1. Dudas
17 de mayo de 2025, 23:14
Una Gabrielle de 19 años se encontraba un día en una cita con George en un restaurante mágico, sentada en la terraza del restaurante, apartada con él, eran los únicos clientes en la terraza.
La conversación saltó de un tema a otro hasta que se tocó uno en particular.
—¿y qué tan versada eres en corte y confección? —preguntó George con curiosidad, pero de manera cautelosa.
Bien, la pregunta la había ofendido un poco, creyó que cualquier persona sería capaz de distinguir que los hermosos vestidos que ella llevaba habían sido confeccionados por ella misma, pero luego Gabrielle se tuvo que recordar que no todos leían la mente y que sería muy horrible e invasivo que quisiera que todos pudieran leer la mente para que descubrieran que ella podía confeccionar su propia ropa.
—El vestido que llevo, lo hice yo misma —respondió Gabrielle petulantemente mirando a otro lado del restaurante, mientras picaba los restos de espagueti en su plato.
—Fantástico —replicó George sin esconder su emoción—. Mira no sé si te conté antes, pero hace años Fred y yo desarrollamos sombreros, capas y guantes escudo como artículos de bromas, que terminaron siendo usados de manera seria por el Ministerio de magia, ahora son clientes regulares de Sortilegios Weasley. Fred y yo nos la pasamos creando artículos nuevos y fabricando en masa los viejos que tenemos y que han sido recibidos con calificaciones positivas por el público...
Quizás fue grosero por parte de Gabrielle disociarse por un momento de la conversación con George, pero... ¿En qué momento su cita romántica con él se convirtió en una cita de negocios? Había dos posibilidades, o él forjó esa conversación involuntariamente, o fue algo deliberado de parte de él, quería pensar que fue algo involuntario, porque si esa conversación relacionada a Sortilegios Weasley había sido deliberada, probablemente su cita romántica era tapadera para otras verdaderas intenciones de George. Gabrielle se sintió un poco triste al pensar eso, de que la razón de su cita romántica no fuera para pasar el tiempo de forma amena con ella, sino para hablar de negocios y ella ya sabía a lo que conducía hablar de negocios con los gemelos Weasley, en especial con Fred, no obstante, no se debía olvidar que George era hermano de Fred. Gabrielle volvió a prestar atención a lo que decía George, esperando que él no se hubiera dado cuenta que por un momento quitó su atención de él.
—A lo que voy es ¿Qué piensas de trabajar por honorarios en Sortilegios Weasley?
Gabrielle parpadeó varias veces, no le sorprendió que le preguntara eso de la nada, ella sospechaba que, el pasatiempo de George y Fred era coleccionar trabajadores para expandir su negocio, así que no le asombró que también le insinuara a su presunta novia trabajar para él. Gabrielle hizo su esfuerzo para seguir el hilo de la conversación de la cual se había desconectado anteriormente, no quería quedar mal ante George preguntando cosas obvias.
—¿Quiegues que yo tgabaje paga ustedes fabgicando en masa sombgegos, capas y guantes escudo? —se dignó a preguntar Gabrielle.
—Sí, en resumen —Afirmó George satisfecho.
Que astuto era George Weasley.
Quizá ésta nunca fue una cita romántica, quizá ésta siempre fue una cita de negocios.
Tal vez ella estaba siendo injusta, había magos y muggles que probablemente la estaban pasando mal por no tener trabajo, y a ella le estaban dando la oportunidad de tomar uno en bandeja de plata, pero su intención con esta salida fue pasar un tiempo agradable con George, hablando de nimiedades o la vida cotidiana en general, no de hacer negocios.
No obstante, como pensó anteriormente, no quería quedar mal ante George.
—Está bien —respondió Gabrielle.
—¡Qué bien! Me alegro de que hayas aceptado gatito —dijo George con una mirada de orgullo y felicidad—. Cuando regrese al departamento te enviaré los patrones de los sombreros, los guantes y la capas a través de una caja.
—Bien, lo espegagué —dijo Gabrielle haciendo su esfuerzo de parecer tranquila, cuando en el fondo quería hablar sobre cosas románticas y no de trabajo.
—Todavía voy a discutir con Fred sobre tu salario.
—Me parece bien —y le pareció bien a Gabrielle, no halló la necesidad de mentir.
Con eso la conversación se dio por terminada en ese momento, los dos siguieron comiendo lo que tenían en sus platos, Gabrielle no desvío la mirada de su plato en tanto comía, y sentía la mirada ocasional de George en ella, ¿De verdad la conversación iba a terminar así?, Y fue imposible esconder su propia molestia con el ceño fruncido.
—¿Geoge?... —logró articular Gabrielle alzando la mirada y haciendo contacto visual con él.
—¿Sí gatito? —preguntó George dejando el tenedor en el plato.
Bien, aquí Gabrielle iba a hacer la pregunta más incómoda de todas, la que formaba parte del cliché de las mujeres inseguras, la pregunta que nunca podía faltar en esas series y películas clasificadas como dramáticas y románticas. La pregunta que dejaría entrever a George lo insegura que se sentía ella respecto a su relación, pero si él era tan perspicaz y empático como hasta ahora había sido con ella, haría su esfuerzo para mitigar su inseguridad ¿verdad?
—¿Qué soy paga ti? —listo, ella lo dijo.
Los ojos de George mostraban un brillo inusual y Gabrielle divisó como en la cara de su novio comenzaba a aparecer una sonrisa. Gabrielle miró el rostro de él con detenimiento, reflejaba picardía. O esto podría significar algo muy bueno o algo muy malo, con los gemelos Weasley aquello no era muy seguro.
—Creí que eso quedó claro hace un mes en esa habitación de hotel —dijo con un tono de voz y sonrisa traviesa.
Con eso que dijo él, fue difícil para Gabrielle no sentir sus mejillas arder. Sintió un bochorno muy grande en su interior. Sí, recordó esa vez en aquella habitación de hotel.
—Y-yo y-yo.
Genial, ahora ella era un desastre tartamudo. Y mientras Gabrielle hacia su esfuerzo de poner en orden sus pensamientos, no notó que George puso a descansar su mano sobre la rodilla de ella debajo de la mesa. Fue que Gabrielle se dio cuenta, al sentir la calidez que, una mano callosa irradiaba en su rodilla.
—Si todavía tienes dudas de lo que significas para mí y sobre mis sentimientos hacia ti, créeme que yo no tengo ningún problema en demostrarte lo mucho que te amo, ahora lo importante es, ¿Dónde quieres que demuestre mi amor por ti?, ¿En la habitación de un hotel? ¿En la playa? ¿Dónde? —preguntó George, demostrando en la expresión de su rostro picardía.
Ya para ese momento Gabrielle suponía que su propio sonrojo era evidente en sus mejillas, cuello y quizás hombros, y le costó, pero aun así se dignó a observar detenidamente a George. El único consuelo que encontró Gabrielle fue que un tenue sonrojo cubría las mejillas de George. Claro, el sonrojo de George no ganaba la competencia contra el sonrojo de Gabrielle, de eso estaba ella segura a pesar de no haberse visto en el espejo, pero algo era algo.