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Umemiya Hajime estaba agobiado. No encontraba la manera de dar con el acosador de Ame. No importaba cuánto lo intentará, nadie le decía la respuesta que necesitaba. Y todo empeoró cuando Endo Yamato le sugirió una táctica arriesgada. No es que estuvieran en malos términos ya pero esa táctica no le hacía ni un poco de gracia. Poner en el foco de atención a Ame. Dejar que el tipo se acerque a Ame y ahí darle el golpe de gracia. Pero no. Eso era demasiado arriesgado. Y ni siquiera sabía si saldría bien. Ame es demasiado preciada como para ponerla en un peligro así. Si esto es para que deje de estar en peligro… sería contraproducente ese plan. Endo con una sonrisa inocente levantó ambas manos como símbolo de paz. — Solo era una idea. Recolectaré información por mi cuenta. — comentó finalmente. Umemiya asintió y salió del apartamento de Endo y Takiishi.***
Una pesadilla no puede hacerte daño. Es molesta y te hace creer cosas malas, pero no es real. Y eso es lo que importa. El reloj marcaba las 4 a.m cuando Ame abrió los ojos con la respiración errática. Se acomodó abrazando la almohada. Solo fue una pesadilla. Solo eso. Nada pasará. Pero la imagen de sangre en su mente no se borraba. El dolor de cabeza amenazaba con torturarla y el sueño se había ido por completo. Pensó en llamar a Umemiya. Lo despertaría y no quería ser una molestia. También podría acudir a sus chicos de Shishitoren. Pero se veía en la misma situación. Y no quería depender de nadie. Tal vez era tarde para pensar en ello. Umemiya, los chicos de Shishitoren, ya eran parte de su vida. Perderlos sonaba como lo peor. ¿Y si iba ella a enfrentar su mayor demonio con forma de persona? ¿Podría así evitar más problemas? La madrugada hace que piense de más hasta que al final, Ame vuelve a conciliar el sueño.