Shishitoren's princess | Umemiya Hajime

Las hojas caen de los árboles por el otoño. Una estación nostálgica y, para Ame, no había nada mejor que disfrutar de la lluvia otoñal desde el calor de su hogar. El tiempo pasa y aunque ya hace diez años desde que conoció a su sol de invierno,la vida al lado de Umemiya se siente refrescante. Se siente como lo correcto, como la libertad atravesando sus entrañas como una caricia dulce. Las mariposas en el estómago y los miedos del ayer quedaron en el pasado. Ame podía ser ahora lo que quisiera y, de hecho, era profesora de infantil. Encontró su vocación entre sonrisas genuinas y enseñanzas que resultan reconfortantes. Umemiya...él no ha cambiado demasiado. Sigue siendo alguien que protege a quién puede, pero su prioridad es su reina y la familia de amigos de Furin. — Ya estoy en casa, mi reina. — Saluda Umemiya tras entrar a la casa que es su hogar. Umemiya deja las llaves en el mueble del recibidor. Deja sus zapatos en la puerta y después entra totalmente. Se encuentra a Ame preparando actividades para los niños del orfanato, donde desde hace unos años ayuda para traer alegría a esos niños que alguna vez fueron como el mismo Umemiya de pequeño. Hajime es feliz. Siente que ahora puede formar su propia historia. Lo lleva sintiendo desde que conoció a Ame. — Bienvenido a casa Hajime. — Sonrió Ame, con esa sonrisa que no ha dejado de encantar a Umemiya después de tantos años. Ame apartó sus materiales de trabajo. Hajime no tardó en acercarse y besar a Ame en la frente, las mejillas y finalmente en los labios. ¿Era rutina? No del todo. A ellos no les parecía monótona su dinámica, al contrario, se sentían como si todo estuviera yendo como debía ir. Tan agradable, dulzura en cada caricia, amor que los desborda cada día. Umemiya era el ángel guardián, el sol que calienta cuando más lo necesitas, el ancla que Ame necesitaba. Es el que aparta cada pesadilla de ella. Es quien la protege hasta de su propia mente, y con eso es casi perfecto. Una discusión se arregla hablando y besos suaves. La vida sigue mientras ellos aprenden a seguir un rumbo marcado por pasos certeros y decisiones correctas.

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Los amigos siguen ahí. Esa pequeña gran familia que construyeron con confianza y lealtad. Entre locuras, disparates y algo de madurez, todos siguen adelante. Cada uno con sus vidas ya establecidas. Unas alianzas descansan en las manos de Ame y Umemiya. Para Ame todo se sintió natural. Y no podía pedir más. Bajo las flores del almendro Umemiya se sintió afortunado. El sol tenía a su luna. Y la reina tenía a su rey. La dama perdida tenía a su luz guía.