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El Clan Perla fue muy amable al tomarlo como uno de los suyos. Después de desmayarse en la fría nieve por correr aterrado, el calor de una fogata era más que bienvenido sumando a eso una pequeña niña rubia de ojos azules le ofreció un plato de comida que él aceptó agradecido. Las preguntas no tardaron en llegar ¿Por qué estaba en la montaña de noche? ¿Quién era? ¿De dónde venía? Preguntas para las que él no tenía una respuesta y solo lo hacían sentir muy nervioso e incluso asustado por los ojos sobre él. —No sean tan groseros, denle un respiro al pobre hombre. Solo mírenlo, parece que le va a dar un infarto. La mujer más anciana del Clan habló con seguridad y todos a su alrededor guardaron silencio al instante. Mentalmente le agradeció por haber intervenido por él. —Mira, no se quien eres ni de donde vienes, pero se ve que no estás en condiciones para ser sometido a un interrogatorio. Puedes quedarte esta noche, mañana hablaremos contigo con más calma. —Se lo agradezco señora, estoy en deuda con ustedes. Esos fueron sus primeros recuerdos en Hisui, antes de ser aceptado en el clan perla como uno más, antes de que Lady Sneasler lo escogiera como su guardián y antes de que la chica caída del cielo apareciera en su vida.***
—Recuerdo a un hombre muy parecido a mí con el que combatía y hablaba sobre los pokémon... Solía decir que, más que cualquier otra cosa, le encantaba ganar los combates que libraba... Tal vez no fuera muy considerado de su parte hablar de cosas como estas con alguien que acababa de conocer. Pero él sabía que ella no era de Hisui, que había caído en este mundo desconocido sin previo aviso. Tal como él. Quizás Akari podría entenderlo. —Debió de ser difícil perder tu memoria, tu pasado... Eres realmente fuerte para haber podido salir adelante aún así. —No diría que soy fuerte, solo fui afortunado de ser encontrado por personas que me extendieron una mano cuando más lo necesitaba. —Aún así, salta a la vista que es un hombre excepcional señor Ingo. —Esas palabras significan mucho viviendo de una joven talentosa como tú, Akari, te estoy muy agradecido. —Gracias a usted por guiarme por todo el camino. Espero que pronto sus memorias se aclaren. Aun en la oscuridad de la cueva, sus ojos ya acostumbrados a los lugares sin luz pudieron ver una sonrisa en el rostro de la joven. Algo en él pareció brillar por un momento. Una sonrisa familiar, llena de alegría al ver un hombre vestido de blanco corriendo a su encuentro. Ingo volvió a centrar su mirada al frente. Poniendo una mano encima de su pecho. —Aunque mi memoria se haya desvanecido, hay cosas que el corazón nunca olvida.***
Fue en la Cantera Ancestral donde algo pareció volver a él. Akari y él habían sido alcanzados por Volo, quien quería saber un poco más sobre su pérdida de memoria. El no fue de mucha utilidad, en cambio Akari tenía mucho más que aportar. Fue ahí cuando vio en ella un brillo especial mientras hablaba con Volo. Sus pupilas se dilataron y su sonrisa era más amplia de lo que había visto antes, mientras hablaba con él, ella pareció olvidarse, por un momento, del trayecto que estaban recorriendo, de su misión. Solo parecía tener ojos para Volo. Él reconoció esa mirada y el sentimiento que la provocaba, amor. Algo dentro suyo dolió fuertemente, el recuerdo de unos ojos plateados como los propios devolviéndole la misma mirada que Akari tenía en ese preciso momento vino a él. "No importa si nadie puede saberlo, soy tan feliz de estar contigo, Ingo..." ¿Nadie podía saberlo? ¿Qué quería decir? Alguien lo había visto con el mismo afecto que la joven mostraba ahora ¿Pero ese amor tenía que guardarse en secreto? ¿Acaso era algo que la gente no aprobaría? Volviendo a mirar a Akari y Volo pudo pensar en que si hicieran algo sobre esos sentimientos probablemente tendrían que ocultarlo. Akari aún era bastante joven y Volo ya era un hombre adulto. Tal vez en su vida anterior él pasó por algo similar. Más tarde seguiría recordando más cosas sobre el mundo en el que vivía. Pero nada referente a la persona que le dijo esas palabras tan confusas.***
Akari y él se volvieron muy cercanos luego de eso. Ella venía regularmente al Dojo, no solo a combatir, sino también para hablar de sus viajes y algunas memorias de su pasado. Desde que se conocieron ella pareció ser clave para recuperar de a poco su memoria, pues con su conocimiento sobre su hogar pudo darle nombre a las cosas y personas de sus recuerdos. Recordaba unas grandes máquinas de metal que se movían a gran velocidad bajo el suelo. "Se llama metro, había uno en la ciudad en la que vivía". También recordó a una hermosa mujer de cabello negro, que manejaba a los pokémon eléctrico con gran habilidad. "¡La modelo Elesa! Yo siempre compraba las revistas en las que aparecía". Un pokémon dragón, con cuchillas en su cabeza capaz de cortar lo que se le pusiera enfrente. "Un Haxorus, son criaturas realmente fuertes". Pero siempre había algo que se le escapaba. Un nombre muy importante, un sentimiento muy especial y una sonrisa que hacía temblar su corazón. —¡Ingo! ¡Mira, me compre ropa nueva para mi viaje a las montañas nevadas! Ingo volteó para ver la ropa que tenía tan emocionada a su amiga. Era un atuendo totalmente blanco. Un abrigo para soportar las bajas temperaturas del norte de Hisui. Pantalones y botas del mismo color. Y para terminar una boina encima de su cabeza. —¿Te gusta? Estuve pensando que tal vez si iba toda de blanco podría mezclarme con el entorno y así evitar a los pokémon salvajes más fácilmente, aunque también fue porque se veía muy bonito ¡Hace mucho que no usaba ropa tan bonita! Ya estaba acostumbrada a usar solo... ¿Ingo? El suelo bajo él pareció desaparecer por un momento. Blanco. Ese color tan simple fue la clave para que sus recuerdos lo golpearan como una ola sumergiéndolo hasta el fondo. "Ingo, llevas toda la tarde con ese papeleo, puedes dejarlo para mañana, ahora quiero que me acompañes en nuestra cama" "¡Nuestra combinación es perfecta! Nadie puede detenernos cuando trabajamos en equipo ¡No podría pedir un hermano mejor que tú para acompañarme en combate!" "¿Qué te enseñe a sonreír como yo? Ingo, no necesitas cambiar tu rostro solo porque alguien hizo un comentario grosero, tu cara es realmente linda así como esta" "A veces me molesta no poder tomarte de la mano en público, besarte o decirte que te amo... Pero cada que volvemos a casa todo eso deja de importar, solo somos tú y yo" Emmet. Su hermano, su pareja, su otra mitad. Lo recordaba, lo recordaba todo. No pudo contenerse y salió corriendo en dirección a la cabaña en la que se estaba hospedando durante su tiempo en la villa. Podía oír los gritos de Akari llamándolo, pero no podía procesar las palabras. Solo podía escuchar sus propios latidos desesperados mientras cerraba la puerta tras él y rompía a llorar por recordar lo que había perdido. Emmet, su querido hermanito, ahora estaba siglos en un futuro lejano, solo, sin saber que había sido de él. Su corazón se comprimió al pensar en la angustia que debería estar sintiendo. Pero no podía hacer nada para cambiarlo, solo pudo sollozar patéticamente.***
Los siguientes días se los había pasado encerrado en la cabaña, no tenía fuerzas para levantarse o hacer cualquier otra cosa, sabiendo ahora que moriría antes de que la persona más importante para él viniera al mundo lo hizo sentir como si cualquier esfuerzo fuera en vano. —Ingo, soy yo, por favor, ¿podemos hablar? El no respondió, se sentía mal por ignorar a Akari de esta manera, pero no se sentía en condiciones de mantener una conversación. Así que solo se quedó en silencio esperando que ella se fuera, había funcionado los días anteriores después de todo. Pero esta vez fue diferente, escuchó la puerta abrirse seguido de los pasos de Akari dirigiéndose a su futón. —Ingo, ¿qué sucede? Llevas tan deprimido desde la última vez que te vi, dime que pasa... El siguió sin contestar, si decía algo ahora seguramente volvería a sollozar y no quería que alguien que aún era una niña tuviera que consolar a un hombre de más de 30 años como el. —Por favor, Ingo, eres mi amigo y... Me duele verte así, quiero ayudarte, pero no puedo hacerlo si no sé por lo que estás pasando... La angustia en su voz era genuina. Akari de verdad tenía el corazón más noble que había visto jamás. Aun teniendo una misión tan importante ella todavía dedicaba tiempo para él, viniendo a verlo para ayudar a un hombre tan patético. Él no era merecedor de la amabilidad y amistad de una chica como ella, así que lo mínimo que podría hacer sería despejar sus dudas sobre su situación. Sus huesos crujieron cuando se sentó, después de días sin apenas moverse de su lugar era de esperarse. Cuando finalmente se encontró con los ojos de Akari la preocupación era evidente en ellos, debía de verse deplorable. —Yo... No sé como debería de empezar... —Puedes decirme lo que pasó antes de que salieras corriendo. Yo te escucharé. Y así lo hizo, empezó a hablar sobre cómo sus recuerdos volvieron a él en cuanto la vio vestida de blanco, recordando a su hermano gemelo, Emmet, cómo se sintió consumido por la desesperación al darse cuenta que lo había perdido para siempre, separados por varios siglos entre ellos. Siguió hablando sin poder detenerse, incluso se le escapó el decir la relación tan inmoral que tenía con Emmet y no pudo importarle menos, nuevamente se sentía ahogado por sus propias memorias mientras volvía a llorar. Pero Akari, en su infinita comprensión y ternura, secó sus lágrimas con sus manos. Sus propios ojos también estaban cristalinos mientras lo veía con una amable sonrisa. —Ingo, no tienes porque haberte encerrado con todo ese dolor tu solo, porque no lo estás, tú siempre puedes contar conmigo... Sin poder contenerse la tomó entre sus brazos mientras continuaba llorando y ella acariciaba su espalda mientras le repetía palabras de consuelo. Ingo no se había dado cuenta de lo mucho que necesitaba eso hasta ahora.***
Después de eso él volvió a su lugar en el Dojo, no sin antes darle una visita a Irida por consejo de Akari, ella le había contado de lo preocupada que estuvo por él y lo angustiada que estaba por no poder verlo personalmente con todo el asunto de los pokémon alfa descontrolados. Todos en el clan estaban más que preocupados y saltaron a su encuentro en cuanto lo vieron venir, Irida fue la primera en recibirlo con un fuerte abrazo, olvidándose por un momento de su posición como líder del clan. Él los tranquilizó a todos con una breve explicación, contándoles solo lo superficial sobre la recuperación de su memoria y los sentimientos que estos le trajeron. Ellos lo entendieron, e incluso estaban felices porque, aunque haya sido algo turbulento, los llenaba de paz el saber que había podido recuperarse. Luego de eso él intentó volver a su rutina de antes, pero era algo difícil teniendo ahora el recuerdo de Emmet siempre consigo. Aún así seguía dando lo mejor de sí, pues estaba seguro que Emmet estaría haciendo lo mismo. —Tierra llamando a Ingo, ¿me copias? Ingo volteó a su lado para encontrarse con la sonrisa divertida de Akari sosteniendo una bolsa consigo. —Oh, hola Akari, no me había dado cuenta de que estabas aquí. —Si, se nota a leguas que tu mente no está en Hisui en este momento, pero tengo algo que podría ayudarte a canalizar esos pensamientos. Ella extendió los brazos y le entregó la bolsa. En ella había rollos de papel y tinta para escribir. Debió de verse muy confundido pues ella rápidamente dio una explicación. —Estuve pensando mucho últimamente en todo lo que me dijiste, y entiendo totalmente lo angustiante que es estar tan lejos de tu hogar y familia... —Por un momento su ánimo flaqueó y un poco de su preocupación se filtró en su expresión, pero ella lo hizo a un lado rápidamente. —Así que pensé que podrías al menos dejarle una carta lista para entregarse en cuando llegue la fecha en la que él se encuentre. Se que suena muy trillado pero creo que puedes al menos intentarlo ¿No? El miró otra vez el contenido de la bolsa. Una carta, ¿podría hacer tal cosa para Emmet? Puede que las cartas se perdieran o que simplemente no sobrevivieron al paso del tiempo... Pero, si al menos una de ellas pudiera llegar a sus manos entonces eso sería más que suficiente. Cerró los ojos con fuerza, no podía montar una escena de llanto en medio del campo de entrenamiento. —Akari... Muchas gracias...***
Se dedicó a escribir carta tras carta luego de eso. Escribía sobre cómo se encontraba bien y que esperaba que su hermano también lo estuviera. Cómo le dolía estar separado de él pero seguía en pie, pensando en que él también haría lo mismo. Como, aun después de estar 7 años en Hisui, seguía amándolo tanto como cuando estaba en Unova. Cada carta que escribía la mandaba a la oficina de correo de la villa y después de 34 cartas dejaron de preguntarle si había escrito bien la fecha de entrega. Al escribir el tiempo pasó muy rápido, el último Pokémon Señorial calmado, el festival donde se unieron ambos clanes, el cielo teñido de rojo, la ira de escuchar las falsas acusaciones contra Akari, la pelea en lo alto de la montaña justo debajo de la brecha en el cielo y el regreso de Akari. O lo que quedaba de Akari. Sus ojos habían perdido su brillo habitual luego de eso, su sonrisa era algo raro de ver y su voz era mucho más baja que antes. ¿Akari había sentido la misma preocupación que él ahora tenía por ella cuando recordó a Emmet? Pero ciertamente había algo que diferenciaba ambas situaciones. Akari había sentido alivio después de saber lo que le había pasado. Él, en cambio, sintió odio hacía Volo, por traicionar toda la confianza y afecto que Akari había le depositado. Y aun así, ella le pidió que por favor no se desquitara con rubio en su presencia. Akari, con su corazón tan grande, todavía seguía albergando los mismos sentimientos por él que había mostrado en la Cantera Ancestral.***
"¿Vas a volver también?" "Estaba pensando en quedarme un poco más, aun tengo... Algunas cosas que me gustaría resolver". Esos fueron los últimos recuerdos que Ingo tenía junto a Akari, antes de que todo se volviera luz luego de atravesar el portal abierto por Dialga. El sonido de máquinas a su alrededor perforaron su cabeza mientras abría lentamente sus ojos. Su visión era borrosa, pero podía reconocer que estaba en un cuarto de hospital, uno moderno que no podría existir en Hisui. —Ingo... Esa voz, la lucidez volvió a él de golpe y volteó al lado de su camilla para ver a su querido Emmet, no un recuerdo más, el verdadero. —Por fin despertaste... Como si fueran dos imanes saltaron a los brazos del otro. Se aferraron fuertemente mientras sollozaban, ni siquiera les importó que algún doctor pudiera verlos, en tanto pudieron unieron sus labios en un beso desesperado. Por primera vez en mucho tiempo, el pecho de ambos se sintió ligero. —¡Emmet! ¡Eres tú! Tenía miedo, tanto miedo de no volverte a ver. —Yo también, Ingo, por un momento creí que te había perdido para siempre y jamás volvería a saber de ti. —Emmet le dio unas palmaditas en el brazo antes de separarse de él y mirarlo con la misma sonrisa con la que siempre lo recordó, aún con las lágrimas cayendo por sus mejillas. —Pero entonces... Recibí tus cartas y eso me hizo recuperar algo de mis esperanzas de volverte a ver... ¡Y al final el tiempo me dio la razón! Ninguno de los dos supo cuánto tiempo estuvieron llorando luego de eso, aliviados de que el otro estuviera vivo, aliviados de que las cartas hubieran llegado. Felices de volver a estar juntos otra vez.