Atentamente,
Gabrielle Delacour.
Pasaron los días entre clases para Gabrielle Delacour. Cuando le llegó la carta de los duendes y la leyó, ella sonrió. Ellos le habían respondido con un: “Señorita Delacour, usted sigue siendo una veela y no hay nada que pueda cambiar eso”.***
Muchas primas veelas de Gabrielle también se habían interesado en aliarse con los duendes, pero era un secreto entre ellas. En el año 2004, los duendes citaron a las veelas en Inglaterra. Gabrielle usó como excusa el visitar a su hermana y a sus sobrinos para ir a ese país.***
Cuando Fleur intentó convencer a su hermanita para que abandonara la alianza con los duendes, fue demasiado tarde, Gabrielle creía fervientemente en ellos.***
Los duendes habían logrado conseguir varitas mágicas, ellos ya no estaban limitados por las reglas y normas de los magos. Los duendes habían adecuado un terreno para encarcelar a los magos. La tarea de las veelas en aquel momento era encantar a los magos, para que mansamente entraran a las celdas sin poner resistencia.***
Un día, Gabrielle, por orden de los duendes, fue al Callejón Diagon, porque alguien le había informado anónimamente a los duendes, que todavía había magos escondidos en ese lugar. Gabrielle en el Callejón Diagon, fue recorriendo lo que quedaba en pie de las tiendas. Había tiendas, que más que tiendas, eran restos de construcciones y escombros, unas pocas quedaban en pie ilesas; las tiendas que no tenían daño a simple vista, era porque habían sido protegidas por un montón de hechizos. Gabrielle se detuvo frente a la tienda “Weasley & Weasley”; cumplidos al mago que llenó a la tienda de hechizos protectores, porque no había algún daño visible en ese edificio. Los colores de esa tienda ahora estaban opacos, los brillantes colores estaban ausentes. Gabrielle entró a la tienda. Por dentro la tienda se veía un desastre. Gabrielle miró a sus alrededores, apretando fuertemente su varita, estando pendiente de cualquier ruido inusual que ella fuera a escuchar. Gabrielle dirigió su mirada al frente, y ahí ella vio a George. Gabrielle rápidamente se puso en posición de ataque, apuntando su varita a George. —Gabrielle Delacour —enunció George Weasley con una sonrisa. Gabrielle divisó que en los ojos de George había unas enormes ojeras. —Tú hermana había dicho que tenías un gran raciocinio, como para andar dejándote convencer con propaganda barata —dijo George con una sonrisa burlona—. Al parecer ella estaba equivocada. Gabrielle comenzó a sentir rápidos y fuertes latidos en su corazón ¿eran los nervios? ¿Era taquicardia? ¿George estaría sintiendo lo mismo?