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Turbo Comadres
Capítulo 1: Cucharita Ya era de noche cuando los adolescentes y la youkai regresaron a la casa de Seiko. La búsqueda de las bolas doradas fue inútil y no había nada más que se pudiera hacer ese día. Turbo Abuela continuaba molesta por los golpes que le dieron los mocosos, así que se mantuvo apartada cuando el grupo de humanos se fue a cenar. Tiempo que aprovechó para examinar más a detalle el muñeco Maneki en el que se encontraba sellada. Esto era un verdadero problema, pues debía aprender a maniobrarlo, en especial las patas superiores que le servirían como manos. En ese momento, un sonido en su barriga le dijo que había otro problema: tenía hambre y sed. Al parecer, la figura gatuna había adquirido algo de “vida” cuando su conciencia fue encerrada ahí. Lo que significaba que también necesitaría descansar y dormir. Una situación que desde hace mucho tiempo no practicaba. —Maldita vieja, ya me las pagarás— murmuró, mientras observaba a Seiko recogiendo los platos. El mocoso al que maldijo ya se había retirado y la otra mocosa se fue a su habitación. Por lo que ahora podría aprovechar para atacar a la médium. Se acercó sigilosa sin hacer ruido, dispuesta a saltarle por la espalda y cortarle el cuello con las garras integradas que poseía el muñeco. Un paso más y luego brincó ágilmente hacia la mujer. —¡Muere! — Pero Seiko no era cualquier exorcista, pues sus años de experiencia la habían dotado de una mayor percepción extrasensorial para detectar a las criaturas sobrenaturales. Y aunque Turbo Abuela no tenía poderes en éste momento, su aura youkai era notoria en el Maneki. En un segundo, y con una sola mano, la atrapó de su collar en el aire. —¿Qué crees que estás haciendo, pequeña idiota? — preguntó la médium, mirándola con frialdad. —¡Suéltame vieja de mierda!, ¡Te voy a matar! — —Será mejor que te calmes, no tienes posibilidades de hacer nada en ese cuerpo— Seiko la soltó, dejándola caer al piso. —¡Te voy a sacar los ojos! — gruñó Turbo Abuela, poniéndose de pie como si nada. Dio un paso hacia la mujer dispuesta a saltar de nuevo, pero el sonido de su estómago se oyó mucho más fuerte ahora, provocando que se detuviera. —Así que tienes hambre— sonrió burlona Seiko. —Escucha Turbo Abuela, no tengo ganas de escuchar tus berrinches, así que cállate, siéntate, y come algo— señaló la mesa. La youkai observó que aún estaba la olla de la comida y algunos platos limpios todavía. Así que, renuente, se acercó, atraída por el aroma de los alimentos. Tomó un pequeño tazón e intentó servirse con el cucharon, pero las patas del muñeco aún eran débiles, así que no podía sostener el utensilio correctamente. En ese momento, la exorcista se acercó junto a ella, y sin decir nada, le sirvió una buena porción de comida. Turbo Abuela no se esperaba dicha acción, así que se quedó mirado a la mujer con desconfianza. —En esta casa nadie se queda sin comer— dijo como si nada, para luego ir al cajón de los utensilios y buscar algo. La youkai regresó su mirada al guisado, notando que era caldo con otros aditamentos, por lo que tendría que meter las patas para poder tomarlo. Estaba a punto de hacerlo cuando, algo apareció frente a su rostro. Era de color rosa, pequeño y fácil de sujetar. —Toma, era de mi nieta— Seiko le ofrecía una pequeña cuchara infantil. —Esto te ayudara a comer más fácil, y con éste puedes tomar los trozos de carne— le dejó un tenedor junto al tazón, igual de pequeño y del mismo color. Turbo Abuela no dijo nada, pues el hambre era mayor a su disgusto por la médium. Así que sujetó la cucharita y empezó a beber sorbos del caldo. Se relamió los bigotes, encantada con el sabor, por lo que de inmediato agarró el tenedor y ensartó un pedazo de carne. Seiko la miró comer un momento y después regresó al fregadero para continuar lavando los trastes, haciendo una muy sutil sonrisa. No sabía que les deparaba el futuro con esta peligrosa youkai, así que lo mejor era llevar las cosas por la paz.***
Continuará… Gracias por leer y comentar. 28/Noviembre/2025