ID de la obra: 1442

Miraculous: Colision Quimica

Gen
NC-17
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planificada Mini, escritos 52 páginas, 28.122 palabras, 5 capítulos
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Capítulo 4: La Grieta en el Cristal

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La lluvia cae sobre Paris, pintando sus calles de un tono melancólico pero hermoso, pequeños rayos de luz se desvanecen entre las nubes. Las personas se encuentran resguardada bajo los toldos de los locales o las paradas de tres. Las ventanas, empañadas, reflejan las luces de los hogares en el asfalto mojado.            Debajo de uno de los toldos de las cafeterías de la ciudad de la luz una pareja de damas está sentada, la lluvia cae como una cortina de agua. Marinette no sabe que decir, es consciente de que acepto la invitación de la elegante mujer frente suyo, debe hacer algo. Emilie come sus croissants con una gracia innata, sus movimientos suaves y coordinados la hacían parecer un hada.            La chica no está segura de su decisión, pero no podía echarse atrás ¿Como comienzas una conversación con una desconocida, con la cual tu única relación es “pelea” que tuviste con su hijo? Marinette quería reírse de su locura. El pan en su mano se enfriaba, desde que Emilie se lo dio no le ha dado ni un mordisco, pero no parece descontenta, es más le ha dado su espacio, ha respetado su silencio e internamente la ojizarco lo agradece.            Marinette levanta la mirada, mirando a la apacible Emilie, en ese entonces su estómago ruge, el vergonzoso sonido capta la atención de la rubia, la asiática desvía torpemente la mirada y le da un gran mordisco a su pan. Le avergüenza voltear, siempre se ha mostrado como una chica seria y segura de sí misma, y lo es, pero, pero su estómago tuvo que sonar en el momento menos indicado. Mira de soslayo, espera una sonrisa burlesca, pero se encuentra algo completamente diferente. Emilie la mira atentamente, su mentón descansando en sus manos entrelazadas, sus ojos, intensos como un jade pálido. Esa mirada la instaba a hablar.            Por segunda vez Marinette quiere reír. Obvio, Emilie no se ira sin respuestas. _ No sé, por dónde empezar _ Murmura. _ Querida, puede que no me tengas confianza, pero no puedes continuar así, cargando todo sobre ti misma. Y a veces la ayuda proviene de manos desconocidas, no debes cerrarte y tampoco cerrar las puertas que se abren frente a ti _ Marinette quiso desviar la mirada, pero se la mantuvo. Pero sus manos temblaban, no por el frio, sino por la anticipación. _ No… No quiero seguir preocupando a mis abuelos _ _ Bien _ Emilie asintió, un gesto simple, pero cargado de comprensión. _ Desde hace años han tenido que cuidar de mí. Ellos han dado todo de si para criarme, pero no supe apreciarlo y solo les causé más dolor. Me pudieron haber abandonado, no les costaba nada, pero se quedaron ahí, a mi lado, cuidándome y apoyándome. Los rumores fueron constantes desde que llegaron, no la pasaron bien _            Marinette cerro los ojos. Recordó a sus abuelos gritar y llorar. Ella en shock, apartada, veía el dolor quebrar el espíritu de sus abuelos. Las sirenas de la policía llenaron las calles. Voces. Muchos rostros. Luego los adultos comenzaron a señalarla, el mundo parecía haberse puesto de acuerdo. Susurros. Rumores que se esparcían como virus. Sus abuelos querían protegerla, se enfrentaron a todo, a los vecinos, a los chismes, a los extraños que los juzgaban. Pero la tristeza no despareció de sus ojos. La desesperación por casi perder la panadería, era un peso visible en sus hombros. La punzada más grande fue un día, la mirada de su abuela, quien fue a buscarla al college, su mirada decía todo lo que no se atrevía a verbalizar: Decepción, frustración, dolor. _ La gente es cruel _ Se escucha la voz de Emilie como un susurro _ El dolor es real. El miedo es real. A veces lo que te daña es aquello que nunca pensaste que podría hacerlo. Las personas tienden a señalar, burlarse y a juzgar, porque se creen con ese derecho, creen tener la moral y el juicio para hacerlo _ _ Si, fueron horribles. Quería que todo desapareciera, que los rumores desaparecieran. Quería ser invisible _ Marinette aprieta sus manos, sus ojos se aguaron, pero se negó a derrapar lágrimas. Emilie extendió su mano hasta tomar la de la más joven. _ Eso que sientes, es justamente lo que buscan. No te conozco, pero, por lo que he escuchado, no quieres estar sola _ _ No es que quiera. Me lo merezco _ Emilie no entendió ¿Por qué decía eso? _ … Los rumores no son del todo falsos _ La voz de Marinette se oyó temblorosa, como si tuviera miedo de lo que iba a decir _ Confía… _ La alienta Emilie. _ Yo… si mate a mi padre… a los dos _ Confeso.            Adrien estaba aburrido, su madre tenía alrededor de media hora que salió y lo dejo confinado en el asiento trasero del auto. Con la mejilla pegada de la ventana, ve como las gotas de lluvia se deslizan por el cristal. Puede ver a su madre, sentada debajo del toldo, hablando con Marinette, parece una conversación seria e íntima.            La mente de Adrien, ansiosa y volada, se imagina de lo que podrían estar hablando ¿Qué está pasando? ¿Por qué Marinette se ve tan vulnerable? Inconscientemente comenzó a ver los labios de ambas, en un intento inútil por descifrar la conversación. Se sintió patético. En este momento, saber chino, tocar el piano y dominar la esgrima le resultaba completamente inútil. Ninguna de sus habilidades “superiores” le era conveniente para entender esa simple interacción o calmar su ansiedad, quería salir, quería hablar con Marinette, resolver sus problemas, entenderla. Pero, otra vez alguien se lo impedía.            De manera impulsiva, estiro su mano a la manija de la puerta. Fue un gesto fugaz, casi inconsciente, pero se detuvo de golpe, sobresaltado. Se alejo de la puerta como si se hubiera electrocutado. Un gruñido grave, fuerte y familiar, proveniente del asiento del conductor, lo asusto. Volteo la cabeza apresuradamente, encontrándose con la mirada acusadora de su guardaespaldas, Gorila. No necesito palabras, solo con esa mirada basto para entender la advertencia. _ No estaba planeando hacer nada _ Dijo Adrien, su voz cargada de nerviosismo, miro hacia los lados, como buscara a alguien que pudiera desmentirlo.            Gorila entrecerró sus ojos, un gesto lleno de escepticismo. _ ¡En serio! _ Insistió Adrien, levantando sus manos.            El guardaespaldas emitió dos gruñidos guturales, cargados de reproche y advertencia. _ No estaba espiando a mi madre y no necesitas decirme que me quede tranquilo, porque ya lo estaba _ Espeto Adrien, la frustración ya saliendo a flote.            Gorila arrugo la nariz, ese simple gesto decía: “No te creo nada”. _ Ya no soy un niño ¿Sabes? _ Declaro.            El guardaespaldas alzo una ceja, la confusión era clara. _ Ya tengo quince años _            Gorila emitió un gruñido.  _ Me fue fantástico en clases. Muchas gracias _ Para este punto Adrien ya no moderaba su tono, expresándose con marcado sarcasmo.            El hombre exhalo, un suspiro profundo y emitió un último gruñido. _ Si _ Murmura Adrien, desganada, volviendo su mirada a la ventana.            Planeaba solo mirar, distraerse con las gotas en la ventana, pero en un instante ve a su madre levantarse, la silla se cae con el movimiento. Fue inesperado, y aun mas el abrazo que Emilie le da a Marinette. Adrien esta pasmado, no sabe lo que está viendo, no sabe si siquiera está respirando, cree que hasta olvido como se hace. Su madre abraza a su compañera de una manera tan efusiva, que le da la impresión al chico que es un acto de consuelo ¿De qué? ¡No entiende nada!            Y se escucha el sonido bajo de un gruñido ronco. _ ¡Que no estoy espiando! _ Dice alterado Adrien.            Adrien giro por completo en su asiento, encarando el retrovisor. Gorila se mantuvo inmutable. Pero el gruñido persistente era como una forma de expresar su desaprobación. El guardaespaldas no se movería, pero Adrien sentía que debía explicarse. La frustración y agobio en su voz eran claros. _ Ok, si lo estoy haciendo… p-pero tengo mis razones _ Adrien sabe que no es para nada convincente, pero necesita saber qué pasa. Se apresura a corregirse y cambiar el foco _ ¡Míralas! _            Gorila, sin girar la cabeza, mira por el retrovisor, fue un acto tan efímero que casi pareciera que no lo hizo. El guardaespaldas gruñe. _ ¿Pero no te parece raro? _ Insiste Adrien, desesperado por ser comprendido.            Gorila gira sus ojos. _ Gorila, me conoces. Cuidas de mi desde que aprendí a caminar, no soy el tipo de persona metiche, pero la situación me rebasa _ Las palabras de Adrien eran sinceras, pero aun así Gorila se mantuvo impasible _ Me siento aislado. Estoy preocupado. No sé qué hacer. Como actuar. Con cada segundo que pasa entiendo menos _            Adrien desde atrás se veía alterado, sus manos encontraron su camino hacia su brillante cabello. Su mente viajaba a una velocidad asombrosa. En el día habían pasado muchas cosas, y aún no ha acabado. Se está alterando. Lo sabe. Debe calmarse. Pero ¿Cómo? Gorila desde el lugar del conductor nota el estado del chico, su rostro de piedra se deshace, revelando una expresión de profunda preocupación.            El guardaespaldas, que siempre se caracterizó por su carácter impenetrable, se volteo ligeramente en su asiento, rompiendo la barrera que se creó entre él y su protegido. No emitió un gruñido, ni un sonido de advertencia, solo se quedó viendo al joven.            Adrien, con las manos en el cabello, no noto el cambio en el ambiente _ No entiendo nada, Gorila _ Su voz era un hilo tembloroso _ Ella es la chica del incidente _ Admite. Gorila en su lugar se sobresalta _ La que causo el escándalo en la escuela. La chica que se dice que es… _ Adrien no continua, no se siente capaz de decirlo _ Y mi madre, la está abrazando. No suele ser así, no se comporta de esa forma con los extraños. Ella es muy amable y, a la vez actúa como su tuviera una barrera a su alrededor _ Voltea una vez más viendo el panorama de su madre y Marinette _ Y ahora la abraza, como su fuera una hija perdida _            El peso del momento fue demasiado. Fue como un golpe repentino. La confusión, el aislamiento, la falta de control en su propia vida, su desconexión con el mundo. Era como si un cataclismo chocara contra la realidad de Adrien. Su discusión con Alya, los rumores, la ausencia de su mejor amigo y su desconcierto ante las acciones de su madre. Adrien creía que había logrado resolver muchas de las dudas que rondaban en su cabeza, pero ahora piensa que sabe tanto como desconoce.            Gorila, viendo el quiebre de su joven protegido, hizo algo que ni Adrien se esperó. Con un movimiento lento y cuidadoso se desabrocho el cinturón de seguridad y se giró por completo en su asiento. Con una mano alcanzo el hombro del descaminado joven, ofreciendo un apretón. El simple acto, fue un consuelo y un ancla en medio de su desasosiego.            Adrien, sorprendido, tomo la mano de Gorila. Sus ojos, ahora abiertos, se encontraron con la mirada de su guardaespaldas. _ Yo… no sé qué hacer _ Admitió Adrien, su voz suave, rota, apenas un susurro.            El silencio se extendió entre ellos. Adrien se aferró a la mano de Gorila, el contacto cálido consolando su desamparado corazón. La lluvia seguía cayendo afuera, el exterior quedo reducido a un simple actor segundario ante el drama que se desarrollaba en su mente.            Repentinamente el mundo exterior regreso de un golpe. La puerta trasera del auto se abrió de golpe, y una ráfaga de aire húmedo entro por ella. Emilie, con el cabello y la ropa ligeramente empapados entra en el vehículo. Gorila y Adrien se separaron rápidamente, como dos niños sorprendidos in fraganti. Adrien se giró para enfrentar a su mamá, mientras que Gorila se abrocho el cinturón de seguridad, volvió a su actitud estoica y arranco el coche. Emilie alzo una ceja ante el extraño comportamiento de los dos. _ ¿Todo está bien? _ Inquiere Emilie. Antes de que pueda recibir una respuesta Adrien la interrumpe. _ ¿Qué fue de Marinette? _ Pregunto de forma Abrupta.            Emilie, que parecía un poco consternada por el tono en el que le hablo su hijo, retrocedió un poco, pero respondió de forma clamada _ Es bastante tarde y tenía que irse a su casa _ Adrien se desconcertó, pero dejó pasar la respuesta. No era lo que quería saber, pero la urgencia de conocimiento no lo dejó pensar con claridad. _ ¿Qué querías lograr al hablar con ella? _ Insistió.            Emilie suspiro apoyándose en el asiento _ Quería ver cómo era la chica. Saber si estarías a salvo mientras hicieras el proyecto _            Las palabras sonaron desconcertantes. Hace unos días su madre había defendido con fervor a Marinette de la ira de Gabriel, y ahora sugiere que podría no estar seguro con ella ¿Qué absurdo? ¿Estaba justificando su comportamiento con una excusa tan mundana? El desconcierto se transformó en frustración. Respira profundo. No debe volver a flaquear. Adrien piensa con rapidez _ Hay muchas formas de lastimar _ Dijo Emilie respondiendo a la mirada de frustración de Adrien _ Estoy preocupada. Estos días han sido muy duros para ti. Mínimo debía conocer a la chica antes de abrirle las puertas de nuestro hogar_ _ ¿Que? _ Adrien quedo pasmado. _ Tu padre está muy alterado, hasta a mí me cuesta controlarlo, lo más seguro es que si van a hacer el proyecto sea en la mansión _ Continuo Emilio con una calma que envidio _ Me alegra haber conocido a la chica, ahora con más fuerza la defenderé de Gabriel _            Adrien se quedó en silencio por un momento, sopesando las palabras de su madre, aunque, no importa cuánto lo digiriera, la lógica de la mujer sonaba tan retorcida que lo dejo sin argumentos. La idea de sus padres peleando por su compañera sonó caótica para Adrien. Luego de un instante se atrevió a preguntar. _ ¿Qué te pareció Marinette? _ Su voz sonó bajo, como si le costara decirlas. _ Encantadora _ Se limita a decir Emilie. Su tono contrastaba fuertemente con el de su hijo. Adrien sintió un alivio que no supo de donde provenía _ Eso espero _ Adrien quedo congelado en su sitio. _ ¿Qué quieres decir? _ Se apresuro a preguntar Adrien, su voz temblorosa, se perdió en el silencio del auto. Emilie tiene una mirada seria, parecía atrapada en un recuerdo distante. _ No soy buena juzgando a las personas a primera vista _            El estudio de Gabriel era el epicentro de una tormenta. La calma habitual del lugar había sido destrozada por la furia de cierto joven. Padre e hijo se miraban, sus rostros tensos y furiosos. El aire en la habitación era pesado, cargado de una energía volátil, como si miles de bombas hubieran explotado. Adrien con los puños apretados a los lados, gritaba a todo pulmón. _ ¡No puedes hacer esto! ¡No puedes volver a encerrarme! _            Gabriel a pesar de su inminente furia, trata de mantener una compostura superficial. Su mandíbula estaba tan tensa que se marcaba el músculo en su mejilla, sus puños apretados sobre la mesa estaban blancos de la presión. Gabriel tomo una respiración rápida calmando la cólera en su interior, volviendo a su infalible rostro de piedra _ No pienso permitir que te vuelvan a lastimar. Lo he pensado lo suficiente, a partir de mañana volverás a tus clases particulares con Nathalie _ Sentencio el hombre, sus palabras parecían un acto protector de un padre hacia su hijo agredido, pero para Adrien solo simbolizaba su regreso a la oscuridad _ ¡No pienso permitirlo! Quiero ser libre, disfrutar junto a mis amigos ¿Por qué no puedes entender eso? _ Adrien está desesperado, no quería perder la libertad que había obtenido _ Eres mi padre, deberías querer mi felicidad _ _ ¿Llamas felicidad a ser golpeado y un escándalo en las noticias? _ El desconcierto era tangible en las palabras de Gabriel _ No sabes lo que es la felicidad. Cada que sales eres vigilado y no te das cuenta, eres un modelo, eres nuestro hijo, eres la imagen de mi marca. No voy a permitir que arruines tu vida con otro escandalo _            Una risa amarga escapo de los labios de Adrien, fue un insulto para Gabriel. _ ¿Tu marca? Si ese es el problema… ¡Consíguete a otro modelo que sea la imagen! _ Grito _ ¡Nunca pedí que mi cara estuviera por todos lados o ser tan importante que todo lo que hago tenga que salir en la televisión! _ Adrien sentía su garganta arder, estaba soltando lo que retenía en su interior lo que nunca se había detenido a verbalizar, pero aún no era suficiente _ ¡Finges ser un padre preocupado por su hijo, pero vas en contra de lo que quiero! Lo único que te importa es tu legado, me tratas como una posesión, me encierras, me sofocas y cuando decido algo por mí mismo me quieres volver a encerrar en esta jaula _ Adrien señalo todo a su alrededor, está muy agitado, respirando con irregularidad, rojo de la ira.            Adrien no sabe de dónde está sacando las fuerzas para decir todo, se siente liberado, y a la vez una fuerza que le oprime el pecho, algo lo impulsa a expresarse. Seguramente es la furia, en cuanto vio a Nathalie programar un itinerario de estudio y escuchar parcialmente la confirmación de su encarcelamiento, se fue envuelto en colera a enfrentar a su padre.            Sabe que se pasó, pero tenía que decirlo, sino sentía que se ahogaría. El autocontrol de Gabriel se desmoronó, se acercó a Adrien a paso rápido, su voz salió fuerte, casi al volumen de su hijo, fue fría como ultratumba _ ¡No te permito hablarme así! ¡Soy tu padre y se lo que es más beneficioso para ti! Te cumplí un capricho, acepte la decisión de Emilie, y te permití tener esa fantasía de la “escuela pública” _ Su mirada era como una daga incrustándose en el corazón del chico _ Se volvió obvio que el mundo exterior es un lugar inaceptable para mi hijo _ Adrien quedo pasmado no quería escuchar lo que diría, se preparó para rebatirlo, gritarle otra vez, pero su padre previo su movimiento, levanto una de sus manos, y lanzo un puñetazo que hizo temblar la enorme puerta a las espaldas de Adrien. No sabe en qué momento retrocedió tanto como para chocar con la entrada del estudio _ ¡Ya tomé una decisión! La próxima, no preguntare. Recuerda, no eres como los demás, eres mi hijo, y harás lo que yo diga _            La frustración engullo el espíritu de Adrien, no espero a que su padre dijera o hiciera algo más, aunque no cree que haga falta. Salió rápidamente del estudio. Furioso y decepcionado consigo mismo. Solo quería llegar a su cuarto y encerrarse, llorar hasta dormir y olvidar sus problemas. Paso junto a una seria Emilie, quien se mantuvo apoyada de la pared contigua al estudio acariciando el anillo en su mano. No le dio ni una mirada, solo continuo su camino. Emilie suspiro, escucho el retumbar de la puerta de Adrien ser azotada. La mujer se levanta de su lugar, se queda frente a la puerta, viéndola, como su ella tuviera todas las respuestas a sus dudas, como si el decorado pudiera darle tranquilidad antes de enfrentarse a la fiera que era su esposo. Luego solo entra por las imponentes puertas, perdiéndose su figura entre ellas.            Otro día, un nuevo amanecer para fingir una sonrisa. El silencio en el comedor era inmenso. El sonido metálico de los cubiertos al chocar con la porcelana era el único eco en la habitación. Adrien juntaba los guisantes en su plato, formando un pequeño circulo que luego deshacía con el tenedor. La comida sin importar su exquisita preparación, no tenía sabor, al menos no para él, los sucesos del día anterior pesaban sobre sus hombros de manera monumental.            La pelea contra su padre por volver a la escuela se sentía como una victoria hueca. Esta agradecido con su madre por la ayuda, sin embargo ¿De que sirvió luchar tanto si después no quería ir? Defendió con uñas y dientes su derecho a ser libre, arriesgando el ya frágil vínculo con su padre. No quería ir al collegue, Nino no estaría allí. La pelea con Alya todavía era un eco en su mente.             Sigue sin entender. Alya y el siempre habían sido un equipo imparable en busca de la verdad y la justicia, podían pasar horas viendo teorías locas en internet y chateando en foros solo por conseguir la verdad. Pero ahora, ella se ha creado su propia versión de la verdad. Al igual que Gabriel, su opinión sesgada, creo una muralla infranqueable. Ambos se niegan a escucharlo, y Adrien solo quiero escuchar lo que dice su corazón.            Levanto la mirada, encontrándose con la figura imponente de su padre. Gabriel aparentaba un porte recto e impecable, como si la conversación de ayer no hubiera ocurrido. Pero Adrien podía sentir la brecha entre ellos, desde el primer día que se pelaron se ha incrementado, de manera lenta pero continua. Las peleas entre sus padres se habían vuelto frecuentes, Adrien sabía que él era el culpable de estas, por lo mismo estaba preocupado.            Había deseado la libertad, tener autonomía, pero no espero que tuviera un precio tan alto. Para empeorar todo había puesto en peligro las amistades que tanto valoraba. Sentía que la escuela había dejado de ser ese lugar de escape que el atesoraba. Con un ruido sordo, dejo caer el tenedor en el plato. Sus padres levantaron la mirada de sus platos, Gabriel levanto una ceja en señal de reproche, no dijo nada. Emilie le sonrió con pena, estos días ella se había dedicado a velar su sueño, la mujer era conocedora del colapsado que tuvo Adrien en el auto la noche anterior, solo que fingió no ver nada.            Se sentía abrumado. Miró a las personas entrar en el collegue, todos riendo, sonriendo, ajenos a la tormenta mental que devoraba a Adrien. No quiere hacerlo, pero camino hacia el interior. Avanzo por el pasillo, saluda a todo aquel que se le acerca, con su sonrisa impecable y ensayada, aquella que le permite ser el Adrien Agreste perfecto que todos conocen. Su voz alegre era el acto insuperable en su propio drama.            Cada paso que daba se sentía como un clavo en el ataúd. No se cree capaz de enfrentar a Alya y a los rostros que han tenido que presenciar el video. Ayer todo era diferente; tenía una vaga suposición de la reacción de sus compañeros y el collegue entero, pero ahora la certeza lo desgarraba: Sabía exactamente que habían presenciado, como se mostró él y peor aún, como lo hizo Marinette. Se sentía en una cuerda floja, a punto de caer en un abismo de rumores y preguntas. Su lugar de escape se convirtió en un escenario donde no podía bajar la guardia, donde ya no podía ser él mismo.            El pasillo se hizo más largo a cada paso. La alegría de sus compañeros sonaba como un ruido blanco, haciéndolo sentir que ya no puede formar parte de ese mundo. Aprieta los dientes, buscando un atisbo de coraje en esa acción. Esta aterrorizado. Se acerca más. Se detuvo antes de llegar a su aula, puede sentirlo, su cuerpo entero tiembla. Había concebido que este nuevo año escolar fuera entretenido, disfrutar junto a sus amigos, pero en la primera semana se logró exactamente lo opuesto ¿Como pudo cambiar todo tan rápido? Como un castillo de naipes, todo se destruyó tan fácil. Pero no puede caer, nunca lo hace, nunca lo ha hecho:él es Adrien Agreste. Sin embargo, en cuanto llego al aula, la figura de Alya lo recibió, estaba hablando con Mylene, reía con júbilo, y en cuanto lo vio se detuvo. El silencio de Alya fue contundente. Adrien tuvo que admitirlo: extrañaba a su amiga, a la chica que solía ser, aquella que lo defendía, que era su aliada en la vida. La Alya que él conocía no habría sido tan juzgadora, no habría tirado a Marinette por la borda sin entender toda la historia. Ahora, la Alya que lo miraba era una desconocida, una versión distorsionada de la chica que conoció, y el pensamiento de enfrentarse a ella, de ver la decepción en sus ojos, lo hacía querer dar la vuelta y huir. _ ¡Adrien! _ Una voz aguda lo saco de su transe. Era un compañero de otra clase, Wayhem, alguien que apenas conocías. _ Hola _ Responde con una sonrisa perfecta y una voz alegres, como sino estuvieras a punto de colapsar.            El chico se le acerco, invadiendo su espacio personal y mirándolo con un brillo insano _ Adrien ¿Estas bien? Te vi en las noticias. No puedo creer lo que te hizo esa chica… No tienes ningún hueso roto ¿Verdad? _ El chico toca a Adrien hasta donde pueden sus manos, buscando el indicio de alguna lesión. Adrien se siente descolocado al ser tratado como un maniquí por ese chico. _ Si, estoy bien. Gracias por preguntar _ Dijo con calma, intentando quitarse al chico de encima. _ ¿Estás seguro? Escuche que la van a expulsar…y que tu padre le va a poner una demanda. Ojalá lo haga, porque nadie te puede tocar _ Insistió el chico, su voz cargada con una mezcla de admiración y morbo. _ D-Disculpa, pero quiero entrar en mi clase _ Las palabras salen temblorosas, la incomodidad marcando cada fibra de su ser.            Adrien ve como la sonrisa del chico decae, pero en este día el rubio no está interesado en dar amor a los demás. Siente el aire pesado, el silencio había perdurado en el aula desde que llego a la puerta. Sus compañeros lo miraban fijamente. Adrien traga fuerte, deseo poder escuchar sus mentes, saber que están pensando. Sentado en su lugar, ve el asiento vacío a su lado, un lugar que también se sentía desolado en su corazón ¿Cuánto más tendría que esperar por Nino?            Instintivamente alza más su mirada, Chloe se mantuvo con un porte erguido mientras arreglaba sus uñas, ella es la única que no lo ha mirado desde que llego. La chica se voltea, viendo al desganado rubio. Adrien no sabe que decirle, pero Chloe se adelanta lanzándole un beso, el chico se sobresalta en su lugar, había pasado mucho desde que ella tuvo una acción así con él. Se siente extrañamente reconfortante.            El Agreste siente el impulso de saludarla, hablar, pero es interrumpido.            Un grito ahogado o una exclamación de Alya, no lo sabe. Escucha al resto de sus compañeros hacer lo mismo que Alya, pero un poco más disimulados y Chloe cambio su expresión burlesca por una sorprendida ¿Qué pasaba? Adrien se voltea, entendiendo la reacción de los chicos.            Marinette había llegado al aula.            Ella se encontraba en la entrada del aula. La luz del pasillo resaltaba su figura. Llevaba el mismo atuendo que ayer, a diferencia de una chaqueta un poco más grande. Sus ojos y rostros eran una mascara de inexpresividad. No miraba a nadie en particular, solo estaba allí. Todas las miradas estaban sobre ella.            Adrien trago grueso, sorprendido. Después de todos los escándalos, rumores, de las difamaciones ¿Cómo podía ella estar aquí? Hacía falta una inmensa cantidad de coraje para pararse en ese umbral… Ni decir, entrar en la escuela. En el interior de Adrien una admiración ciega comenzó a crecer. Ella era una guerrera. Sabia lo que opinaban todos de ella y aun así vino.            No sabe si fue impulso o instinto, pero Adrien se levantó de su lugar, su acción llamo las miradas de todos. La sorpresa en el rostro de sus compañeros fue palpable. Intentando descifrar la razón detrás del movimiento del rubio.            Alya, desde su lugar, se mantenía en silencio, su mirada yendo de Marinette a Adrien. Una lucha interna en su mirada. Adrien no la miro. Solo tenia ojos para la chica en la puerta.            El rostro de Marinette, impasible, mostro una pizca de sorpresa al ver a Adrien de pie. Fue solo unos instantes, pero el chico pudo notarlo. Su rostro volvió a ser una mascara de inexpresividad, la figura de Adrien se volvió un escudo entre ella y el resto de la clase.            Los segundos se sintieron interminables. Adrien no sabe que decir, o que hacer, solo se quedo allí. Un murmullo se extendió por el salón, las voces de los demás alumnos eran como insectos molestos para Adrien. Su corazón latía con fuerza, instándolo a seguir.            Marinette, con una calma sorprendente, paso a un lado de Adrien, su mirada y la del rubio conectando. No había molestia, o gratitud, solo curiosidad. No se dijeron nada, sin tocarlo, como si Adrien fuera un fantasma. Ella se dirigió hacia la única fila con asientos vacíos, la del fondo. _ M-Ma-Marinette _ Pronuncia Adrien con voz temblorosa _ … ¿Cómo estás? _            La chica se detuvo. Una tensión pesada se cernió en el salón, como un silencio antes de una explosión. Todos los ojos estaban sobre ella, esperando su reacción.            Marinette se dio la vuelta. Su mirada escaneándolo, la curiosidad ausente, ahora solo había frialdad. _ ¿Yo? _ Su voz era baja, pero afilada como un cuchillo _ Viva _            Con esa simple respuesta, volvió a retomar su camino. Se sentó, su postura rígida, se perdió en el fondo del salón. Su mochila en su regazo, con mirada al frente, ajena a las miradas que la seguían como una manada de lobos.            En ese momento, la puerta del salón se abrió y la profesora Bustier entro. Su presencia disipo la tensión, fue como un rayo del sol hubiera penetrado las nubes. Los estudiantes se acomodaron en sus asientos, el murmullo volvió, pero esta vez era normal.            La profesora Bustier se detuvo en su escritorio, su mirada escaneando el salón, sus ojos encontrándose con la presencia de Marinette, un destello de preocupación cruzo su rostro. No dijo nada, pero a diferencia del resto la profesora no la miro con morbo, sino con una profunda tristeza.  Con una comprensión tacita entre ambas.            Luego su mirada se poso en Adrien se chico se mantuvo junto a la puerta, viendo las acciones de Marinette. Sintiéndose observado Adrien giro hacia su profesora, fue entonces, que, con una mirada y sonrisa, la profesora Bustier lo insto a sentarse.            La profesora, comenzó con un pequeño discurso. Adrien no la escucho. Solo veía la figura de Marinette al fondo. El hecho de que ella estuviera allí, después de todo, era un desafío que no todos podían enfrentar. A pesar de todo, ella era fuerte, mas fuerte de lo que el jamás podría ser.
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