ID de la obra: 240

Sólo dos semanas

Slash
NC-17
En progreso
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autor
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
planificada Mini, escritos 35 páginas, 5 capítulos
Descripción:
Notas:
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Capitulo 5

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Skipper estaba acurrucado en su cama, cansado, pero incapaz de dormir. Tenía tres días con insomnio y dudaba que las cosas cambiaran a la noche siguiente, porque no pensaba mover ni un dedo para modificar su situación. Sin importar lo que sus instintos primarios le rogaban que hiciera. No pensaba ceder. No iba a salir del cuartel.   Desde el momento en que se enteró que Julien había estado diciéndole a la cara y, sin una pizca de vergüenza, que quería estar con él. Muchas cosas habían pasado por su cabeza, desde lo increíble de la situación hasta que la idea de relacionarse con Julien no le parecía tan desagradable. Y era justamente esa última idea la más chocante de todas. La que, finalmente, lo hizo salir del lago y regresar al cuartel para encerrase en él.   En otras circunstancias Skipper jamás habría aceptado que estaba huyendo de Julien, pero, en la privacidad de sus pensamientos, y considerando la situación actual, era imposible negarlo. Sí, sí y mil veces sí: estaba huyendo del rey de los lémures. No quería verlo moverse frente a él. Su psique no soportaría mirar al lémur a los ojos mientras este le decía que quería llevárselo a la cama.   Lo que no iba a aceptar, ni en un millón de años, era que las “horribles” cosas que Julien lo hacía sentir eran reales. Cualquier deseo que su cuerpo experimentara ahora era producto del experimento de Kowalski. Era como su reciente gusto por la fruta o los smoothies. No era real. Solo era una respuesta natural de su cuerpo. Además, aunque su cuerpo se viera y funcionara diferente, él no era un lémur débil. Él era un pingüino en el alma y como tal era capaz de luchar contra esos instintos que le decían que necesitaba tocar y dejarse tocar por Julien.   Claro, luchar contra sus instintos se volvía particularmente difícil durante la noche. En primer lugar, porque llegada la noche ya no tenía con qué distraerse, en segundo lugar, porque sabía que en alguna parte del parque el rey lo estaba esperando. No podía dormir porque sentía que el cuerpo le picaba por dentro y tenía que repetirse una y otra vez que: no, no se volvería loco si no iba en búsqueda de su “pareja”.   Esa noche en particular, mientras se revolvía en la cama, le estaba costando más trabajo contenerse que las otras dos noches anteriores. Antes también sintió una terrible necesidad de salir del cuartel en búsqueda de Julien, y experimentó un deseo más fuerte que el que sentía ahora. Pero a diferencia de las noches anteriores, ahora sus pensamientos eran más claros y, por lo tanto, más tomentosos. Hoy la vergüenza y todo lo que creía saber sobre sí mismo ya no eran suficientes para que su cerebro se bloqueara. Ya había tenido tiempo para entender sus nuevos instintos y podía identificar un paralelismo entre las sensaciones de atracción y deseo sexual que ahora sentía con las que sintió cuando era pingüino. Esas sensaciones no eran realmente nuevas, solo que jamás las había experimentado con tanta intensidad.   En un intento por sentirse más cómodo y por fin lograr dormir, Skipper uso su cola para abrazarse, pero ese movimiento trajo consigo uno de los tantos recuerdos que estaba intentando olvidar: Julien enrollándolo con su cola y, después, Julien tocando sus labios con la punta de sus dedos. Intentó sacudir la cabeza para apartar esos pensamientos, pero, en lugar de eso terminó deslizando sus propias manos por encima de su cuerpo mientras imaginaba que sus dedos eran los del rey de los lémures. Se acarició brevemente el cuello, después pasó sus dígitos por encima de su pecho y bajó lentamente hasta parar sus movimientos a la altura de su ombligo. Se detuvo en esa zona porque ahí había una barrera imaginaria que no estaba seguro de querer sobrepasar. Si hubiera estado en otro estado mental, el ex-pingüino se habría sorprendido porque su memoria era tan buena que incluso podía oler el aroma frutal que el Rey había estado utilizando para alterar sus sentidos. Esa esencia tan densa y placentera que incluso podía saborear y le obligaba a relamerse los labios.   La mano le tembló levemente, pero no por mucho tiempo. Skipper se atrevió a sobrepasar la línea de su ombligo y continuó moviendo su mano hacia abajo. Descendió poco a poco hasta que llegó a su pelvis y ahí detuvo sus movimientos. No se apresuró a tocarse, solo se contentó con sentir el calor de su mano sosteniendo lo que bien sabía que eran sus genitales. Se mantuvo así varios segundos hasta que se atrevió a mover sus dedos para sentir la piel caliente y sensible de la zona. Aquello se sentía bien, lo calmaba y relajaba; así que buscando intensificar la sensación placentera, se atrevió a frotar la palma de su mano contra su piel mientras bajaba un poco más y dejaba que sus dedos juguetearan con sus testículos. Ya no estaba pensando.   Aunque no era propiamente la primera vez que se tocaba, sí era la primera vez que tocaba ese cuerpo y todo se sentía curiosamente diferente en su piel, pero igual en su cerebro. Los choques eléctricos y la felicidad que traía consigo saber que le estaba dando a su cuerpo lo que tanto necesitaba eran similares. Sin embargo, a diferencia de cuando tocaba su cuerpo original, esta vez no pudo acariciarse hasta la saciedad, pues su propio olor inundando sus sentidos y el temor súbito a ser descubierto por sus compañeros de equipo lo hicieron detenerse. Abrió los ojos y miró hacia arriba. Quería sentirse avergonzado, pero estaba demasiado excitado para eso. Su cuerpo ahora palpitaba de ganas, lo que no era una mejora a su situación inicial. Era bastante seguro que no iba a poder dormir si dejaba las cosas así.   Sin pensarlo mucho se levantó de la cama y caminó hasta el baño. Una vez ahí se recargó contra la puerta y, como si las sensaciones previas fueran una droga que necesitara, de inmediato llevó ambas manos a su entrepierna con la única intención de complacerse. Tomó su erección con una mano, mientras que con la otra acunó sus testículos y empezó a mover las caderas. Encogió los dedos de los pies y se arqueó levemente mientras disfrutaba la fricción que la palma de su mano le proporcionaba a su erección y soltó el primer gemido cuando sin realmente pensarlo usó su pulgar para acariciar su glande.   No tenía idea si se estaba tocando de manera correcta, pero se conformaba con saber que estaba empapado y que se sentía bastante bien. Por fin se permitía disfrutar, aunque fuera en soledad, lo que su cuerpo le venía pidiendo desde que vio aquel documental. A su mente, nublada de placer, ya no le importaba lo que imaginaba. Así que en algún punto en el que la fricción era lo mejor que le había pasado en la vida, pensó en Julien e imaginó lo bien que lo haría sentir. Solo tenía que pedirle al lémur que lo complaciera, y sabía que lo haría. Justo como lo imaginaba en ese momento. Cuando por fin terminó, mordiéndose los labios para no emitir sonido alguno, lo inundó una sensación de paz y su cuerpo se relajó tanto que sus piernas se doblaron y resbaló su espalda contra la puerta hasta que tocó el suelo. Una vez en el piso, con los ojos entrecerrados y regulando su respiración, por fin volvió en sí; y entonces tuvo que aceptar que no era capaz de luchar contra lo que fuera que sentía. No podía luchar contra sus instintos y estaba completamente jodido.   Iba a entra en pánico, pero cuando miró su reflejo en el espejo del tocador y se dio cuenta que estaba rendido en el piso del baño, escondido, fantaseando y gimoteando de manera patética. Gruñó y pensó que ya estaba harto de huir. Ya sabía que no debía avergonzare por lo que sentía o acababa de hacer porque esas sensaciones y deseos no eran suyos sino el resultado del experimento loco de Kowalski. Intentó controlarlo lo más que pudo, pero ahora su cerebro también era el de un lémur. Los lémures eran débiles. No era su culpa. Todo era un efecto secundario del experimento. Skipper de verdad había intentado no sucumbir, pero ni siquiera él podía ir contra la ciencia o la naturaleza. Además, considerando que estaba pegajoso entre las piernas, sería un despropósito negar que necesitaba encontrarse con Julien. Aunque, claro, no necesitaba a Julien porque sintiera algo por él. Solo necesitaba saciar sus instintos. Sonrió un poco. Por primera vez en la vida, Ring-Tail le sería útil para algo.   A la mañana siguiente, cuando las sombras de la noche desaparecieron para dar paso al día, Skipper ya no se sentía tan valiente. Definitivamente no quería volver al piso del baño, pero saber que esa noche iría en búsqueda de Julien lo hacía sentir muchas cosas que lo asustaban.   –¿Estás seguro de que no quieres jugar Skipper? –preguntó Private mientras hacía un gesto con las aletas para invitarlo a unirse a la partida de UNO que jugaba junto a Kowalsky y Rico. Al principio Skipper negó con la cabeza, pero tomando en cuenta que si no ocupaba su mente en otra cosa se acobardaría, y pasaría otra noche encerrado en el baño, terminó por aceptar la invitación. –Háganse a un lado, les voy a mostrar cómo se gana este juego.   Al llegar a su cuarta ronda, los pingüinos ya no estaban en un modo amistoso. Kowalski estaba a punto de tener una crisis nerviosa pues había perdido en todas las partidas y para él eso significaba que la ciencia también estaba perdiendo. Private estaba un poco desilusionado porque él tampoco había ganado ni una partida, pero parecía más preocupado por calmar a Kowalski que por su puntaje. Skipper, quien solo había ganado una de las tres partidas, miraba a su especialista en demolición con los ojos entrecerrados porque estaba seguro de que estaba haciendo trampa. Mientras que Rico, con solo dos cartas entre las aletas, miraba al techo, fingiendo inocencia. –Rico –Skipper dijo el nombre de su soldado con un tono severo cuando lo vio a punto de tirar una de sus cartas y decir “uno”. Como respuesta el mencionado se tensó. –Más te vale que estés seguro de tu próximo movimiento. Private aguantó la respiración y Kowalski se llevó ambas aletas a la coronilla cuando Rico hizo un ademan de tirar su penúltima carta. Sin embargo, Rico no pudo terminar su movimiento porque fue interrumpido por el sonido de alguien golpeando la puerta de su cuartel. –Hola, hola, ¿hay alguien en casa? –escucharon la voz de Julien preguntar desde el otro lado. Pero no tuvieron tiempo para contestar, pues segundos después de llamar, Julien y sus dos súbditos se dieron cuenta que la puerta no tenía seguro y decidieron abrir la escotilla sin esperar a recibir el permiso de los pingüinos.   Skipper lanzó un grito ahogado y no tuvo tiempo de amonestar al responsable de haber dejado la entrada sin seguro, pues emprendió carrera hacia el laboratorio de Kowalski y se encerró ahí para evitar que los lémures lo descubrieran. –¡HOLA, ustedes! –gritó Kowalski para hacer que los lémures centraran su atención en él y no notaran a Skipper escabulléndose. –¿Qué los trae por aquí? El rey se llevó una mano a la barbilla y barrió todo el lugar con la mirada y el ceño fruncido. –¿Julien? –preguntó Private para romper el silencio. El mencionado olisqueó brevemente el lugar antes de alzar los brazos y comenzar a decir de forma muy dramática que necesitaba la ayuda de los pingüinos para un asunto de suma importancia. Mort entrelazó las manos para dar a entender que estaba tan mortificado como su rey, mientras que Maurice simplemente rodó los ojos. –¿Qué-qué es lo que o-cu-rre? –Kowalski tuvo dificultad para hablar, pues el lémur de cola anillada había decidió que para hacer notar más su urgencia era necesario colgarse del cuello del científico. –¡Necesito su ayuda para encontrar a alguien! –¿A qui-en? –Kowalski aún intentaba apartar a Julien, sin éxito. Detrás de la puerta del laboratorio, Skipper entró en pánico. No podía ser. Julien no lo podía estar buscando a él. Rogó con todas sus fuerzas que Julien no estuviera buscándolo a él. –¡Al amor de mi vida! –¿Al qué? –el científico se liberó del agarre. –¡Al amor de mi vida! –repitió Julien y a Skipper le dio un ataque de tos. Definitivamente Julien no lo estaba buscando de él. Él no era el amor de nadie. Menos de Julien. –¡Oh! –Private sonrió levemente. –¡Claro que podemos ayudarte! ¿Quién es? –¡Steve! –dijo Julien como si fuera lo más evidente del planeta y al fondo se escuchó el gruñido de Maurice. –¿Steve? –los tres pingüinos hicieron muecas de confusión. En el zoológico no había alguien que respondiera a ese nombre. –¿Quién es Steve? –preguntó Private, mientras que Skipper, en el laboratorio de Kowalski sentía que el corazón le palpitaba muy rápido. Estaba sonrojado y también estaba a punto de vomitar. Le preocupaba que Julien lo acabara de llamar el amor de su vida, pero le preocupaba aún más que el rey les dijera a sus soldados quién era Steve. Los tres descubrirían rápidamente que se trataba de Skipper, y no sabía cómo podría mirarlos a la cara después de eso. Necesitaba encontrar una manera de hacer que Julien no abriera la boca. Comenzó a mirar a todos lados, en búsqueda de cualquier cosa que pudiera ayudarle. –Steve es Steve –contestó Julien antes de volver a mirar todos los rincones del cuartel y hacer un gesto con la mano como si estuviera contando al número de pingüinos que tenía frente a él. –Uno, dos, tres –dijo lentamente. –Falta uno de ustedes... ¿dónde está el mandón? –Oh, Skipper –Private miró nervioso hacia el laboratorio de Kowalski. –Skipper está en una misión secreta. Súper importante, fuera del país. –No, no, no. –Julien se cruzó de brazos. –Eso es inaceptable. Necesito que los cuatro se pongan a trabajar y encuentren a Steve de inmediato. Nada es más importante que eso.   En el laboratorio, Skipper agradeció que la conversación diera un giro y él tuviera más tiempo para buscar una forma de sacar a los lémures de su cuartel. –¡Bingo! –exclamó cuando vio la llave de la caldera. Solo tendría que girarla para aumentar la presión y la alarma del cuartel se encendería, lo que obligaría a sus solados a actuar y a los lémures a evacuar.   –Me temo que Skipper no está disponible –contestó Kowalski con pesar. –Pero nosotros tres podemos ayudar –ofreció Private. Julien hizo una mueca e iba a responder que si no tenía opción se conformaba con recibir su ayuda cuando, como Skipper previó, la alarma del cuartel se encendió y una voz empezó a avisar del peligro y que todos debían evacuar. Inmediatamente los soldados comenzaron el protocolo de emergencia que incluía la expulsión de todos los civiles del cuartel. Por lo que, antes de que los lémures pudieran protestar o siquiera entender qué ocurría, Rico los sacó casi de una patada del lugar. Después de unos segundos, Skipper despresurizó la caldera porque los lémures ya no eran un peligro y porque no tenía la intención de morir en una explosión. Sin embargo, como no confesó que saboteó la caldera apropósito, sus soldados y él tuvieron que seguir el protocolo para descubrir el origen de la falla y asegurarse que no volviera a ocurrir otro incidente. –Esto es muy inusual –dijo Kowalski después de revisar la caldera por tercera vez y no encontrar fallas. –Probablemente fue una falsa alarma –comentó Skipper deseoso porque olvidaran el incidente. El científico se llevó una aleta al pico, analizando lo que había ocurrido. –Es poco probable.   –Me preguntó quién es ese Steve que Julien buscaba –dijo de repente Private. Skipper lanzó un bufido. –Probablemente algún juguete o una tontería similar. Ring-Tail siempre está diciendo cosas sin sentido. –Sí –lo secundó Kowalski. –Julien siempre nos molesta con tonterías. –Su tono era de total soporte hacía la opinión de Skipper, pero mientras hablaba, miró a su capitán con una ceja alzada. –Oh, bueno. –Private se notó un poco desilusionado. –Sí, probablemente sea eso.     Skipper ya no podía echarse para atrás en su decisión de buscar a Julien esa noche. Si no lo hacía, no solo su lívido jamás se lo perdonaría, sino que corría el riesgo de que el rey se volviera a presentar en su cuartel y estaba seguro que sería muy difícil volver a sacarlo de ahí sin que sus soldados se enteraran de la verdad. Kowalski ya sospechaba. Así que llegada la noche y cuando sus soldados ya dormían, Skipper se escabulló del cuartel rogando porque todo lo que planeaba saliera a la perfección.
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