ID de la obra: 228

Solo un juego

Gen
G
Finalizada
6
Tamaño:
246 páginas, 111.248 palabras, 67 capítulos
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Deseo

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Capítulo 66

Deseo

                    ¿Estaba loco?       Posiblemente.       ¿Podría ir a prisión?       Tal vez, pero un hechizo lo sacaría de cualquier aprieto en el mundo muggle. Además, eso no importaba, cuando Harry le menciono el color de ojos de la pequeña no lo resistió y ahora estaba en la entrada de una escuela esperando que la pequeña saliera.       Hermione estaba retrasada para retirarla, misteriosamente su auto se quedó sin gasolina en medio camino y de un momento a otro la misma volvió.       Lira estaba en una banca sentada esperando a su madre así que Draco se acercó cuidadosamente.       —Hola —dijo él manteniendo su distancia para no asustarla —¿me recuerdas? Soy amigo de tu madre, estuve en tu casa ayer. Soy Draco Malfoy.       —Mi madre dijo que no hable con extraños.       —Y haces bien…       —¡No iré contigo a ningún lado! Se gritar y fuerte.       Draco sonrió por la personalidad de la pequeña—. Me parece perfecto… solo me quedare cerca hasta que tu madre llegue nada más descuida.       Lira tomo un palo del suelo y apunto a Draco con los ojos entrecerrados.       —Bien. Pero te estaré vigilando.       Unos pocos segundos después, cuando Draco noto que la niña se relajaba ante su presencia así que decidió hablar.       —¿Qué te paso ahí? —pregunto al notar una cicatriz en su rodilla derecha.       —Una niña me molestó y bueno…       —Qué…       —Es que no puedo decirlo… es algo raro…       —Bueno, tienes suerte yo sé mucho sobre rarezas.       —Una niña Penélope Whitmore me estuvo molestando porque no tengo papá y cuando estábamos en los baños… ella me empujó y caí, estaba muy molesta y de pronto… las llaves de agua explotaron y… yo no sé qué pasó…       —¿Enserio hiciste eso? —pregunto asombrado.       —No fue mi intención yo no quise hacerlo, mi mamá dice que no fui yo, que eso es imposible.       Draco iba a responder cuando Hermione apareció frente a ellos.       —¡Qué haces aquí con mi hija!       —Estoy haciéndole compañía mientras llegas, relájate…       —¡No me relajo nada! Lira sube al auto…       —Pero mamá…       —¡Lira has caso!       —Ve con tu madre…       —Bien… adiós Draco.       Hermione fulmino con la mirada al rubio antes de subir al auto y desaparecer.              Hermione estaba en la cocina preparando algo de comer, aún con las imágenes de Draco junto a su hija, los últimos días Harry le había contado más cosas sobre su vida, y era precisamente Draco la parte que más la descolocaba.       El timbre de su casa sonó y a los segundos Lira abrió la puerta. Hermione siguió en sus asuntos, ya que asumió que se trataba de Bob que llegaría esa noche para cenar.       —¡Draco! —escucho a la pequeña gritar y Hermione salió disparada de la cocina.       —¡Qué haces aquí! —grito Hermione furiosa.       —Tranquila, sí. Conocí a tu hija, así que me pareció justo que tu conozcas al mío.        —Él es Scorpius Malfoy —un adolescente alto y rubio apareció en la entrada de la casa, Hermione supo que mintiendo no estaba, el chico era prácticamente igual a Draco y sintió que se volvería a desmayar en ese instante. Cuando Harry le había mostrado las fotografías, una de ella era justamente con aquel rubio, mucho más pequeño. Se había reusado a escuchar esa parte de la historia, pero ahora que tenía al joven frente a ella una extraña sensación se apodero de su interior. Era su hijo, ¿realmente lo era?       —Fue una mala idea —soltó el muchacho visiblemente decepcionado.        —¡No! —contesto rápidamente Hermione, si lo que Harry decía era cierto sentía que esta era la oportunidad de comprobarlo, aunque debía soportar a Draco.       Los invito a comer olvidándose por completo de su verdadero invitado, quien hizo acto de presencia a los pocos minutos que ambos Malfoy entraron.       Cuando Hermione abrió la puerta Draco y Scorpius miraron a Bob de manera fría, imponente y bastante dominante. Si las miradas mataran Bob estaría a miles de metros bajo tierra y la tortura seria su motivo de muerte.       Como pudio Hermione logro disuadir al hombre de irse, ya le había contado quienes eran Harry y el resto, obviando algunos pequeños detalles como el hecho que Draco posiblemente era su esposo.       Para calmar la tensión que se formó Hermione fue a la cocina para terminar de preparar la cena y Scorpius decidió seguirla, así que Draco se quedó en la Sala con la pequeña Lira. Ella jugaba con unas piezas para armar constelaciones según indicaba en la tarjeta.       —¿Te gustan las constelaciones? —pregunto Draco sentándose al lado de Lira.       —Antes amaba mirar las estrellas… siempre me quedaba horas pidiéndoles el mismo deseo… y nunca lo cumplieron.       —¿Qué deseo?       —Siempre creí que esto era de mi padre —dijo sacando su collar escondido entre su ropa —mi madre dijo que no sabía de dónde lo saco, pero que no podía deshacerse de él, pensé que algún día mi padre vendría por nosotros, pero eso nunca pasó. Supongo que no merezco tener un padre… pero sigo sin poder deshacerme yo tampoco de él.       La chica abrió la mano dejando ver un anillo de plata, con una serpiente en la mitad. El corazón de Draco aceleró mientras la respiración se le cortaba. Ese era el anillo que le regaló a Hermione en sexto año, ese con el que se juraron amor eterno. Ese con el cual Draco le juro encontrarla. El rubio se levantó dirigiéndose a la cocina.       —Quiero una prueba de paternidad —soltó Draco cuando atravesó la puerta. Hermione quien se encontraba sentada frente a Scorpius con una taza de té en las manos miro al rubio, incrédula.       —Estás loco.       —¡No! Estoy muy cuerdo… quieres que me alejé de ti… perfecto lo haré, pero antes haremos esa prueba y si Lira es mi hija… no sueñes ni por un segundo que me alejaras de ella…        —¡Ella no es tu hija!       —¡¡Quiero esa prueba!! ¡Y la haremos te guste o no!              A la mañana siguiente Draco y Hermione se encontraban en la sala de espera de una clínica especializada, Draco la había llevado ahí sabiendo que no confiaría en ninguna clase de hechizo y no iba a permitir que tuviera algún tipo de duda sobre el resultado. Tras una calurosa discusión sobre los métodos que Draco escogió para lograr ser atendidos de manera inmediata, ahora solo debían esperar los resultados.        —¡No puedo creer que hipnotizaras a esas personas! —reclamo la castaña con los brazos cruzados mientras miraba acusadoramente a Draco.       —No los hipnotice… los obligue a agilitar las cosas, y no me veas con esa cara, has estado a mi lado desde el principio, así que no podrás poner escusas de nada, yo no alterare los resultados.       —Cuando veas que Lira no es tu hija, ¿te iras?       —Yo siempre cumplo mis promesas, Scorpius y yo nos iremos…       —¡Yo no dije nada sobre él!        —¿Quieres que él se quede?       —Es mi hijo ¿no?       —¡Confías en que él es tu hijo, pero no en que yo soy tu esposo!       —Yo no dije que no les creyera, pero que asegures que estemos… ¡eso! No significa que deba correr a tus brazos.       Draco estaba por responder, cuando la enfermera salió con un sobre en la mano y ambos se levantaron, los nervios y la incertidumbre se notaban en sus expresiones cuando Draco leyó el contenido del mismo.              Scorpius sostenía un dinosaurio de plástico mientras hacía ruidos fuertes como un gruñido y perseguía a la pequeña Lira que gritaba entre risas escapando del rubio mientras le lanzaba todo lo que encontraba a su paso. Hermione y Draco entraron en la vivienda y ambos chicos pararon de inmediato su pequeño juego mirando expectantes a sus respectivos padres.       —¡Mami! —grito la pequeña llegando a los brazos de Hermione—. ¿Scorpius y Draco se pueden quedar? Di que sí mami…       —Si, tranquila… ellos se van a quedar, pero antes necesitamos hablar contigo.       —¿Paso algo malo, por eso salieron?       —No. no es nada malo —respondió Draco con nerviosismo mientras se arrodillaba para quedar a la altura de la pequeña—. Al contrario, yo…       —¿Tú sabes quién es mi padre? —pregunto la pequeña con un pequeño puchero adorable logrando que Draco contuviera las lágrimas.       —Soy yo Lira, por eso estoy aquí vine por ustedes.       Los ojos de Lira se iluminaron, mientras una sonrisa apareció en su rostro y corría a los brazos de Draco—. ¡Lo sabía! ¿Entonces si tú eres mi padre entonces…? —pregunto la pequeña mirando a su madre.       —Scorpius es tu hermano mayor.       —¡Se quedarán! ¿verdad? ¿seremos una familia otra vez?       —Lira, que Draco sea tu padre no significa que vamos a estar juntos.       —¡Por qué! ¡No puedes hacerme esto!       —Lira —hablo Draco tratando de calmar a la niña —Tu madre tiene razón nosotros…       —¿No la amas?       Draco no pudo responder, se limitó a mirar a Hermione, por supuesto que la amaba más que nada en este mundo. Respiro alzando su mascara de frialdad para controlar sus sentimientos y miro nuevamente a su hija.       —¿Qué te parece un viaje?, los cuatro. Iremos a Inglaterra por unos días, conocerás mi mundo y…       —¡Draco! —reprendió Hermione, antes que continuara con su asombrosa idea. El rubio se levantó para enfrentarla y ambos se dirigieron a la cocina.       —¡No acordamos ningún viaje! —manifestó ella en cuanto cerraron la puerta.       —Lo sé, pero Son 7 años Hermione, déjame recuperar el tiempo perdido con mi hija, contigo…       —¡No hay nada que recuperar entre nosotros!       —Lo dices porque no recuerdas nada —contesto Draco con los dientes apretados empezando a perder la paciencia por la situación.       —¡Lo digo porque es lo que siento!       —Entonces dame una semana… solo volvamos al mundo mágico una semana, déjame intentar recuperar tus recuerdos…       —¿Y si no funciona?       —Te dejare libre. Firmare los papeles de divorcio y por lo único que sabrás de mí, será por Lira.
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