Capítulo 3
4 de diciembre de 2025, 23:14
Caine evaluó a todos los miembros, contando su desempeño y actitud durante el día. Todos, a excepción de, sorpresivamente Kinger, (que logro una grandiosa A+), sacaron una B+, por las diferentes situaciones sucedidas en esa aventura.
Posteriormente, al concluir con Gangle, justo afuera del establecimiento de comida rápida, reabrió un portal hacia el circo, concluyendo finalmente con la aventura.
Pomni, que no soltaba de la mano a Ragatha, fue la primera en cruzarlo, seguido de ella, cruzó la pelirroja con una sonrisa.
Jax, al mirar la escena de estas dos demasiado juntas, decidió interponerse entre la que acababa de cruzar el portal y Gangle, que estaba ya a punto de hacerlo.
Sin decir ni una sola palabra cruzo el portal, entrando justo después de Ragatha, quien conversaba con Pomni.
—Gracias por todo, Pomni.—Le sonrió levemente sin mostrar su dentadura.
—No tienes que agradecer Ragatha, es lo menos que puedo hacer por todas tus atenciones desde que llegué aquí.—Hizo una leve pausa para mirarla a los ojos y continúo.—Además, te veías demasiado aturdida.—Solto una pequeña risa ante sus palabras.
—Y así me sentía.—Respondió la pelirroja entre risas.
—¿Y por qué le agradeces a esa imbécil y no a mí, Ragatha?—Jax, que estaba escuchando atentamente, se entrometió en la conversación.
Ragatha, al escuchar su voz, sin siquiera mirarlo, empezó a caminar, de forma rápida, hacia su habitación, lo que dejó desconcertados al conejo y a la bufón.
—¿Por qué actúa así?—Le preguntó curiosa Pomni.
—No lo sé, pero lo voy a averiguar.—Se cruzó de brazos mientras miraba a la muñeca alejarse poco a poco.
Ragatha caminaba a prisa hacia su habitación, tratando de evitar a Jax, no quería mirarlo, o escuchar su voz. ¿La razón? Ragatha se acordaba perfectamente sobre lo sucedido la noche anterior.
Entró a su habitación y la cerró con llave. No quería ver o hablar con alguien, su cabeza estaba tratando de procesar todo lo que pasó. Es cierto que no recordaba ciertas partes de su conversación con Jax, pero la mayoría sí.
Ragatha sentía algo por Jax, eso era obvio para ella, pero el hecho de que, ese conejo la atendiera con cuidado, que quisiera saber que pensaba de él, le daba esperanzas. Pero a la vez se sentía extrañada, no era normal en Jax hacer todo eso, y si lo hacía era porque quería algo a cambio, ese pensamiento, derrumbó todas las ilusiones de la pelirroja.
—Es posible que solo lo hiciera por molestar.—Pensó en voz alta, pues nadie la escuchaba, o eso creía.
—No lo hice por molestar, Ragatha.—Una voz se hizo presente en su habitación.
La muñeca, que estaba de espaldas, volteó hacia su puerta, encontrándose con Jax en la entrada.
—¿¡C..CÓMO ENTRASTE?!—Le reclamó Ragatha en un grito.
—¿Te olvidaste ya de que tengo llave de tu habitación?—Sonrió, mostrando su dentadura amarilla y mostró un semblante burlón ante la sorpresa de Ragatha.
La pelirroja tras analizar la situación, se relajo un poco y cambio su mirada a una sería y, a una con un intento de desinterés.
—¿Que haces aquí Jax?—Preguntó molesta pero manteniendo ese semblante frío.
—Vine a verte, eso es obvio. Quiero saber que pasa contigo.—
—¿Conmigo?—El conejo asintió.—Conmigo no sucede nada.—
—Eso es mentira, te conozco perfectamente, muñeca.—
—Pues no lo suficiente.—Respondió de manera brusca, dejando a Jax sorprendido.
Hubo un pequeño silencio, el cual Jax rompió, dispuesto a averiguar que sucedía con su muñeca.
—Si lo hago...—Hizo una pausa y se acercó a ella, no sin antes cerrar la puerta que tenía detrás.—Tanto así que se perfectamente que me estás mintiendo, Raggy.—
—No miento.—Se cruzó de brazos.
Jax, al ver qué Ragatha insistía en llevarle la contraria, decidió dejar de ser un idiota por primera vez.
—Ragatha, tengo una pregunta para ti.—
—La cuál no contestaré.—Se volteó nuevamente, dándole la espalda a Jax.
El conejo, al ver está última acción de la pelirroja, se acercó aún más a ella.
—No me importa si la contestas o no, aún así te lo preguntaré.—Sentenció, únicamente teniendo un silencio como respuesta.
Jax tomó aire, estaba nervioso por lo que estaba a punto de decir, eso mismo lo llevo a apretar sus puños.
—Raggy, ¿Yo te gusto?—Pregunto casi en un grito debido a sus nervios, después se llevó las manos a la boca pues, ni el mismo se creía lo que decía.
Ragatha se quedó quieta, sin emitir algún sonido ni hacer algún movimiento, para después deshacer su cruce de brazos. Después de muchos minutos, decidió voltear lentamente, quedando frente a Jax.
—¿Q...qué?—Preguntó, no sabía si eso que preguntaba Jax era parte de su imaginación.
—Que, si yo te gusto, imbécil.—Se cruzó de brazos, indignado pues, no quería repetir muchas veces algo que lo hacía sentir humillado.
Ragatha abrió su único ojo, impactada, aún no se creía lo que escuchaba. ¿La había descubierto? ¿Pensaría mal de ella? ¿Dejaría incluso de hacerle bromas estúpidas? Todo eso pensaba la muñeca, pues no sé esperaba un confronte tan repentino.
Jax, que miraba atento a su contraria, decidió una vez más romper el hielo.
—A mi me gustas, Ragatha.—Dijo finalmente.
Jax había descubierto una cosa la noche anterior, y era que le encantaba la personalidad de Ragatha. Era todo lo contrario a él, era amable y optimista, hacia a todos felices, y eso le encantaba. Por eso es que siempre la molestaba, siempre trataba de obtener su atención de cualquier manera, y cuando llegó Pomni, sintió que toda esa atención le era arrebatada por la bufón. Fue donde por fin empezó a admitir que sentía algo por la muñeca.
Su sonrisa le gustaba, su mirada, la forma en la que se acercaba a él y el como le hablaba, sobre todo, el como se enojaba con el, le parecía tan tierno y tan maravilloso, verla tan decidida y autoritaria, le fascinaba.
Pero el día anterior lo marcó todo, el saber que a la pelirroja le importaba, el saber que quería ser importante para él, hizo que su corazón latiera a mil por hora.
—¿Q...qué?—Volvió a preguntar la pelirroja, incrédula de lo que escuchaba.
—¡Maldita sea Ragatha!—
Exclamó enfadado el conejo, le era increíble que su muñeca no aceptara la realidad. Se acercó una última vez a ella y la tomo por ambos brazos, acercándola a él, quedando a una distancia demasiado cercana. La miró a los ojos y continúo.
—Me gustas Ragatha, siempre me has gustado. Eres a quien molesto más por eso mismo, anoche al fin pude admitirmelo a mi mismo, y no pienso seguir atormentado por eso, necesito una respuesta.—La miró desesperado.
La pelirroja, quedó aún más impactada. No sabía si estaba alucinando ese momento, tan así que empezó a sentirse mareada.
—¿Ragatha? ¿Me escuchaste?—Pregunó Jax pues, observo claramente como su muñeca empezaba a marearse.
Ragatha no dijo nada, se quedó inmóvil, no podía siquiera hablar aunque ella quisiera. Lo miró, atenta a sus ojos, desesperados por una respuesta, sin poder evitarlo, se le escapó una pequeña sonrisa, un reflejo de la ternura que sentía al ver a Jax, aquel que era insensible con los demás, y aquel que nunca demostraba sus emociones, ser tan expresivo en ese momento. Eso le gustaba de él.
Le gustaban sus bromas, en cierto punto le eran graciosas, le gustaba que, cuando estaban solos, admitiera ligeramente no ser tan fuerte como aparentaba...
—Raggy.—
—¿Si, Jax?—
—El imbécil de Caine me tiene cansado con sus aventuras, no creo poder soportar un segundo más en este lugar.—
—¡Anímate Jax! No estás solo en esto, siempre estaré yo a tu lado.—
El conejo sonrió levemente, lo cual hizo inconscientemente, cuando se dió cuenta, Ragatha ya lo miraba con una expresión de ternura y comprensión.
—Deja de mirarme, imbécil.—Se sonrojo levemente y camino a prisa hacia su habitación, justo a un lado de la habitación de Ragatha...
Le gustaba molestarse con él, más aún cuando el iba a pedir disculpas, a su manera...
—Ragatha.—
—¿Que quieres Jax?—
—Yo...—Tartamudeo y continúo.—...eres una idiota.—Hizo una pausa, la pelirroja, ofendida, a punto de contestar, se vio interrumpida por el conejo.—Eres a la única idiota con la que no quiero permanecer enojado.—Se cruzó de brazos, levemente sonrojado.
Le gustaba que solo con ella, demostraba una parte de su verdadera forma de ser.
Al recordar esos momentos, decidió mirarlo una vez más, cambiando su semblante a uno más tranquilo, Jax, quien parecía no poder aguantar un segundo más en esa situación, la acercó aún más hacia él. Ragatha decidió, por fin, hablar.
—Recuerdo perfectamente lo que pasó anoche.—Jax la miró sorprendido.—Recuerdo como intentabas sacarme la sopa.—Continuó, sonriendo levemente, como si se burlara de la actuación del conejo una noche anterior.—Bueno, te lo diré ahora.—Inhalo, nerviosa, pero decidida.—Pienso que eres un imbécil, pero me gusta que seas un imbécil.—Hizo una pausa y desvío ligeramente su mirada.—Me gustas, Jax.—Lo miró de reojo, y se acercó a su rostro lentamente, Jax, permanecía sorprendido ante las palabras de su contraria.
Quedaron demasiado cerca, podían sentir las respiraciones uno del otro, Ragatha podía apreciar muy de cerca sus grandes ojos amarillos, que la miraban con un gran brillo, admirando asi la belleza de la muñeca. Jax cambio su mirada a los labios de su contraria, mirándolos con deseo, con ganas de poder besarlos inmediatamente, una y otra vez, Ragatha, hizo lo mismo, dirigió su vista hacia la boca de Jax, que inconscientemente se abría, reflejando el mismo deseo que tenía ella de besarse.
Jax, cambio el agarre de un brazo hacia la cintura de la pelirroja, la miró a su único ojo y sonrió.
—Muñeca, me vuelves loco.—
Dijo, para finalmente, tomar con su otra mano, la cara redonda de Ragatha, cuidadosamente la dirigió hacia su barbilla y la levantó, quedando a la altura de sus labios.
Era el momento, estaba pasando justo ahora, nadie los observaba, estaban solos, lo que tanto deseaban lo tenían justo frente a ellos.
Jax plantó sus labios en los de Ragatha, dando un tierno, pero desesperado beso.
El conejo, cerró sus ojos lentamente al sentir el sabor dulce de los labios de su contraria. Ragatha lo imitó, cerrando su único ojo para poder disfrutar aún mejor del cálido beso.
Sus labios, que ahora parecían ser uno mismo, se empezaron a mover en una sincronía perfecta, Jax con ambos labios, besaba el labio inferior de la pelirroja, después el superior y así sucesivamente. Ragatha, en un impulso, abrió su boca ante los besos apasionados de su contrario, movimiento que, el conejo, aprovecho para introducir lentamente su lengua a la cavidad bucal de la muñeca.
Ragatha soltó un ligero gemido de sorpresa al sentir el órgano dentro de su boca, Jax, que notó de inmediato su sorpresa, decidió explorar más ahí adentro.
Lamió el paladar de adentro hacia afuera lentamente, para después encontrarse con la lengua de Ragatha, juntó ambos órganos, lamiendo delicadamente la lengua contraria una y otra vez. Este movimiento provocó en Ragatha, un deseo por imitar sus movimientos. Levantó su lengua lentamente y empezó a rozarla con la lengua del conejo, empezaron a moverse en círculos rozando una con la otra sin parar.
Pararon, para tomar aire, dejando salir jadeos desesperados mientras un hilo de saliva se mantenía desde la boca de Ragatha a la boca de Jax.
Este mismo, limpió con su mano la saliva restante en su boca, para después mirar a la pelirroja que se encontraba frente de él. Seguía sosteniendo su cadera, la apretó, teniendo cuidado de no lastimarla, para después sonreírle pícaramente.
—¿Te gustó, muñeca?—La miro, sus palabras provocaron un sonrojo muy notorio en Ragatha.
—Cállate.—Le dijo, avergonzada por la situación reciente.
—Sabía que algún día serías mía, muñeca.—Sonrió nuevamente, ahora burlón ante los nervios de su contraria.
Sin soltarla de la cintura, la acercó nuevamente a el, para posar su labios en los de la pelirroja nuevamente, besando despacio en esa sincronía que habían creado minutos atrás.
Se besaron, una y otra vez, sin parar, algunas veces lo hacían únicamente para tomar aire, sin embargo regresaban a juntar sus labios. Habían perdido demasiado tiempo y querían aprovecharlo ahora que, sus sentimientos habían salido al aire.
Se besaron una vez más, apasionados y desesperados, pero a la vez tiernos y con dulzura.
—¿Alguien dijo avent...?—Una voz varonil y grave se hizo presente en la habitación, como arte de magia. Caine, al ver la escena de ambos, besandose con desesperación, se detuvo, impactado.—¡¿QUE ESTA PASANDO AQUÍ?!—Gritó, provocando que Jax y Ragatha se separaran de inmediato.
—¡CAINE!—Gritó nerviosa la muñeca.—N..No es lo que parece.—Solto una risa nerviosa ante la sorpresa de la IA, cruzó sus piernas, reflejando sus nervios.
—Si es lo que parece, Caine.—Jax se cruzó de brazos y sonrió, estaba disfrutando el momento.—Me estaba besando con Ragatha.—Sonrió, ahora más ampliamente y miró de reojo a Ragatha.
—¡Jax!—La muñeca se tapo la cara con sus manos de trapo, avergonzada, tratando de cubrir que su rostro se había tornado rojo tomate.
Caine se quedó quieto, perdido en un abismo mental, o algo así pues es una inteligencia artificial, tratando de procesar lo que sus ojos digitales presenciaban.
—¡N..No! Esto es uhm...—Hizo una pausa y carraspeó, debido a la incomodidad.—¡...es inaceptable! Jax, conociéndote, de seguro fuiste tu quien provocó esto.—Señalo al mencionado, con un rostro ofendido.
—¡¿Qué?! ¡¿Por qué yo?—-Reclamó ante la acusación de la IA pues, aunque casi siempre el provocaba los inminentes desastres frecuentes del circo, está vez no había estado solo en esta situación.
—...Por lo que...—Continuó con su discurso, como si no escuchara a Jax.—...te enviaré a tí y a los demás a una aventura, mientras que Ragatha se quedará aquí.—
Sentenció, provocando un quejido de sorpresa proviniente de los dos personajes que tenía al frente.
—¡No puedes hacer es...!—Ni tiempo le dió de terminar esa oración al conejo pues, en un chasquido, Caine lo teletransporto de inmediato a la nueva aventura que enfrentarían en este nuevo día.
—Bueno, Ragatha, me voy. Trataré de borrar esto de mi base de datos.—Y en un chasquido, desapareció Caine, dejando a una pelirroja confundida.
Después de unos minutos, empezó a reír, sin duda sería una experiencia rara, pero muy divertida de afrontar, más, con la persona que más quiere en ese circo, a su lado.
—Estoy segura de que Jax y yo la pasaremos bien, después de todo.—Dijo al aire, sonriente y llena de alegría, para después dejarse caer en su cama, emocionada por lo que vivió.