ID de la obra: 245

There's gotta be somebody for me like that

Mezcla
R
Finalizada
3
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
¡Vote por el trabajo que más le guste! Puede votar una vez al día.
Promocionada! 0
Tamaño:
172 páginas, 7 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Prohibido en cualquier forma
Compartir:
3 Me gusta 0 Comentarios 1 Para la colección Descargar

La apuesta

Ajustes de texto
There's gotta be somebody for me like that Las manos de Barty bajaban por el torso de Evan hasta llegar a sus caderas. Tenía los ojos cerrados y su cuerpo vibraba. Las olas de sonido lo habían transportado a otra dimensión. El ritmo se apoderaba de su corazón, palpitando al mismo tiempo que el sintetizador, y el tiempo se dilataba y retraía. Los universitarios, con vasos rojos en sus manos, en grupos animados o en parejas improvisadas, bailaban en la sala de la casa de Lucius. Era quien organizaba ese tipo de fiestas donde las drogas pasaban de mano en mano y el alcohol nunca se acababa. La euforia se reflejaba en sus rostros sonrientes y sus movimientos desenfrenados. Los cuerpos estaban tan cerca los unos de los otros que era imposible no sentir la piel de alguien más tocando la tuya. Una de las chicas lo jaló del hombro hacia atrás y compartió sus labios con él. Sabían a cereza y vodka y se movían al son de las luces. Eran una dulce perdición en la que caería una y mil veces. Cortando el beso, Evan intercambió su lugar con Barty y puso una mano en su brazo, pero antes de poder decir otra cosa, un grito interrumpió el momento: —¡Crouch! Volteó la mirada y encontró a Avery entre la multitud acercandose a él. Vestido en un abrigo largo que no se había quitado al entrar, suéter de lana fina, pantalones ajustados y zapatos Oxford. —¡Hey! —Barty le regaló una sonrisa diplomática— ¿Qué tal? Se te extraña en clase. La próxima semana deberíamos… —llevó la mano a la altura de la boca, dos dedos separados, imitando la forma de sujetar un cigarrillo invisible. Inhaló suavemente, como si estuviera disfrutando de una calada. “Fumarnos uno” , era lo que quería decir. —¡Claro! Siempre estoy disponible para tí, Crouch. —Eso me gusta escuchar —le regaló una sonrisa complice y volvió a lo suyo. Estaba en su elemento. Pasó un brazo por encima de los hombros de Evan y se inclinó hacia su oído. —¿Vamos a fumarnos un cigarro? —le gritó sobre el ruido de la música y las conversaciones aledañas.  Evan asintió con la cabeza y los guió hacia el jardín de la casa. Una vez allí, respiró una cala profunda de aire fresco y sacó la caja de Belmonts. La música se escuchaba solo como el eco de lo que pasaba dentro.  —Pensé que odiabas a ese tipo —le dijo Evan con un claro dejo prejuicio. No le agradaba aquel ambiente, no de la misma forma en que a Barty. Estaba dispuesto a acompañarlo, vivir la experiencia, disfrutar el momento, pero: “Siento que para tí significa algo diferente” , le había dicho una noche después de un porro y cuatro cervezas, “que llegamos aquí con razones muy distintas”. Barty no entendía a qué se refería. —Sí, lo detesto —admitió tranquilo. Encendió un cigarro y le ofreció otro a Evan, quien lo encendió con la ayuda del suyo—, pero vende las mejores onzas del campus —se encogió de hombros—. No hace falta hacer enemigos si puedes obtener algo de ellos. Evan puso los ojos en blanco. De las puertas abiertas de la sala de la que habían salido, una chica caminó directamente hacia él. —¿Barty? Vanity. Estaba cubierta por un vestido largo y transparente color piel que brillaba ante la luz de los reflectores, pero bien podría simplemente no llevar ropa. Sonrió de lado a lado al verla, sin poder ignorar la forma natural en que sus pechos tocaban la tela. Sus ojos bajaron a sus caderas, curvas por las que deslizarse si se lo permitía, y de vuelta a su rostro, que le advertía que tendria que esforzarse para tenerla esa noche. Oh, pero cómo adoraba Barty el juego. Vanity era la combinación perfecta entre desafío y recompensa —¿En dónde estabas? —le dio un beso en la mejilla— Estuve buscándote. Vanity estava mintiendo, pero podía jugar ese juego si ella lo que quería.  —Me sentía algo apagado, pero me acabas de encender, Van —Tomó su mano, levantándola con suavidad mientras la hacía girar. Al mismo tiempo, se mordió el labio, dejando clara su intención—. Te ves… ¡ufff! Vanity puso los ojos en blanco y miró de reojo a Evan, como si no entendiera qué estaba haciendo allí aún. Se enfocó de nuevo en Barty y jaló de su corbata. —¿Qué tal si vamos al jacuzzi? —dijo mientras enredaba un dedo en el cabello de Barty, trazando pequeños círculos. —Barty… —intentó interrumpir Evan. —¡Por supuesto! —respondió sin dudarlo. No había forma de que dejara pasar la oportunidad de enrollarse con Vanity. Si Regulus hubiera estado allí, ya se hubiera burlado de él: “Barty se acostaría hasta con un sacapuntas si tuviera falda” . —Barty —volvió a decir Evan. Su voz comenzando a sonar molesta. —Te veo más tarde, ¿vale? El rubio bufó por lo bajo y puso los ojos en blanco, pero no se opuso. Nunca lo hacía. Nunca se metía en los asuntos de Barty. —Como sea —lo tomó del codo y lo detuvo, ojos serios y determinados—, pero recuerda que quedamos de ver a Regulus en hora y media, en el dormitorio. —Tranquilo Evan —le regaló una sonrisa tranquila—, puedo ser rápido —respondió pícaramente y le guiñó el ojo—. Estaré ahí a tiempo —se acercó y dejó un húmedo y exagerado beso en su mejilla antes de dejarse alejar por la fuerza del jalón de Vanity, quien lo estaba arrastrando hacia una de las esquinas del patio hacia el jacuzzi. Lo último que notó, fue como Evan suspiraba con desidia, ojos fijos en el agua turbia de la piscina, y tiraba el cigarrillo a medio fumar en ella.   ════ ⋆★⋆ ════     Regulus estaba nervioso como pocas veces en su vida.  Le había dicho a James que no necesitaban hacer un gran anuncio oficial, pero su novio le había pedido, al menos, poco a poco, ir confesando el secreto de su relación a sus amigos más cercanos. No tenía muchos de esos. Su círculo consistía de dos idiotas y la persona más genial que conocía: Evan, Barty y Pandora. Pero era importante para él que al menos, ellos fueran los primeros en enterarse y que no lo escucharan de otras fuentes. Y le parecía que él y James ya no estaban siendo tan discretos como pensaban, lo que eventualmente llevaría a que alguien se enterara y dispersara el chisme. No que a Regulus le importara lo que dijeran los demás, pero sí le importaba lo que pensaran sus amigos. Porque sí, Regulus Black estaba saliendo oficialmente con James Potter, y aquello no era fácil de asimilar. Sobre todo porque jamás le había contado a nadie sobre su relación. Ni cuando lo conoció, ni cuando comenzaron a pretender que no salían, ni cuando al fin admitieron que les gustaba pasar tiempo el uno con el otro, ni cuando se dio cuenta de que quería vivir para siempre de sus labios. Estaba sentado sobre la cama de Barty, con la mirada fija en la pared, las manos sobre las piernas y el terror escrito en sus ojos. No tenía idea del camino que iba a tomar esa discusión. Había tenido tiempo para charlar con Evan y Pandora sobre otras cosas, pero había decidido soltar la bomba cuando estuvieran todos presentes. Barty entró al dormitorio veinte minutos después de la hora acordada, subiéndose la cremallera al darse cuenta de que no lo había hecho antes y ajustando sus pantalones. Olía a cloro y humo. Traía el cabello mojado, su rostro estaba lleno de purpurina y a su camiseta le faltaban varios botones. Claras señales de que había tenido un acostón con alguien esa noche.  Pandora, que estaba sentada al lado de Regulus con una mano sobre la suya, se percató de la atención que le dio Evan al entrar; sentado desde el escritorio, mirandolo de reojo mientras iba de un lado a otro de la habitación buscando una camiseta para cambiarse. —¿Qué era tan importante que no podía esperar hasta mañana? —preguntó casualmente Barty. No arrastraba las palabras, probablemente se le había bajado la borrachera. —Tengo algo que decirles y no podía esperar más—la voz de Regulus era distante, lo suficiente fría para hacer que Barty se detuviera por un segundo, olvidando que seguía con el torso desnudo, y se sentara a un lado de Evan. Evan se levantó de inmediato y se sentó sobre su cama, lejos de él. —¿Qué pasó? —preguntó Barty más serio. —¿Estás bien? —Evan miró a Regulus con preocupación. —Sí —respondió rápidamente—, pero tengo que confesarles algo. La razón por la que los había llamado a todos a mitad de la noche era que Regulus en verdad había querido ir a esa estúpida fiesta con James. Besar a James. Bailar con James. Y no había podido hacerlo porque nadie sabía aún de su relación. —Mierda, con esa cara parece que nos vas a decir que mataste a alguien —Barty se rió por lo bajo. —Espera, ¿mataste a alguien? —preguntó Evan—. Porque eso se puede arreglar. —¿Qué? Evan…  Pandora miró a su hermano de reojo. —¿Enserio, Ev? —No, no. Regulus —siguió Barty—. Evan tiene razón. Podemos solucionarlo. No será fácil pero tengo un par de amigos que… —¡No! ¿Qué carajos? No vine a confesarles que asesiné a alguien —suspiró con cansancio y miró a Pandora a los ojos, buscando la fuerza que necesitaba. Se llevó una mano al puente de la nariz. Pandora se rió suavemente pero asintió en su dirección. Tal vez dandole ánimos sin saber para qué. Tal vez, de todos ellos, ella fue la que siempre lo supo sin necesidad de decirlo en voz alta. Regulus decidió solo lanzarlo fuera, al universo: —Está bien: Soy gay, me gustan los chicos —soltó repentinamente. Los cuatro se quedaron envueltos en un silencio sepulcral, no tan sorprendidos como esperaba, pero definitivamente sin saber cómo reaccionar. Bien, segunda bomba: —Y estoy saliendo con James Potter —Barty y Evan se miraron confundidos. Pandora fijó la mirada en el suelo como si fuera la cosa más interesante de la habitación. Pasaron unos segundos más en silencio antes de que Regulus perdiera la paciencia—. ¡Digan algo! —los presionó. Luego meneó la cabeza de un lado a otro, negando cederles el control de la situación. —No —se rió amargamente y levantó una mano en el aire frente a ellos—. Como sea, no me importa qué piensen. Esta es la situación y tendrán que lidiar con ella. Estoy saliendo con James Potter. —¿James Potter? —preguntó Barty confundido—. ¿Por qué Potter? —¿Qué? —Me parece maravilloso, Reggie —interrumpió amablemente Pandora a su lado y le dedicó una sonrisa calmante—. James parece un un buen chico. —Barty —lo detuvo Evan al mismo tiempo—, esto es algo importante para Reggie. —¿Por qué no lo había mencionado antes entonces? Evan lo miró de mala gana y contrajo la mandíbula con impaciencia, como lo hacía cuando Barty lo sacaba de quicio. —¿Qué importa? Lo está haciendo ahora. —Estaba en su derecho de no decírnoslo —alegó Pandora, su más fiel defensora. A veces le parecía que pondría a Regulus incluso antes que a su propio hermano—y nosotros, como sus buenos amigos, deberíamos demostrarle lo felices que estamos por él. Barty bufó con sarcasmo. —¡No! Los tres se miraron confundidos en silencio. —¿No? —preguntó Evan, su tono cargado de incredulidad. Su mandíbula se tensó, como si estuviera conteniendo un impulso. Respiró hondo, pero el aire parecía no ser suficiente para calmarlo, y un músculo palpitó en su mejilla. —No me agrada Potter ¿Por qué no sales con alguien más? Podría presentarte a un par de personas. Tengo un amigo que conoce a alguien que le gustan los hombres. —Barty… —dijo Evan entre dientes. —Espera, espera —lo detuvo Regulus—. Entonces no tienes problema con que salga con otro chico… —entrecerró los ojos en su dirección—, pero ¿tienes un problema con que esa persona sea James Potter? Barty alzó las manos en el aire con desesperación. —¡Claro! Reggie no me puede importar menos si te follas un extraterrestre. Haz lo que quieras. Pero, ¿Potter? ¿Qué carajos viste en ese simio? No lo soporto, es un niño mimado y pretencioso. —Tu eres un niño mimado y pretencioso —le reclamó Pandora. Barty entrecerró los ojos y le envió una mirada de rencor. —Bueno, estoy saliendo con Potter porque… —comenzó Regulus. Puso los ojos en blanco—. Estoy saliendo con James porque estoy enamorado de él, Barty —parecía que le estuvieran arrancando las palabras con una pinza. Barty se cruzó de brazos y se paró erguido frente a sus tres mejores amigos, indispuesto a cambiar de opinión sin importar lo que Regulus tuviera que decir al respecto. —¿Hace cuánto tiempo que están saliendo? —preguntó Evan después de unos segundos. interrumpiendo el silencio que se había generado mientras Barty pensaba. —¿No puedes enamorarte de alguien más? —siguió Barty— ¿Alguien que no tenga complejo de Golden Retriever y una estúpida sonrisa en el rostro todo el tiempo como si cagara arcoíris? —No, Crouch. No decides de quién te enamoras —le respondió Regulus irritado—. Si alguna vez lo hubieras experimentado, lo sabrías. —¡Pff! Por favor. El amor está sobrevalorado. —No podrías reconocer el amor aunque te viera directo a los ojos—lo retó. —¿Quieres apostar? —Basta, creo que eso es suficiente —Evan se puso entre los dos e intentó detener el enfrentamiento, pero sus amigos siguieron discutiendo como si no estuviera allí.  —¡Me parece maravilloso! ¡Apostemos! Mil libras a que no puedes enamorarte de alguien para San Valentín. —Trato. Y si yo gano, terminas tu relación con James. —¿Qué? —Evan miró a Barty como si hubiera perdido la cabeza— No puedes pedirle que haga eso. —Todos deberiamos respirar y pensar bien las cosas —alegó Pandora. —Trato —afirmó Regulus seguro. Tres cabezas se voltearon para mirarlo con sorpresa. —¿Enserio? —le preguntó Barty—, ¿así de fácil? —Así de fácil —lo desafió Regulus, levantando el mentón. —Entonces es un trato —dijo por segunda vez Barty, reconfirmando la negociación. Tal vez un poco escéptico de que todo hubiera sido tan rápido.   ════ ⋆★⋆ ════   Pasaron unos segundos en los que ninguno supo cómo cortar con la repentina tensión de la habitación. Les sirvió para caer en la realización de lo que había sucedido. Regulus tenía un novio, y ese novio era James Potter, quien ahora también sería parte de sus vidas por afinidad. Mierda. ¿En verdad tenía que llegar Regulus y arruinar todo de esa forma? No le gustaba eso. No le gustaba ni un poco. Miró a su alrededor, las sábanas deshechas y la pila de libros sin leer en su estante, buscando qué era lo que le molestaba. Se sentía acorralado. No le gustaba el cambio. Estaban creciendo, tomando caminos diferentes. Iba a pasar inevitablemente, pero esperaba tener más tiempo. No estaba preparado para perderlos aún, tenía que hacer lo posible por intentar que no sucediera. Doble mierda , no tenía ganas de lidiar con eso ahora. Pasó un rato bastante bueno con Vanity en el jacuzzi y había sido el final perfecto para su noche. —Como sea, ahora voy a tener que sacarme ese mal sabor de boca con otra cosa ¿Quieren salir de aquí? Si voy a tener que soportar otras cuatro semanas escuchando el nombre de Potter salir de tu boca —se enfocó en Regulus—, es mejor que comience a perder la razón desde ahora con algo de alcohol. —No suena como la mejor idea… —alegó Pandora. —La Cabeza de Puerco aún sigue abierta —sugirió Regulus impasivo. Estaba tomandose eso con una tranquilidad impresionante. —¡Perfecto! La Cabeza de Puerco entonces.   ════ ⋆★⋆ ════   Evan los miraba a ambos confundido, claramente no estaba entendiendo nada. ¿Cómo habían pasado de un tema a otro tan rápido? Barty tomó una camiseta limpia del buró de Evan, la camiseta de franela blanca que más le gustaba usar. Se la pasó por la cabeza y cruzó la puerta sin decir nada más. Y solo quedaron tres… —Yo diría que eso fue bastante bien, ¿no? —preguntó Regulus con una sonrisa complaciente en el rostro, y se rió por lo bajo. Pandora lo miró extrañada por un segundo, la frente arrugada y las manos entrelazadas frente a ella. Evan conocía esa mirada, estaba intentando entender sus motivos. Tal vez, incluso, estaba fascinada con ellos. —¿Qué crees que estás haciendo, Reg? —le preguntó acusatoria. —Arreglando el problema. —¿Cómo crees que eso va a arreglar el problema? —No hay ningun problema que arreglar —interrumpió Evan-. Si Barty no puede aceptarlo solo... dejalo hacer su rabieta y se le pasará en unas semanas. Regulus sonrió. Un intercambio de miradas con Pandora le indicó que había una conversación paralela que no estaba entendiendo. —No sé qué decir —Evan suspiró—. Me parece una reverenda tontería lo que están haciendo. —Oh, Evs, pero tu eres el que está completamente perdido por ese simio —bromeó, y le revolvió el cabello con una mano mientras salían por el marco de la puerta. —Cállate. Nadie está perdido por nada —le respondió de mala gana mientras se acomodaba algunos mechones de cabello suelto.   Pandora no los acompañó al bar, alegando que tenía que estudiar para uno de sus exámenes de psicología. No hablaron sobre James por el resto de la noche, pero Barty acabó totalmente destruido.    Shot. Shot. Shot. Shot.   La música no era tan abrumadora en el bar de los Weasley como lo había sido en la fiesta de Malfoy.   Stay by my side When the nightmare goes I've been feeling distant Just way out of control But I laugh inside Just so you can glow in the dark When it's time for me So just stay   En algún punto de la noche, Barty le confesó a Regulus que siempre había sospechado que bateaba para el otro equipo. Le preguntó si alguna vez se había sentido atraído por él.  —Por supuesto que no —respondió Regulus, pero Evan sabía que Barty había jugado un gran papel en su despertar sexual y… no lo culpaba. Tuvieron que sacar a Barty del bar a empujones cuando intentó subirse a la barra para cantarle:  “Total eclipse of a heart” a Regulus y, después de eso, la noche llegó a su final. —Ustedes me aman, ¿cierto? —preguntó cuando se encontraban de camino al dormitorio, incapaz de dar dos pasos por sí solo. Tenía ambos brazos sobre cada uno de los hombros de sus mejores amigos, usándolos de soporte. Lo tiraron sobre su cama y respiraron profundamente, recuperando el aire que habían perdido por el cansancio. —Sí, Barty —le aseguró Regulus cansado—. Te amamos. Evan puso los ojos en blanco, pero no dijo nada, y Barty se quedó dormido minutos después. Probablemente ni siquiera lo fuera a recordar, pero la pregunta retumbó en su cabeza por el resto de la noche. Ustedes me aman, ¿cierto? Vaya ironía.     ════ ⋆★⋆ ════     Regulus era el mejor amigo de Barty, y de no ser porque Regulus ya tenía un obstinado y molesto hermano mayor, también sería eso para él.  Nunca les había hablado mucho de su sexualidad. Evan y él habían asumido que simplemente no estaba interesado. Pandora los había preparado mentalmente para aceptar que tal vez estaba en el espectro asexual. Honestamente, a Barty no podía interesarle en lo absoluto si prefería dar o recibir y con qué instrumental lo quería hacer siempre y cuando no lo hirieran, algo que nunca admitiría en voz alta. James Potter le parecía la persona perfecta para romperle el corazón. Así que había lidiado con el mal presentimiento instalado en el fondo de su estómago de la única manera que conocía. Alcohol y mujeres. —Crouch. Emma le tronó los dedos frente a la cara, tratando de recuperar su atención. La música del apartamento en el que se celebraba la fiesta de aquel día inundaba cada rincón vacío del lugar, las luces estaban apagadas, solo los alumbraba el tenue esplendor de la luz ultravioleta y todos estaban cubiertos en pintura neón. Barty había fumado demasiada hierba, solo podía concentrarse en una cosa a la vez, y, actualmente, no era el bombón sentado en su regazo con el que tenía sexo casual cuando ambos estaban totalmente perdidos, era Regulus Black y James Potter.  —Sí, perdón. La chica suspiró con cansancio y cruzó los brazos en su pecho. —Pensé que querías saber más sobre mí —le dijo con cinismo. —Sí —se acomodó en el sofá—, cierto. ¿Qué estabas diciendo, linda? Con otro suspiro, la chica lo montó a arcadas y puso los ojos en blanco. —¿Al menos vamos a follar, Barty? Abrió levemente la boca sorprendido, su línea de pensamientos volando hacia más furtivos, calientes e interesantes temas. Sus labios buscaron el camino hacia su oído, rozando levemente la delicada piel de su lóbulo y susurró con una sonrisa: —¿Aquí frente a todos? La chica puso los ojos en blanco pero le regaló una sonrisa pícara. —Te veo en cinco en el baño —le respondió al oído antes de tomar su miembro en la mano, apretarlo, y luego alejarse como si nada hubiera pasado. Mierda. Tal vez Barty no iba a ganar esa apuesta, pero tenía que celebrar las pequeñas victorias.   ════ ⋆★⋆ ════   Tres días después de haber decretado que conocería a alguien por quien sintiera… algo antes de San Valentín, Barty se encontraba, a falta de ideas, considerando aliarse con el enemigo. Primero intentó integrarse a un ambiente diferente, con la esperanza de encontrar, entre personas que no lo conocían a él ni a su reputación, alguien con quien “conectar”.  Viajó dos horas hacia las afueras de Oxford, a la fiesta del primo del amigo de Diggory; y así fue como conoció a Mary Macdonnald, estudiante becada de ciberseguridad en Durmstrang -Cambridge-, sólo un año mayor que él, excelentes piernas; sus ojos y la manera en que gobernaba la conversación eran sus mejores cualidades. No solo era su tipo, también era su propia persona, pero después de haber pasado toda la noche escuchándola quejarse sobre su compañero de piso, un tal Peter, cuando fue hora de cerrar el trato, sucedió algo insólito. —Un momento —puso una mano sobre su pecho y lo detuvo—, dijiste que no querías algo casual. —Sí —la miró confundido—. No, no quiero algo casual. Mary soltó una risa por lo bajo, pasó su dedo de arriba abajo por su torso desnudo, y se lo llevó a los labios, provocando y mirándolo como si lo tuviera exactamente donde lo quería. —No follo en la primera cita, vaquero—le dijo con gracia. —¿Qué? ¿Qué clase de regla estúpida es esa? Mary frunció el ceño, le dio una palmada en el pecho, empujándolo lejos de ella y se rió por lo bajo, como si supiera la respuesta a un chiste que él no había escuchado. —Además, aunque lo hiciera, no te ves como el tipo de chico con el que se puede tener algo más allá de una buena noche. Mary no se había quitado más que la chaqueta de cuero cubierta en parches con la que había llegado, pero la recogió del suelo, se la puso de nuevo y dejó un beso en su mejilla. —Buena suerte —sonrió de lado—, la vas a necesitar.   ════ ⋆★⋆ ════ Barty regresó a su dormitorio casi al amanecer, aún exitado e insatisfecho, y encontró a Evan aún despierto, mirando hacia el techo, metido profundamente en las imágenes de su propia mente. —¿Dió resultado? ¿Conociste a alguien? —le preguntó desde la cama, con la voz ronca y la mirada perdida. Barty entró al baño pero dejó la puerta semi abierta para escuchar a Evan desde el otro lado de la habitación. —Conocí a una chica… —tomó el cepillo de dientes y puso la pasta dental sobre él, solo una gota—, las cosas iban bien pero cuando estábamos a punto de consumar nuestro amor de la manera más natural en que un hombre y una mujer pueden hacerlo —Evan resopló por lo bajo. Barty pasó el cepillo bajo el agua y comenzó a cepillarse los dientes—, dijo que “no me veía como alguien con quien pudiera tener algo más que solo una noche de diversión”. ¿Qué carajos significa eso? Evan se rió suavemente desde el otro lado de la habitación y sonrió disimuladamente, haciendo que Barty se sintiera realmente estúpido. —Tal vez tienes que abordarlo de otra manera, tratar de crear una conexión íntima, más allá de lo físico, ¿empezar a ver a las personas como más que solo sexo? No lo sé. Probablemente yo no sea el mejor para decirte qué hacer. Barty hizo gárgaras de agua y escupió en el lavado los restos de pasta dental. Se apoyó en el marco de la puerta y miró a Evan preocupado. —Tal vez no lo entiendo, ¿cómo lo hacen los demás? ¿Cómo consiguen esa “conexión íntima” ? Después de toda una noche escuchándola hablar sobre sus amigas y su molesto compañero de apartamento, lo único que encontré medianamente interesante fue el hecho de que no vivía muy lejos de la casa en la que estábamos. Evan se encogió de hombros y lo miró de reojo con afecto. —¿Barty?  —¿Qué? —¿Estás usando mi cepillo de dientes? Barty analizó el cepillo de dientes que tenía entre manos y se encogió de hombros, restándole importancia. —Siempre olvido de qué color es el tuyo. Su mejor amigo asintió con la cabeza y sonrió de nuevo.  —¿Te molesta si me fumo un cigarrillo antes de ir a dormir? Evan negó con la cabeza y se dió media vuelta, arropándose por completo con la sábana y cerrando los ojos. Por segunda vez en la noche -o día- sintió esa noción natural y clara flotar en el aire sin poder entenderla. Había algo que se le estaba escapando. Algo que aún no había entendido. Algo que los demás tenían claro y él no. Mientras fumaba, ocasionalmente, sus ojos volvían al bulto de sábanas bajo el cual se encontraba su mejor amigo y sentía algo arrugarse en el centro de su pecho. ¿Sería Evan el siguiente? ¿Cuánto faltaba para que también lo abandonara? Barty se negaba a ser el último de ellos. Así fue como se encontró a sí mismo poniendo pie en el ala este de la universidad de Hogwarts, a un lado de los dormitorios de Gryffindor (un lugar que evitaba cuando podía), y entrando en la biblioteca en busca de James Potter, de todas las personas. —Lover boy, necesito tu asistencia —se sentó a su lado haciendo un ruido estruendoso. James levantó la cabeza y sus ojos se ensancharon como pelotas de tenis al ver de quién se trataba. En sus tres años en Hogwarts, Barty nunca le había dirigido la palabra. No significa que no hubieran interactuado, al revés, cada que podía, Crouch se encargaba de hacerlo sentir como si pudiera traspasarlo con la mirada. Sus ojos decían: “No me agradas”. —Hola —tartamudeó confundido y miró hacia ambas direcciones esperando ver a Regulus tras él, pero solo era Barty. —De ser posible, evitaría esto a toda costa, pero hay momentos en la vida, Potter, en los que se debe dejar el ego de lado por un bien mayor mucho más importante. —¿Qué-  —Entiendo que esta es tu área de experiencia… —¿Mi área de experiencia? —El… —Barty suspiró y puso los ojos en blanco— amor. Las citas. Las relaciones. —No estoy entendiendo nada —admitió James escondiendo la gracia que le causaba todo eso. Barty tronó los dedos frente a él y lo miró con los ojos entrecerrados. —Lover boy, lleva el ritmo. Necesito tu ayuda para hacer que alguien se enamore de mí antes de San Valentín. James resopló por lo bajo y luego sonrió de lado a lado, fascinado por la propuesta. Barty podría haber vomitado allí mismo, pero no lo hizo, en cambio continuó con la negociación como si eso se tratara de una de las asignaciones del profesor Flitwhich -su maestro de relaciones públicas-. —Esta es la situación… —comenzó a explicar. James lo interrumpió. —Un momento, ¿Qué es lo que yo gano ayudándote? —¿Qué es lo que- —Barty apretó la mandíbula— ¿Qué es lo que ganas? —Sí, dijiste que necesitas mi ayuda pero ¿Qué voy a ganar yo en todo esto? Barty no podía creer lo que estaba escuchando. —Dejaré esto claro, Potter. No me agradas. Nunca me has agradado. ¿Has escuchado el dicho de “no todo lo que brilla es oro” ? Eso es exactamente lo que pienso de tí. Pienso que detrás de esa sonrisa de héroe y “ buenas intenciones” hay algo extraño y seriamente malo, y no puedo esperar a que Regulus averigue qué es para partirte la cara cuando, indiscutiblemente, le rompas el corazón —James lo miró con sorpresa e intentó interrumpirlo, pero Barty levantó una mano en el aire—. Ahórrate las explicaciones, no me interesan. ¿Quieres hacer algo útil? Entonces necesito que me ayudes a ganar esta apuesta. Tengo que hacer que alguien se enamore de mí antes de San Valentín. A James le tomó unos segundos recuperarse de la bomba de información con la que lo había arrollado Barty. Su rostro se contrajo con duda y desilusión por un segundo, sus cejas fruncidas y sus labios apretados; pero, en su defensa, lo superó bastante rápido. —De acuerdo —trató de recolectar sus pensamientos—, no vamos a desempacar todo lo que acabas de decir ahora, aunque tengo que admitir que estoy… sorprendido —Barty bufó por lo bajo—, pero ¿sabes qué? Te tengo una contrapropuesta, yo también estoy en un apuro y podríamos ayudarnos el uno al otro. Barty esperó a que James mencionara su precio. —¿Qué quieres que haga por tí? James le dedicó media sonrisa. —Quiero darle el mejor regalo de San Valentín a Regulus y ¿quién mejor para ayudarme a hacerlo que su mejor amigo? —le dió una palmada de comadrería en la espalda, a la cual respondió con una mueca de desagrado.  La serpiente respiró profundo, canalizando la paciencia de su línea ancestral para no irse de allí en ese mismo momento. Lo evaluó por unos segundos. Los pros y los contras.  Si su plan funcionaba y ganaba la apuesta, en realidad no tendría que hacer nada por James. Regulus terminaría su estúpida relación con Potter y todo volvería a la normalidad: Evan, Barty y Regulus; la manera en la que siempre había sido, la manera en que debían de ser las cosas. Barty no compartía con nadie. —De acuerdo —respondió de mala gana. —¡Genial! —exclamó James emocionado. Barty quería tirarse del puente más cercano. —¿Cómo hacemos esto? —preguntó directamente, indispuesto a perder un solo segundo más en la compañía del león. —Déjame pensar… —se rascó la cabeza con una mano—, nunca he hecho esto. ¿Por qué no me cuentas un poco sobre la situación? —El objetivo es lograr que alguien se enamoré o… que yo me enamore de alguien antes de San Valentín —Barty no había entendido muy bien el propósito de la apuesta. —Bueno, ¿qué es? ¿Que alguien se enamore de tí o que tu te enamores de alguien? Son dos cosas muy diferentes. —¿Lo son? James abrió los ojos como platos y volvió a reír. Una risa honesta desde lo más profundo de su pecho. —Tenemos mucho trabajo por delante.
3 Me gusta 0 Comentarios 1 Para la colección Descargar
Comentarios (0)