Unidos por un mismo hilo

Akari era impresionante, tanto que se había ganado la bendición de Arceus y tenía a las deidades del tiempo y el espacio de su lado. Pero ella seguía sin pertenecer a este tiempo, al igual que Ingo, a quien ella apreciaba con todo su corazón, y por eso usó el poder de Dialga para regresar, al menos al guardián del Clan Perla, a su tiempo. Pero el antes de irse, le hizo una pregunta.  —¿Vas a volver también? —Estaba pensando en quedarme un poco más, aún tengo... Algunas cosas que me gustaría resolver. Ella sonrió levemente, como si intentará tranquilizarlo acerca de que ella también volvería con sus seres queridos en el futuro, aunque Ingo sabía que ella ocultaba algo más que no le quería decir. Ella había sido así desde el momento en el que llegó, pérdida en este mundo extraño y desconocido para ella. Pero ese pesar pareció aumentar luego de su última batalla decisiva contra Volo, aquel que ella había visto como un aliado y un amigo durante su viaje. Y aquel que la traicionó cruelmente al final de su travesía. Ingo todavía estaba preocupado por ella, no quería que su último recuerdo de ella fuera el de una sonrisa claramente falsa. Aunque no tuvo tiempo de cuestionarla al respecto, el rugido de Dialga dejaba claro que solo tenía esta oportunidad para volver.  Y él, aun con pesar en su corazón, la tomó, envolviéndose en una luz cegadora.

***

El tiempo pasó luego de eso. Por fin se reencontró con la persona que recordaba que se parecía tanto a él, Emmet, su amado hermano gemelo, ambos aferrándose fuertemente el uno al otro, llorando lágrimas que no sabían que estaban reteniendo. Y después de un tiempo de volver a familiarizarse con la forma de vida en el futuro finalmente pudo volver a trabajar como jefe del metro y sus días pasaron sin inconvenientes. Al menos hasta que escucharon un fuerte grito dirigido a ellos. —¡¡¡AHÍ ESTÁN, FINALMENTE LOS ENCONTRÉ!!! Un muchacho de cabello rubio salió corriendo de los pasillos en su dirección, tomadolos por sorpresa pensando que chocaría de frente con ellos. —¿Ustedes son los jefes del metro no es así? ¡Hemos escuchado muchas historias de lo fuertes que son y vinimos hasta esta región para retarlos a un combate! Emmet estaba más que sorprendido por la "energía" que desprendía el joven frente a ellos. Pero aun así se aclaró la garganta y fue el primero en hablar. —Bueno, si, lo que has escuchado es verdad ¿Pero a qué te refieres con "vinimos"? —¡Barry! ¡Te dije que no salieras, corriendo por tu culpa nos acabarán echando del subterráneo! Los ojos de Ingo se abrieron de la impresión al ver a una chica muy familiar aparecer por los mismos pasillos de los que vino el joven. Por un momento creyó estar viendo mal, pero no, la chica que se encontraba frente a ellos era exactamente igual a Akari. —Oh, ¿usted es la acompañante de este chico señorita? —Si, así es, lamento mucho su imprudencia, cuando nos indicaron la dirección del metro batalla él salió disparado buscando retarlos a un combate lo antes posible. La joven parecía algo apenada al respecto, y en tanto notó la fija mirada de Ingo sobre ella se puso aún más nerviosa. —Ah, siento tanto las molestias, si prefieren que nos retiremos lo entenderé totalmente. —No es necesario. —Respondió Ingo de inmediato. —Estaremos encantados de aceptar su reto señorita... —Estaba tentado a llamarla Akari, era la viva imagen de ella que tuvo que usar toda su fuerza de voluntad para no hacerlo. —Dawn, me llamó Dawn, y este de aquí es mi novio, Barry. —¡Y los dos les demostraremos de lo que son capaces un as del frente batalla y la campeona de la región de Sinnoh! Barry pasó su brazo por el hombro de Dawn juntándola más a él antes de lanzar el reto a los gemelos. Dawn solo suspiró resignada ante el deseo de combatir de su pareja, pero aun así no pudo evitar sonreír dulcemente mientras veía la expresión decida de Barry. Ah, ahí estaba, la sonrisa que nadie nunca pudo ganar de parte de Akari ahora era reflejada en la chica frente a él. El amargo recuerdo de la débil y tensa sonrisa de Akari volvió a él, ahora, comparada con la sonrisa de Dawn, la sonrisa de Akari era... Triste... ¿Sería Dawn una descendiente de Akari? Y si lo fuera ¿Ella logró encontrar su felicidad en el pasado? ¿Una lo suficientemente fuerte como para no volver a su tiempo? Había tantas preguntas revoloteando en su cabeza, pero tenía que sentarse en el ahora, en su presente. —¡Bravo! ¡Tu determinación es increíble, será un honor medirnos en combate contra ti! —Ustedes tienen muuuucho potencial, estoy seguro que nuestra batalla será inolvidable. Los jóvenes retadores se animaron al escucharlos, llenándose de una determinación y un deseo de combatir que se veía reflejada en sus ojos. —¡Pueden contar con eso, Dawn y yo somos una combinación imparable y no pensamos perder! —Estoy de acuerdo, ya que estamos aquí tenemos planeado hacernos con la victoria. Tal vez Ingo y Akari dejaron muchas cosas sin decir, guardando sus más profundas preocupaciones solo para ellos mismos. Pero Ingo deseaba, con todo su corazón, que Akari haya podido sonreír tan honestamente, como lo hacía su joven descendiente ahora mismo.