La magia está alrededor

Año 2005. Era la noche de un fin de semana del mes de junio. George estaba sentado en medio de la cama sin poder dormir. George se sentía solo. La poca iluminación que entraba a la habitación donde estaba George, se debía a la luz de la Luna. George se sentiría menos solo si su hermano Fred estuviera durmiendo con él en la misma habitación, sin embargo, aquello no podría realizarse porque, para empezar, Fred no estaba aquí. La guerra le había arrebatado a su hermano, unos cuantos años habían pasado y seguía doliendo. George también sabía que se sentiría menos solo si a su lado estuviera Gabrielle Delacour, su actual novia. Lo malo era que Gabrielle no se encontraba actualmente en Inglaterra. Gabrielle había vuelto a Francia por unos pocos días para ver a la familia. A veces George tenía la reprochable idea de guardar a Gabrielle solo para sí. Gabrielle le proporcionaba comodidad a George con su compañía; a George le encantaba escuchar la dulce voz de Gabrielle; las anécdotas de su vida diaria; ver a Gabrielle. Ella le hacía percibir la vida más cómoda y llevadera. A George no le importaba que como consecuencia Fleur hubiera jurado su enemistad hacia él, al fin y al cabo, tampoco es como si estuviera preocupado de agradarle a Fleur. George sintió algo parecido a una opresión en el pecho ¿acaso él se iba a morir o todo estaba en su mente? ¿Por qué de repente sentía tanto malestar? De entre las sombras, George, vio cómo salía Fred de una esquina de la habitación y Gabrielle de otra. La luz de la luna solo le permitía observar algunos rasgos generales de ellos. George estaba consciente de que lo que él estaba viendo no podían ser los verdaderos Fred y Gabrielle. Fred estaba muerto y Gabrielle estaba en Francia. George vio cómo ambos le dedicaron una sonrisa. “Fred” hizo un comentario que recordaba a Fred; “Gabrielle” amonestó a “Fred” por el comentario grosero. George sabía que la soledad de aquella noche lo estaba volviendo loco. Sin embargo, George agradeció a su propia mente, por haber creado una escena que le transmitía paz.