Capítulo 1 Un aliado inesperado
Una noche fría, el viento resoplaba provocando una brisa fresca en el ambiente. La tranquilidad y dulce melodía de los animales dentro del bosque Prohibido, del agua en el lago negro, eran la combinación perfecta para relajarse admirando la belleza del paisaje, pero Draco Malfoy estaba lejos de sentirse relajado o tranquilo, la noticia de que habían envenenado a Ron Weasley se extendió como pólvora por todo el colegio y para estas horas ya todo mundo hablaba de los sucedido, aunque no con la misma preocupación que con el caso de Katie Bell, al parecer el hecho de que el accidente pasará dentro del despacho de un maestro le restó importancia a lo sucedido, pero para Draco, era todo lo contrario una vez más su corazón comenzó a latir tan fuerte que tenía la impresión de que se le saldría del pecho, su respiración se aceleró, logrando que empezará a hiperventilar, miro sus manos temblorosas y la opresión en el pecho llegó a su punto máximo cuando empezó a sentir dificultad para respirar, sin poder resistirlo más se tumbó de rodillas al piso, dejando salir las lágrimas contenidas desde que se enteró de su nuevo ataque fallido, un fracaso más que le aseguraban que su vida y la de su familia estaban por terminar, había una sola salida, ese maldito armario que no terminaba de arreglar y su inminente destino final. Matar. —No es un poco patético… —dijo una voz femenina y muy sensual—. Un sangre pura, parte de los sagrados 28 y de las familias más poderosas e importantes llorando como un niñito… Draco alzó la mirada reincorporándose bruscamente con los puños apretados aún con la respiración acelerado, una mano tenía la varita apretada firmemente y la contra en un puño cerrado producto de la furia que surgió en su interior. No tuvo que buscar mucho, a unos pocos metros, una mujer con un aspecto sombrío pero llamativo, lo miraba fijamente, con un cabello rubio casi dorado, recogido junto a una vistosa corona negra. Su piel era blanca y sus ojos eran grises, fríos y penetrantes, capaces de hacer estremecer al más valiente. La mujer esbozo una pequeña sonrisa en sus labios color rosado que contrastaba mucho con su tez pálida. —¡Lárgate! —escupió Draco apuntándola con la varita firmemente Pero la mujer ni se inmutó, al contrario, estaba tranquila y hasta se podría asegurar que disfrutaba de la situación. —Esa no es manera de hablarle a una dama no lo crees… —¡Quién eres y que quieres! —Ayudarte Draco… —¿Cómo sabe mi nombre? —Se muchas cosas… —¡No me interesa lárgate! —Estas siendo muy maleducado… y mi paciencia contigo Draco Malfoy se está acabando. No querrás verme enojada… Draco paso las manos por su cabello perdiendo la poca paciencia que tenía solo por el hecho de que quien estaba frente era una mujer, y una muy sexy. —Que tengo que hacer para que me dejes en paz… —Escuchar mi propuesta. —No tienes nada que me interese. —¿Estás seguro? ¿Ni siquiera la solución a tus problemas? —contestó la mujer de manera seductora y segura, mientras Draco la miraba con desconfianza —se cómo ayudarte a matar a Dumbledore. La expresión de Draco cambio drásticamente a una de miedo. —El… el señor tenebroso te envío… —¿Enviarme? Yo no trabajo para nadie, ¡mucho menos con eso! —soltó con desprecio la mujer, Voldemort estaba entre los seres que más repugnancia le daba por intentar llegar a su nivel, con su afán de la inmortalidad, un derecho que solo les pertenecía a ellos, pero su estúpida guerra mágica poco o nada le importaba, ella solo quería divertirse un poco—. Solo quiero ayudarte… —¿Por qué? —Digamos que… estoy aburrida… —¿Me ayudarás a matar a alguien solo porque estás aburrida? Draco se sintió estúpido con solo decirlo, esa mujer solo estaba jugando con él, pero había algo en su aspecto, que era diferente, atrayente. —Es una lástima —dijo la mujer sacando a Draco de sus pensamientos —pensé que podríamos divertirnos juntos, pero ya veo que no eres más que un niño asustado. —¡No soy un niño! Y ya me cansé de tus estupideces, así que habla claro… —Te han dicho que te vez muy sexy enojado —Si, todas las noches—, dijo con su habitual postura arrogante —ahora dime qué carajos quieres. —Magia, específicamente la de una mujer… —la mujer puso los ojos en blanco al notar la expresión de confusión en Draco, luego en su mano apareció un pequeño cofre de madera con pequeñas incrustaciones de diamantes a su alrededor, luciendo elegante pero sencillo—. Tienes que darle esto a una de las chicas de aquí, cuando la abra absorberá su magia y la tendré yo… —Un mago no puede quitarle la magia a otro… —No te atrevas a compararme con los de tu especie! —gritó por primera vez la mujer perdiendo su faceta tranquila y seductora, logrando que Draco sintiera un escalofrió recorrer su cuerpo —Ya te lo dije Draco, ¡soy superior a cualquiera de ustedes! —tras una sonrisa volvió a su postura tranquila nuevamente acercándose al rubio para tomar su rostro—. Eres muy sexy pequeño, te lo perdonaré por esta vez… —Si eres superior a nosotros como dices, porque necesitas mi ayuda… —contestó Draco aún con las manos de la mujer en su rostro provocando que su instinto masculino se encendiera. —Así es más divertido —dijo la mujer acercándose lo suficiente para rosar sus labios —lo harás… —¡No! —contestó finalmente Draco tras unos segundos de tensión entre ellos, luego aparto de manera brusca las manos de su rostro y empezó a alejarse. —No te costará reparar ese armario, tienes las capacidades suficientes —dijo la mujer haciendo que Draco frenará y se gira asustado por el hecho de que aquella misteriosa mujer supiera tanto de sus planes. —Tu como… —Yo lo sé todo… y sabes que más se… —se acercó nuevamente a Draco —que no lograrás matarlo. Luego sonrió ante la mirada de miedo del rubio y le entrego el cofre. Draco lo tomo dudoso y luego simplemente la mujer desapareció, no como lo hacen los magos, porque ella simplemente se desvaneció. El resto de la semana Draco olvidó por completo el cofre concentrándose en arreglar el armario evanescente, pero a pesar de sus incansables esfuerzos era inútil, no dormía, no comía, estaba cansado arto de todo. Y con la aproximación del partido de Quidditch entre Gryffindor y Hufflepuff todos hablaban del imbécil de Potter, haciendo que su humor no mejorará, lo odiaba, todo lo que estaba pasando era su culpa, si su padre no hubiera sido atrapado aquel día en el ministerio, ahora no estaría en Azkaban y Draco no tuviera que ocupar el puesto de su padre en los mortífagos. Draco aprovecho la oportunidad del partido para escabullirse en la sala de menesteres, pero antes se encontró con Harry, quien iba acompañado de la insoportable sangre sucia de Hermione Granger, otra que odia con su alma, siempre creyéndose la mejor de la clase, como es posible que alguien como ella estuviera dentro del colegio, como su padre siempre le enseño, personas como ella no merecen pertenecer a su mundo, no merecen la magia que corre por sus venas. Fue ahí que detuvo su camino, esa era la clave Hermione Granger, ella no merecía ser una bruja y sin con ella podía deshacerse por fin de Dumbledore era su salida, dejo a un lado a sus matones y regreso a su dormitorio, para buscar el cofre que aquella misteriosa mujer le dio, lo observo por unos minutos hasta que una sonrisa apareció en su rostro, era ella, era a Granger a quien le quitaría su magia. A la mañana siguiente Draco ejecuto su plan en la biblioteca el escondite de Hermione, la encontró sola en un rincón llena de libros, cuando se alejó para buscar más libros, Draco se acercó a su maleta de manera sigilosa y puso el cofre en su maleta. Minutos después llego a su dormitorio y se recostó en su cama tratando de conciliar el sueño, pero segundos antes de que cerrara los ojos el cofre apareció frente a él, haciendo que el rubio se sobresaltara mirando incrédulo el objeto. —Enserio creíste que sería así de fácil. Draco dirigió su mirada a aquella tan atrayente y seductora voz. Ahí estaba esa sensual mujer con una perfecta y encantadora, pero peligrosa sonrisa. —¡Dijiste que se lo diera a alguien! —Exacto, tú se lo debes dar, directamente y ella lo debe aceptar de buen agrado. Draco bufo molesto, jamás se acercaría a la sangre sucia y ella mucho menos aceptaría algo de él, paso las manos por su cabellera frustrado y luego mira a la mujer que seguía en una esquina de la habitación mirándolo. —Bien, se lo daré a alguien más… —¡Uy! Eso no será posible Draco… —el rubio la miro molesto conteniendo sus ganas de insultarla—, veras tú ya escogiste, en el momento que dejaste el cofre en su maleta decidiste que debía ser Granger, así que ahora si quieres que cumpla mi parte del trato, es ella o nadie. —¡Perfecto! —contestó perdiendo la paciencia, levantándose de su cama para llegar a la mujer —entonces nadie, toma tu porquería. —Muy bien, entonces Draco dime, con quien comienzo de tu familia, a quien matare primero… —Draco la miro a los ojos, aquellos hermosos y penetrantes que hacían recorrer en su cuerpo en escalofrió y miedo jamás sentido—. ¿No pensaras que puedes aceptar mi oferta y luego simplemente hacerte para atrás o sí? Draco no contestó estaba paralizado, quería gritar, sacar su varita y apuntar a la mujer mil maldiciones posibles, pero por más esfuerzo que hacía no podía moverse, mucho menos articular una palabra. La mujer se acercó lo suficiente para sentir su respiración y con su habitual tono sensual volvió a hablar. —Mi pequeño y sexy Draco, no te enseñaron a no jugar con los dioses… Una nueva y más potente ráfaga eléctrica recorrió el cuerpo de Draco ante esas palabras… Dioses, eso no existe ¿o sí? Era imposible—. Esa carita —dijo acariciando su rostro, luego lentamente bajo su mano hasta le pecho de Draco —ese cuerpo… no será difícil para ti, contra la aburrida Granger… así que no me decepciones y recuerda si no me entregas su poder, no solo te quitare el tuyo, lo hare junto con tu vida y la de tu familia. Luego de eso la mujer desapareció, Draco recupero la movilidad y el control de su cuerpo, regreso su vista a la cama donde el cofre se encontraba reposando, fue hasta el para estamparlo contra la pared, pero en cuanto lo toco, su mano cambio, lentamente la carne iba desapareciendo dando vista a los huesos, de golpe soltó el cofre que cayo nuevamente en la cama y así como la carne había desapareció, lentamente volvió su mano a su estado original. Miro incrédulo aquel cofre y su miedo se volvió real. Su desesperación hizo que cayera en una misión mucho más peligrosa que la de Voldemort. ¿Podría ser posible que las palabras de aquella mujer fueran ciertas? Pero su mayor preocupación no era esa, sino Granger, porque si todo era verdad debía convencerla de aceptar el cofre sin sospechar de él, una misión imposible.Un aliado inesperado
29 de junio de 2025, 3:11