Capítulo 6
20 de octubre de 2025, 2:40
En la montaña de Jake
"Ryder, no creo que sea muy buena idea. No quiero ser una molestia para Everest y Jake," dijo Chase, con un toque de duda en su voz.
"Pero si fue Everest quien me ofreció la idea," respondió Ryder con una sonrisa. "Además, ambos se harán compañía."
Chase suspiró, sintiéndose aún un poco inseguro. "Está bien, vamos."
Al entrar a la cabaña, Chase quedó sorprendido al encontrar el lugar lleno de cosas preparadas especialmente para perros: juguetes, camas y hasta un pequeño rincón con premios y agua.
"¡Hola, Chase! Qué bueno que viniste," exclamó Everest, corriendo hacia él. "Te prometo que será la semana más divertida de tu vida."
Chase levantó las orejas, alarmado. "Espera un momento, ¿dijiste semana?"
"¡Sí!" respondió Everest con entusiasmo.
"Ryder, yo no puedo. ¿Qué hay de mi trabajo y mis obligaciones?" preguntó Chase, volteándose hacia Ryder con preocupación.
"Chase, no creo que Marshall se moleste en reemplazarte por una semana," respondió Ryder con calma. "Además, estás deprimido, y esto no es una sugerencia. Es una orden."
Everest bajó un poco las orejas, notando la tensión. "Pero si no quieres, puedes irte..." murmuró, su voz teñida de tristeza.
Chase suspiró, suavizando su tono. "No, está bien. Me voy a tranquilizar y me quedaré con Jake y Everest."
Everest levantó las orejas de inmediato, su entusiasmo volviendo. "¡Sí! No te voy a decepcionar."
Más tarde, en la cabaña
La noche había caído, y Ryder ya se preparaba para regresar al cuartel, pero Jake lo invitó a quedarse un momento.
"Ryder, no es por ser molesto, pero ¿por qué vienes tan tarde?" preguntó Jake, mientras acomodaba unas mantas.
"Vengo a pedirte si Chase puede quedarse unos días aquí," explicó Ryder.
Jake sonrió. "Si no le molesta a Everest, no tengo ningún problema."
"De hecho, fue Everest quien sugirió la idea," intervino Chase.
"Está bien," dijo Jake, asintiendo. "Vamos a dormir."
"Adiós, amigo, y buenas noches," se despidió Ryder, dirigiéndose a la puerta.
"Buenas noches, Ryder," dijo Chase, abalanzándose sobre él con un abrazo inesperado.
Everest observó la escena y sonrió. "Qué tierno."
Jake la miró con una sonrisa. "Tú también tienes que ir a dormir, bola de pelos."
"Está bien. Buenas noches, Jake," respondió Everest antes de dirigirse a su rincón para descansar.
A la mañana siguiente
(Ayer no fue tan divertido para mí... Espero que hoy sea un día mejor), pensó Chase mientras se despertaba. Sin embargo, se sorprendió al ver a Everest ya despierta, algo que no era común para él.
"¿Everest?" preguntó, confundido.
"¡Vaya! Hasta que te levantas," respondió Everest con un tono burlón.
"¿Qué?"
"No sabes a qué hora nos levantamos Jake y yo," dijo Everest con una sonrisa.
Chase ladeó la cabeza. "No, nunca he vivido en una montaña."
Ambos estallaron en carcajadas.
"Vamos a comer," sugirió Everest. "Y no estés triste, porque viniste a olvidar este asunto y seguir con tu vida."
"Está bien, vamos," respondió Chase, tratando de mantener el ánimo.
Mientras comían, Chase tomó un trago de leche, pero no se dio cuenta de que le había quedado un bigote blanco. Everest lo notó primero y no pudo evitar reírse.
"¿De qué te ríes?" preguntó Chase, confundido.
"¡Jajaja, amigo, tienes un bigote!" exclamó Jake entre risas.
"¡Vamos, límpialo!" dijo Everest, riendo mientras se inclinaba hacia él para ayudarlo.
Everest limpió el bigote de Chase con cuidado, pero de repente comenzó a sentirse nerviosa.
"¿Everest, te sientes mal?" preguntó Jake, al notar su cambio de expresión.
"No, yo estoy muy bien," respondió ella, rápidamente desviando el tema. "El que está mal es Chase, así que vamos a concentrarnos en él."
Chase negó con la cabeza, serio. "No, Everest. Para mí, lo más importante ahora es tu salud."
Jake suspiró, algo aliviado por sus palabras. "Vamos, Everest. Mejor platiquemos un rato."
Sin más, ambos se levantaron y se alejaron de la mesa para conversar.
En la mente de Chase: "Oh no, espero que Everest esté bien..." pensó Chase, preocupado mientras miraba el horizonte. (Es la primera vez que me preocupo tanto por una cachorra que no es Skye. ¿Qué cosas estoy pensando?)
Con Everest
Jake observaba a Everest con una sonrisa astuta mientras ella acomodaba unas mantas en la cabaña.
"A mí no me engañas," dijo Jake, cruzando los brazos.
"¿De qué hablas?" preguntó Everest, fingiendo desinterés.
"No te hagas. Pediste que trajeran a Chase porque va a descansar, ¿no? Está claro que te gusta y planeas aprovecharte del desprecio y los problemas que tuvo en Ciudad Aventura."
Everest bajó un poco las orejas, evitando su mirada. "Bueno... tal vez me guste, pero no fue por eso."
"Everest..." dijo Jake, alargando su nombre con un tono de advertencia.
"¡Jake! ¿Qué querías que hiciera? Esta era mi oportunidad. Por favor, no vas a arruinar mis sueños, ¿verdad?" suplicó Everest.
Jake suspiró, moviendo la cabeza. "No lo haré. Pero asegúrate de regresar antes de que cambie de opinión."
"¡Gracias, Jake!" dijo Everest, lanzándose a abrazarlo.
"Una cosa más," añadió Jake, separándola suavemente.
"¿Qué?"
Jake la miró con seriedad. "Nada de eso cuando estén solos."
"¡Jake!" exclamó Everest, apenada, con las mejillas encendidas.
Jake rió suavemente. "Solo quería asegurarme."
Everest salió apresuradamente, sacudiendo la cabeza.
Con Chase y Everest
Everest regresó a donde estaba Chase, quien acababa de terminar de comer.
"¿Y, Chase? ¿Terminaste?" preguntó con una sonrisa.
"Sí, tenía mucha hambre," respondió él, satisfecho.
"¡Qué bien! Porque barriga llena, corazón contento. Chase, ¿quieres jugar conmigo a las atrapadas?"
"¡Sí!" dijo Chase, tocándola con la pata antes de echarse a correr. "¡Tú las traes!"
"¡Regresa aquí!" gritó Everest mientras lo perseguía.
Ambos comenzaron a correr hacia afuera, la nieve crujía bajo sus patas mientras las risas resonaban en el aire frío.
"Nunca me atraparás, soy más rápido," dijo Chase con confianza mientras corría a toda velocidad.
"Tal vez seas el más rápido en carretera, pero en la nieve, yo soy la mejor," respondió Everest, acelerando hasta alcanzarlo y tocándolo con la pata. "¡Te atrapé!"
"¡Eso no fue justo!" protestó Chase, fingiendo indignación.
"Para que veas que las cachorras también son rápidas," respondió Everest con una sonrisa.
"Yo no soy machista," dijo Chase, un poco sorprendido.
"Lo sé, pero igual quería decírtelo." Everest lo miró con suavidad. "Chase, ¿sabes que eres mi mejor amigo canino?"
"Lo sé," respondió él con una sonrisa. "Y, cambiando de tema, ¿por qué rechazaste a Marshall?"
Everest desvió la mirada, incómoda. "No quiero hablar de eso."
"Pero quiero saber por qué," insistió Chase.
"No seas necio. Es como si yo le preguntara a Skye por qué..." Everest se detuvo, tapándose la boca de golpe. "Perdón."
"No te preocupes, tienes razón," dijo Chase, bajando la mirada, claramente afectado.
Everest notó su tristeza y se apresuró a consolarlo. "No, Chase, no supe lo que dije. Lo siento."
"Everest, tranquila," respondió Chase con voz suave.
"Ya sé qué hacer. Ven conmigo," dijo Everest, tomando la delantera.
Sin discutir, Chase la siguió. Después de varios minutos de caminar entre la nieve, llegaron a un lugar apartado.
"Everest, ¿a dónde vamos?" preguntó Chase, intrigado.
"A una cueva subterránea," respondió ella con entusiasmo.
En la cueva subterránea
La cueva era impresionante. Un lago subterráneo cristalino ocupaba el centro, con bordes cubiertos de musgo. Estalactitas colgaban del techo y escaleras naturales llevaban a un rincón donde un río de lava iluminaba el agua, creando un espectáculo burbujeante lleno de colores brillantes. Una valla de luz natural ambientaba el lugar, dándole un aire mágico.
"Everest... esto es hermoso," dijo Chase, impresionado.
"Y lo mejor de todo, aquí está la comida," respondió ella con una sonrisa.
"¿Trajiste comida?"
"Sí, para todos los cachorros, pero solo viniste tú."
"No te preocupes. Tú y yo vamos a disfrutar el día al máximo," aseguró Chase con entusiasmo.
"Entonces, ¡vamos a nadar!" dijo Everest, emocionada.
"No creo que sea buena idea. El agua subterránea debería estar congelada," respondió Chase con cautela.
"Claro que no," explicó Everest. "El río de lava calienta el agua, mata los gérmenes y la mantiene perfecta para este clima."
"Aun así, no tengo ganas," respondió Chase con un tono tranquilo.
"Sabía que dirías eso... Perdona por esto," dijo Everest con una sonrisa traviesa.
"¿Qué?" preguntó Chase, confundido, justo antes de que Everest lo empujara al agua.
"¡Jajaja!" rió Everest, mirándolo desde la orilla.
"Oye... no está mal," admitió Chase, salpicándola.
"¡Ahí te voy!" exclamó Everest mientras se lanzaba al agua.
"¡Everest, estás loca!"
"Si 'loca' significa que me gusta divertirme, entonces sí, estoy loca," respondió ella con una sonrisa juguetona, mientras los dos disfrutaban del momento en aquel mágico lugar.
Pasaron algunas horas después, hasta que Chase y Everest decidieron regresar a la cabaña.
Mientras tanto, en Bahía Aventura
"Hola," saludó Ryder al responder el comunicador.
"Hola, Ryder, soy yo, Liberty," dijo la cachorra con un tono preocupado. "Tengo malas noticias."
"¿Qué pasa?" preguntó Ryder, frunciendo el ceño.
"Es el alcalde. Fue declarado inocente y salió de prisión."
"¿Cómo lo declararon inocente después del caso que causó?" preguntó Ryder, incrédulo.
"No sé tú, pero para mí hubo pata negra," respondió Liberty con suspicacia.
Ryder suspiró, considerando la situación. "Pero para no arriesgarnos, échale un ojo hasta que sepamos qué hacer."
"Entendido," respondió Liberty antes de colgar.
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En la cabaña de Jake
Jake los recibió al entrar, con una sonrisa. "¿Cómo se la pasaron?"
"Muy bien," respondió Chase, con una sonrisa sincera. "Everest es mucho más divertida de lo que pensé."
Everest le devolvió la sonrisa, con un toque de orgullo. "Para que veas que puedo hacerte feliz."
Chase soltó una risa ligera. (Nunca me había sentido tan emocionado y feliz lejos de Skye... Eso sí es raro.)
Jake los interrumpió, mirando el reloj. "Ya es tarde, y es hora de dormir."
Everest se giró hacia Chase, curiosa. "¿Y tú, Chase, dónde vas a dormir?"
"En el piso," respondió él con tranquilidad.
Everest levantó una ceja. "Si quieres, puedo prestarte mi casita."
"No te preocupes. Tú puedes ir a tu casita," insistió Chase.
"Pero tú eres el invitado, así que ve," dijo Everest, con determinación.
"Yo aquí me quedaré," aseguró Chase.
"Entonces, yo también," respondió Everest, cruzando las patas frente al pecho.
"¿Qué? Pero... pero..." tartamudeó Chase, sorprendido.
"Sin peros. Ahora a dormir," concluyó Everest, acomodándose cerca de él.
Chase suspiró, resignado. "Está bien... Vamos a dormir. Buenas noches."