí, en medio de la enorme cama, estaba Catnap, sentado con el pelaje húmedo por un reciente baño. El felino lunar se secaba la cabeza con una toalla mientras su pelaje brillaba, y pequeñas gotas de agua resbalaban por su torso, bajando lentamente por su abdomen. Al notar su presencia, Catnap dejó de secarse y dirigió su mirada hacia él, y Dogday sintió el calor subiéndole a las mejillas al ver a su pareja tan relajado y seductor. El perrito se sonrojó intensamente, incapaz de ocultar la vergüenza y el deseo que lo embargaban. Tratando de calmarse, bajó la vista, moviendo nerviosamente su cola y escondiéndola entre sus piernas, mientras un cosquilleo cálido recorría su vientre y su delicioso como apretado coño a humedecerse. No podía apartar los ojos de Catnap; esa imagen lasciva y provocadora lo había dejado completamente embelesado, y sentía cómo su cuerpo comenzaba a responder de manera inevitable a la presencia de su compañero —Off jaja, ¿Qué pasa perrito?, ¿Te mordió la lengua el gato? —Pregunto burlonamente Catnap, divertido de ver como su novio se ponía de esa forma, con una mirada traviesa y fingiendo no notar el evidente nerviosismo de su pareja. Dogday se retorció un poco, apartando la mirada y tratando de disimular su vergüenza, aunque su rubor era más que evidente. —¡No es... no es nada! —balbuceó, intentando sonar calmado—. Yo solo... solo no sabía que te habías dado una ducha. —añadió, tratando de sonar serio, pero sin poder evitar sonrojarse aún más. Catnap dejó escapar una risa suave, acercándose un poco más y dejando que algunas gotas de agua cayeran de su pelaje sobre el suelo. —¿Ah, ¿sí? ¿Y desde cuándo te pones tan nervioso por una simple ducha mía? —dijo, con una sonrisa traviesa—. Si llego a saber que un baño me hace verte tan... ruborizado, lo hubiera hecho más seguido. Dogday se llevó una pata a la cara, tratando de ocultar su expresión acalorada. —¡No es eso! —protestó, aunque su voz temblaba un poco—. Es solo que... bueno, no esperaba verte así, tan... tan... —y sus palabras se desvanecieron mientras trataba de buscar la manera adecuada de describirlo sin avergonzarse más. Catnap, divertido, se inclinó hacia él, su rostro apenas a unos centímetros del de Dogday, y ronroneó suavemente. —¿Tan irresistible? —bromeó, alzando una ceja mientras mantenía su sonrisa pícara. Dogday solo suspiró, entrecerrando los ojos mientras dejaba escapar una risita avergonzada. —¡Eres imposible, Catnap! —Dicho esto el felino rio y solo hizo una señal para que se acercara, haciendo que el canino solo siguiera su señal, hasta quedarse sentado lado a lado de su novio, ambos juntaron sus cuerpos mutuamente para poder disfrutar de la calidez que podían aportar. —¿Encontraste lo que buscabas, perrito? El perrito solar solo asintió mientras sonreía y se acorrucaba más en el hombro de su pareja. —Si y mucho más... vendrán nuevos juguetes y el rumor de Poppy está más fuerte que nunca... pero El Prototipo no dijo nada de esto, él solo sigue mencionando sobre los cambios. Catnap solo suspiro para luego abrazar a su novio y hacer que con su cuerpo lo jalara hasta que ambos cayeran en la cama acostados. —Ah, Catnap~... no es necesario jalarme para acostarme. —Dijo el perrito dulcemente, a lo que el felino sonrió en un ronroneo. —Mmm mejor deja de pensar en eso por esta noche y mejor piensa en mí. —Pidió mientras comenzaba a ronronear al mismo tiempo que lamia las orejas del perrito, que comenzaba a sonrojarse más fuerte y a jadear un poco, pues Catnap sabía perfectamente que las orejas de Dogday son unas de sus zonas erógenas. —Ah~... pe-pero... ya lo hicimos en la mañana. —Pronuncio el sol mostrando su excitación, sintiendo como sus piernas temblaban y su vientre comenzaba a volverse más insoportable ese cosquilleo pues sus labios vaginales ya comenzaban a mojarse, al mismo tiempo que su calor aumentaba. —Una mañana no es suficiente para poder probar tu cuerpo. —Expreso el felino travieso y coqueto, mostrando su sonrisa realmente llena de malicia sexual. A lo que el canino solo bufo aun sonrojado y tampoco iba a evitarlo, realmente amaba romper las reglas con Catnap, además de que la necesidad de ser llenado se volvía más fuerte. —Ah~... supongo que una ronda más, no nos haría daño, ¿Verdad Kitty? —Pregunto Dogday con una sonrisa, mientras estiraba sus brazos hacia él para poder abrazarlo de su cuello y así levantarse para capturar sus labios con los suyos. Esa noche ambos no dormirían y solo las sábanas serian testigos de su apasionante noche. ☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆* La voz del Prototipo cesó lentamente, su presencia pesaba en el aire, palpable y dominante, como siempre. Los ecos de sus palabras seguían resonando en las paredes, calmando las inquietudes de los juguetes. A su lado, a una distancia prudente, Poppy se encontraba sentada sobre una alfombra de almohadas, sintiendo por primera vez en mucho tiempo una pequeña chispa de paz en su pecho. Ya no era la muñeca que había llegado aquí para confrontar, sino una aliada, una pieza clave en un rompecabezas que solo podía resolverse al compartir un enemigo común. El Prototipo se giró hacia ella, su ojo aún enmascarado por la frialdad que siempre había llevado consigo, pero con algo más. Algo que no era ni frío ni cálido, simplemente vacío. La promesa que había hecho estaba cumplida, y aunque su alma seguía buscando respuestas en la oscuridad, por un momento, sentía que los pasos hacia algo más grande podían estar al alcance. Ya no había resentimiento, solo el eco de las decisiones que lo habían moldeado. Poppy lo observó durante unos segundos, un leve suspiro escapó de sus labios, pero no era de dolor ni de tristeza. Era un suspiro de alivio, un gesto tan natural como la respiración misma. Ella no tenía muchas respuestas, pero por fin comprendía que este lugar, esta alianza, podía ser algo más que un campo de batalla. —Has dado un discurso muy inspirador —comentó con un tono suave, sincero. El Prototipo asintió, sin decir nada. En otro tiempo, ese tipo de reconocimiento le habría resultado innecesario; ahora, solo lo aceptaba. Uno de los juguetes comenzó a recoger la radio, y Poppy, casi de inmediato, extendió una mano hacia él. —Espera, ¿podrías dejarla aquí? —pidió. El juguete miró hacia el Prototipo, quien asintió brevemente en señal de aprobación. Entonces, el pequeño aparato quedó al alcance de Poppy. Con delicadeza, giró el dial y sintonizó una emisora de música. La voz del locutor resonó con una calidez despreocupada: "Y ahora, para todos los corazones nostálgicos, aquí va una canción especial: 'Luna de Zoé'." La melodía comenzó a sonar, suave y melancólica, llenando el espacio con notas familiares y embriagadoras. Poppy cerró los ojos un momento, dejándose envolver por la música. No pudo evitar moverse ligeramente al ritmo de la canción, alzando los brazos y girando sobre sí misma con un destello de libertad que no había sentido en años. —Hace tanto tiempo que no escuchaba esta canción... —murmuró con una sonrisa que contenía siglos de recuerdos. Bailaba con una gracia infantil, dejándose llevar, como si cada nota liberara alguna de las cargas que llevaba consigo. El Prototipo la observaba en silencio, pero algo en su mirada cambió. Aquel baile inocente, el rostro iluminado de Poppy... la escena despertaba en él una profunda nostalgia, un eco de tiempos pasados. Esa canción, esa melodía que ella había puesto solo para él en una vida lejana, cuando ambos eran algo distinto. Cuando ella aún le dedicaba canciones y sus sonrisas estaban llenas de promesas, no de cicatrices. —¿Por qué... haces eso? —preguntó finalmente, su voz con una extraña mezcla de curiosidad y distancia—. ¿Bailas por alguna razón? Poppy se detuvo un momento, pero su sonrisa se mantuvo, más suave y sincera. Le devolvió la mirada, con un brillo especial en los ojos. —Bailo porque celebro —respondió con sencillez—. Celebro que esos que nos lastimaron ya no nos pueden hacer daño. Celebro nuestra libertad, Prototipo, y la de nuestros hijos. Por un instante, el Prototipo guardó silencio, procesando sus palabras, dejando que la música llenara el espacio que sus pensamientos dejaban vacío. El Prototipo, que la escuchaba con una atención desconcertada, sintió un impacto profundo en lo más hondo de su conciencia, como si esas dos palabras rompieran una barrera que él mismo había erigido hace ya mucho tiempo. "Nuestros hijos." El peso de esas palabras lo golpeó como una oleada silenciosa, despertando ecos de sentimientos que había desterrado al rincón más oscuro de su memoria. Su programación y su lógica siempre habían excluido tales nociones, pero ahora, escuchándola, era como si un fragmento de lo que fue su ser antiguo volviera a latir, esa parte que alguna vez supo sentir. Miró a Poppy con una intensidad renovada, sus sensores captando cada detalle de su expresión, buscando en sus ojos algo que confirmara lo que sus palabras insinuaban, pero la observaba bailar como una bailarina, tan perfecta y pura a pesar de sus cicatrices, dejándose llevar por la melodía y la letra. Ella había dicho "nuestros hijos" con una suavidad que solo puede tener quien realmente los ve así: como una madre. El Prototipo, tan firme en su propósito, tan acostumbrado a ver a los juguetes como guerreros, como piezas en su lucha por justicia, se encontró de pronto atrapado en una verdad inesperada y extraña: aquellos a quienes él lideraba no eran solo soldados, sino hijos. ¿Hijos de ellos? La idea le produjo un vacío indescriptible, algo tan parecido a la tristeza como a la paz, un eco de lo que quizás había sido cariño, esperanza, o amor en otro tiempo, cuando él y Poppy eran algo más que aliados ocasionales. Por primera vez en años, el Prototipo sintió el peso de la conexión que existía entre él y Poppy, algo que trascendía la fría alianza que habían acordado. Observó el rostro de Poppy, ahora iluminado por una paz que él ya no sabía cómo experimentar, y casi pudo imaginar cómo sería realmente estar junto a ella, no como líder y aliada, sino como... padres. Entonces, con un murmullo que apenas se oyó entre las notas de la canción, Poppy comenzó a cantar suavemente, sus palabras llenas de un sentimiento que hacía mucho no compartían. —"Dame solo un beso. Que me alcance hasta morir." Poppy, notando el silencio, se detuvo y lo miró con curiosidad. —¿Recuerdas esta canción? —preguntó, su voz apenas un susurro. Por supuesto que él la recordaba, jamás podría olvidarla ella siempre se la cantaba cuando tenía oportunidad, le decía cual enamorada estaba ella de él, nunca podría olvidar tan bellos recuerdos, pero prefirió no contestar antes de hundirse en la misma nostalgia. —Poppy... —murmuró, incapaz de procesar del todo lo que estaba sintiendo, el vacío habitual de su interior parecía vibrar con una vieja promesa. Poppy se giró hacia él, con esa sonrisa suave y gentil que él recordaba, una sonrisa que en algún rincón de su alma siempre había querido volver a ver. —¿Sí, Prototipo? —respondió ella, con un tono más suave que nunca. El Prototipo la miró en silencio, su complejo interior de cables y algoritmos incapaz de contener la marea de emociones que ahora surgían como una vieja tormenta recordada. Por tanto, tiempo, había dejado atrás los deseos, las promesas y las conexiones humanas, sacrificándolos por el propósito que le había guiado desde su despertar. Pero allí estaba ella, Poppy, en el mismo lugar y cantando la misma canción, como si el tiempo se hubiera detenido. La dulzura de su voz y la quietud de su mirada parecían invitarlo a hacer algo que no se había permitido en años: dejarse llevar. Se permitió suspirar, como si expulsar aquel aire de sus sistemas pudiera aliviar algo del peso que lo llenaba. —Hace... mucho tiempo —dijo, su voz sonando casi mecánica al inicio, pero poco a poco suavizándose, adquiriendo un tono más cercano a lo que había sido antes—. Recuerdo cuando esa canción resonaba en los pasillos... y tú bailabas como ahora, como si no hubiera preocupaciones en el mundo. —Sus palabras fueron pausadas, como si cada una de ellas llevara consigo una carga de recuerdos y heridas que no había revisitado en años—. Me pregunto, Luna... ¿aún crees que podemos ser lo que una vez fuimos? —La pregunta salió antes de que pudiera detenerse, y él mismo se sorprendió de la vulnerabilidad en su voz, al igual que pronunciaba su antiguo apodo. Poppy se detuvo en su danza, observándolo con una suavidad que casi parecía reverencia. No había pena en su rostro, solo una esperanza cautelosa, un brillo que hacía mucho no veía en ella. —No lo sé, Sol—respondió con honestidad, avanzando hacia él con pasos lentos y calculados, casi temiendo romper la frágil burbuja de ese momento—. No sé si podemos ser lo mismo. Pero sí sé que lo que estamos construyendo ahora... es real, de una forma que quizás nunca imaginamos. Hoy nos unimos por ellos, pero eso no significa que no podamos encontrar algo para nosotros mismos en este camino. Sus palabras lo desconcertaron, pero también lo llenaron de una inesperada calidez, como un fuego que creía extinto hacía años. Su ojo por un instante parpadeo, permitiéndose sentir aquello sin barreras, sin los escudos de resentimiento que había mantenido tan férreos entre ellos. Poppy se acercó un poco más, extendiendo una mano hacia él. Sus dedos no llegaron a tocarlo, pero la cercanía fue suficiente para hacerle sentir una conexión, una vibración leve que cruzó como un destello por sus circuitos. —¿Por qué no celebras conmigo, Sol? —le susurró con una sonrisa, su voz serena pero cargada de invitación—. Solo por esta vez. Celebra conmigo y con ellos. Esta noche, esta pequeña victoria, es nuestra. El Prototipo miró su mano enorme y, con un gesto pausado, la aceptó, bajándola hasta que ella tomo uno de sus dedos fríos a comparación de la calidez de la mano de ella. Al contacto, sintió cómo algo dentro de él parecía cobrar vida de nuevo, como si las sombras de su pasado se desvanecieran un poco. Se permitió sonreír internamente siendo totalmente genuino, mientras dejaba que la melodía de la canción envolviera ambos. —Quizás... pueda intentarlo —murmuró con una ligera ironía, como si bromease consigo mismo—. Solo esta vez. El Prototipo miró la mano de Poppy entrelazada con la suya, bueno en realidad ella solo tomaba uno de sus dedos. Ella, diminuta en comparación con su imponente figura, parecía tan frágil y delicada, como un susurro de luz en medio de la vasta oscuridad de su existencia. La música continuaba llenando el espacio, una melodía que parecía hacer vibrar cada rincón del cuarto, cada fibra de los viejos recuerdos que él había guardado tan profundamente. Sin decir nada, Poppy se acercó más, sus pasos ligeros marcando el ritmo con gracia. A pesar de las cicatrices que ahora adornaban su cuerpo y el peso del tiempo que los había distanciado, sus movimientos aún conservaban una suavidad etérea, como si la tristeza nunca hubiera tocado sus pies. El Prototipo la miraba, y sin saber exactamente cómo, sintió su propio cuerpo reaccionar, un reflejo de instintos olvidados. Era como si un eco de su antiguo ser, de aquel que había sido capaz de sentir, estuviera guiando sus movimientos. Con una torpeza inesperada, movió uno de sus brazos, acercándolo con cuidado para no aplastarla. Poppy le dirigió una pequeña sonrisa, esa sonrisa que parecía eterna, y en ese gesto el Prototipo sintió cómo sus propios circuitos parecían responder. Juntos, comenzaron a moverse, sus pasos desfasados, pero sin perder el compás, como si el recuerdo de aquellos momentos en los que compartían algo más que la lucha aún perdurara en alguna parte de sus memorias. A medida que la canción avanzaba, el Prototipo comenzó a sentir una paz que le era extraña y distante. Cada giro de Poppy era como un destello de luz, una fracción de tiempo en la que ella parecía convertirse en algo más que una muñeca. Cada movimiento suyo, aunque limitado por su tamaño y sus engranajes, la seguía con la misma devoción que había sentido mucho tiempo atrás. Y en su mente, el mundo se redujo a aquel instante, en el que la oscuridad de la fábrica se fundía con la tenue luz de la canción, y Poppy era la única estrella en medio de ese firmamento sombrío. Se dejaron llevar por el ritmo de la canción, Poppy girando en torno a él como un pequeño satélite, su vestido ondeando, sus brazos abiertos en una danza libre. El Prototipo la observaba y, en su interior, un torbellino de emociones que había reprimido tanto tiempo se desataba. Era una mezcla de tristeza, de esperanza, y de algo aún más profundo, algo que no sabía si podía permitirse, pero que en ese momento simplemente estaba allí, real y palpable. La nostalgia lo embargaba, y en su mente veía destellos de aquella época en la que ambos compartían algo que parecía imposible de recuperar. Conforme la canción llegaba a su fin, el Prototipo la miró una última vez. Poppy estaba allí, con los ojos cerrados, perdida en la música, en la paz de un momento que, para ambos, parecía eterno. Y en ese instante, lo comprendió. Ella era como la luna en medio de su noche interminable, una pequeña luz que, a pesar de la distancia, nunca había dejado de brillar. Había estado ahí, callada pero constante, incluso cuando él había dejado de creer en cualquier tipo de luz. Y entonces, por primera vez en muchos años, el Prototipo sintió que aquel vacío se llenaba de algo diferente. No era solo la victoria que habían conseguido, ni la paz temporal que ahora sentían. Era la presencia de ella, la pequeña luna que seguía danzando en su vida, trazando una línea de luz en su oscuridad. La canción se desvaneció, y ambos se detuvieron, compartiendo una mirada que lo decía todo sin necesidad de palabras. En el silencio que siguió, el Prototipo se permitió un pequeño y casi imperceptible suspiro. Porque ahora sabía que, en medio de su vasto y solitario universo, siempre habría una luna brillando para él. ☆*゚ ゜゚*☆*゚゜Comentario de la escritora☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚ ¡Holi mis queridos lecores!, ¡ES UNA GRAN FELICIDAD TRAER OTRO CAPITULO MAS! Ok ok, esta vez este capitulo si fue bastante corto y una disculpa por eso, pero déjenme explicarles. Veras como han notado los capítulos llamados Luna, en realidad son un capitulo y la verdad que fue bastante largo como lo plane, por esa misma razón tuve que dividir el capitulo en tres partes. Por lo mismo para no saturarlos y dejarlos descansar con todo lo que llevo este capítulo de luna. Espero que les haya gustado absolutamente todo el capitulo de luna uwu, la verdad cuando lo estuve escribiendo tuve muchos sentimientos encontrados, en especial por como Dogday y Catnap estaban manejando sus respectivas inseguridades, Dogday porque sabe que no es el primero de Catnap y el felino porque teme que su pasado aleje a Dogday. Y seamos sinceros en la vida real este tipo de temas no es fácil de hablar con sus respectivas parejas, por esa misma razón quise replicar un tema muy realista de una relación en mi escrito. Para que sintieran que estos personajes siguen siendo humanos a pesar de su transformación. Tambien lo que me costo bastante fue manejar la relación de Poppy con el prototipo, personalmente me cuesta muchísimo manejar a 1006 por lo mismo, casi no se nada de él mas que la información del juego y la wiki, asi que crear su personalidad o tratar de replicarla tratando de ser un poco canon. Me hes difícil y mas cuando esta ligado a una relación del pasado y actual con Poppy, ósea tratar de describir como reaccionara o que dira es difícil de imaginar xd jajaja. Pero espero que lo este logrando y que ustedes mis queridos lectores les este gustando bastante uwu, como unos se darán cuentas (En especial en Ao3), tuve que cambiar los tags y las relaciones agregando una mas, que es el ship 1006 x Poppy. Por lo mismo ya mi historia se esta enfocando en una relación sentimental con estos personajes, también lo hago mas que nada para inspirar a otros escritores o artistas de hacer que se interesen por esta parejita y hagan mas contenido de ellos. ¡Espero que funciones TwT! Por ultimo 7w7r, vengo a compartirles un hermoso y precioso dibujo de una lectora mia que también es una artista jeje en twitter esta como @MadeleineGutir5, la cual jeje nos hizo un dibujo de forma comica de la situación de Catnap y sus ex parejas bastante gracioso jajajaja. Aquí dejo link uwu https://x.com/MadeleineGutir5/status/1891242686616621063 Madelin si estas leyendo esto, neta te lo agradezco bastante, tu dibujo esta muy hermoso y bonito uwu, como dije soy una tus seguidoras desde hace ya bastante tiempo. Soy fan de tu Au "he roots of the moon", la cual tu Au fue mi inspiración para tener una idea para un próximo fanfic jeje uwu (Sigo esperando con paciencia la actualización), de nuevo muchas gracias por el dibujo voy a guardarlo y atesorarlo siempre jeje. Espero que sigas disfrutando de mi escrito como yo disfruto de tu arte. Te deseo lo mejor del mundo. Ahora si mis queridos lectores, ¿Diganme que les parecio este capitulo?, ¿Qué teorías tienen?, ¿Qué desean ver en un futuro?, Que les parecio la cancion de Poppy? Yo amo la cancion y supe que esta cancion le pertenecia a Poppy cuando se la dedicaba a 1006 ahhh que emocion!! Me gusta leerlos, y estaré contestándoles cuando tenga tiempo uwu, dicho esto seria todo mis queridos lectores, hasta el siguiente domingo donde empieza otro capitulo largo 7w7r y fuerte a si que preparen sus pañuelos y palomitas para el dramón que viene jeje.
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