La magia está alrededor

Año 2006. George se despertó a las 3 de la mañana, agitado. Otra vez George había soñado con la guerra, que novedad. Él miró a su lado; ahí estaba Gabrielle Delacour durmiendo con la boca abierta y un pequeño rastro de saliva; a pesar de George verla a ella con ese rastro de saliva, de algún modo Gabrielle se seguía viendo espectacular. Era como si la “belleza de veela” nunca se apagara ni cuando ella estuviera dormida. Para George, compartir la vida y la cama con Gabrielle Delacour era un consuelo. A George le hacía más tolerable la tristeza que lo invadía a diario al recordar la muerte de su hermano. Ya habían pasado años de la muerte de Fred, pero se seguía sintiendo como si recientemente él hubiera muerto. Lo que nadie sabía, ni la misma Gabrielle, es que George se exponía a la “belleza de veela” de Gabrielle para obligarse a seguir viviendo. Había algo tan potente en la belleza de su acompañante que lo hacía pensar en la dicha de volverla a observar otra vez y por momentos, “la belleza de veela” de Gabrielle, desviaba la atención de George de pensamientos más deprimentes y preocupantes; como querer hacer uso de todos los medios posibles para ver forzadamente a Fred, incluso de aquellos medios que atentaban con la vida de George. Cómo le gustaría a George vivir en otra realidad dónde él podría tener todo: a su hermano Fred vivo; a Gabrielle; y la prosperidad de “Weasley & Weasley”. A veces la imaginación de George se iba más allá. Una vez, George se imaginó a los hijos de Fred y Angelina jugando con los hijos de Gabrielle y de él en la Madriguera; sembrando el terror en los alrededores. Porque la verdad era que el dolor seguía ahí. La verdad de perder a un hermano.