ID de la obra: 198

Montaña o Ciudad, Siempre Te Voy a Amar

Gen
G
En progreso
1
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Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 26 páginas, 8.733 palabras, 6 capítulos
Descripción:
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Capítulo 5

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En el corazón de Ciudad Aventura, donde la justicia pendía de un hilo delgado como el alambre de una trampa, un hombre contemplaba los muros grises de su celda. El alcalde Humdinger, otrora poderoso y arrogante, ahora no era más que un prisionero a la espera de su destino. La luz se filtraba entre los barrotes, proyectando sombras que parecían susurrar las múltiples traiciones de su pasado. Su abogado, un hombre de traje arrugado y mirada calculadora, intentaba mantener la calma mientras escuchaba los lamentos de su cliente. "¡No puedo soportar un minuto más en este lugar!" exclamó Humdinger, su voz quebrantada por la desesperación. El abogado, con un gesto de complicidad, le respondió. "Tranquilo, señor Humdinger. Aún tenemos cartas por jugar. Podemos argumentar que las constructoras lo engañaron, que usted fue simplemente una víctima de sus maquinaciones." Un amargo sarcasmo se dibujó en los labios del alcalde. Las expropiaciones, los proyectos clandestinos, todo parecía desmoronarse a su alrededor como un castillo de naipes. "Las expropiaciones del proyecto Cambia Clima." murmuró. "¿Cómo me defenderé de eso?" "En realidad" respondió el abogado con cautela. "Eso fue un robo." "¡No fue un robo! Interrumpió Humdinger. "Fue una expropiación." "En este país, es ilegal." Slentenció el abogado. Un silencio denso se instaló entre ellos. Humdinger reflexionó un momento, sus ojos brillando con un destello de malicia. "Si argumentamos que fue decomisado por seguridad ciudadana..."comenzó a planear. Además, ¿qué hacía una científica con un proyecto tan controversial? El abogado, sensing una oportunidad, sugirió con voz suave. "Quizás podríamos conseguir un juicio rápido si contactamos a algunos de sus amigos políticos." Pero la mente de Humdinger ya vagaba por otros derroteros, consumida por el rencor. "Todo esto es culpa de Paw Patrol" masculló. "Cada desgracia que me sucede lleva su marca." Su abogado lo miró con advertencia. "Mantenga la calma. Si se comporta así frente al juez, perderemos toda posibilidad de defensa." "Cuando salga de aquí" prometió Humdinger con una intensidad casi febril, "me vengaré de Chase, de Ryder, de todos ellos." Mientras tanto, en el exterior del juzgado, un reportero esperaba ansioso, su micrófono preparado para capturar cada detalle del espectáculo judicial que estaba por desarrollarse. "Este es el caso que todos esperan" anunció con dramatismo. "¿Pagará el licenciado Humdinger por sus crímenes o encontrará la manera de burlar a la justicia? Solo el tiempo lo dirá." El ambiente en el Ayuntamiento de Ciudad Aventura era denso, cargado de una tensión que parecía flotar como una nube oscura sobre la sala. La alcaldesa Lima, con un semblante preocupado, escuchaba atentamente a Liberty, cuya voz tremolaba entre la angustia y la determinación. "Señora alcaldesa". comenzó Liberty, sus ojos brillando con una mezcla de coraje y desesperación, no puede permitir que alguien como Humdinger salga liberado después de todo lo que ha hecho". Lima suspiró, un gesto que revelaba el peso de la responsabilidad que sobre sus hombros se depositaba. "Perdón, Liberty respondió con voz cansada, ya hicimos todo lo posible. Ahora depende del juez". La cachorra no se dejó intimidar. Su determinación era más fuerte que cualquier obstáculo burocrático. "Pero si él es liberado". insistió, no sabemos de lo que será capaz. "No dudo ni un instante que buscará venganza contra los Paw Patrol". La alcaldesa esbozó una leve sonrisa, intentando transmitir una seguridad que interiormente no sentía. ""No se preocupen". declaró. "La policía de Ciudad Aventura ya fue reconstruida después de que Humdinger la deshabilitara para financiar sus propios proyectos corruptos". Liberty no estaba convencida. Su mirada recorrió la habitación, como si en las paredes pudiera encontrar una solución. "Pero si escapa a Bahía Aventura o a Fondo Nuboso." "Tienes razón." admitió Lima. "Voy a hablar con la alcaldesa Goodway para encontrar una solución". Un silencio denso se instaló entre ambas. "¿Cuándo será el juicio contra Humdinger?" Preguntó Liberty, inquieta.. "Tenemos dos." Respondió Lima." "¿Dos meses?" aventuró Liberty." "No." Contestó tajante, "Dos horas". La sorpresa golpeó a Liberty como una ola helada. "¡¿Qué?!" exclamó. "Pero si apenas ayer lo encarcelaron". Lima se encogió de hombros, un gesto que destilaba más dudas que certezas. "Tal vez sus amigos lo ayudaron a apresurar el juicio." sugirió." Liberty no estaba dispuesta a quedarse de brazos cruzados. Sus palabras sonaron como un martillo de justicia. "No importa. Son varios delitos: secuestro, crímenes contra la humanidad. Es posible que ni siquiera pise la cárcel". "Eso espero." Murmuró Lima." Dos horas después, la ciudad hervía de expectación. Un reportero narraba los acontecimientos con la adrenalina propia de quien presencia un momento histórico. "Inicia el juicio contra el Alcalde Humdinger. El jurado ya está listo, y mientras en el interior se dirimen los destinos, afuera la ciudad ruge." Y al frente de todo, Liberty, convertida en el símbolo de la resistencia, gritaba con toda la fuerza de sus pulmones: "¡Señores del jurado! ¡No permitan que un hombre como Humdinger burle la justicia!". Sus gritos se multiplicaban entre la multitud: "¡Cárcel para Humi! ¡Cárcel para Humi!". El destino de Humdinger pendía de un hilo, y Ciudad Aventura contenía la respiración. El ambiente en la sala era denso, cargado de una tensión que parecía cortar el aire como un cuchillo. Las paredes del antiguo tribunal de Ciudad Aventura resonaban con el eco de acusaciones que amenazaban con desmoronar la ya tambaleante reputación del alcalde Huminder. El juez, un hombre de mirada severa y rostro tallado como piedra, golpeó el martillo sobre el estrado. Su voz retumbó en el recinto: "Hoy iniciamos el juicio contra el licenciado Huminder. Las acusaciones son graves: corrupción, lavado de dinero, negligencia, secuestro y crímenes contra la humanidad". Huminder, con su traje arrugado y una expresión entre desafiante y acorralada, intentó protestar. "Lo último no es cierto". "¡¡¡Silencio!!!" tronó el juez. La fiscalía anticorrupción tomó la palabra. El fiscal, un hombre delgado con ojos de halcón, comenzó su alegato: "Señores del jurado, este hombre dilapidó cada centavo de las arcas de Ciudad Aventura en proyectos absurdos, en construcciones sin sentido, desviando recursos públicos con una desfachatez que raya en lo criminal". El abogado defensor, rápido como un rayo, contraatacó: "Al menos mi cliente gastó el dinero en proyectos, no se lo robó". La sala se convirtió en un hervidero de argumentos. Kendra, una científica de aspecto determinado, irrumpió: "Ese laboratorio de modificación climática era para investigación seria, no para sus mezquinos intereses personales". Huminder, con la arrogancia que lo caracterizaba, respondió: "Lo hice por el bien común. Quería librar a Ciudad Aventura de las eternas lluvias de Fono Nuboso. ¿Acaso no merezco reconocimiento?". El juez levantó una ceja. "¿Sigue usted siendo el alcalde de Fono Nuboso?". "Nunca he dejado de serlo". respondió Huminder con una mueca que pretendía ser una sonrisa. Tras horas de argumentos, contraargumentos y acusaciones cruzadas, el tribunal se retiró a deliberar. La tensión era palpable. Una hora después, el veredicto cayó como un rayo. "Por secuestro, inocente. Por robo, inocente. Por crímenes contra la humanidad, inocente. Por negligencia... culpable". Un murmullo extraño recorrió la sala. Celebración y decepción se entremezclaban en un baile grotesco de emociones. Pero el juez tenía más. "Sin embargo, la sentencia se ejecutará tras su destitución como alcalde". Huminder abandonó la sala con una sonrisa apenas contenida. No era una derrota, pensaba, sino el preludio de algo más grande. Su mente ya maquinaba planes de venganza, estrategias para recuperar lo que consideraba suyo. La justicia había hablado. O eso creían.
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