ID de la obra: 225

Heterofix: ahora con un 200% más de homosexualidad

Slash
NC-17
Finalizada
8
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 4
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
6 páginas, 3 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
8 Me gusta 4 Comentarios 0 Para la colección Descargar

Capítulo 3: Luz roja y varitas cruzadas

Ajustes de texto
Esto no tenía sentido. Se suponía que era un polvo de venganza. Una especie de “uno por uno”, sin emociones, sin estupideces. Pero llevábamos ya diez minutos besándonos como si estuviéramos en la Sala de los Menesteres versión Nicholas Sparks. Y luego estaba eso que hacía Cedric con mis pantalones: deslizar la goma con un “puf” ridículo pero sexy, mirarme como si yo fuera el dulce del banquete de bienvenida y él el niño más hambriento de la sala común. — Tengo que irme a duchar — logré decir, en cuanto sus manos llegaron a territorio trasero y empezaron a masajear como si mi culo fuera masa de pastel. — ¿A masturbarte o a prepararte para que te coma entero? — respondió, con esa voz que me ponía la piel de gallina. — Lo segundo. — Elección acertada, pequeñín. — No me llames así, cabrón. — Solo si descubro que tu varita no alcanza —se rió. — ¿Y si es más grande que la tuya? — Entonces haré huevos revueltos con nuestras bolas. — ¡Eres asqueroso! — Y tú, un mentiroso pésimo. Se te nota la erección desde el pasillo, Malfoy. Acabé bajo el agua, enjabonándome como si la dignidad viniera en frascos. Lo que siguió fue una clase práctica de lo que no enseñan en Hogwarts. Cedric me preparó con paciencia, con lengua, con dedos, con gemidos bajos que me hacían perder el equilibrio. Cuando entró en mí, primero con cuidado, luego con más firmeza, sentí que la magia se me concentraba entre las piernas. Nos dimos la vuelta. Me tocó estar encima. Joder, me monté como un campeón. Él gritaba como si le hubieran echado un “Incendio” en la entrepierna. Cuando le toqué los pezones, estalló. Literalmente. Con esa cara de “¿qué coño eres tú, una criatura mágica del placer absoluto?” Yo, por supuesto, sonreí. — Uno a uno, Diggory — le recordé, bajando de su cadera y tumbándome a su lado. — Eso valía por dos, cabrón — gimió, medio muerto —. ¿Por qué no me avisaste de que te follabas así? — Porque soy un chico bueno —le dije, sabiendo que mentía fatal. — ¿Bueno? Me estrujaste los pezones mientras me venía como un unicornio poseído. — Y tú me debes otro turno. ¿O ya se te olvidó el trato? Él me miró. Su respiración seguía agitada. Pero asintió. — Lo prometido es deuda, instructor Malfoy. Me puse detrás. Le preparé con cuidado. Se quejaba, pero se dejaba hacer. Cuando por fin entré, su gemido fue tan puro que casi me corro ahí mismo. — Joder, estás enorme… — jadeó. — Y tú, muy apretado. Relájate. Deja de intentar tragarte mi polla con el culo. — Eso suena a desafío. — No sabes ni lo que te espera, Diggory. Y no, no lo sabía. Ni yo tampoco. Porque eso no era solo sexo. Era un jodido encantamiento. Y estábamos completamente bajo su efecto.
8 Me gusta 4 Comentarios 0 Para la colección Descargar
Comentarios (0)