Capítulo 67
Eres libre
Hermione observaba como la tensión se acumulaba en el aire, mientras las miradas asesinas volaban como cuchillos afilados en ambas direcciones de la sala de espera del aeropuerto cerca de Manhattan. Bob había ido a despedirla a ella y Lira, y por supuesto la postura de Draco y Scorpius no mejoro desde la última vez que se vieron, esa expresión frívola y demandante de ambos complicaba la ya difícil situación de Hermione. Bob había accedido dejarla ir sin reproches, ya que le aseguro que después de esa semana sería una mujer soltera y sus planes de matrimonio se cumplirían. Así que no se sorprendió cuando Bob la aprisiono en sus brazos para besarla apasionadamente frente a los rubios. Scorpius tuvo que sostener con todas sus fuerzas el brazo de su padre para que este no sacara su varita e hiciera desaparecer al hombre, incluso Lira, quien se llevaba bastante bien con Bob cambio su postura tanto con él como con su madre después de eso, usando tácticas dignas de llamarse manipulaciones para alejarlos. Cuando llegaron a Inglaterra ya una enorme limusina los esperaba para llevarlos al hotel donde se quedarían, o eso pensó Hermione. Al final llegaron a la Mansión Malfoy Granger, provocando una intensa pelea entre ella y Draco. Tras varias horas de no saber de Hermione la desesperación se apodero del rubio mientras recorría los pasillos de la casa, hasta que la luz en el interior de la biblioteca apaciguó sus miedos. Draco entro sigilosamente con una gran sonrisa al verla sentada en la mesa principal rodeada de libros y leyendo con esa misma chispa en sus ojos cada vez que se perdía en la lectura. Draco saco su varita apuntando a una cafetera muggle encantada, que a penas la luz la toco se movió preparando una taza de café que voló hasta quedar frente a la castaña. Ella dio un brinco por la impresión e inmediatamente volteo hacia la puerta donde se encontró con la mirada penetrante del rubio. —Creí que querrías un poco —dijo él —siempre te pierdes en la lectura. —Yo… es que este lugar… ¡Necesito conocer Hogwarts! —soltó con emoción mostrando el libro en sus manos. —Lo conoces, ahí estudiamos. Puedo llevarte cuando quieras. —Ahí nos conocidos ¿verdad? —Si —respondió Draco sentándose frente a ella. —Le pregunte a Harry, pero no quiso darme muchos detalles de eso. ¿Cómo fue? Y no me digas que amor a primera vista —soltó con burla. Draco esbozo una pequeña sonrisa, que a Hermione paralizo haciéndola estremecerse por una corriente eléctrica que recorrió su cuerpo, conteniendo un impulso por soltar un suspiro por tan simple y perfecto acto, pero una sonrisa y el calor subiendo por sus mejillas ganaron la batalla. —Más bien odio —dijo el rubio finalmente mientras su corazón se aceleraba por el rubor de Hermione. Sus esperanzas se encendían por la posibilidad de volverla a enamorar—. Hasta sexto año fuimos enemigos declarados —continuo con el relato. —¿Y qué cambio? —Yo… no era una buena persona, quise hacerte daño y… me terminé enamorando de ti. —¿Y yo caí en tus encantos de chico malo? —preguntó con sarcasmo. —Digamos que no eras del todo inocente. Ambos teníamos un plan, ambos quisimos lastimar al otro, ambos nos traicionamos… y como dos idiotas, ambos nos enamoramos. Se que suena patético, pero fue real. —Mi vida en Nueva York es real. —¡Con Boob! —¡Draco! El rubio se tragó sus palabras e insultos, solo se levantó molesto. —Ve a descansar, mañana tendremos un día largo. Dicho esto, Draco se alejó de la mesa dirigiéndose a la salida y Hermione quiso detenerlo, pedirle que no se molestara, que se quedara con ella, pero en cambio tomo su tazade café y regreso a su lectura ignorando la sensación de angustia en su cuerpo. A la mañana siguiente los cuatro se encontraban en el callejón Diagon. Scorpius compraría una túnica nueva, y como en cada visita al lugar Albus ya lo estaba esperando, así que junto a Lira recorrieron cada tienda del lugar. Hermione y Draco se mantuvieron alejados de la muchedumbre para evitar cualquier curioso y sus malos comentarios, pues la castaña decidió no mostrar su rostro oculto en unas gafas y un enorme sombrero, provocando miradas acusadoras hacia el rubio, sobre todo por la pequeña niña que acompañaba a Scorpius a todos lados. Incluso entre las habladurías Hermione pudo escuchar claramente como aseguraban que la niña podría ser de una tal Astoria y la duda de si Draco habría tenido alguna relación en todo este tiempo llego a su mente. Astoria es una amiga. Le había contestado él cuando la noto callada, pero eso solo incremento esa extraña sensación en su cuerpo acelerando su frecuencia cardiaca, mientras sentía como el calor subía por su rostro, no por rubor, sino ira. Y lo odiaba. Odiaba sentir esas sensaciones por cada cosa que Draco hacia o decía. —¿Draco? —preguntó Hermione cuando ambos se encontraban sentados en una mesa degustando una taza de té fuera de un local de comida y pudo calmar la fiera en su interior—. ¿Ese lugar? —señalo Ollivanders —¿ahí venden varitas no? Me gustaría conseguir una. —No es necesario. Yo tengo la tuya. —¿La guardaste? —Por supuesto. Jamás se me cruzo por la cabeza deshacerme de tus cosas. Te prometí buscarte y encontrarte. Jamás deje de amarte… La expresión de incomodidad de Hermione freno las palabras del rubio, soltando un suspiro cansado, así que decidió dejar el tema y sacar la varita de la castaña de entre su capa y entregársela. Hermione tomo la varita y en cuanto sus dedos hicieron contacto con la fina madera una corriente eléctrica que jamás sintió recorrió su cuerpo como una ola de energía y poder. —Deberías intentar con un hechizo fácil… Las tazas de ambos empezaron a levitar mientras la castaña sonreía orgullosa de su logro. —¡Mami! —gritó Lira emocionada al ver lo que su madre hacía—. Yo también podré hacer eso. —Por supuesto muñeca —contestó Draco cargando a la pequeña y besando su cabecita—. Y serás la bruja más poderosa de todas. —¿Y estudiare en Hogwarts como mi hermano? Todos miraron a Hermione esperando la respuesta—. Eso… lo hablaremos cuando regresemos a casa. —¿Podemos regresar a casa papá? —preguntó la pequeña. —A nuestra casa —concluyó Hermione para hacer entender a su hija que se refería a Nueva York, la expresión de la niña cambio formando una mueca fría y molesta, como cada vez que ambas discutían y ahora que conocía a Draco ya sabía de donde la niña saco ese carácter. Resoplo, molesta cuando Lira ya no quiso acercarse más a ella, incluso cuando regresaron a la mansión. —Ya se le pasara —dijo Draco cuando la pequeña se fue a descansar sin desearle buenas noches a Hermione. —Si. Cuando Lira y yo regresemos a Nueva York y recuperemos nuestra vida. —¡Esta es su vida! Sabes que estoy harto de esto. Nada de lo que haga te contenta, así que, ¡para qué esforzarme! Intente hacer las cosas bien, y es obvio que no funciona, ahora lo haremos a mi manera… —Y que se supone que… Las palabras de la castaña se vieron interrumpidos por los labios del rubio que atacaban los suyos sin permiso, con tal descontrol que no le dio tiempo de reaccionar y apartarlo, solo pudo sentir la electricidad correr por sus venas y el calor tan familiar al sentir su cuerpo pegado al suyo, pero cuando su chaqueta fue despojada de su cuerpo, su cerebro hizo clic regresándola a la realidad. Hermione empujo a Draco con todas sus fuerzas y luego le propino una cachetada alejándose de él mientras el frio y vació se apoderaban de su cuerpo. Los siguientes días ninguno habló de lo sucedido la otra noche, aunque sus pequeños y desenfrenados momentos no se terminaron, pues Draco aprovechaba cada descuido de la castaña para robarle besos que ella aceptaba gustosa para después reprocharle con golpes o miradas asesinas, se dedicaron a hacer visitas por el mundo mágico y las casas de sus amigos, incluso Hermione se animó a ser partícipe de la locura de Pansy con respecto a la boda de James y Eva. —¿Estas listo? —preguntó Harry entrando al despacho de Draco en la mansión. —Mañana se cumple el plazo, tengo que recuperarla, necesito hacer que se quede a mi lado. —Así que vas a recrear tu pedida de matrimonio —dijo el castaño mirando los papeles en el escritorio del rubio. —Si. Le pediré que me dé la oportunidad de volverla a enamorar. Yo se que ella tiene sentimientos por mí. Draco observo su escritorio, lo tenía todo listo para esa noche. Una simple, pero romántica cena a la luz de la luna, en una playa escondida, el anillo que Lira le devolvió y lo más importante. Esa noche había comprado esa isla donde la había llevado, prometiéndole que ese sería su nunca jamás, como aquel cuento muggle que una vez le conto. Incluso había adecuado la arquitectura del lugar con la temática del mismo. Se dirigió a la habitación de Hermione para verificar si seguía en pie la salida, pero ella no se encontraba ahí, decidió salir a buscarla, cuando unos papeles en su cama llamaron su atención. Lo primero que observo fue una nota escrita a mano. Estos papeles te ayudarán, está todo listo, solo necesitan la firma de él y serás libre. Estoy ansioso por volverte a ver. Tengo todos los preparativos listos para nuestra boda.Con amor Bob.
Draco apretó la nota entre sus manos mirando los papeles de divorcio frente a él. Hermione ya lo tenía todo planeado, ella se iría. Hermione llego a su habitación con una enorme cantidad de bolsas, le había contado a Ginny que Draco le propuso una salida y la pelirroja conociendo la verdad la convenció de que debía verse despampanante y aunque puso un millón de protestas, al final la insistencia de su amiga, ganaron. Sin tomar en cuenta que en el fondo ella si quería lucir despampanante. Miro el reloj, se le había hecho demasiado tarde, así que se apresuró a bañarse, en cuanto salió para vestirse suspiro angustiada por los papeles que reposaban en su cama. Decidió que no podía lidiar con eso ahora, inventaría una excusa para quedarse en Inglaterra un par de días más con tal de no tener que enfrentar a su prometido y sus dudas sobre querer divorciarse de Draco. Quiso guardar todo cuando noto que la nota de Bob era diferente, esa no era su letra, así que tomo el papel para leerlo. Eres libre, los papeles están firmados. Hable con Scorpius y él está dispuesto a vivir en Nueva York contigo y terminar con sus estudios en Ilvermorny. Lira ira también allí y no hay discusión. Hable con mis abogados tendrás una nueva casa en el mundo mágico y te enviare las fechas que pretendo ir para visitar a mis hijos. Eso tampoco está a discusión. Y por tu prometido, me importa una mierda si sabe o no de la magia, pero si se le ocurre atentar contra Lira o Scorpius por eso, yo mismo lo matare. Tenías razón, debo soltarte. Dejarte ir. Hermione soltó un sollozo al no poder controlar la lagrimas por aquellas tan desgarradoras palabras que jamás se imaginó dolerían tanto. Salió de la habitación tan rápido como pudo sin importarle que estuviera solo cubierta por una toalla. Recorriendo cada rincón de la mansión buscando a Draco sin éxito alguno, hasta llegar a las puertas de la entrada mirando la fría y oscura noche. —No lo vas a encontrar aquí. Hermione dio un salto por la sorpresa de aquella voz. Narcissa Malfoy la miraba desde un sillón de la sala con su típica expresión aristocrática y fría. Le entrego un pergamino con una dirección escrita en ella. —Es ahí donde siempre se refugiaba cuando no soportaba la idea de no poder encontrarte. Solo te pido un favor. No lo busques si no estas completamente segura. No sería justo para él. Hermione miro nuevamente el pergamino con las indicaciones y sin perder más tiempo subió a su habitación para cambiarse y nuevamente bajo para atravesar las puertas de la mansión. Narcissa sonrió satisfecha, nada como un buen empujón de ego para esa mujer tan obstinada. Nauseas, mareo, dolor de cabeza. Si, la aparición era horrible. Hermione se incorporó lentamente recobrando el semblante hasta que pudo visualizar el lugar donde había llegado. Leyó nuevamente las instrucciones, no muy segura de haber acertado, otra vez. Pero un extraño cosquilleo la hicieron avanzar decidida por aquella playa, hasta adentrarse en las profundidades de la selva. No paso mucho cuando Hermione se detuvo abruptamente al mirar nuevamente el mapa frente a ella. Ahora lo recordaba esa familiaridad en las formas de aquella isla. Nunca jamás. No podía ser posible ¿o sí? ¿Realmente existía ese lugar? Bueno ella era una bruja, pero ¿un cuento infantil? Decidió dejar de pensar tanto y avanzo tratando de llegar al centro de la isla, justo donde un gran árbol cubría el lugar. Su gran tallo era en realidad la estructura de una hermosa cabaña de madera y sin dudarlo entro. El aire se le escapó de los pulmones mientras su corazón se apretaba al ver el estado de aquel lugar por dentro. Todo estaba destruido y sin entenderlo, las lágrimas empezaron a caer por su rostro. Un nuevo estallido se escuchó y la puerta de lo que debió ser una habitación exploto haciéndose añicos lanzando astillas por doquier. En un intento por protegerse, Hermione soltó un chillido llamando la atención de quien provoco tal desastre. Draco la observo atónito mientras Hermione alzaba su mirada con sus ojos llorosos y una mirada rota, que destrozaron por completo al rubio. —¿Qué haces aquí? ¿Cómo? —Tú madre… ella me dio las indicaciones —dijo controlando el llanto—. ¿Este lugar era mío? —preguntó con dolor al ver todo destruido. —Nuestro, pero ya no importa, tu vida está en Nueva York con tu patético prometido… ya te di tu libertad, ¡por qué no te largas…! Hermione estampo su mano contra el rostro del rubio logrando que esté reaccionara arrinconándola contra la pared, con su mano en la cabeza de ella y con la otra apuntándole con la varita. —¡Qué me vas a hechizar! No hubo respuesta. Draco respiraba pesadamente mirándola con frustración, hasta que aquellas imágenes cruzaron por su cabeza. Su primer beso, fue bastante parecido a aquello y eso lo descolocó por unos segundos. Con la mano que sostenía su cabeza la acercó hasta él para acortar la distancia entre ambos y la beso. Hermione no se pudo resistir, apenas sintió los labios del rubio todo dentro de ella se encendió, no lucho, no se resistió, solo se dejó llevar. Draco despertó por el sol apuntando directamente hacia su rostro, bostezando, mientras trataba de conectar sus pensamientos mirando en cada dirección. Cuando su vista se posó en el otro lado de la cama todas las imágenes regresaron a su mente, la cabaña destrozada, Hermione llegando, besarla y… Draco se levantó de la cama saliendo de la vivienda desesperado por encontrar a la castaña y que todo lo vivido no haya sido un simple sueño. Cuando su corazón estaba por salir de su pecho ante la angustia, la miro en el filo del acantilado observando el amanecer. —¿Hermione? Ella dio media vuelta para encararlo mirándolo con una reluciente sonrisa. —Sabía que me salvarías. —¿Tú? Hermione sonrió aún más acercándose a Draco y delineando con sus dedos su rostro. —Hola mi amor.Fin.