Capitulo III. La diosa oculta.
20 de mayo de 2025, 14:30
El tiempo volvió a su normalidad junto con sus colores, en esos momentos Kuon abrió sus ojos , fue entonces que soltó un suspiro y levanto la mirada hacia ese bombero que levantaba su hacha para matar a Yuka. — Pff… que fastidio…— Susurro la fémina de forma irritada al mismo tiempo que susurraba otras palabras.
Advertencia.
Estos ángeles están corrompidos con la locura.
¿Esta segura de conectarte con ellos?
Kuon solo acepto, para después activar su habilidad de conexión haciendo que todos a los enmascarados a su alrededor a excepción de Yuka, sintieron un terrible escalofrió y como sus ojos comenzaron a volverse brillantes y blancos, al mismo tiempo que en sus pupilas podían verse como varios números binarios pasaban, el bombero se detuvo de golpe haciendo que el francotirador se sorprendiera ante ese acto. El bombero por su parte estaba estático no podía moverse, aunque lo deseara realmente, sus manos temblaban y se mantenía inquieto por sentir esa conexión, por lo que desvió su mirada para observar a Kuon.
Ella por su parte alzo la mirada dejando ver esos ojos ámbar que ardían como si fuera fuego, ya no había miedo, ni el brillo de inocencia que habían visto antes, ahora parecía que una persona completamente diferente y cambiada, como si fuera una de ellos o tal vez peor. —¿P-pero qué? — Trato de hablar aquel enmascarado, pero la chica solo hizo una mueca de total desagrado.
—¿Qué no escucharon?, Dije que se detuvieran. — Volvió a prenunciar con una tranquilidad enfermiza para después mirar a sus captores y volvió a ordenar. —Suéltenme ahora mismo. — Dicho esto los dos ángeles la soltaron de inmediato siguiendo sus órdenes sin rechistar, como si desobedecerla hiciera que se volviera un pecado mortal.
Yuka para ese punto no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando, quería decir algo, pero fue interrumpido por el bombero. — ¿Cómo es posible que tú? — Pregunto con mucha incredulidad ante como Kuon se recuperaba de todo y tomaba control de todos. Ella permanecía inmutable en su posición tan estoica, es más como si se burlaran de todos en un movimiento ella acomodo su cabello rebelde que sobresalía de su frente para ponerlo detrás de su oreja. La sangre que emanaba de la herida en su frente trazaba un camino carmesí por su piel, dibujando una línea siniestra que contrastaba con la palidez de su tez. Las gotas ese líquido vital resbalaban con elegancia por su rostro, mientras se fundían con el resplandor ámbar de sus ojos, creando una mirada penetrante y escalofriante, mostrando mejor como brillaban como si fueran las llamas del profundo infierno que les esperaban.
Aquella mirada, combinada con la sonrisa superficial que curvaba sus labios, irradiaba un aura de supremacía y desdén hacia sus enemigos. En ese momento, Kuon parecía más que una simple mortal; se alzaba como una deidad despertada, una diosa entre los mortales. Su dominio sobre la situación era indiscutible, y esa certeza se reflejaba en su mirada desafiante.
A pesar del peligro inminente que los rodeaba, la señorita supernova rojiza emanaba una calma intimidante, como si estuviera en perfecto control de la situación. Su actitud desafiante y su mirada despiadada proyectaban una sensación de poder absoluto, como si supiera que nada ni nadie podía hacerle frente en ese mundo retorcido. En medio del caos y la violencia, la nueva diosa de ese mundo retorcido se erguía como una fuerza imparable.
El enmascarado conocido como el bombero se encontraba en medio de la batalla, con su hacha en mano y los ojos fijos en el enemigo. Sin embargo, cuando Kuon se presentó en su nueva forma, algo en su interior cambió. Una sensación de asombro y reverencia lo invadió al verla transformarse ante sus propios ojos, a pesar que ella sangrara , no lo vio como un pecado como en su anterior amo, era como si el liquido vital fuera una parte de su elegancia y estética de esa diosa.
El bombero, atónito, dejó caer su hacha al suelo, olvidando por completo la lucha que tenía frente a él. Se volteó por completo hacia Kuon, con los ojos abiertos de par en par, como si estuviera presenciando a una deidad descendiendo del cielo.
Mientras tanto, el francotirador observaba atónito desde la distancia, sin poder comprender completamente lo que estaba sucediendo. La transformación de Kuon lo dejó estupefacto, sorprendido al ver a la mujer que conocía tan bien manifestarse de una manera tan diferente. Aquella chica dulce y tímida que él amaba parecía haberse convertido en alguien completamente distinto, alguien que irradiaba un poder y una presencia que lo dejaban sin aliento.
—Es acaso, ¿usted es el dios que hemos esperado? —Pregunto aquel hombre enmascarado líder de esos locos, la cual este no dudo en acercarse alzando sus manos anhelando tocarla al menos para comprobar su existencia, pero la muchacha solo borro su sonrisa mostrando una mueca llena de seriedad.
—Arrodíllense. — Pronuncio su siguiente orden, haciendo que todos los de esa secta al escucharla no duraron ni un segundo cuando se dejaron caer para obedecerla, bajando sus cabezas, algunos estaban estupefactos como el poder de ella los hacia obedecer como si nada, algunos querían moverse pero en vez de eso lo único que lograban hacer era que sus cuerpos temblaran por el enorme esfuerzo sobre humano que hacían para moverse, mientras que el exbombero comenzaba a reír nerviosamente y lleno de estasis, porque al fin había encontrado a su diosa. —Cállate, no quiero escuchar ni una palabra de ti. —Respondió la joven sin importarle un carajo lo que ocurriera, el bombero callo, mordiendo sus labios hasta que estos comenzaron a sangrar, mientras Kuon comenzaba a caminar pasando de largo sin mirar a nadie, hasta quedar enfrente del Sniper.
Tomando de paso su francotirador para después cambiar su mirada a esa tierna chica que conocía a la perfección, mientras mostraba su sonrisa llena de dulzón y miel. — Yuka~ … ¿Estas bien? —Pregunto ella con preocupación, pero a pesar de tener esa sonrisa, esa voz, sus ojos seguían siendo de esa diosa con un brillo infernal. El Francotirador por su parte no sabía que responder ante esta reacción, ante todos estos acontecimientos que lo entumecían, sin saber que pensar o hacer , porque lógicamente tenía bastantes dudas que quería saber de inmediato.
—Yo…y-yo, estoy bien. — El pobre hombre trato de tomar su arma un poco tambaleante, tartamudeo ante el impacto de la escena que le dejo, que ni siquiera pensó por un momento lo que esto ocasionaría, porque el bombero se levantó de golpe y con ira en sus ojos inyectados de sangre observo a los dos tortolos, este apretó sus puños para vociferar con odio e irritación.
—¡DIOSA!,¡¿PORQUE?!, ¡¿PORQUE ES A ÉL QUIEN SE DIRIJE CUANDO NOSTROS HEMOS ESPERADO TANTO TIEMPO POR USTED?!, ¡SOMOS SUS CIERVOS , SUS FIELES CREYENTES!, ¡ÉL ES UN BASTARDO INCULTO…!—Rugió con tanto enojo el bombero mientras sus venas se hinchaban, pateaba con fuerza hasta romper el suelo debajo de él, estaba tan indignado que ardía en colera, sus ojos inyectados de sangre miraban aquella señorita, los celos y el rencor se presentó en su mente, pero antes de que pudiera vomitar otra verborrea una parte de la cabeza termino por explotar, haciendo que sus sesos y una lluvia de sangre se hiciera presente saltando por todos lados detrás de él, salpicando a los demás ángeles caídos, las cuales miraban con impacto como su líder caía muerto de rodillas hasta el piso, desangrándose mientras convulsionaba ya que la parte faltante de su cráneo dejaba ver su cerebro destruido.
Por la bala del francotirador que sostenía Kuon, quien había disparado como si nada, los enmascarados comenzaron a chillar sorprendidos y soltar balbuceos irreconocibles. Después de todo la mayoría de ahí había abandonado su humanidad. —¿Alguien más está en contra de su diosa? — Pregunto Kuon mientras bajaba el francotirador que salía humo de su orificio, por lo que ella los observo con era mirada enfermiza de frialdad, las cuales todos callaron y volvieron arrodillarse dejando en claro que estaban ante su verdadera diosa, no había un impostor después de todo ella los controlaba.
Sniper estaba anonadado por esa acción de su novia, que a este punto no entendía nada y más que llegaba a la conclusión tan terrorífica que le hacía helar la sangre, porque significaba que no conocía de nada a Kuon para llegar a ese grado, ya que la señorita sol que conocía jamás empuñaría un arma como si supiera manejarla, mucho menos dispararla con una puntería casi perfecta. EL hombre se levantó del suelo mientras se acomodaba su gorro. — Kuon…— La llamo deseando respuestas ante este hecho escalofriante.
—Ahora no señor francotirador. Primero saldremos de aquí. — Respondió la joven a su señor luna por lo que esta le dio rápidamente el arma, para volver a dirigirse a esos bastardos y mencionar con una sonrisa segura. —Mátense. —Ordeno sin importarle que sus palabras impactaran a todos de forma escabrosa, pero aun así ella continuo. —Los que sobrevivan a la masacre, serán mis fieles siervos, porque solo amare a los más fuertes. — Menciono mientras alzaba sus manos y hacia la voz más dulce, haciendo una mueca tierna llena de vida e inocencia, luego se abrazó a sí misma. —Después de todo mis siervos son los más poderosos. — Termino con esa manipulación tan conmovedora dejando ver como si fuera una verdadera santa, la diosa perfecta para dominar ese mundo, que hizo que los enmascarados gritaran extasiados creyendo sus palabras y el control que tenía sobre ellos, hizo creer que cada uno era digno para lanzarse contra sus mismos compañeros de secta.
El silencio se rompió abruptamente por la voz de Kuon, cuyas palabras resonaron como una súplica seductora en los oídos de los enmascarados. Como si estuvieran hipnotizados por sus dulces tonos, los ángeles retorcidos soltaron gemidos de emoción y chillidos extáticos. Sus rostros ocultos tras las máscaras mostraban una mezcla de fervor y éxtasis, pues sabían que la petición de Kuon encerraba crueles intenciones.
La locura se apoderó del lugar cuando los enmascarados, poseídos por el deseo de cumplir la voluntad de su nueva diosa, se lanzaron unos contra otros con una ferocidad desenfrenada. Las armas se alzaron, destellando en la penumbra mientras las figuras encapuchadas se desgarraban entre sí, desesperadas por satisfacer los deseos de su líder, Uno de los enmascarados, reconocible como uno de los secuestradores de Kuon por su imponente guadaña, desató la furia de su hoja sobre un compañero. El filo se hundió con violencia en el pecho del desafortunado, abriendo un surco en su carne que se desgarraba con un sonido siniestro. La piel se abrió como un telón macabro, exponiendo las entrañas palpitantes del desdichado.
El horror alcanzó su punto álgido cuando el arma descendió más, cortando la carne hasta alcanzar la pelvis. Un chorro de sangre escarlata brotó de la herida, mezclándose con los órganos internos que se desbordaban, deslizándose en una marea viscosa por el suelo. Los intestinos, calientes y pegajosos, serpentearon por el suelo como serpientes infernales, dejando una estela repulsiva a su paso.
El enmascarado, desangrándose y convulsionándose en el suelo, lanzaba gritos desgarradores de agonía, su cuerpo retorcido por el tormento. Pero su verdugo no mostraba piedad ni remordimiento. Con un movimiento hábil, clavó la guadaña una y otra vez en la cabeza del desdichado, desfigurándola con cada impacto hasta que apenas quedaba reconocible, solo por el eco de la muerte que se cernía sobre ellos.
El aire se llenó de gritos de dolor y desesperación, mezclados con el sonido sordo de los golpes y el crujir de los huesos fracturados. La sangre brotaba en cascadas carmesíes, empapando el suelo y pintando el escenario de una macabra danza de la muerte.
Los cuerpos, desgarrados y desmembrados, yacían como ofrendas grotescas en el suelo ensangrentado, una escena dantesca que habría hecho retorcerse de horror incluso al más temerario. Entre los enmascarados, el frenesí de la batalla había dado paso a una perversión aún más atroz: algunos se lanzaban sobre los cadáveres de sus propios compañeros, devorando la carne aún caliente en un festín macabro, mientras el aire se llenaba con el sonido siniestro de dientes triturando huesos y carne. Era un espectáculo infernal, un banquete de la depravación más profunda, donde la línea entre la vida y la muerte se desdibujaba en la oscuridad que los consumía.
En medio del caos y la carnicería, Kuon observaba con una sonrisa cruel, sus ojos brillaban con una luz siniestra mientras contemplaba el espectáculo grotesco que había desatado. Para ella, aquel baño de sangre era solo el comienzo de su ascenso al poder absoluto, y los enmascarados eran meros títeres en su juego retorcido de manipulación y muerte.
Pero en esos momentos el francotirador se encontraba petrificado ante la escena que se desarrollaba frente a él, sus ojos incapaces de apartarse de la pesadilla que se desplegaba ante sus propios ojos. El horror le invadió como un manto frío y húmedo, paralizando cada fibra de su ser. Nunca en su vida había imaginado que su dulce y amada Kuon pudiera desencadenar tal atrocidad, y el impacto de esa revelación le golpeó como un puñetazo en el estómago.
Un nudo se formó en su garganta, sofocando cualquier intento de emitir sonido. El estómago le dio un vuelco violento, llenándolo de náuseas y asco mientras su mente luchaba por procesar lo que veían sus ojos. ¿Cómo podía ser que la persona a la que tanto amaba fuera capaz de cometer actos tan macabros, tan alejados de la bondad y la humanidad que siempre había conocido en ella?, en especial cuando ella siempre abogaba por la bondad y la cordura para sobrevivir a ese mundo hostil.
La incredulidad y el dolor se entrelazaban en su interior, retorciéndose como serpientes venenosas. Se sentía traicionado por la realidad distorsionada que ahora enfrentaba, una realidad en la que su amor, su todo, se transformaba en un ser monstruoso ante sus ojos. La desesperación se apoderó de su corazón, envolviéndolo en una tormenta de emociones turbulentas: rabia, tristeza, impotencia.
Yuka se sintió como si un puñal afilado hubiera perforado su pecho, dejando su corazón destrozado y sangrando. La sensación de traición se apoderó de él, enredando sus entrañas en un nudo de dolor y confusión. La cruel verdad se abrió paso a través de la neblina de su mente: Kuon le había mentido, había ocultado un lado oscuro de sí misma que él nunca había imaginado.
Cada palabra, cada gesto de amor y ternura que compartieron ahora parecían una farsa, una mentira cruel diseñada para engañarlo y ocultar la verdadera naturaleza de Kuon. Se preguntó qué más podría estar ocultando, qué otros secretos oscuros se escondían detrás de su apariencia dulce y angelical.
Sin embargo, incluso en medio de su dolor y confusión, un rastro de dolorosa compasión se abrió paso en su corazón. A pesar de todo, seguía amando a Kuon con una intensidad que lo dejaba sin aliento. Pero ahora, esa llama de amor estaba manchada por la sombra de la desconfianza, una sombra que amenazaba con extinguirla para siempre. La confianza que había depositado en Kuon se desvaneció en un instante, reemplazada por una amarga sensación de engaño y desolación.
Cerró los puños con fuerza, sintiendo cómo sus uñas se clavaban en las palmas de sus manos, una sensación física que apenas lograba mitigar el torbellino emocional que lo consumía. ¿Cómo podría seguir amando a alguien que había perdido su humanidad de una manera tan espantosa?, ¿O tal vez nunca la tuvo y podría amar a alguien que lo engaño?
A ese punto el señor luna había dejado prestar atención a la masacre enfrente de él, perdido en sus pensamientos volviéndose en un torbellino de inseguridades, molestia, tristeza, asco, cuando de repente un suave toque tomo sus hombros para despertarlo de sus pensamientos. —¡Señor francotirador! — La señorita sol, aquella hipócrita grito llamando su atención se notaba que estaba angustiaba y preocupada, porque ella le llamaba tantas veces que él no le presto atención hasta que ella hizo que reaccionara, pero para estas alturas Yuka a pesar que tenia su mascara le dedicaba una mirada de asco, al pensar que la joven que se hace llamar su novia finja esas emociones. —¡CORRE! —Volvió a decir pero esta vez algo cuerdo, porque ella aprovecho para tomar su mano y jalarlo para salir corriendo de ese lugar.
El francotirador no dijo nada porque le dio la palabra y la siguió dejando llevar por ella, porque efectivamente ellos tenían que salir de ese lugar tan macabro, así que el hombre de inmediato tomo el dominio porque este se adelantó y aun sin soltarle la mano este comenzó a correr enfrente de ella, guiándola a la salida. Cuando de repente en una fracción de segundos un ángel se apareció enfrente de ellos para soltar un machetazo hacia la dirección del cuello de Yuka, la cual este esquivo con gracia , gracias a sus habilidades que hizo que casi le diera a la chica, la cual también retrocedió asustada por casi recibir el golpe tanto que estaba a punto de caer al suelo de espaldas, pero el francotirador la sujeto de su camisa para que no cayera.
—Ah, por poco…— Susurro la señorita sol realmente asustada en ese punto, la cual Sniper suspiro y sin decir nada este tomo la correa de su francotirador que colgaba de un brazo de Kuon.
—Yo me encargo desde aquí. — Pronuncio seriamente el hombre sin querer hablar más de lo debido, solo quería salir de ese infierno, por lo que este se puso enfrente de su nuevo enemigo que lo esperaba para asesinarlo, así que este se lanzó hacia el hombre la cual este volvió a esquivar el tajo, solo para tomar distancia y así disparar volándole la cabeza como si nada, provocando que la sangre saliera disparada y salpicara parte de la ropa de la chica, que sonrió de alivio al saber que su novio al fin podía defenderse y atacar con normalidad, sin importar que la ensuciaron de sangre, como si fuera algo muy normal en el mundo.
El aire se llenó de un silencio cargado de tensión mientras Yuka contemplaba el resultado de su acto. El enmascarado yacía en el suelo, un charco de sangre oscureciendo el suelo bajo su cabeza, su vida extinguida por el disparo certero de Yuka. Sin embargo, lo que realmente le cortó la respiración fue la sonrisa que se curvaba en los labios de Kuon, una sonrisa que destilaba un extraño alivio.
La sangre del enmascarado salpicaba el rostro de Kuon. Su expresión era serena, casi complacida, como si ver a Yuka desplegar sus habilidades de combate la hubiera llenado de una satisfacción oscura y retorcida. En ese momento, Yuka sintió de nuevo ese nudo en el estómago, una sensación de profundo malestar que se agitaba en su interior.
Observó a Kuon con ojos entrecerrados, sintiendo cómo la certeza se abría paso en su mente. Esta no era la mujer que había conocido y amado, la mujer dulce y compasiva que siempre buscaba protegerlo. No, esta era una versión distorsionada de Kuon, una versión que parecía encontrar placer en el derramamiento de sangre y la violencia.
La ira burbujeaba dentro de él, una ira alimentada por el dolor de ver a la persona que amaba transformarse en algo que él no reconocía. Preferiría mil veces que Kuon permaneciera inocente y ajena a las atrocidades del mundo que la rodeaba, antes que convertirse en este ser siniestro y despiadado.
En ese momento, la sonrisa de Kuon solo sirvió para avivar las llamas de la ira en el corazón de Yuka. El francotirador debía pensar más otra cosa, así que sin decir nada este tomo a Kuon sin mucho cuidado como un saco de papas, porque sabía que esto se volvería más peligroso para ambos, así que este comenzó a correr a toda velocidad alejándose de los enmascarados, hasta subir las escaleras para llegar al techo, donde conectaba el puente , este sin perder el tiempo se fue corriendo, mientras la joven chica se encontraba pasiva porque sabía que Yuka era más rápido, ella estaba tan aliviada que al fin se estaba alejando de toda esa mierda, los enmascarados se mataban y se podían ver a la distancia en las ventanas como manchaban de sangre cada ventana, algo que la joven estaba bastante satisfecha ante esto porque esos seres la dejaran en paz, pero de repente.
Cuando estos se alejaron casi tres edificios a distancia, mientras Yuka seguía sujetándola, Kuon tuvo que soltarse de su agarre zafándose. —¡Espera! —Grito buscando que este parara, algo que el francotirador hizo cuando ella se safo de sus brazos, rápidamente Kuon tomo su teléfono y comenzó a buscar su aplicación.
Algo que Yuka al ver esto supo de inmediato lo que iba hacer, por lo que este se acercó a ella tomando sus hombros, esta vez sin una pizca de gentileza y piedad la volteo con fuerza para que quedara frente a frente. —¡Ni se te ocurra utilizarlo! — Ordeno en voz alta tan fuerte que hizo que la chica se sorprendiera por la fuerza que ejercía para querer detenerla, pero aun así la joven estaba determinada en continuar.
Kuon para ese punto estaba sorprendida de su arrebato, pero no podía perder más el tiempo ella lo veía más por el punto lógico, tenían que deshacerse de ellos por la seguridad de todos, esos maniacos eran un verdadero peligro para el asentamiento, por lo que ella bajo su mirada seriamente mordiendo sus labios, mostrando su frustración y más por la decepción que sentía que Yuka la detuviera, pero no podía seguir perdiendo tiempo. Por lo que en un activo de desesperación ella arrebato sus manos de sus hombros, para luego levantar la mirada bastante molesta. —¡Ellos son una amenaza para los demás!, ¡TENGO EL PODER PARA DESAHERME DE ELLOS, Y NO VOY A DESPERDICIAR ESTO!. —Respondió la mujer determinada en acabar este peligro que se cernía sobre su asentamiento, no iba a dejar que pasara por lo que sin esperar la respuesta de Makoto, Kuon le dio la espalda comenzó a caminar rápidamente a la orilla del edificio para alzar su celular, y con la aplicación maldita tomo la foto.
Fue entonces que comenzó el verdadero terror de ese mundo, porque la diosa activaba una de sus habilidades tan destructivas que podían hacer que cada batalla se detuviera como si nada, ya que su arma Railgun, comenzaba a cargarse haciendo que ese enorme edificio comenzara a brillar, al mismo tiempo que un sonido extraño emanaba de ese lugar , preparando su disparo para que Kuon diera la orden y acabara con esos ángeles tan patéticos.
Yuka al ver esto no podía permitir que esto siguiera pasando, siente una mezcla de frustración, preocupación y decepción. No puede evitar comprender la lógica detrás de la acción de Kuon, pero al mismo tiempo, siente que esta decisión va en contra de sus principios y de lo que considera moralmente correcto, en especial cuando no podría tolerar la idea de que Kuon manchara sus manos otra vez, él era el encargado de hacerlo.
Sabía que si ella cruzaba ese límite su percepción de ella cambiaria totalmente, porque significaba que confirmaría sus sospechas, que Kuon siempre le estuvo mintiendo todo el tiempo desde que se conocieron, significando que su amor por ella comenzaría a entrar en duda. Por lo que, asustado ante esa posibilidad de odiar, resentir y la desesperación por pensar que ella siempre mintió, fue el motor para que este se adelantara y antes de que diera el click para terminar con todo hasta con su ilusión.
El señor luna no dudo en abalanzarse y con mucha fuerza tomo el celular de Kuon arrebátenselo de las manos, sujetándola con su otra mano el brazo de la chica que soltó un chillido doloroso por la fuerza ejercida. — ¡TE DIJE QUE NO!, ¡NO DEJARE QUE CAIGAS EN ESTA LOCURA Y TE VUELVAS COMO ELLOS!. —Rugió en una orden , tratando de conversé de que ella no era un monstruo, que no esa mujer que mato a un hombre, que todo lo que paso solo era producto de la desesperación por salvarlo, eso si podía perdonar solo una muerte, pero que hiciera una matanza sin sentido cuando habían más opciones para evitar más muertes innecesarias, pero la cruda realidad era quería evitar a toda costa saber la cruda verdad de su novia.
Kuon por su parte miro a Yuka con irritación y dolor, porque el hombre ni siquiera estaba controlando su fuerza, era como si temiera que al soltarla dejaría ser su novia. Pero la chica a pesar de esta situación sabía que no había vuelta atrás, ella sabía lo que eran capaces de hacer los enmascarados maniacos por su presencia, estaban locos, no habían remedio, ni salvación que podía traer su cordura, estaban tan corrompidos por su antiguo dios que la joven lo único que podía hacer por ellos, era simplemente darles una muerte rápida, ya que no quería tener a varios locos rodearla constantemente, encelándose porque deseara darle más atención a Yuka que a ellos haciendo que ellos causaran problemas, por supuesto que lo sabía, porque al conectarse con ellos supo sus emociones turbulentas y celosas.
Así que la joven siendo sincera no quería lidiar con ese tipo de locos cuando deseaba seguir fingiendo ser una niña buena, por lo que la chica gruño no quería que nadie se interpusiera en la relación que estaba comenzando con el francotirador, que cerro sus ojos y los abrió con cuidado observando aquel edificio donde se daba el festín de la carnicería. Así que volvió a mirar a Yuka, para luego contestar. — No lo necesito…—Murmuro mientras sus ojos comenzaban a brillar con fuerza, fue entonces que el viento comenzaba a soplar con tanta fuerza, que al mismo tiempos unos tipos rayos sobresalían del cuerpo de la fémina, provocando que Yuka se sorprendiera al ver toda esa fuerza sobresaliendo de ella, fue entonces que la soltó y se alejó sin poder creer lo que veía.
Fue entonces que Railgun tornaba un brillo más fuerte y el sonido de ese chirrido se intensificaba, hasta que la punta del edificio donde estaba el orificio para la bala, ya estaba lista para disparar. Kuon con su mano , alzo su dedo como si fuera un arma y señalo el edificio donde estaba aquellos herejes. —No dejare que nada se interponga entre nosotros. — Pronuncio para luego hacer una señal para disparar, lo que provocó que Railgun disparara su bala cargada de esa energía maldita para destruir una gran parte de ese mundo si ella quisiera, pero solo fue un disparo débil que un radio pequeño para que no dañara las demás zonas.
—¡KUON NO! —Grito el francotirador aun sosteniendo el teléfono por lo que con su otra mano la levanto para de nuevo detenerla, la enorme bala, colosal en tamaño y amenazante en su avance, se precipitó con una determinación avasalladora hacia el imponente rascacielos. Con un estruendo ensordecedor, la masa metálica chocó con la estructura de acero y cristal, desencadenando una tormenta de caos y destrucción.
Las paredes de cristal se resquebrajaron con un estallido ensordecedor, mientras las vigas de acero cedían bajo la fuerza abrumadora de la colisión. El sonido del derrumbe se retrasó en el tiempo, como si la realidad misma se viera alterada por el impacto, pero el viento, presagio de la catástrofe, se adelantó en susurrantes murmullos que anunciaban la inminente ruina.
El edificio, que alguna vez albergo a lunáticos que hicieron cosas imperdonables entre sus paredes, se convirtió en un espectáculo de desolación y caos. Los escombros se alzaron en una nube de polvo y ruina, mientras el suelo temblaba con la fuerza del colapso, la enorme nube de humo salió por un enorme radio la cual termino por alcanzar el edificio donde estaban la pareja, Makoto de inmediato se cubrió con sus brazos, mientras que Kuon se cubría en las orillas del edificio donde estaba, sentada haciendo un aposición de ovillo mientras cubría sus orejas, ya que el choque del sonido comenzó a serse notar provocando que el impacto y el terremoto se sintiera hasta el edifico donde estaban los del asentamiento.
Cuando al fin termino y el cielo comenzó a despejarse, Yuka se reincorporo mostrando que su ropa estaba llena de cenizas y tierra, este tosió un poco alarmado, que comenzó a llamar a su novia con desesperación. —¡Kuon!, ¡Kuon!. — A pesar de todo necesitaba saber si estaba bien, cuando la nube de polvo se disperso pudo ver a la chica la cual respondía su llamado.
—¡Aquí estoy! —Respondió ella mientras también tosía mostraba que estaba llena de tierra total, sentada aun en el suelo, Yuka al verla sintió un alivio pero al alzar su mirada para ver el edificio, se dio cuenta que ya no estaba y el impacto de la realidad lo golpeo tan fuerte, que por un momento se quedó en silencio y soltó el celular que cayó al suelo, rompiendo un poco la pantalla. Porque se dio cuenta de tres cosas importantes que cambiarían de por vida su relación con la chica.
Porque enfrente suyo se encontraba los escombros de lo que fue un gran rascacielos, estaba totalmente destruido, casi no quedaba de los escombros, ni siquiera de los ángeles sádicos que alguna vez cometieron los peores pecados habían sobrevivido. Todo estaba hecho un despojo de cenizas, escombros y polvo, en ese momento Yuka apretó con tanta fuerza, que si no fuera por sus guantes, verían como sus nudillos se ponían blancos. El peso del desastre se cernía sobre sus hombros, llenándolo de un profundo sentimiento de desolación y desesperación. Yuka se sentía abrumado por la enormidad de lo que había ocurrido, incapaz de comprender cómo algo tan catastrófico había podido ocurrir. En ese momento, se enfrentaba a la realidad brutal de las acciones de Kuon, el enojo ardía en el pecho de Yuka como un fuego inextinguible, avivado por la traición y el engaño que acababa de presenciar. Cada fibra de su ser vibraba con una furia contenida, alimentada por la amarga revelación de que Kuon había ocultado su verdadera naturaleza durante tanto tiempo.
El resentimiento se apoderaba de él, retorciéndose en su interior como una serpiente venenosa. ¿Cómo pudo haber sido tan ciego, tan ingenuo, para no ver la verdad que se escondía bajo la máscara de Kuon? Se preguntaba a sí mismo una y otra vez, sintiendo cómo la ira bullía en su interior, consumiéndolo con su furia abrasadora. Todo ese tiempo, había confiado en ella ciegamente, creyendo en sus palabras y promesas, sin darse cuenta de que todo era una farsa, un cruel engaño diseñado para ocultar su verdadero yo, es más a estas alturas pensaba que solo era una traidora o una copia, asi que sin pensarlo dos veces, mientras la joven chica se estaba levantando mientras tosía, se notaba cansada y muy mareada, además de que comenzaba a sangrar un poco de su nariz, si de por si ella aún tenía la herida abierta de su cabeza por culpa de lo que fue sus enemigos.
El francotirador tomo su arma para después apuntar a la chica, que al recuperarse y alzar su mirada sus ojos se abrirían con asombro al ver cómo Yuka levantaba su arma hacia ella, un gesto que nunca habría esperado de alguien a quien amaba profundamente. La incredulidad se apoderaría de su mente, negándose a creer que Yuka estaría dispuesto a apuntarle con su propia arma, tanto que ella quiso llorar en esos momentos, le dolía en su pecho que todas sus inseguridades al fin se cumplieran después de liberar ese monstruo que es.
Sin embargo, la angustia se apoderaría de su corazón al darse cuenta de la gravedad de la situación. Kuon sentiría un nudo en la garganta, el miedo palpable que se apoderaría de su cuerpo mientras enfrentaba la posibilidad de ser herida o incluso asesinada por la persona que más amaba en el mundo.
A pesar de su agonía Kuon intentaría mantener la calma, ella sonrio nerviosamente e irónicamente era tan jodida la situación que estaba, por lo que bajo un poco su mirada y murmuro rota ante sus emociones. — ¿Es así como terminamos? —Pregunto suavemente mientras de sus ojos ambas que alguna vez reflejaron el brillo del sol, ahora presentaban más una amenaza.
Notas:
Un capitulo corto lose jeje, espero que lo hayan disfrutado mis queridos lectores uwu, uy uy se viene mas cositas interesantes.
Los veo hasta el siguiente lunes los amor <3.
Att: Kiara.S