ID de la obra: 1470

Instinto Animal (Resident Evil: Village)

Gen
NC-21
En progreso
0
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planificada Mini, escritos 8 páginas, 4.408 palabras, 2 capítulos
Descripción:
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Cap.1: Escape fallido

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Lentamente mi conciencia volvía permitiéndome escuchar aquello que ocurría a mí alrededor. Todo era confuso para mí, mi cerebro trataba de adaptarse a lo que había sucedido antes. Sentía como mis muñecas se encontraban rodeadas por algo frío y metálico, apresándolas con tal fuerza que parecía imposible escapar de ello. Sin abrir los ojos podía imaginar lo que me tenía cautiva así que opté por hacer una prueba, jalé suavemente mis brazos hacia adelante lo cual me daría una pista de lo que era, al hacerlo sentí como eran detenidos por algo a menos de medio metro, soltando un sonido muy familiar para mí. Lentamente empecé a abrir los ojos al mismo tiempo que levantaba la cabeza hacia arriba, poco a poco la imagen delante de mí se aclaró mostrando como mis brazos ya hacían encadenados a una fría pero lujosa pared, que conformaba parte de una gran alcoba, bastante lujosa a mí parecer ya que a la vista se notaba que era una especie de bodega para vino. Muebles grandes situados estratégicamente en aquella habitación se encontraban abarrotados de botellas de vino, dejando la parte de abajo libre para posiblemente guardar algunas cosas importantes. Aún detrás de aquellos cristales el aroma que guardaban dichas botellas podía percibirse, aunque fuera levemente. Observé de manera minuciosa el lugar asegurándome de que nadie me vigilara por algún lugar secreto o escondido, al ver que estaba sola dirigí mi atención a las cadenas. Las observé tratando de entender que tan apretadas estaban o que tan buen estado tenían, las volví a jalar una vez más para probar su resistencia. Era mucha a decir verdad. Suspiré volviendo a jalar aplicando más fuerza, deseaba romperlas para ser libre cosa que posiblemente era imposible, eran muy resistentes a decir verdad. Era estúpido creer que sólo con fuerza se romperían, más aparte me dolía todo el cuerpo y eso era un inconveniente. Sin embargo, no estaba lista para darme por vencida. Apliqué más fuerza cargando todo mi peso hacía adelante con la esperanza de zafar los grilletes y no mis brazos, pero era inútil. En ese momento sentí un corte fino en una de mis muñecas, al revisar divisé sangre cayendo por mi antebrazo hasta perderse en la manga de mi camisa blanca. Me había cortado. Maldecía estar en aquella situación tan vergonzosa y vulnerable; simplemente era denigrante para una alfa como lo era yo. Pero no pensaba rendirme así que volví a jalar las cadenas causando que aquella pequeña cortada se hiciera más grande y una mayor cantidad de sangre saliera. Continué jalando hasta que mi mano derecha resbaló a causa de la sangre, siendo libre de aquel horrible grillete, pese a que un horrido dolor se manifestó por tan abrupto movimiento tuve una idea, subí mi brazo derecho hasta la altura de mi brazo izquierdo para dejar que la sangre cayera dentro del otro grillete. Unos segundos después hice fuerza para liberarlo lográndolo con el mismo resultado que el otro, con la diferencia que ahora era libre. Sin perder tiempo en mis nuevas heridas me puse de pie lista para escapar. No obstante, al momento de erguirme un intenso dolor y cansancio invadieron todo mi cuerpo estremeciendo cada fibra de mi sistema nervioso. Me sujeté de la pared donde antes me encontraba atada en espera de que aquellas molestas sensaciones se fueran, respiré de forma profunda tratando de calmarme, no tenía tiempo que perder. Una vez me estabilicé comencé a caminar hacia la puerta de la alcoba, si bien no era un medio viable para salir era lo único que tenía, las ventanas estaban aseguradas con rejas metálicas así que a menos que me encogiera del tamaño de un ratón no podría salir por ahí. Mi única alternativa era escapar por la puerta con la esperanza de no ser descubierta. A paso lento mientras me sujetaba de los muebles que había por ahí de reojo pude ver mi reflejo en uno de los cristales. De manera automática mis ojos viajaron desde la puerta hasta donde estaba mi reflejo, encontrando así aquello que era ahora mi cuerpo. Cortes aún frescos, manchas de sangre, marcas de dientes y un conjunto de ropa medio rasgado era lo que decoraba aquel cansado cuerpo, como si eso fuera un llamado varios fragmentos de lo que había pasado la noche anterior llegaron, mostrándose de forma tan vivida una vez más. Aquellos ojos color ámbar que detonaban lujuria y deseo volvían a estar presentes en mis recuerdos junto a esos labios rojo fuego que destilaban finos hilos de saliva y sangre; aquella tersa piel blanquecina que era tenuemente iluminada por la luz de la luna llena... Sacudí mi cabeza de un lado a otro tratando de olvidar aquello, no era momento de ponerse a recordar nada. Me estremecí ante eso sin poder evitarlo. Negué una vez más continuando con mi camino hasta llegar a mi objetivo. Con un profundo suspiro y el deseo de no ser descubierta tomé el picaporte de la puerta abriéndola lentamente hacia adentro, al mismo tiempo que me asomaba para asegurarme de que no había nadie esperando fuera. Nada. Todo estaba solo. Ni un alma cerca. Lentamente salí de la alcoba caminando por aquel extenso corredor delante de mío. Al estar iluminado con la tenue luz que emanaban las velas de los candelabros le daban un toque entre elegante y siniestro. Me resultaba bastante difícil caminar en silencio ya que debido al cansancio mis pasos eran un poco torpes, tenía que sostenerme con cuidado de las paredes, burós pequeños o mesitas que estuvieran por ahí, con la esperanza de no tirar algún cuadro u objeto que delatara mi posición. Pese a ello logré llegar a la escalera principal que daba al gran salón. Sosteniéndome del barandal de madera descendí cuidadosamente, pasando cada peldaño con el mínimo error de tropezar. El caer por aquella escalera en mi condición era una muerte inmediata. Mientras bajaba miraba hacía la planta de arriba y la de abajo, asegurándome de no ser tomada por supresa, sería bastante malo que aquello pasara. Lo que más me mantenía en alerta constante era el continuo silencio del lugar, más tomando en cuenta la clase de criaturas que habitaban ahí. Como era de esperar aquella tranquilidad fue interrumpida por una risa femenina que inundó todo el salón, aquello sólo causó que mi cuerpo se tensara, sabía que alguien me había estado vigilando desde el primer segundo que salí de la habitación. No supe exactamente la causa que lo provocó pero un impulso me hizo correr hacía la puerta que estaba directa bajando las escaleras. Sin importarme que faltaran 4 peldaños por bajar di un gran saltó para correr hasta mi objetivo tratando de llegar a un lugar seguro, pero no sería así de fácil. Frené en seco, lastimando mi cuerpo aún más, al ver como una densa nube de insectos que zumbaban comenzaba a materializarse frente a la puerta de metal, con ello, en un 80%, una mujer rubia se materializó exhibiendo una sonrisa enmarcada con sangre fresca. No tardé en identificarla al ver su rostro, era Bella, una de las residentes del castillo donde me encontraba y uno de mis mayores problemas en ese momento. Me tensé aún más al verla flotar cual fantasma hacía mí con la clara intensión de morderme. Instintivamente traté de correr ante eso pero mis cansadas piernas me traicionaron causando que cayera al suelo de forma pesada, lastimándome aún más. Antes de poder hacer algo aquella vampiresa de melena rubia ya estaba encima de mí,  aprisionando mi cuerpo contra el de ella mientras exhibía aquellos filosos colmillos que tenía. ― El pequeño conejo a decidido salir de su madriguera y enfrentar el peligro ― Dijo la rubia mientras soltaba una malévola carcajada. Me encontraba completamente inmovilizada. Tan sólo pude observar con horror como aquella mujer acercaba su rostro a la par que abría la boca con claras intenciones de morderme, lo siguiente que pude notar fue un doloroso pinchazo del lado izquierdo de mi cuello junto con la sensación de humedad en el mismo. Esa maldita lo había hecho, me había mordido. La sangre no tardó en brotar como un pequeño río manchando los labios de la joven rubia, que gustosa, se deleitaba con el sabor que ahora inundaba su paladar. Bebía de una forma un tanto desesperada como si desde hace mucho tiempo ansiara probar mi sabor. Si aquello seguía moriría inmediatamente y eso no era una opción para mí. No tenía oportunidad de pelear sin un arma pero eso no me detendría, reuniendo lo poco de mi fuerza empuñé mi mano derecha soltándole un fuerte golpe en el estómago a la contraria, si bien no llevaba la fuerza que quería, me había valido para alejarla de mí al menos un metro. Aquello causó que Bella se quejara llevando una de sus manos a la zona. Sin esperar a nada me puse de pie lo más rápido que pude mientras ignoraba aquel dolor que me invadía, de nuevo corrí en dirección a la puerta que daba al comedor tratando de no tropezar en el camino. No tenía la más mínima intención de morir en aquel lugar, menos a manos de una vampiresa. Muchos alfas considerarían una fantasía o incluso un honor el ser asesinados por una criatura no humana pero para mí era una pesadilla. Continuaba sin entender los extraños gustos que tenían. Sujeté mi cuello en busca de frenar el sangrado agregando presión a la herida, si no moría por Bella la falta de sangre se encargaría de mandarme al otro mundo. Así que tenía que... El sonido de aquellos bichos me alarmó por completo. Al mirar a mí izquierda divisé a una furiosa rubia que se dirigía hacia mí, ahora con claras intenciones de matarme, lo peor era aquel gesto reflejaba en su rostro, daba miedo. Aquello no era lo peor sino el ver como convocaba aquella oz para asesinarme. De nuevo traté de esquivarla corriendo en otra dirección y de nuevo mis piernas me hicieron caer al suelo, esta vez junto a la chimenea que ardía gracias a las prendas que habían tirado anteriormente ahí. Asustada de ser atrapada de nuevo una idea cruzó mi mente, era una locura pero era lo único que podía usar. Bella comenzó a acercarse cada vez más a mí hasta quedar a un metro de distancia, ante eso llevé a cabo mi plan. Rápidamente estiré mi mano derecha hacia la chimenea ignorando el fuego abrazador de la misma, para tomar un trozo de prenda que ardía y sin más lanzarlo hacía la rubia. Si bien me había quemado ante esa estúpida acción había conseguido también quemar a la rubia que, sin esperar aquello, tan sólo había retrocedido un poco siendo alcanzada por el fuego. Aquello la hizo chillar del dolor y la rabia, si bien sólo había sido un poco, estaba furiosa de haber sido atacada de tal manera. Me incorporé nuevamente aprovechando la sorpresa de la vampiresa. Empecé a dar zancadas tratando de llegar lo más rápido a donde quería, dejando sin querer un rastro de gotas de sangre detrás. Un sentimiento de alegría se manifestó el mi pecho al ver lo cerca que ahora estaba de la puerta, casi a nada de llegar y poder escapar. ¿Por qué trataba de llegar a dicha zona? Simple. La ventana que ya hacía abierta en el comedor repelía a Bella negándole el paso, con esto podría escapar por la puerta del patio sin que la rubia pudiera alcanzarme. Sin embargo la suerte había dejado de sonreírme sólo para burlarse en mí cara de la desgracia que se presentaba. Una vez más algo me detuvo tirándome al suelo, al mirar la causa fruncí el entrecejo ofuscada. Bella, quien se había recuperado de la quemadura, ahora estaba encima de mí impidiendo que escapara mientras sus orbes ámbar reflejaban una furia absoluta. ¿Así sería como acabaría todo? ¿Moriría a manos de Bella anhelando la libertad que me había sido arrebatada? ¡No! ¡De ninguna manera! ¡No dejaría que aquello acabara ahí! No era una heroína. No tenía poder alguno. Era una frágil humana que estaba perdiendo sangre en ese momento, con una mano quemada posiblemente en segundo o tercer grado, cansada y herida, pero... No podía rendirme. Prefería morir en la nieve del exterior que el el cálido pero horrido interior de ese castillo. Mi orgullo como alfa no me permitía bajar la cabeza ante nada, pese a que esa era la causa de estar ahí, no era razón para renunciar a él. Empuñé de nuevo mi mano derecha lista para golpear a aquella rubia en el rostro. Sabía que no podía hacer mucho contra ella pero estaba decidida a pelear con todo. Alfa que se rendía se volvía escoria para los demás ¡Era todo o nada! ― Creí haber dejado en claro las reglas, Bella. Una voz femenina y ronca en tono serio se manifestó captando nuestra atención absoluta. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al escucharla, sabía perfectamente quién era. Bella fue la primera en voltear divisando a la dueña de dicha voz. La observó por unos segundos para después alejarse de mí. En cuanto lo hizo mis orbes pudieron ver aquella figura alta e imponente propia de la gran dama. La señora del castillo había llegado y con ello las esperanzas de poder escapar habían muerto. Alcina Dimitrescu se encontraba de pie en medio de aquel gran salón observando la escena con un semblante severo. Incluso con aquella faceta su elegancia resplandecía, inclusive con la postura que tenía. Esa mujer no perdía nada sin importar si estaba molesta o no. Mi cuerpo entero se empezó a temblar al verla. Si bien era una mujer muy alta, el hecho de mirarla desde el suelo la hacía verse mucho más grande e imponente. Me sentía ofuscada, aterrada de verla ahí frente a nosotras. Maldije a Bella mentalmente al igual que mi suerte, si ella no hubiera estado ahí habría logrado salir antes de que Alcina llegara, ahora todo se había ido al demonio y aquellas heridas que me había causado habían sido en vano.

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