Capitulo XVII. ¿Quién es el monstruo realmente? Parte I
20 de mayo de 2025, 14:13
Notas:
⚠️Advertencias⚠️
🐈⬛Este capitulo contiene temas de abuso físico, psicológico y sexual.
🐈⬛Este capitulo contiene temas bastante delicados que pueden dañar la sensibilidad del lector, proceder con precaución.
🐈⬛Esta historia es para el público adulto, por lo tanto, si eres menor de edad, te pido de la mejor manera que salgas de la historia, pero aun así si decides ignorar mis advertencias, entonces solo me queda advertirte que estas bajo tu propio riesgo, esta historia encontraras temas moralmente cuestionables, turbios, gore, abusos de todo tipo, altamente toxicidad, sinceramente esta historia hará que te revuelva el estómago. Por lo tanto, estas bajo tu propio riesgo, no quiero saber que después de esto quieras quejarte o que tus padres vengan a quejarse porque serás bloqueado de inmediato. Eso sería todo para aquellos menores de edad.
Para Dogday fue un enorme respiro.
Las cosas habían cambiado por completo en la vida del perrito solar, pues ahora él estaba lejos de la misma tiranía y la incomodidad que le hacía sentir a lado de ese horrible hombre.
Elliot por mucho represento una terrible constante entre la desgracia y la felicidad de los juguetes, el tenía el poder para parar los abusos y las torturas de aquellos que no les importaba, ni siquiera Poppy que fue la más cercana a él se salvó de esas injusticias, nadie se salvaba en su mando. Para ser sinceros Dogday realmente lo odio en secreto y fingió por mucho tiempo que le agradaba, pero ahora que tuvo esa pelea y que Poppy se volvio la nueva jefa para los juguetes y hasta para algunos humanos, ya nadie respetaba a Elliot como antes.
El miedo que le tenían poco a poco comenzaba a esfumarse y solo Poppy era vista como la verdadera jefa, ya que Dogday sabia de primeramente que la muñeca con sus tretas y sus manipulaciones, supo jugar un juego bastante peligroso y puso a Elliot en su lugar cuando tuvo suficientes documentos para amenazarlo de hacerlo público indirectamente.
Por supuesto que Elliot sabía que Poppy jamás dudaría en quemar todo para llevarlo en lo más profundo de las llamas del averno, pues sabía que esa muñeca es una total perra a la hora de hacer las cosas, con ella no se jodia, porque a pesar de su pequeño tamaño poseía una maldita astucia que logro poner al fundador de la fábrica en una posición baja a la suya, hizo que Harley en ese tiempo cuando comenzaron los despidos, se volviera una paria para los demás trabajadores, jodiendolo con tanto trabajo que el “pobre” científico tuvo que pedir días de vacaciones, algo que jamás hacia porque había colapsado por el estrés y presión que la misma Poppy le puso con nuevos proyectos.
Solo Poppy sabía lo que tuvo que sacrificar a cambio de que Harley abandonara la instalación por un tiempo, creando que el científico en jefe se resintiera aún más por la muñeca, pero ahí no terminaba los pasos de la dulce muñequita de “porcelana”, porque por si no fuera poco había logrado poner al gran 1006 de su lado como una aliada. Ella se volvió la nueva cara de esa empresa, por supuesto para los que no sabían de su existencia, solo se ponía una cara falsa de una humana y otra persona la representaba en su nombre, para ocultar su verdadera apariencia.
Pero para los trabajadores que trabajaban en las profundidades de la fábrica, ella es un signo de respeto absoluto, porque solo ella hizo que Elliot perdiera la cabeza. Aunque claro no lo hizo sola, si no que la muñeca se aseguró de expandir el rumor que Dogday le ayudo bastante.
Ahora la fábrica se había vuelto un lugar seguro para todos, ahora que Harley no estaba se habían detenido temporalmente la creación de nuevos juguetes, por lo que fue un gran avance, solo los últimos que habían hecho, faltaban para ser puestos en sus respectivos lugares de trabajo, así que pronto se presentarían y por momento serían los ultimo juguetes vivientes en existencia.
Los juguetes estaban felices con sus derechos que se volvieron una ley que no se podía tocar, los trabajadores que aun seguían manteniendo esas prácticas crueles hacia otros se detuvieron de inmediato u otros fueron despedidos, y los rumores decían que habían desaparecido de la misma existencia, aunque claro ese rumor se conectaba muchísimo a que Harley había recibido bastante trabajo, algo que Dogday realmente no quería ni imaginar que Poppy estuviera detrás de esto. Aunque claro eso no eran los únicos rumores que se daban de ella, porque como antes ya había escuchado los cuchicheos de Poppy habían aumentado al punto que pareciera, que la mayoría de los juguetes sabían que ella es su verdadera madre por lo que en varias ocasiones se le veían con un respeto grande hacia ella, pero al mismo tiempo ella ganaba miradas desagradables o curiosas por parte de algunos humanos y pocos juguetes, que aún no creían del todo en esos chismes.
El líder de los Smalling no sabía quién había esparcido el rumor, pero sea quien sea probablemente le hizo un favor a Poppy para poder avanzar con sus planes, sin que nadie se interpusiera.
Pero ahora mismo el perrito solo quería concentrarse en la mejora de su vida, ahora que ya no tenía a Elliot detrás de él para joderle constantemente, por lo contrario, estaba muy feliz de estar con sus amigos, sus niños, disfrutar su relación romántica con Catnap y sobre todo había recuperado su antiguo puesto con Poppy, pues ella se lo había devuelto como si nada. Pues ahora trabajaba exclusivamente para ella, por lo que ya no tenía que volver a ver a Elliot.
Algo que realmente agradecía porque podía disfrutar su vida sin temor a ser descubierto.
Dogday paseaba felizmente por el comedor disfrutando de hablar con otros juguetes, quien tenían una charola de comida y caminaban hacia una mesa. Donde pudieron sentarse a comer. El grupo hablaba amenamente sin importarle lo demás.
—Vaya, no puedo creer sobre esos rumores, ¿Sabes? —Dijo Honey aquel osito juguete de tamaño real, quien miraba a los otros juguetes que comían la lasaña que habían servido en ese comedor.
—Yo digo lo mismo. —Esta vez fue el otro juguete llamado Bu, aquel fantasma caricaturesco que solo picaba su comida, sin deseos de comer.
—Vamos Bu, solo pruébalo un poco, esta rico. —Dijo King viendo a su mejor amigo siendo otra vez quisquilloso con la comida. Para luego dirigir su mirada a Honey. —Bueno Honey, hasta donde se Poppy no ha desmentido el dicho. —Explico el juguete de ojos de botón, mientras poseía una figura de muñeco de trapo, pero con una capa de rey y una coronita, poseía una sonrisa cocida tierna la cual podía abrir y dejar ver sus colmillos tipo tiburón, para poder comer de su cuchara llena de comida.
—Pero tampoco ha confirmado nada. —Contesto Honey con una sonrisa tranquila, pues el tema picante entre juguetes era el rumor de Poppy.
Dogday por su parte aún seguía investigando quien lo había iniciado, pero para ser sinceros era como encontrar un alfiler en un pajar, pues no podía dar con el que responsable de pasar el rumor. EL perrito solo suspiro porque aún tenía muchas cosas en su mente, a pesar de estar feliz con su nuevo cambio, estaba inquieto con el pasar de los días, ya que literalmente estaba impaciente por ver a los nuevos juguetes.
Porque sabía que entre ellos estaba Jason.
—¿Tu qué opinas Dogday? —Pregunto King mirando a su amigo, que solo miraba su comida aun sin probar un bocado. Cosa que el perrito al escuchar su nombre levanto su mirada volviendo en sí.
—¿O sí que pasa? —Pegunto un poco perdido por zafarse un poco de la realidad.
—Te pregunto, ¿Qué piensas de lo de Poppy? —Esta vez fue Bu aquel juguete mal humorado y cretino, a lo que el perrito solo rio un poco nervioso.
—Bueno… pues… yo pienso que Poppy tiene sus razones para no responder en absoluto, pero igual a mi punto personal solo es un rumor…—Dijo el perrito mientras sonreía tratando de no delatarse, mintiendo en el proceso, por supuesto no quería que nadie más se enterara la realidad del nacimiento de los juguetes. Sabía que para Poppy es un tema bastante delicado y no iba a contribuir en darle más chismes a los juguetes.
Además de que para él aun no podía evitar sentirse un poco ansioso por como en teoría, estaban cometiendo incesto. Pero es culpa suya por no poder hablar con Poppy sobre eso, por la misma situación tenía miedo de que provocara un mal estar en su amiga.
—¡Ves!, Dogday tiene razón, no puedes creerte todo lo que te cuentan King. No seas ingenuo. —Pronuncio Bu burlonamente a su amigo, a lo que el nombrado solo bufo derrotado.
—Supongo que tienes razón…—Menciono el de ojos de botón.
—Cambiando el tema… chicos, ¿Cuándo creen que vendrán los nuevos juguetes? —Dogday pregunto de inmediato, ya que necesitaba quitarse esa duda en su corazón.
—Veo que estas ansioso por conocer a los nuevos Dogday, ¿Hay algo en específico porque actúas así amigo? —Fue Honey quien hablo mientras miraba a su amigo con intriga y tranquilidad.
El perrito al escuchar eso se tensó un poco, pero a pesar de eso hizo lo posible para poder mantenerse normal. —Bueno… es que yo… quiero darles la bienvenida y me emociona conocer a alguien nuevo. —Explico el nombrado. Mientras jugaba con sus dedos nerviosamente.
—Bueno es de suponer, después de todo eres parte de un canino y son seres super sociables… —Antes de que Bu pudiera decir más cosas, King le dio un codazo tan fuerte en su costado debajo de la mesa, lo que provocó que el fantasma peluche tosiera y gimiera de dolor, al mismo tiempo que bajaba su cabeza y abrazaba el lugar donde recibió el golpe.
Dogday solo miro como este se quejaba de dolor, preocupándose en el acto. —¿Bu, esta todo bien?
—Por supuesto que está bien, solo está siendo quisquilloso con la comida jeje. —Dijo King al mismo tiempo que trataba de disimular que su amigo puede ser un pedante. —Yo también estoy emocionado de ver a los nuevos, ¿Qué tipo de juguetes serán?
—Quien sabe, pero espero que no sean juguetes malos como Bu. —Pronuncio Honey divertido, sonriéndole de forma cómplice, mientras miraba como el nombrado se retorcía de dolor al mismo tiempo, que le dedicaba una mirada rabiosa.
Dogday solo se rio por ese comentario, así que solo suspiro mientras miraba a la nada pensando seriamente, que pasaría ahora con los niños. Sabía que ya no podía ver absolutamente ver a los juguetes igual, podían haber sido niños u otros humanos, ahora entendía lo que sentía Poppy, vivir constantemente con saber la verdad y ver la carne de sus hijos ser modificado hasta volverlos otros seres.
En especial saber que los niños que ella en dado momento cuido con mucho amor ahora solo Vivian con otra vida siendo infernal para ellos en esos momentos. Pero a pesar que hayan cambiado las reglas, aun existía la incertidumbre de volver a ser maltratados, con Elliot y su bipolaridad no ayudaba mucho.
—Y aquí está el comedor, aquí hay de todo tipo de comida, pueden alimentarse tanto como quieran sin sentir miedo. —Dijo una voz femenina, la cual después se escuchó voces asombrados y hablando de lo lindo que es el lugar. Dogday miro de reojo con curiosidad a que se refería la Miss Delight que llegaba a la cafetería- comedor. Atrás de ella se podían ver un grupo de juguetes nuevos.
Dogday casi es copio su comida de la boca, pues no esperaba que tan pronto llegaran los nuevos. Pues tenía la idea de que llegarían en unos días, rápidamente el perrito se volteo y entre la multitud de juguetes nuevos busco a uno en específico y fue entonces que lo vio.
Aquel juguete sonriente, con ojos adorables, orejas grandes siendo las de un conejo, pelaje azulado y esponjoso, una colita larga similar a un caballo, pero su aspecto se simulaba más aun conejo, pero lo que más destacaba es su cabeza que poseía un cuerno y detrás suyo de adorno unas alas pequeñas.
Jason.
Dogday pensó en ese nombre, jamás podría olvidar el aspecto del juguete en la que convirtieron a su pequeño amigo. Fue en ese momento que supo que no podía perderlo por segunda vez, porque por alguna maldita razón, a pesar de tener un aspecto diferente y tal vez con otra memoria, aun poseía esa sonrisa dulce e inocente que lo caracterizaba.
El perrito sin decir ninguna palabra a sus amigos se levantó de la mesa, para caminar un poco desconcertado con todo a su alrededor solo observando a Jason, hasta quedar enfrente del pequeño grupo de juguetes nuevos que lo miraban con curiosidad, hasta que Miss Delight al ver a Doggy no dudo en presentarlo.
—Am, Dogday, ¿todo bien amigo? —Pregunto Honey al ver como Dogday se alejaba mostrando su preocupación, pero este solo lo ignoro desconcertando a los demás juguetes.
—Oh~, hola Dogday que gusto verte jeje. Chicos quiero presentarles uno de los juguetes favoritos de la misma franquicia, el mismísimo Dogday, Líder de los Smalling Critters. —Dijo la maestra presentando al perrito que miraba a Jason en específico, la cual al escuchar su nombre trato de calmar su evidente intención y solo mostro una sonrisa falsa, para después levantar una de sus patas y saludar.
—E-este… Hola jeje, si soy Dogday mucho gusto. —Menciono muy nervioso tratando de disimular su ansiedad, a lo que la maestra no lo noto de inmediato ni mucho menos los nuevos juguetes que rodearon a Dogday y comenzaron a presentarse emocionados, pues efectivamente antes de dejarlos ir si o si debieron decirles los juguetes importantes de la fábrica, para estar más familiarizados, estando atento a la lluvia de preguntas que le hacían.
Wau, te ves diferente a lo que me dijeron como eres Dogday.
¿Es cierto que eres muy popular?
Hueles a vainilla.
Realmente Dogday ya comenzaba a marearse con los comentarios que le decían, pero a pesar de todo él buscaba prestarle atención y contestar a todos a la vez, queriendo sonar muy amable pero su sonrisa desapareció un poco cuando escucho una voz diferente, pero su instinto le decía que era de alguien muy conocido para él.
—Vaya, que honor poder estar enfrente del increíble Dogday. Aquel juguete super famoso por su serie de televisión. —Dijo aquel conejo con rasgos de unicornio mientras se acercaba al perrito que se quedó callado y estático.
Mirando enfrente a aquel juguete que antes fue su niño, y ahora estaba allí, frente a él, completamente cambiado. Dogday apenas podía respirar. Su corazón, que normalmente palpitaba con una energía juguetona, ahora latía con un ritmo pesado, como si el peso de los años y la verdad lo aplastaran desde dentro. El juguete en el que Jason se había convertido, lo miraba con una sonrisa brillante y una mezcla de inocencia y admiración que Dogday sabía que no era fingida. Pero detrás de esa sonrisa, no había rastro alguno del niño que alguna vez lo había abrazado con fuerza, susurrando sueños y secretos en noches silenciosas.
Dogday tragó con fuerza y esbozó una sonrisa nerviosa, intentando ocultar la tormenta emocional que lo azotaba. No podía permitirse el lujo de quebrarse, no allí, no frente a Jason y mucho menos frente a los otros juguetes que lo miraban con expectativa. Sin embargo, sus patas temblaban ligeramente, y su voz salió más débil de lo que pretendía.
—El… el honor es mío. —Respondió, forzando una sonrisa. El tiempo parecía haberse detenido, y aunque Dogday intentó mantener la compostura, era evidente que algo dentro de él se estaba rompiendo y recomponiendo al mismo tiempo.
—¿Estás bien? —preguntó ArcoRabbit, ladeando la cabeza mientras daba un paso más cerca de Dogday. Había algo en sus movimientos, en la forma en que lo miraba, que le resultaba tan familiar al perrito solar. Incluso con sus memorias borradas, Jason aún conservaba ese aire amable y esa esencia inocente que Dogday había jurado proteger.
Dogday tragó saliva, sus patas temblaban ligeramente, pero no quería que nadie lo notara, especialmente Jason. Forzó una sonrisa más natural y asintió rápidamente.
—Sí, sí, claro. Solo estoy un poco abrumado por todas las preguntas. —Se rascó detrás de la oreja con una pata, buscando ganar tiempo para recuperar el control sobre sus emociones.
ArcoRabbit soltó una risa ligera, encantadora, y extendió una mano hacia Dogday para estrecharla.
—Oh entiendo jeje, Me alegra mucho conocerte. Mi nombre es ArcoRabbit, aunque creo que ya te lo dijeron. Espero que podamos ser buenos amigos.
Dogday dudando por un instante extendía su pata hacia el conejo-unicornio. La piel suave de Jason rozó la suya, pero a pesar de que le cambiaron el tono de su voz, aun así, él lo seguía recordando su dulce tono de niño, y un millón de recuerdos inundaron su mente: risas, juegos, y la promesa que alguna vez se había hecho de protegerlo pase lo que pase. Y ahora estaba aquí, pero ¿protegerlo de qué, si ni siquiera podía devolverle quién era realmente?
Su sonrisa tembló, pero logró mantenerse en su rostro.
—Claro… ArcoRabbit. Yo también espero que podamos ser amigos. —Su voz apenas logró salir en un susurro al final, mientras su mente gritaba el nombre que realmente quería decir: Jason.
ArcoRabbit inclinó ligeramente la cabeza, como si percibiera algo extraño en la mirada de Dogday. Pero su curiosidad no fue suficiente para romper la atmósfera de alegría que lo rodeaba. Después de todo, para él, Dogday no era más que una celebridad, un líder admirado en esta nueva vida que apenas comenzaba.
—Sabes… siento como si ya te conociera de antes, pero… supongo que eso es imposible, ¿verdad? —dijo ArcoRabbit con una risa nerviosa, llevándose una pata al mentón mientras lo observaba de cerca.
Dogday sintió un nudo formarse en su garganta. La risa de ArcoRabbit, aunque nueva y desconocida en algunos aspectos, contenía una chispa de algo que recordaba. No era exactamente Jason, pero era algo tan familiar que su pecho dolía de una manera indescriptible. Se aclaró la garganta, esforzándose por mantener la compostura.
—Bueno, dicen que los grandes amigos siempre encuentran la forma de cruzarse de nuevo. —Respondió con una sonrisa amarga, tratando de camuflar el verdadero significado detrás de sus palabras. Los ojos de ArcoRabbit brillaron con emoción, como si la respuesta de Dogday confirmara algo que no podía entender del todo.
—Eso suena… ¿cómo lo dicen? ¡Súper épico! —Exclamó ArcoRabbit, dejando escapar una risa alegre que provocó risas entre los demás juguetes. La energía en la sala era contagiosa, pero Dogday apenas podía sentirla. Todo su ser estaba enfocado en mantener las apariencias, en no derrumbarse mientras el pasado y el presente chocaban frente a él.
Mientras los otros juguetes continuaban charlando y bombardeando a Dogday con preguntas, él seguía robando miradas rápidas hacia ArcoRabbit. Cada pequeño gesto, cada palabra que decía, era como una punzada en su corazón. Aun así, se juró a sí mismo que esta vez sería diferente. Esta vez no fallaría. Protegería a Jason—o a ArcoRabbit, como ahora se llamaba—de todo lo que pudiera hacerle daño, incluso si eso significaba sacrificar lo que quedaba de su propio corazón.
Cuando finalmente la maestra indicó que la presentación había terminado, Dogday se sintió aliviado y al mismo tiempo abrumado. ArcoRabbit se acercó una vez más antes de irse, ofreciéndole una sonrisa cálida.
—Espero que podamos conocernos mejor pronto, Dogday. Eres tan genial como me dijeron. —Dijo el conejo-unicornio antes de girarse y seguir a los demás juguetes.
Dogday lo observó alejarse, y por un momento, sus patas comenzaron a avanzar, como si quisieran alcanzarlo. Pero se detuvo, recordándose que no podía decir nada, que no debía decir nada. Su tarea era protegerlo, no romper la ilusión que ahora era su realidad. Sus ojos se llenaron de lágrimas que rápidamente limpió con una de sus patas antes de que alguien pudiera notarlo.
—Jason… No, ArcoRabbit. Esta vez no te fallaré. —Murmuró para sí mismo antes de dar la vuelta, dispuesto a enfrentar el dolor de guardar silencio si eso significaba que él estaría a salvo.
Fue entonces que volvió a maldecir a Elliot, por haberle quitado a otros de sus niños y convertirlo en uno de ellos.
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El perrito solar caminaba hacia Sweet Home, estando con una mirada baja mostrando su frustración y su tristeza pues el reencuentro de Jason, había sido catártico para él mismo, se sentía muy alterado pues ver de nuevo a Jason había hecho que reviviera esa horrible escena cuando lo despedazaban vivo para poder transformarlo, en algo que jamás debió haber existido.
Por supuesto no debia ser mal interpretado, pues Dogday se decía a si mismo constantemente, que los juguetes no debieron existir, compartiendo la misma ideología que Poppy, ya que su mera existencia solo provocaba sufrimientos así mismos, porque los humanos podían abusarlos, matarlos y sabía que a fuera de la fábrica sería mucho peor aún, pues ni siquiera sabían de su existencia y podrían ser catalogados como monstruos.
Definitivamente maldijo su propia existencia, por culpa de eso pensamientos intrusivos.
Solo quería llegar a su casa, encerrarse en su cuarto que ya compartía con Catnap pues se había mudado a su habitación, porque ya son pareja oficialmente y es evidente que querían estar juntos la mayor parte del tiempo. Ser mimado y estar acorrucado con Catnap.
Caminando por aquellos pasillos de la fábrica, ignorando tanto trabajadores y juguetes, pues su objetivo era llegar a su hogar para descansar. Pero este paro de inmediato cuando miro a la distancia una figura realmente familiar, pero en vez de causarle un sentimiento positivo, un escalofrío y miedo se apodero en su pecho, ya que realmente pensó que jamás volvería a ver a Harley.
Pues aquel maldito científico desquiciado estaba ahí enfrente del perrito a unos metros hablando con otros trabajadores, solo se veía a Harley más cansado y un poco desalineado.
—“¿Por qué él está aquí?” —Se pregunto mentalmente Dogday mientras miraba con terror a aquel hombre, pues hasta donde estaba enterado. Aquel científico había pedido semanas de descanso después del colapso, que había tenido por culpa de la explotación laboral que Poppy lo sometió.
Lo que significaba que, si él estaba ahí no atraería nada bueno, por lo que rápidamente antes de que lo notara el perrito huyo, no quería ser visto por esa alimaña. Además de que tenía alertar a Poppy y sobre a todo a Catnap, quien temía más que nada, que al ser uno de los experimentos más trabajados tenía una fascinación con experimentar.
Su cabeza dolía de tantas emociones y pensamientos acumulados que ni siquiera se fijó cuando choco contra uno de sus amigos.
—Oh Dogday, perdona no te vi perrito. —Dijo una voz femenina muy familiar, cuando el nombrado levanto su mirada noto la presencia de Bobby aquella osa tan dulce, en esos momentos su angustia por Harley se esfumo por unos segundos, realmente estaba lleno de muchas emociones turbulentas y la presencia de la osa, no ayudo a mejorar en absoluto, lejos de traerle paz, solo le traía desconfianza y celos, porque ahora que sabía que ella tuvo algo en el pasado con Catnap, no podía pensar de forma coherente sobre su querida amiga, que ahora no sabía cómo afrontar la verdad.
Dogday tragó saliva, sintiendo el nudo en su garganta tensarse aún más. Allí estaba Bobby, su mejor amiga, su confidente, aquella a quien había entregado su lealtad sin cuestionar. Y, sin embargo, ahora que sabía la verdad, el simple hecho de mirarla lo hacía sentir incómodo. Ya no era la misma Bobby que recordaba. Había algo roto, algo irreparable en la conexión que compartían, pero lo que más le atormento fue que no podía odiarla, ni tenía motivos, porque eso había pasado antes de que fuera novio de Catnap.
Se sentía como un tonto odiar a alguien por algo que no hizo mal.
—No te preocupes, fue mi culpa —respondió Dogday con una sonrisa débil y forzada, esquivando su mirada. Quería sonar normal, pero sus palabras salieron entrecortadas, cargadas de una tensión que Bobby no tardó en percibir.
Realmente aun necesitaba más tiempo para reflexionar, sobre todo.
—¿Estás bien? Pareces… distraído —preguntó Bobby, ladeando ligeramente la cabeza, preocupada.
¿Distraído?
Pensó Dogday con amargura. Esa palabra era demasiado simple para describir lo que realmente sentía. Estaba molesto, traicionado, y en el fondo sabía que no debería ser así. Después de todo, Bobby no tenía la obligación de contarle todo lo que había hecho antes de que formalizaran su relación. Pero lo que realmente lo destrozaba era que había confiado ciegamente en ella, que había creído que su amistad era un espacio limpio, puro, sin secretos. Ahora, todo eso parecía una ilusión.
—Sí, estoy bien —mintió, con una voz tan ensayada que casi se sorprendió de lo convincente que sonaba. — Solo estoy algo preocupado, porque hace rato vi a Harley y bueno… me asusté un poco…—Esta vez dijo una verdad la cual sonaba realmente sincero. En especial porque tenía que advertir a los demás.
—Oh no…—La osa al escuchar ese nombre se atemorizo, realmente ella le temía a Harley y no era por nada, ese hombre es un cerdo que le gustaba atormentar a los juguetes y Bobby no fue una excepción. — Supongo que tenemos que decirle a Poppy.
—Si, a si es…—Dijo el perrito un poco nervioso.
—Mira Poppy acaba de llegar de visita y en estos momentos esta con Piggy y Crafty tomando una merienda, vamos Dogday ve con ella, yo en un rato los acompaño jeje—Contesto tratando de sonar calmada, pero realmente esa noticia la desestabilizo.
Dogday apenas pudo sostenerle la mirada. Cada vez que lo intentaba, veía las imágenes en su mente: Recordaba lo que le dijo su novio, Así que a pesar que sus pensamientos estaban distraídos asintió ante las palabras de su amiga.
—"¿Cómo llegamos aquí?" — pensó con amargura mientras Bobby seguía hablando de algo que él no escuchaba. En su mente, las dudas no dejaban de acumularse. No era solo Bobby. Era Bubba, cuyos secretos oscuros lo hacían sentir repulsión. Eran los Smalling Critters, sus amigos de toda la vida, aquellos que alguna vez consideró una familia. Cada uno de ellos parecía ocultar algo, algo que él ignoraba y que, cuando salía a la luz, dejaba cicatrices profundas en su confianza.
Se sentía solo, incluso rodeado de ellos. Antes, habría dado cualquier cosa por protegerlos, por mantener la unidad que tanto valoraba. Ahora, apenas podía soportar estar en la misma habitación con algunos de ellos.
—"Me reiría de mí mismo si me viera ahora"—pensó, con un deje de tristeza. —"El Dogday de antes, tan confiado, tan optimista, tan dispuesto a creer lo mejor de todos. ¿Qué pensaría de este Dogday? Este que no puede mirar a sus amigos sin preguntarse qué más le están ocultando."
Pero no podía dejar que lo supieran. No podía permitirse mostrar su dolor, su desconfianza. Fingir era lo único que le quedaba. Fingir que seguía siendo el mismo perrito alegre y confiado de siempre, aunque por dentro todo se sintiera vacío y distante.
Bobby le dio un ligero golpe en el hombro, interrumpiendo sus pensamientos.
—Bueno, parece que necesitas descansar, Dogday. Nos vemos luego, ¿sí? —dijo con una sonrisa antes de irse.
Él asintió y esperó a que ella se alejara antes de dejar escapar un suspiro pesado. Sus patas temblaban mientras retomaba su camino esta vez en la sala, donde su ahora jefa estaba, esperándolo.
Dogday llegó al marco de la puerta de la sala con pasos lentos y cautelosos. Podía oír las voces de Piggy, Crafty, y Kissy, acompañadas de una risa melodiosa que reconoció al instante: Poppy. Algo en esa risa logró calmar momentáneamente el caos en su cabeza. Respiró hondo, ajustándose mentalmente antes de entrar.
La sala estaba iluminada por la cálida luz de la tarde. Poppy estaba sentada en un sillón junto a una mesa baja cubierta de tazas de té y un plato de galletas. Vestía un vestido floral sencillo, pero con un toque elegante. Sus ojos brillaban con confianza, y su sonrisa parecía tener la capacidad de borrar cualquier sombra de tristeza que hubiera sentido antes. Su apariencia era un testimonio del cambio que había experimentado: no había rastro de las ojeras que antes la hacían ver cansada, ni de la tristeza que solía empañar su mirada. Poppy parecía, en todos los sentidos, renacida.
Dogday se quedó inmóvil por un momento, observándola, hasta que Poppy giró la cabeza hacia él y le dedicó una sonrisa tan cálida que casi sintió ganas de llorar. Esa sonrisa le recordaba por qué confiaba en ella por encima de todos los demás. No necesitaba máscaras ni mentiras con Poppy. Ella era lo que aspiraba a ser: una figura fuerte, resiliente y verdadera.
—¡Dogday! —exclamó Poppy al verlo entrar. Una sonrisa iluminó su rostro mientras se levantaba de su asiento, extendiendo los brazos como si fuera a recibirlo con un abrazo.
—Hola, Poppy... —murmuró él, haciendo un esfuerzo por mantener su voz estable. Era difícil no sentirse pequeño bajo la luz de su renovada energía, pero al mismo tiempo estaba contento y seguro, porque realmente le gustaba pasar el tiempo con ella.
—Ven, siéntate con nosotros. —Poppy señaló un lugar vacío a su lado. Había algo en su tono, una calidez que hacía que las tensiones internas de Dogday se aflojaran, aunque solo fuera un poco.
El perrito obedeció y se sentó junto a ella. Piggy le ofreció una taza de té, pero él la rechazó con un gesto suave, incapaz de concentrarse en nada más que en las personas a su alrededor. Crafty estaba dibujando algo en un cuaderno, Kissy mordisqueaba una galleta con entusiasmo, y Poppy… Poppy simplemente irradiaba una calma que lo hacía querer quedarse cerca de ella, como un refugio en medio de su tormenta. Después de todo ella es la madre de su cuerpo, instintivamente se sentía seguro a su lado.
Era en momentos como ese cuando Dogday se daba cuenta de cuán pocos quedaban en quienes realmente podía confiar. Catnap, Kickin, y Poppy. Esas tres personas eran todo lo que tenía ahora. Y mientras miraba a Poppy, comprendió por qué. Ella había demostrado que era posible cambiar, que la lealtad y la confianza no eran conceptos vacíos.
Poppy comenzó a hablar, rompiendo el silencio en el que Dogday había caído.
—Bueno, chicos, necesito que me disculpen un momento. —Se dirigió a los demás, antes de mirar a Dogday con una sonrisa tranquila pero llena de intención. —Dogday, ¿podemos hablar a solas un momento?
Él asintió, un poco inquieto. Dogday tomo a la muñeca entre sus manos y la guio hacia una esquina tranquila de la habitación. La expresión de Poppy cambió ligeramente, volviéndose más seria, aunque sin perder esa confianza que ahora parecía ser parte de ella.
—Hay algo importante que debemos hacer, Dogday —comenzó. Su tono era firme, pero no brusco. —Quiero que vengas conmigo, tendremos una junta con los benefactores de la fábrica. Elliot estará ahí…
El mundo de Dogday pareció detenerse en ese instante. Su corazón dio un vuelco, y el aire pareció volverse más pesado. La idea de volver a estar cara a cara con Elliot, de enfrentar nuevamente los recuerdos y los miedos que lo perseguían, lo dejó paralizado.
—¿A… a Elliot? —balbuceó, su voz temblando.
Poppy asintió, colocando una mano suave pero firme sobre su dedo.
—Sé que es difícil para ti, Dogday. Sé que no quieres verlo, pero es algo que debemos hacer. Pero no te lo pediría si no fuera importante, como eres mi mano derecha en esto, literalmente el nuevo proyecto que hemos planeado para cambiar las cosas y dejar a los niños en paz, podrían crear esta oportunidad única para exponérselo y ellos den luz verde, para así acabar con esa maldita idea de Elliot de utilizar a estos niños para sus experimentos. —Explico Poppy, por supuesto no quería arriesgar a Dogday, pero necesitaba de su carisma para poder hacer este paso y proteger ahora a los niños. Ella jamás pondría a su hijo en riesgo a lado de ese monstruo, pero necesitaba de sus habilidades para un cambio importante.
El perrito tragó saliva, su mente luchando por procesar lo que acababa de escuchar. Las imágenes de Elliot, su voz, su presencia… todo volvía a él, como un golpe que lo dejaba sin aliento.
—Yo… no sé si puedo… —admitió, su voz quebrándose.
Poppy le apretó su dedo con fuerza, obligándolo a mirarla a los ojos. Había algo en su mirada, una mezcla de comprensión y determinación, que lo ancló.
—Puedes, Dogday. Confío en ti. Y quiero que sepas que, pase lo que pase, no te voy a dejar solo en esto. No me separare de ti en ningún momento, no tendrás que estar solo con él, no permitiré que se te acerque. Después de todo… una madre debe proteger a sus hijos.
Las palabras de Poppy lo atravesaron como una ráfaga de aire fresco. A pesar de su miedo, a pesar de su incertidumbre, sintió que podía creerle. Porque, después de todo, ella le había demostrado que la confianza, la verdadera confianza, todavía era posible.
Con un esfuerzo titánico, Dogday respiró hondo y asintió.
—Está bien… Si tú crees en mí, lo intentaré.
Poppy sonrió, una sonrisa llena de orgullo y, quizás, algo de satisfacción.
—Eso es todo lo que necesito, Dogday. Gracias querido. —Pronuncio la muñeca mostrándole una sonrisa mientras tocaba otra vez el dedo del canino para apretarlo dejando ver que tenía un gran apoyo.
—Poppy…. Hay otra cosa que quería contarte…—Esta vez Dogday tomo valor, para poder tratar del tema del científico loco.
—¿SI que pasa cariño? —Pregunto la muñeca curiosa.
—Es sobre Harley… él regreso… se supone que no debió regresar. ¿Por qué lo hizo? —Pregunto alterado el perrito mientras miraba a la muñeca en sus manos, que al escuchar eso sus ojos se abrieron de golpe. Realmente sorprendida por la noticia, no podía creer lo que oía, sabia de ante mano que cada vez que estaba ahí siempre son problemas.
—N-no lose… carajo… hablare con Elliot más tarde de esto, pero por ahora le pediré a 1006, que de un aviso después de que deben mantenerse al margen con él cerca…—Pronuncio la muñeca pensando en una solución para volver a deshacerse de ese maldito bastardo, que le había arruinado su vida a ella y a sus hijos. —No te preocupes Dogday, todo estará bien cariño…
El perrito al escuchar la voz tranquilizadora de Poppy no dudo en sonreír más calmado, porque sabía que podía confiar en aquella muñeca, muchas veces había visto como luchaba y salía de las peores situaciones.
—Gracias Poppy. —Susurro su agradecimiento.
Porque al final ella siempre los protegería, después de todo es su madre.
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—¡Esto es inaudito Elliot! —Una voz de una mujer mayor exclamo con molestia e irritación, mientras azotaba su pie contra el pavimento, dejando ver su ira ante aquel fundador que tenía un aspecto realmente descuidado.
A pesar de tener una ropa fina y un peinado bastante limpio, en su cara se notaba que no había dormido en días, además de que había perdido peso como si realmente estuviera enfermo. A parte de que poseía un gesto realmente desagradable, pues no le gustaba en absoluto ser llamado la atención por uno de sus patrocinadores, en especial por Elizabeth que de los tres es la más dura.
—¡¿Qué demonios has estado haciendo?!, ¡Tus acciones están bajando!, ¡Estamos perdiendo nuestro dinero!, ¡EXIJO UNA EXPLICACION QUE DEMONIOS HAS ESTADO HACIENDO CON NUESTRO DINERO ELLIOT LUDWIG! —Grito de forma exasperada la mujer mientras miraba al fundador esperando una respuesta.
—¡Elizabeth, basta!, Gritar no servirá de nada. —Menciono Gustav dejando en claro que no aguantaría más gritos, al mismo tiempo que daba un paso hacia adelante.
—AL menos déjalo hablar mujer, ni siquiera le das una oportunidad a Elliot. Para explicarse… lo conocemos por décadas, ha de tener una verdadera situación como para explicar lo que ocurre. —Esta vez el quien lo dijo fue Emiliano, el otro patrocinador.
Elliot no iba a negar que, en esos momentos, Poppy tenía control absoluto sobre el juego. Era como si estuviera atrapado en un tablero donde cada movimiento había sido planeado de antemano por ella, dejándolo como un simple peón mientras ella se erguía como la reina. Apretó los dientes, sintiendo cómo la frustración lo consumía. La rabia hacia Dogday era casi irracional, pero no podía evitar culparlo. Si no hubiera mostrado esa debilidad, si no hubiera abierto la puerta para que Poppy se metiera tan profundamente en la estructura de la fábrica, nada de esto habría pasado.
Pero lo que más le molestaba no era su pérdida de control, sino la mezcla de emociones que Poppy le provocaba. Era un cóctel tóxico de resentimiento, orgullo, temor y, en lo más profundo de su ser, una extraña admiración. Por más que intentara convencerse de que era una amenaza, de que debía acabar con ella de alguna forma, no podía ignorar que había superado sus expectativas en todos los sentidos. Era astuta, calculadora y letal, todo lo que él mismo había soñado al crearla. Pero también era todo lo que él jamás podría controlar, y eso lo aterraba, después de todo tal vez eran las partes de su hija que lo resentían por haberla violado.
Todo lo que ella hizo, fue como una amenaza que orquesto la muñeca solo para mandarle un mensaje realmente peligroso.
Tu serás el siguiente, si vuelves a lastimar a mis hijos.
De repente, la puerta de la sala se abrió con un suave chirrido, y Elliot levantó la mirada, esperando ver a Poppy. Sin embargo, lo que vio lo sorprendió.
Poppy entró, pero no estaba sola. Como es costumbre la muñeca gigante que siempre la acompañaba, que cargaba a Poppy para ayudarla a estar siempre a la altura de otros. Kissy Missy la miraba con ojos brillantes, mientras la muñeca se balanceaba levemente, como una figura inofensiva pero imponente al mismo tiempo.
Pero lo que hizo que el estómago de Elliot se retorciera fue lo que venía detrás. Dogday. A pesar de su tamaño, parecía pequeño bajo la sombra de Poppy, y su mirada nerviosa no podía ser ignorada. Era la primera vez que Dogday estaba en la misma habitación con Elliot después de aquella pelea, y el peso del pasado parecía caer sobre ambos.
Elliot se tensó al instante, sus ojos fijos en Dogday. Su mente revivió rápidamente la escena de la pelea, las palabras hirientes, los gritos, las amenazas. La reacción de Dogday, su traición silenciosa al no aliarse completamente con él… Ahora lo veía nuevamente, de pie ahí, en la misma habitación, como si nada hubiera pasado. Pero la diferencia era palpable. Dogday, ese perro leal y orgulloso, ahora estaba visiblemente incómodo. Su mirada evitaba la de Elliot, su cuerpo ligeramente encorvado, y su cola baja, como un niño que teme ser regañado.
—Oh dios, Poppy que bueno que llegaste. —Dijo Elizabet realmente aliviada de ver a la muñeca. Pues al menos con ella tendría verdaderas respuestas.
Los demás proveedores observaron que Ella no estaba sola, pero no les importo que Dogday estuviera ahí. Por lo contrario, solo se concentraron en la muñeca.
Poppy entró en la sala con una calma imperturbable, su pequeña figura proyectando una autoridad que nadie se atrevía a cuestionar. Su sonrisa era delicada, casi inocente, pero sus ojos brillaban con una frialdad calculada. Elliot, a duras penas, podía sostenerse en su silla. Su mirada perdida y su respiración agitada dejaban claro que no estaba en condiciones de responder al aluvión de preguntas que los proveedores estaban a punto de lanzar.
—Por fin, alguien que puede hablar con lógica —gruñó uno de los proveedores, claramente frustrado por el silencio de Elliot y su estado lamentable. Todos comenzaron a bombardear a Poppy con preguntas, sus voces se superponían unas a otras:
—¿Por qué hay tantas anomalías en los registros financieros?
—¿Qué planean hacer con las pérdidas de este trimestre?
Poppy alzó una mano diminuta, deteniendo el caos con un gesto. La sala cayó en un silencio expectante. Era una líder nata, un manipulador perfecto. Su tono no dejó espacio a dudas, pero tampoco mostraba agresividad.
—Entiendo sus preocupaciones, y estoy aquí para asegurarles que Playtime Co. sigue siendo una inversión confiable y próspera. —Su voz, tan dulce como el azúcar, contrastaba con el peso de sus palabras, cargadas de un control absoluto. Miró de reojo a Elliot, quien intentaba abrir la boca para intervenir, pero solo consiguió un murmullo incoherente. Poppy no le permitió tomar protagonismo, ni siquiera intentarlo.
Fuera del diálogo, la situación quedaba clara: Poppy había planeado este golpe para Elliot desde el principio. Todo el escenario, las preguntas, incluso el desgaste emocional que ahora lo hacía parecer incompetente, estaba diseñado para que ella pudiera asumir el control. La muñeca no se detendría ante nada para consolidar su posición en la empresa, y Elliot era el eslabón débil que necesitaba ser expuesto.
Poppy continuó respondiendo cada pregunta con una precisión aterradora, desactivando las preocupaciones una a una. Nunca perdía su tono amigable, pero cada palabra dejaba claro que tenía un plan.
—Sobre las anomalías financieras, estas serán revisadas y corregidas. Solo puedo decirles que tuvimos ciertos inconvenientes, con algunos trabajadores, pero ya fueron solucionados. —hizo una pausa deliberada, disfrutando del silencio expectante— Hemos diseñado una solución innovadora para mantener el flujo de producción y resolver los problemas internos.
Todos los ojos se volvieron hacia Poppy, intrigados. Fue entonces cuando ella extendió una mano, señalando hacia Dogday, que había estado sentado en un rincón, casi invisible hasta ese momento. Dogday levantó la cabeza, su mirada todavía evitaba la de Elliot, pero había algo diferente en él ahora: un aire de importancia recién adquirido.
—Permítanme presentarles al elemento clave de nuestra solución: Dogday. —Poppy dio un par de pasos hacia el enorme perro, y su tono se volvió aún más dulce, casi maternal.
Los murmullos se extendieron por la sala, pero la muñeca no dejó que nadie interrumpiera.
—Dogday, les explicara el nuevo plan que tenemos, para aumentar de nuevo nuestras ganancias.
Elliot, que había permanecido tenso todo el tiempo, se hundió aún más en su asiento al escuchar esto. Sentía que todo se le escapaba de las manos. ¿Cómo había terminado Dogday, su Dogday, siendo el centro de atención, el rostro de una solución que ni siquiera comprendía por completo? Su mirada desesperada se fijó en el perro, esperando alguna señal de reconocimiento, alguna chispa de la conexión que una vez compartieron. Pero Dogday no le devolvió la mirada.
Dogday dio un paso al frente, levantando la cabeza con una seriedad poco habitual. Su mirada se dirigió por primera vez a los presentes, ignorando deliberadamente a Elliot, que lo observaba con incredulidad.
—Gracias, Poppy —dijo Dogday, con un tono firme y seguro. Sus palabras, aunque inesperadas viniendo de un ser como él, captaron de inmediato la atención de todos.
La sala cayó en un silencio absoluto mientras Dogday comenzaba su explicación.
—Nuestro principal problema, como muchos de ustedes han señalado, es la caída en las ganancias debido a varios factores: la mala gestión de recursos en los últimos meses. —Aunque no lo mencionó directamente, la indirecta hacia Elliot era evidente, y este apretó los dientes, sintiéndose aún más hundido.
Dogday continuó, con un aire profesional que desarmó cualquier escepticismo inicial.
—Para revertir esta situación, hemos diseñado un plan de tres fases que no solo estabilizará las finanzas de Playtime Co., sino que también nos permitirá recuperar nuestra posición de liderazgo en el mercado. Permítanme detallar…—Dogday comenzó a relatar un plan estratégico que había formado con Poppy.
Los murmullos en la sala se intensificaron nuevamente, esta vez de aprobación y curiosidad. Dogday levantó una pata con calma, como si pidiera orden.
—Sé que algunos de ustedes pueden tener dudas sobre este plan —continuó con serenidad— pero quiero asegurarles que cada paso ha sido calculado meticulosamente. Además, contaremos con auditorías mensuales para garantizar que todas las áreas estén cumpliendo con los objetivos establecidos.
Elliot no pudo soportarlo más. Cada palabra que salía de Dogday se sentía como una puñalada. ¿Desde cuándo su antiguo aliado había desarrollado esta capacidad de liderazgo? ¿Desde cuándo había comenzado a trabajar con Poppy, dejando a Elliot completamente al margen?
Solo pensaba seriamente, que haría pagar a Dogday y a Poppy por lo que estaban haciendo, así que en silencio sin que los demás se dieran cuenta o más bien solo no les prestaban atención, saco su teléfono siendo un Nokia 1610, era evidente que es un celular bastante viejo, pero era de esperarse cuando estaban en el año 1995. Solo escribió un mensaje rápido que mando a alguien.
—Por último —dijo Dogday, haciendo una pausa para asegurarse de que todos lo escucharan—, quiero que sepan que este plan no es solo una solución temporal. Es el inicio de una nueva etapa para Playtime Co., una etapa en la que todos tendrán un papel crucial para garantizar el éxito. Juntos, no solo superaremos esta crisis, sino que también demostraremos que seguimos siendo la mejor compañía en la industria del entretenimiento y la innovación.
Los aplausos comenzaron tímidos, pero rápidamente se extendieron por toda la sala. Los proveedores, visiblemente aliviados y hasta impresionados, comenzaron a asentir, intercambiando miradas de aprobación. Incluso aquellos más críticos no podían encontrar argumentos en contra de la claridad y precisión del plan presentado.
Poppy, que había permanecido detrás de Dogday durante todo el discurso, ella estaba orgullosa por como este hablaba, realmente estaba contenta haberle enseñado tan bien, volvió a intervenir con su tono suave.
—Como pueden ver, Playtime Co. está en buenas manos. Este es solo el primer paso hacia el renacimiento de nuestra empresa. Cuento con todos ustedes para que este plan sea un éxito.
Elliot, mientras tanto, permanecía en silencio, incapaz de procesar lo que acababa de presenciar. Su mente estaba atrapada entre el resentimiento y la incredulidad, pero una cosa era clara: Dogday ya no era el aliado fiel que él recordaba. Ahora, ese perro solar parecía estar más cerca de Poppy que de cualquier otra persona, y, peor aún, se había convertido en el rostro de una solución que lo dejaba completamente fuera del juego.
—Es bueno saber, que tienen una solución para esto. ¿Cuándo comenzaran a implementarlo? —Pregunto Emiliano mientras cruzaba sus brazos.
—Dentro de un mes aproximadamente. Es cuestión de tiempo, pero señores… quiero preguntarles seriamente, ¿Cuándo les hemos fallado? —Pregunto la muñeca con amabilidad mientras sonreía con confianza, mientras le hacia una señal a Dogday que lo había hecho muy bien.
El perrito sonrió tímidamente pero aun así este se alejó un poco para que Poppy se encargara.
—Ja que bueno que Dogday este ayudándolos, entonces esperare pacientemente mis ganancias. —Dijo esta vez Gustav el otro patrocinador.
—Tienes mucha suerte de que Poppy te esté salvando Elliot. —Pronuncio Elizabeth con cizaña, mientras miraba al fundador con frialdad. Provocándole más resentimiento, así que este apretó sus puños.
—En todo caso aún tenemos muchas cosas que discutir. —Dijo Gustav aun serio pues aún tenían cosas de que hablar.
—Tienen razón le pediré a mi secretaria que nos lleve a otra sala, para poder estar más cómodos. —Explico esta vez Elliot, tomando por fin el mando. Pues ya no iba a permitir que siguieran halagando a Poppy. Al mismo tiempo caminaba hacia ellos mientras sonreía de forma calmada, pues se esforzaba con fuerza.
—Si tienes razón Elliot, es mejor estar en otro lugar. —Menciono Emiliano.
—Veras como saben he tenido una mala racha y no negare que no me ha afectado, pero como han visto estamos resolviéndolo, deberían tener más confianza en nosotros. Así que como una disculpa de mi parte los invito a comer, ordenare a mi mejor chef que nos prepare algo rico. —Dijo el fundador sonando con un carisma y amabilidad que lo caracterizaba. Los proveedores se miraron y asintieron, pero Poppy solo alzo una de sus cejas, dudosa.
—Vamos Poppy, por favor lleva nuestros invitados a la sala VIP. —Pidió Elliot calmadamente. Lo que hizo que la muñeca sospechara e iba a protestar.
—Jeje al fin estamos entendiéndonos Elliot. Ven Poppy tenemos mucho de qué hablar. —Esta fue Elizabet con una sonrisa confiada para acercarse a Missy y estar enfrente de ambas.
—Yo… estaría bien… —Poppy dudo, pero acepto al final, mientras caminaba a las manos de la mujer. No quería dejar solos a Kissy y a Dogday pero confiaba en Kissy que se llevara al perrito. —Missy, lleva a Dogday al Sweet Home. —Ordeno la muñeca, mientras miraba preocupada a Dogday que el perrito solo se mantenía quieto tímidamente.
Al final le dio una sonrisa calida, dándole entender que todo estaria bien. Cosa que al menos el perrito se conformo con eso, mientras miraba como aquella humana se alejaba con Poppy en sus manos.
Kissy asintió mientras se acercaba a Dogday, pues no iba a dejar solo al perrito, en especial cuando Elliot los miraba mostrando en sus ojos que tenía algo planeado y para el perrito no es nada bueno.
—Sabes Dogday, pensé que no te vería por mucho tiempo…—Esta vez Elliot comenzó a hablar mientras le daba la espalda a Kissy y a Dogday que comenzaron a ponerse ansiosos, por estar a solas con ese tirano maldito.
El juguete rosado solo tomo la mano de su amigo y le dedico una tierna sonrisa, buscando evitar que se pusiera mal, dándole el apoyo que necesitaba al mismo tiempo que le señalaba la salida para que pudieran irse. Fue entonces que Dogday le devolvió la sonrisa pues no permitiría que Elliot volviera a humillarlos.
—Si… fue bastante tiempo, pero bueno… lamento si no nos quedamos, pero tengo cosas que hacer que me dejo Poppy. —Explico Dogday seriamente, sin emoción solo con un gesto realmente vacío, ya que no quería seguir conviviendo con ese hombre. Por lo que camino junto con la mano de Kissy tomada, para que ambos avanzaran a la salida.
Pero antes de que él pudiera tomar el picaporte, por unos breves segundos sintió como una corriente eléctrica chocaba contra su mano donde tenía a Kissy, por lo que Dogday abrió sus ojos por el dolor al sentir como la electricidad pasaba por su cuerpo, tanto que termino por soltar a Kissy y gritar un poco, solo para voltear rápidamente para ver lo que ocurría.
Encontrandose una horrible escena que lo devasto, pues su amiga Kissy Missy se encontraba en el suelo, revolcándose en su propia desgracia mientras parecía gritar en silencio, sus ojos se veían inyectados de sangre mientras las lágrimas se derramaban, al mismo tiempo que sufría por el electro shock que recorrió todo su cuerpo, pues el chip que se le implanto en su nuca reacciono a la orden de aquel control remoto que Elliot tiene.
Kissy estaba sufriendo de esa horrible descarga eléctrica mientras comenzaba a salivar, y a tensar su mandíbula, el pobrecito juguete estaba siendo torturada.
Dogday corrió hacia Kissy con el corazón en un puño, el pánico envolviéndolo mientras veía cómo su amiga sufría. El grito de desesperación que había salido de su garganta resonó en toda la sala, pero lo único que escuchaba era el sonido del torrente eléctrico recorriendo su cuerpo. Kissy, tirada en el suelo, temblaba violentamente, sus ojos inyectados de sangre, su cuerpo convulsionando al ritmo de la descarga.
—¡KISSY! —Repitió Dogday, con los ojos llenos de terror y dolor mientras se agachaba a su lado, intentando inútilmente tocarla. Cada vez que sus manos tocaban su cuerpo, sentía la vibración de la electricidad, como si él también estuviera siendo golpeado por la misma corriente.
Pero no podía hacer nada. La presión del control remoto en las manos de Elliot era innegable.
Elliot, por su parte, se quedó quieto, observando la escena con calma, casi sin inmutarse. Sus ojos seguían la tortura de Kissy, pero su rostro mostraba una indiferencia que solo hacía crecer el odio de Dogday hacia él. Al final, no era solo la violencia lo que le arrancaba las entrañas; era esa fría certeza de que Elliot disfrutaba de ese poder, esa sensación de control absoluto. Y todo eso era culpa de él. Por su debilidad.
En ese momento, Dogday perdió el control. Se lanzó hacia Elliot, con la rabia y el miedo mezclados en una furia que lo cegaba, pero Elliot no se movió.
—¡CÁLMATE, DOGDAY! —Su voz sonó fría, hiriente, como un cuchillo afilado. Era la misma voz de siempre, la que Dogday había aprendido a temer, la que lo había reducido a un simple perro obediente.
—¡DEJA DE HACERLE ESTO, ELLIOT! —Dogday gritó, sus palabras casi sollozadas. Se sentía impotente, más pequeño de lo que nunca había estado. Pero Elliot se quedó de pie, sin cambiar su postura, sin mostrar el más mínimo signo de arrepentimiento.
Y fue entonces cuando Elliot, con su tono de voz calculado, casi como si todo fuera un simple juego, comenzó a hablar.
—Sabes, Dogday… pensé que no te vería por mucho tiempo. —Dijo mientras se giraba lentamente, sin prisas, disfrutando de la escena que se desarrollaba ante él. Elliot levantó la mano, controlando la descarga con el control remoto, y la corriente se apagó de repente, dejando a Kissy tirada en el suelo, respirando entrecortadamente.
Dogday se quedó congelado, el miedo y la impotencia dibujándose en su rostro, pero Elliot, con su mirada fija en él, continuó.
—Si tan solo fueras más útil, tal vez las cosas habrían sido diferentes, ¿no crees? Pero parece que siempre has sido un maldito perro, Dogday. —La pasividad en sus palabras caló hondo en el animal. Era como si Elliot lo estuviera mirando desde una posición de superioridad absoluta.
Dogday cerró los ojos, conteniendo las lágrimas, mientras sentía como cada palabra de Elliot lo despojaba un poco más de su dignidad. Y lo peor era que no podía negar lo que estaba diciendo. Él había fallado. Se había dejado manipular. Pero la diferencia era que ahora, por primera vez en mucho tiempo, Dogday no se sentía tan dispuesto a aceptar el abuso de ese hombre.
—Para —dijo Dogday con voz quebrada— Por favor, no más.
Elliot lo miró durante un largo minuto, como si evaluara la situación. Finalmente, su rostro se suavizó, pero solo ligeramente.
—Cálmate, Dogday. —La voz de Elliot ahora era baja, tranquila, como si estuviera conversando con un niño. —Quédate tranquilo. Si realmente quieres que pare, solo quédate a hablar conmigo un momento. Solo tú y yo.
Dogday temblaba, pero con los ojos hinchados y llenos de lágrimas, asintió lentamente.
No podía hacer otra cosa. No podía soportar ver a Kissy así, no podía soportar más la sensación de impotencia.
—Está bien —murmuró, y se quedó allí, con la cabeza baja, sin atreverse a mirar a Elliot directamente a los ojos.
Elliot sonrió, como si el poder que tenía sobre Dogday fuera lo único que realmente le importaba. Se acercó lentamente y le pasó una mano por el hombro, una especie de gesto casi afectuoso que solo hacía que la rabia de Dogday creciera aún más.
—Muy bien, Dogday. Ahora, vamos a hablar. —Dijo con una voz que dejaba claro que la conversación sería mucho más que una simple charla. Sería otra manipulación, otra forma de control.
Mientras Elliot comenzaba a caminar hacia una de las sillas del fondo de la habitación, Dogday se quedó allí, sintiendo cómo el peso de sus decisiones lo aplastaba. Por primera vez en mucho tiempo, comenzaba a darse cuenta de que las cadenas que lo unían a Elliot no eran solo físicas, sino también emocionales.
Pero esta vez, algo en su interior le decía que ya no quería ser ese perro obediente. El perrito miro a Kissy que había dejado de convulsionar, pues Elliot apretó un botón en su control deteniendo el dolor del juguete, quien comenzaba a llorar en silencio y abrazarse, provocando que Dogday se sintiera miserable, quería abrazarla y consolarla, pero no quería arriesgarse que Elliot se desesperara.
Dogday, sin decir palabra, se sentó en el suelo, dejando que su mirada se posara en Kissy, aún tirada en el suelo, con lágrimas en sus ojos. Lo único que deseaba en ese momento era protegerla, sacarla de esa pesadilla.
—¿Por qué haces esto Elliot?, ¿Qué no te cansas de torturarnos? —Pregunto exasperado el perrito dejando en claro que ya no toleraba estar con Elliot. Ese maldito hombre le previo de muchas cosas, de vivir felizmente, de su libertad, de esas experiencias que siempre debió tener.
Él arruino la vida de muchos niños y juguetes desde su nacimiento, después de todo aún seguía haciéndolo, lo odiaba y lo resentía, quería verlo muerto, realmente ya no lo aguantaba. Su pecho sentía que iba a explotar con fuerza, su rabia creció y apretó sus puños.
Dogday apretó los dientes, observando a Kissy en el suelo, todavía débil por el electroshock, mientras una mezcla de rabia, frustración y desesperación se acumulaba en su pecho. Sentía que todo lo que había soportado, todo lo que había permitido por años, ya no tenía sentido. La cordura que aún le quedaba se estaba rompiendo, y cada segundo que pasaba junto a Elliot, la rabia crecía más. No podía entender cómo, por tanto, tiempo, había dejado que ese hombre controlara su vida.
Elliot, con su habitual calma y distanciamiento, comenzó a hablar, y su voz fue como un puño que golpeaba en el estómago de Dogday.
—Todo esto es culpa tuya, Dogday. De ti y de Poppy. —Dijo Elliot, su tono calculado, frío, como si estuviera recitando una lista de quejas que él mismo había escrito. —Ustedes comenzaron a volverse más ambiciosos, querían tener más de lo que merecían, más de lo que yo les daba… Pero al final, ¿quién es el que ha sufrido por eso? Yo.
Dogday sintió como si el mundo entero le cayera encima. No solo estaba siendo culpado por sus propios errores, sino que Elliot lo estaba viendo como una amenaza. Como si la culpa de todo lo que estaba pasando fuera de ellos, no de él.
—¿Sabes qué? —Continuó Elliot, levantando una ceja, como si estuviera a punto de revelar un secreto trascendental— Yo soy la víctima aquí. ¿No lo ves? Todos quieren más, pero nadie entiende cuánto me sacrifico para mantener todo esto en pie. Para que ustedes, los juguetes, tengan algo que hacer en sus miserables vidas. Pero ahora, ustedes solo buscan el control.
La indignación de Dogday solo creció. ¿Qué estaba diciendo Elliot? ¿Él, la víctima? Aquel hombre que los había torturado, manipulado y obligado a vivir una vida de esclavitud, ahora se atrevía a decir que él era la víctima. El perro apretó los dientes, su cuerpo tenso y sus manos convertidas en puños. Pero no pudo interrumpir, porque Elliot continuó:
—Y para que aprendieran una lección, saqué a Harley de su descanso. —Una risa cruel escapó de sus labios. —Lo hice para castigarlos. Para que entendieran de una vez por todas que no hay nadie por encima de mí. Nadie tiene derecho a desafiar mi autoridad.
La sangre de Dogday se heló. Algo dentro de él, una parte de su ser que había estado dormida durante años, se despertó con una claridad devastadora. Harley. ¿Qué haría Harley? Si alguien tenía poder sobre los juguetes, sobre ellos… era él. Y entonces, Dogday comprendió a quién se refería Elliot.
Catnap.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal al pensar en su novio, el único ser al que realmente amaba, pero lo que Elliot no sabía es el peligro en lo que pondrían a todos si algo le pasaba a Catnap, el Prototipo que, aunque parecía una criatura imparable, era susceptible a los designios de Elliot, por lo que, si se enteraba que le hicieron algo a su hijo, no había nadie que detendría su destrucción, ni siquiera Poppy que lo mantuvo al margen todo ese tiempo.
—¡NO! —Dogday gritó, sus ojos se abrieron de par en par mientras miraba a Kissy, que apenas se mantenía consciente. De pronto, su mente se despejó, y se dio cuenta de lo que debía hacer.
Kissy, que había estado temblando, moviéndose lentamente por el dolor residual de la descarga, logró escuchar las últimas palabras de Elliot. Sus ojos se abrieron con horror, y comenzó a reaccionar a medida que el miedo crecía en su interior.
—¡Kissy, ve con Poppy ahora! —Dogday le gritó, con una fuerza que lo sorprendió a sí mismo. — ¡Vete ahora, por favor! ¡Busca a Poppy!
Kissy, todavía tambaleante, levantó la mirada, pero asintió. Aunque el dolor aún la atormentaba, su determinación se reflejó en sus ojos. Sin decir una palabra más, comenzó a correr hacia la salida, esforzándose por no caer, ella misma sabía lo que pasaría si Elliot y Harley se salían con la suya y no quería que eso pasara.
Dogday la miró irse, y entonces, cuando quedó solo con Elliot, un abismo de emociones se abrió en su pecho. Por un momento, no supo qué hacer. Pero, finalmente, no pudo más.
Elliot, el hombre que había sido su dueño, su torturador, su maldito "salvador", ya no podía soportarlo. La rabia acumulada estalló como un volcán, y Dogday se lanzó hacia él, con la voz rota, el corazón palpitante de ira.
—¡¿QUÉ DIABLOS TE PASA, ELLIOT?! ¡¿QUÉ TE PASA?! —Su voz retumbó en las paredes, pero no había ninguna respuesta cálida o lógica de parte de Elliot. Solo la mirada fría y calculadora de siempre.
Dogday respiró hondo, intentando calmarse, pero las palabras seguían saliendo de su boca, como una cascada incontenible. Y en cada una de ellas, la verdad era más clara: había sido manipulado todo este tiempo.
—¿Por qué, Elliot? —su voz ahora era más baja, temblorosa, pero también llena de dolor—. ¡POR CULPA TUYA PERDÍ MUCHAS EXPERIENCIAS... POR CULPA TUYA... VIVÍ EN IGNORANCIA SOBRE CÓMO SE VIVÍA REALMENTE!, ¡NUNCA ME DEJASTE VER LO QUE ERA EL MUNDO!, ¡NUNCA ME DEJASTE SER LIBRE, Y TÚ LO SABÍAS! Me hiciste creer que esto era lo único posible, que esta era mi vida... que esta era la única forma en la que debía ser.
Dogday respiró con dificultad, su cuerpo temblando de la intensidad de sus emociones.
—Me… me prohibiste hasta tener una relación. ¡NI SIQUIERA PUDE TENER SEXO!, Elliot, ¡ni siquiera eso! ¡Y tú nos lo quitaste! Tú me limitaste todo, ¡TODO!, me dejaste en la miseria, y me hiciste creer que era lo correcto. Mientras otros juguetes podían disfrutar de todo, ¡yo… yo era un maldito perro para ti!
Dogday se quedó en silencio un momento, la rabia aun vibrando en su pecho. No podía creer que había vivido tanto tiempo pensando que todo esto era normal. Pero entonces recordó algo. Algo que había estado en su mente durante tanto tiempo, pero que nunca se había atrevido a preguntar.
Una idea horrenda surgió en su mente, y sus palabras se congelaron por un momento.
—¿Lo hiciste tú, Elliot? ¿Cambiaste mis genitales a propósito? —La pregunta estaba cargada de miedo y repulsión, como si la sola mención de ese hecho lo fuera a destruir por completo.
Elliot sonrió de una manera que hizo que el corazón de Dogday se detuviera por un momento. Fue una sonrisa fría, casi como si disfrutara el sufrimiento de su propio ser.
—No necesitas saberlo, Dogday. —Dijo Elliot, y su tono era tan apático que el perro sintió como si todo el aire se escapara de su cuerpo. Sin una palabra más, Elliot le dedicó una sonrisa torcida, mientras observaba el desgarrador desmoronamiento de su perro obediente.
Y ahí, en esa habitación llena de tormento y mentiras, Dogday comprendió la verdad más espantosa. Él nunca había sido libre, su vida fue escrita por un verdadero monstruo.
☆*゚ ゜゚*☆*゚゜Comentario de la escritora☆*゚ ゜゚*☆*゚ ゜゚*☆*゚
¡HOLAAAAAAAAAAA!, ¡MIS QUERIDOS LECTORES!
Jejeje es un gusto volver otro domingo para poder traerles otro capitulo mas uwu.
Bueno primeramente quiero agradecerles infinitamente su apoyo a mi escrito, verán estaba viendo en wattpad y en ao3 y dios mio estoy sorprendida que ya tengo mas de 5 mil visitas en ambas :00000, ¡ESTOY SORPRENDIDA!
¡Neta estoy muy feliz e impactada por su gran apoyo!
No saben lo agradecida que estoy por como mi historia ha crecido bastante y ustedes mis queridos lectores, han sido un gran motor de apoyo en todo esto y la verdad estoy infinitamente agradecida con ustedes, ¡¡realmente los amo y muchas gracias por todo!!
Estoy tan feliz por esto, que me inspira a escribir mas dios tengo mas proyectos, que ya tengo planes para este año. Como verán probablemente el capitulo 5 del juego Poppy Playtime sea el final del juego y la verdad tengo el plan de sacar muchos fanfics respecto a los personajes, con mis teorías o ideas, antes de que salga el capitulo jeje uwu, no se tengo el sueño (Infantil lo se TwT), de que probablemente una de mis teorias sea canon y saquen el mame de “Esto paso como en el fanfic :0”, jaja perdonen pero tengo ese sueño (probablemente jamás se cumpla pero al menos quiero tener la satisfacción que lo intente :D)
Ahora si hablemos del fanfic, fiuuuu que capitulo mas emocionante escribi, ahora si mis queridos lectores, las respuestas que muchos necesitaban sobre ¿Por qué Elliot actuaba asi con Dogday?, serán resueltas!!
Pero en el otro capitulo uwu, como soy maldosa , mala muy mala con M de mala, los dejare en suspenso hasta el siguiente domingo :D
Pero les prometo que van a disfrutar de los siguientes capítulos (Es muy probablemente que también sufran mucho, porque se viene cosas muy fuertes). Fuaaa ya me están revazando, literalmente están a 5 capitulos de alcanzarme :0, asi que tengo que escribir mas rápido para tenerlos ya terminados y no tenga problemas al traerles cada capitulo TwT.
Siento que aveces no acabo y aun me falta en la cronología mas capítulos para terminar el arco, pero agrego mas capítulos sobre la marcha para terminar de desarrollar cosas y terminar otras TwT ay ay, después de esto definitivamente necesitare de un respiro.
Pero en fin en la semana que viene estaré haciendo unas cositas en Escritos Catday, por si gustan ver las siguientes noticias 7w7r de nuevos fanfics jeje.
Bueno hasta el siguiente domingo.
¡Los amo y gracias de nuevo!