Mary Macdonald
28 de junio de 2025, 19:04
Mary Macdonald
Regulus tenía un mal presentimiento sobre esta nueva alianza entre Barty y James. Cuando ambos se acercaron con el propósito de aclarar los términos de la apuesta, entendió rápidamente que Barty no le había contado la historia completa a su novio (en específico la parte en la que, si ganaba, dejaría de salir con él); pero no podía siquiera imaginar la ilusión desaparecer de los ojos de James cuando se enterara de que su mejor amigo sólo quería ganar la apuesta para apartarlo de su vida, y aunque podía haberlo expuesto en ese momento, no lo hizo.
Si eso era una buena o mala decisión, suponía que lo descubriría más tarde.
—Bueno, es complicado… —comenzó Regulus.
—¿Complicado? —preguntó Barty defensivo.
—Si establecemos que la regla es que debes enamorarte de alguien antes de San Valentín solo dirás que lo hiciste aunque no sea verdad.
—Yo nunca… —comenzó a debatir Barty, pero Regulus lo detuvo rápidamente.
—Te conozco mejor que tú mismo, Crouch —Barty entrecerró los ojos en su dirección—. Harías todo para ganar.
Necesitaba pensar bien aquello.
Regulus tomó la mano de James bajo la mesa. Siempre pensaba mejor cuando sentía su piel cálida sobre la suya, lo hacía sentir con los pies en la tierra, aclaraba las aguas turbias de sus tormentosos pensamientos. Era un chiste recurrente:
“Eres mi compás.”
y al mismo tiempo una noción de su vida. No sabría qué hacer sin James. Había vivido veinte años de su vida sin él y en solo un par de meses se había convertido en el punto focal de su mundo, en su norte, su brújula.
—¿Cómo podemos resolver esto? —murmuró pensativo.
James chasqueó los dedos en el aire con emoción.
—¡Ya sé! ¿Qué tal si la condición para ganar es que la otra persona tenga que confesarle su amor? De esa manera no estará en las manos de Barty. Es decir… más o menos, pero no puedes obligar a nadie a enamorarse de otra persona, ¿cierto? No realmente.
—Hmm —Regulus pareció analizarlo por unos segundos antes de decir:—, y cuando lo haga, tú tienes que reciprocar, tienes que hacerlo de regreso.
—¿Vas a creer en mi palabra? ¿Qué te asegura que no mienta y diga que estoy enamorado cuando no es así?
James se rió por lo bajo e intervino:
—Oh, ¡Lo sabrá! Creeme, algo así no se puede ocultar.
Barty no entendía a qué se refería.
Podía ser muchas cosas: interesado, escéptico, hedonista; pero nunca, jamás había sido un mentiroso acerca de las cosas que le importaban. Si algún día esas dos palabras dejaban sus labios, solo sería porque realmente las sentía. ¿Qué necesidad había de decirlas si no era así? Se estaría engañando y traicionando a sí mismo.
Barty era muchas cosas, pero nunca un traidor.
Suspiró y miró al horizonte con ira.
Aquello era estúpido, ¿verdad? Porque Barty no creía en el amor, nunca lo había sentido, no lo entendía ni lo anhelaba. Decirlo no significaba nada. Eventualmente tendría que fingirlo, tendría que estar dispuesto a traicionarse a sí mismo. ¿Estaba dispuesto?
Hasta ese momento no había evaluado, realmente, la dificultad de lo que le estaba pidiendo Regulus; pero no iba a dar el pie a torcer, no ahora que estaba tan cerca de conseguir lo que quería. No cuando era su última oportunidad de detener el cambio que parecía inevitable en sus vidas. No cuando su amistad con Regulus estaba de por medio.
Regulus y él se dieron la mano, y de esa forma cerraron el trato.
Todavía tenía tres semanas por delante para descubrir qué tanto estaba dispuesto a hacer por sus amigos.
—Potter, ¡vámonos! Tenemos cosas importantes de las que hablar.
James lo siguió por los pasillos sin chistar y una vez que estuvieron lejos de la cafetería, de camino hacia el gran patio empedrado, comenzó la verdadera planificación de su estrategia.
—¿Qué has intentado hasta ahora? —fue la primera pregunta de James.
—Bueno, la noche pasada estuve en una fiesta en Cambridge y conocí a una chica llamada Mary, pero las cosas no salieron como esperaba.
James lo miró con sospecha.
—Desarrolla.
Barty suspiró.
—Cuando estábamos a punto de hacerlo dijo que
“no me veía como el tipo de chico con el que se podía estar más de una noche”
.
James analizó sus palabras sin prejuicio, como si aquello fuera una movida de ajedrez en el juego de su vida.
—¿Por qué te acercaste a ella?
Barty se encogió de hombros.
—Estudiamos la misma carrera, pudimos haber tenido alguna conversación interesante, supongo.
Barty había desafiado a su padre cuando, no solo entretuvo la idea de perseguir la carrera de Marketing en Hogwarts, sino que la convirtió en realidad. Nunca lo perdonó por haber desperdiciado su “
potencial
” y “
privilegio
” en una ciencia tan mundana.
Le gustaba la idea de poder moldear el inconsciente de las personas a su favor. De alguna forma su carrera sacaba en él su lado maquiavélico, y podía ver la misma pasión desenfrenada por tener el control en Mary. Tal vez por eso se había acercado a ella. Sabía lo que quería y cómo conseguirlo; y, de alguna forma, a Barty le quemaba que no lo quisiera a él.
—Pero ¿no la tuvieron?
—Eh —Barty se rascó la cabeza con pereza y decidió ser honesto—, la verdad desde que empezó a hablar mi cerebro se apagó. ¿Qué puedo decir? Es la costumbre.
Pandora, en uno de esos días en los que trataba de armar un perfíl psicológico de cada uno de sus amigos, le había dicho que era su
mejor
mecanismo de defensa.
“Es fascinante la manera en que tu cerebro se desconecta cuando existe la posibilidad de que crees lazos afectivos que puedan herirte.”
A Barty no le gustaba que lo psicoanalizaran.
—¿De qué hablaron durante la noche entonces?
—Me contó sobre sus amigos y su patética excusa de compañero de apartamento.
—¿Y tú? ¿Qué le dijiste?
—¿Qué le dije? —Barty frunció el ceño.
—Sí, ella te contó sobre sus amigos y tú ¿sobre qué le hablaste?
Barty miró hacia un lado y hacia el otro, buscando la cámara oculta, porque aquello tenía que ser una broma. ¿Qué demonios esperaba que le dijera? No era como si Barty tuviera mucho que contar.
—Le dije que deberíamos hacer buen uso de su departamento —respondió como si fuera lo más natural del mundo.
—Ah… —James frunció los labios—, tal vez podemos empezar por allí. Podrías intentar salir con alguien con quien te sientas cómodo hablando de tí mismo, de las cosas que te interesan o te gustan.
—Puedo hablar de mi mismo —se quejó, sintiéndose ligeramente ofendido por la subestimación de James.
—¿Por qué no practicamos entonces? —Se sentaron en una banca de piedra frente a la fuente del patio empedrado. Barty estaba de brazos cruzados, malhumorado y fastidiado—. ¿Qué tipo de chicas te agradan? —James lo pensó mejor y puso un dedo en el aire, queriendo corregir lo que había dicho— ¡o chicos! ¡o personas!, cualquiera está bien.
—Me gustan las chicas. No soy… como tú. No todos tenemos que serlo, ¿de acuerdo? —contestó amenazante.
James puso las manos en el aire en señal de rendición.
—Está bien, solo era una pregunta.
Parecía querer indagar más al respecto, pero Barty agradeció que no lo hiciera.
No que tuviera ningún problema con el hecho de que ellos lo fueran, o con sus preferencias, o con nada realmente. Todos eran libres de hacer lo que quisieran, no era su problema, pero ese no era él. Barty era una persona promedio, no había nada especial en él, “
normal
”.
Le gustaban las chicas, siempre las chicas. En especial las chicas decididas y en busca de lo mismo que él: que lo hicieran sentir como si pudiera desaparecer por solo unos minutos, como si pudiera dejar de ser Barty Crouch, totalmente esclavo del placer, de sus manos y sus labios, y con las que no tuviera que conversar después de ello porque estaban en la misma sintonía: aquello solo era casual y eso era, realmente, lo único que podía ofrecer.
—Esta chica… Mary. ¿Es alguien con quien te ves teniendo una cita?
Barty se encogió de hombros.
—Tal vez.
James tronó los dedos en el aire.
—¡Genial! Podríamos empezar por ahí. ¿Tienes su teléfono? —Barty levantó una ceja, por supuesto que no le había pedido su número, y James volvió a su postura pensativa—. De acuerdo, nuestra primera tarea será conseguirlo.
Las campanadas del cambio de clase retumbaron por todos los espacios de la universidad y James se levantó, colocándose la mochila sobre el hombro y estirando sus piernas. Su rostro vigorizante por la emoción del avance que habían hecho brillaba con ánimo, como si él también ganara algo con el éxito de Barty.
Pobre
, no tenía la menor idea.
—Tengo clase —lo apuntó con un dedo en su pecho—. Consigue ese número. Es tu primera misión.
Barty se llevó ambas manos a la cabeza con frustración y pateó el pasto a un lado de su pie.
Antes de levantarse y marcharse también a clase, su teléfono sonó con la canción de la marcha imperial y en la pantalla estaba escrita la frase
“No abrir, muerte dentro”
(Una referencia a Walking Dead que Barty encontraba hilarante, porque la persona al otro lado de la llamada era su padre.)
Desactivó la señal de su teléfono y se lo metió en el bolsillo, esperando olvidarlo.
════ ⋆★⋆ ════
♪ 'Cause nobody wants to be the last one there
'Cause everyone wants to feel like someone cares
Someone to love with my life in their hands
There's gotta be somebody for me like that ♪
Después de su última clase del día se dirigió a su dormitorio. Encontró a Evan sentado sobre su cama, escuchando música a un volumen descomunal y fumándose un porro. En cualquier momento, los chicos de los dormitorios adyacentes vendrían a quejarse del ruido y tendría que pedirles que se metieran en sus propios asuntos a menos de que quisieran amanecer sin camas. No sería la primera vez que los amenazaba. Tampoco sería la primera vez que hacía desaparecer sus camas.
Pasó al lado del altavoz y lo bajó unos cuantos niveles antes de sentarse junto a él.
—Genial, pediste comida.
Abrió la caja de pizza que se encontraba sobre la mesa de noche que compartían. Pizza de champiñones y aceitunas. Pero antes de poder tomar una rebanada con sus manos desnudas, Evan lo detuvo. Negó con la cabeza en silencio y se levantó en busca de uno de los platos de papel y servilletas.
Barty se acomodó en la cama, tomó el cigarrillo que Evan había dejado en el marco de la ventana sobre su cabeza y aspiró: una y dos veces mientras Evan revisaba su pequeño almacén con suministros.
—¿Qué tienes? —preguntó.
—Nada —respondió Barty distraído.
—Ajá.
—Necesito encontrar el número de la chica con la que salí ayer —respondió pensativo.
Lo que fuera para evitar lo que realmente lo tenía tan confundido.
Después de recibir la llamada de su padre, su mente sentía la inutil compulsión de recordarle que era su padre el que le había dicho que era alguien
imposible de amar
.
Evan colocó una de las rebanadas de pizza sobre el plato de papel y comenzó a quitarle las aceitunas y ponerlas en su propio plato.
—Alguien logró capturar tu atención entonces…
Barty se encogió de hombros.
—James dijo que era mejor empezar por ahí.
Evan levantó la cabeza con asombro y se rió por lo bajo. Metió el pedazo de pizza en el microondas y escribió en la pantalla electrónica: quince segundos. Barty odiaba cuando su comida estaba demasiado caliente o demasiado fría.
—James como en….
—Potter —admitió rápidamente Barty—. Sí, le pedí su ayuda. No vamos a hablar de eso.
Evan comenzó a comerse las aceitunas de su plato y se rió suavemente.
—¿Y él aceptó? —le preguntó con curiosidad—. ¿En verdad estás comprometido con eso de la apuesta?
—Algo así.
El microondas dió unos cuántos pitidos y se apagó. Evan sacó la rebanada de pizza y se la tendió a Barty.
—Gracias —le dió un mordisco y casi suelta un gemido de placer. Tenía la temperatura perfecta. No sabía si era el efecto acelerado del porro o el hambre que no se había dado cuenta de que tenía, pero esa pizza sabía a paraíso. La dejó sobre el plato y la miró con curiosidad— ¿Le quitaste las aceitunas?
Evan se encogió de hombros y se sentó de nuevo junto a él en la cama sin darle importancia.
Barty odiaba las aceitunas.
—Gracias.
—No es nada.
Lo miró de reojo y suspiró, sintiendo la calma natural de Evan desvanecer poco a poco su ansiedad.
—Esta canción me recuerda a tí —le dijo antes de acostarse de nuevo en la cama a su lado. Barty hizo lo mismo y ambos se dejaron absorber por el efecto del cigarro y la melodía de la canción.
♪ Tonight, out on the street, out in the moonlight
And dammit, this feels too right
It's just like déjà vu
Me, standing here with you
So I'll be holding my breath, could this be the end?
Is it that moment when I find the one that I'll spend forever with? ♪
—¿Alguna vez te has sentido así? —preguntó Barty.
—¿Cómo?
—Como que lo tienes claro. Como que encontraste a tu persona.
Evan se quedó inusualmente callado por unos segundos. Barty se volteó, esperando encontrarlo dormido, pero seguía con la mirada perdida en el techo, exhalando una bocanada de humo. A pesar de las dudas y la incertidumbre, la música les brindaba un consuelo temporal. Dos partes de angustia y una de esperanza.
♪ 'Cause nobody wants to be the last one there
And everyone wants to feel like someone cares
Someone to love with my life in their hands
There's gotta be somebody for me, oh ♪
Tal vez.
Tal vez había alguien para Barty allí afuera. Tendría que estar igual de roto que él, alguien a quien no pudiera dañar más. ¿En verdad valía la pena dejar entrar a alguien más si lo único que tenía para ofrecer era a sí mismo?
—¿Crees que todos necesitan a alguien? ¿Que es necesario tener a alguien para no sentirse solo?
Evan suspiró.
—Hoy estás particularmente profundo, ¿eh? —Barty frunció los labios y se cruzó de brazos. Evan tenía razón. Estaba actuando particularmente ridículo. Era la apuesta, Regulus, y James Potter; revoloteando en su mente sin pagar renta. Tal vez también era su padre—. ¿Te sientes solo, Barty?
No.
Barty no se sentía solo en ese momento.
—Estoy contigo, ¿no?
La última nota se desvaneció en el aire, dejando un vacío momentáneo. El dormitorio no parecía ser el mismo. El humo se disipaba lentamente, dejando espacio a la luz del atardecer para que se colara por la ventana.
Evan tomó su teléfono y cambió la canción.
—Me gusta esta.
—¿También te recuerda a mí? —bromeó, pero Evan no lo encontró gracioso—. ¿Te pasa algo?
♪ Quiero que me raptes como ayer
Perderme en tu galaxia y no volver
Si alguien me puede alejar de aquí
¿Sabes? Yo te escojo a ti ♪
Evan se puso de lado y lo miró a los ojos.
Barty era de las pocas personas con las que podía sostener contacto visual por tanto tiempo, era algo que había aprendido cuando eran adolescentes, algo que lo hacía especial.
Había pasado mucho tiempo en su vida pensando en los ojos de Evan, imaginando que era el único que los conocía porque era el único que tenía el privilegio de verlos por tanto tiempo. Sus ojos eran un caleidoscopio de colores. Gris, verde y azul. Los de algunas personas parecían un túnel vacío que te llevaba a sus oscuras pupilas, parecía que podías perderte en ellos y nunca volver a encontrar quién eras; los de Evan no eran así, eran como el tronco de un árbol, sólidos y seguros.
Si sus ojos fueran algo, serían su hogar.
♪ Solo tú
Desconéctame
Humanos como tú aquí no hay ♪
Evan no podía dejar de ser su amigo, porque la sola idea de perderlo, de dejar de ser su persona especial, hacía que quisiera gritar de agonía. Lo hacía
sentir
, y Barty no quería sentir nada, porque una vez que abriera esa puerta no habría forma de cerrarla. Se convertiría en otro de los sumisos estudiantes que iban por ahí siendo esclavos de sus propios y estúpidos sentimientos. Tendría que
recordar
, cuando prefería olvidar.
♪ Si alguien me puede alejar de aquí
¿Sabes? Yo te escojo a ti
Solo tú
Desconéctame
Humanos como tú aquí no hay, no hay ♪
—No respondiste mi pregunta —le recordó Barty.
Evan se quedó en silencio de nuevo por un par de segundos.
♪ Te espero cada noche en ansiedad
Te busco en las estrellas y oscuridad
De todos los caminos por seguir
¿Sabes? Yo te escojo a ti
Solo tú
Desconéctame
Humanos como tú aquí no hay, no hay ♪
—Sí, lo he sentido antes —respondió eventualmente, Barty sintió una punzada de dolor en el pecho—, pero ahora creo que estaba equivocado.
Evan había sentido que conoció a la persona correcta.
La persona
correcta
.
¿Quién había sido? ¿Hace cuanto? ¿La conocía? ¿Por qué estaba equivocado? ¿Por qué nunca se lo había contado?
Pensaba que se decían todo.
Tenía que tranquilizarse.
La marihuana, lo había puesto más paranoico de lo normal. No era nada más que un mal viaje.
Evan no se lo había contado porque no había sido lo suficientemente importante para él, porque al final se había equivocado, no era la persona correcta.
Evan seguía siendo su mejor amigo, Barty seguía siendo su lugar seguro, su hogar.
A pesar de que lo estaba carcomiendo la curiosidad y la ansiedad, lo único que terminó diciendo fue:
—No sabe de lo que se pierde —y le regaló una de sus mejores sonrisas, aquellas que, a pesar de lo horrible que hubiera sido su día, solo era capaz de regalarle a Evan.
♪ Piérdeme a millones de años luz
Solo tú
Desconéctame
Humanos como tú aquí no hay, no hay ♪
En ese momento, era suficiente que solo estuvieran ellos dos.
════ ⋆★⋆ ════
Dos días después, Barty había realizado un gran número de llamadas a las personas habían asistido a la fiesta sin resultado alguno. Mary Macdonald era imposible de ubicar.
Al tercer día, James Potter fue su salvación.
—¡No lo vas a creer! —gritó mientras caminaba hacia él por el pasillo. Evan, quien se encontraba a su lado, miró a James con curiosidad— ¡Encontré el número de tu chica! —celebró, dándole una palmada sobre el hombro—. No sé por qué no uní los cabos la primera vez que hablamos de ello. Mary es la compañera de piso de Peter, uno de mis mejores amigos.
—¿Peter Pettigrew? —preguntó Evan sorprendido.
—¡Él mismo! Hola, soy…
—James Potter —lo cortó Evan—. Regulus nos ha contado sobre tí —aclaró rápidamente.
—Bien —suspiró Barty, desviando la atención de James—, ¿entonces te dio su número?
—¡Así es! —James sacó un papel de su mochila y lo extendió en el aire—. Aquí está —antes de que Barty pudiera arrebatarselo, alejó su mano—, pero creo que lo mejor sería practicar antes.
—Sé cómo invitar a una chica en una cita, Potter —le respondió altanero.
—Sí pero… ¿sabes cómo hacer que suene como si no quisieras solo llevártela a la cama? —Evan rió por lo bajo y Barty lo miró con reproche—. ¿Ves? No soy el único que lo piensa. Te veo en el patio a un cuarto para las cinco. La llamaremos juntos. Voy tarde a clase. ¡No lo hagas sin mí!
Vieron a James desaparecer por el pasillo a paso apresurado. Evan no dejaba de verlo como si fuera la frase final de un chiste que no conocía. Se estaba burlando de él. Lo golpeó en el hombro y soltó un gemido de dolor entre risas.
—Jódete, Rosier —cerró su mochila y se dirigió hacia la clase del profesor Flitwick.
════ ⋆★⋆ ════
—¿Mary? —preguntó Barty del otro lado del teléfono, el altavoz activado, con James a su lado escuchando todo lo que decía y preparado para intervenir si hacía falta.
—La misma que respira y habla, ¿quién es? —preguntó casualmente. Se escuchaba un suave bullicio de fondo.
—Soy… Barty —James le golpeó el hombro y Barty puso los ojos en blanco—. Barty Crouch, el chico de la fiesta del sábado.
—¿Barty? —preguntó Mary con sorpresa— ¿A qué debo el honor de esta llamada?
—Bueno… me preguntaba si… —James asintió animadamente con la cabeza—, dijiste que pensabas que no era el tipo de chico con el que se podía tener una segunda cita y me preguntaba si… —Barty suspiró para que las palabras no sonaran como si estuvieran siendo arrancadas de sus labios con una pinza—, me preguntaba si estás dispuesta a que te demuestre lo contrario.
La risa armoniosa de Mary danzó a través del altavoz del teléfono. No parecía sarcástica o malintencionada, solo honestamente sorprendida.
—¡Vaya…! Eso es… diferente —admitió entre risas— ¿Y qué haríamos en esta cita?
Barty miró a James con los ojos abiertos como platos sin saber qué decir, no habían hablado de esa parte del plan.
—Bueno… —le urgió con las manos a James para que le diera una idea, pero el castaño parecía estar igual de perdido que él—, podríamos… —James alzó una mano en el aire, una idea acababa de iluminarlo. Con mímica, comenzó a comer de un bowl imaginario—... ir a cenar —James asintió con triunfo—, y podríamos ir a alguna fiesta después de eso… —James negó con la cabeza con desesperación, y luego caminó exageradamente por el parque con alegría— ¡Perdón! Podríamos ir a cenar y luego caminar por el campus.
Mary se reía con fuerza del otro lado del teléfono.
—¿Sabes qué, Crouch? A cualquiera le diría que se puede joder pero… —chistó con la lengua y soltó otra risa—, me agarraste de buen humor. Te enviaré un mensaje con mi ubicación y el nombre del restaurante para que hagas la reservación —Barty se sorprendió de lo determinada que sonaba esa respuesta, mientras, James estaba celebrando su victoria a su lado—. Estaré lista a las siete y tengo que estar de regreso a las diez y media como máximo.
—De acuerdo…
—Esto será interesante —continuó Mary. Baty comenzó a arrepentirse— ¡Nos vemos por la noche, vaquero!
La llamada terminó.
—Mierda —exhaló.
—Eso fue bastante bien, ¿No crees? —le preguntó James animado y alzó su mano en el aire para que chocara los cinco con él.
—Si tu lo dices —Barty se levantó y dejó el patio sin siquiera despedirse de James.
════ ⋆★⋆ ════
Regulus entró al dormitorio de Evan y Barty hecho un manojo de nervios.
—James me invitó a cenar con su familia —declaró mientras se tiraba con dramatismo sobre la cama de Barty.
—¡Woow! —Evan sonrió de lado a lado y Barty frunció el ceño.
—Genial —dijo con sarcasmo.
—¿Qué voy a hacer? —preguntó mirando al techo— No he visto a los Potter desde la vez en que los insulté por
“secuestrar”
a Sirius cuando se lo llevaron de Grimmauld Place.
Evan soltó una risa y se tiró en la cama de Barty a un lado de Regulus.
—A su favor, ellos realmente no lo “
secuestraron
”, Sirius siempre quiso vivir con ellos —acotó Barty.
—¿Qué es lo peor que puede pasar? —dijo Evan—. Ya no puedes cagarla más de lo que lo hiciste.
—Gracias. Es exactamente lo que quería escuchar —le respondió Regulus con sarcasmo.
—¿No son los Potters la familia perfecta? Estoy seguro de que van a actuar como si nada hubiera pasado.
Barty pasaba de camisa en camisa distraído, tratando de escoger la que usaría para su cita por la noche. Todavía tenía que manejar dos horas hacia Cambridge y el restaurante que había escogido Mary, un lugar -más caro de lo que pagaría por cualquier otra cita- de comida tailandesa en el norte de Cambridge, no había tenido espacio para una reservación de último minuto; por lo que había tenido que llamar a todos los restaurantes de la zona hasta encontrar uno en el que tuvieran una mesa disponible.
Así que, básicamente, todo estaba comenzando mal.
—Es importante para tí, ¿No es así? —le preguntó Evan a Regulus, con una sutileza y afecto que llamó la atención de Barty.
Regulus no respondió, se cubrió la cara con una de las almohadas y soltó un grito ahogado por la tela.
—Lo siento, Regulus, pero no quiero escucharlo —lo interrumpió Barty—, estoy preparándome para salir con Mary. Lo mejor es que ni siquiera te molestes en hacer las paces con la familia de Potter.
Regulus volvió a soltar un grito sordo bajo la almohada y Evan se rió por lo bajo a su lado, quitándole la almohada de encima de la cara.
—¿En realidad piensas salir con Mary? —le preguntó Regulus curioso.
—Ujum.
Tomó una de las camisas blancas sólidas que su padre había comprado para él al inicio del año y se quitó la que traía puesta.
—Sabes que no va a funcionar, ¿cierto?
Barty se volteó sorprendido y miró a Regulus a los ojos.
—¿Perdón?
Regulus miró a Evan de reojo como si compartieran un secreto que él desconocía.
—¿Y tú estás bien con eso?
Evan suspiró y miró a Regulus de mala gana.
—¿Por qué no lo estaría? —preguntó Barty, comenzando a frustrarse con sus dos mejores amigos.
Fue el sonido de un puño sobre la puerta lo que acabó con aquella conversación.
—¡Regulus! Sé que estás allí adentro —gritó la voz de Potter del otro lado de la puerta.
—¡Magnífico! —se quejó Barty—. Ahora Potter sabe en donde dormimos.
—¿Estás escondiéndote de James? —le preguntó Evan sorprendido. Secretamente complacido con el hecho de que la conversación hubiera vuelto a Regulus, pero sorprendido por la manera en que los eventos que se estaban desarrollando.
—No le digan que estoy aquí —les pidió en un susurro.
—¡Está aquí! —gritó Barty inmediatamente, ganándose otra carcajada de Evan.
—Tiempo de enfrentar la música, Reggie —Evan lo ayudó a levantarse de la cama mientras Barty terminaba de abotonarse la camisa—. Todo saldrá bien. Tienes a Potter comiendo de la palma de tu mano. Te amarán.
Regulus gruñó por lo bajo malhumorado y miró a la puerta con indecisión. James volvió a tocar, esa vez a un ritmo más desesperado.
—Evan tiene razón —admitió Barty y le dió una palmada en la espalda—, ve allá afuera y enseñale por qué la mascota de Slytherin es una serpiente.
Evan empujó a Regulus hacia la puerta y masajeó sus hombros en el camino.
—Recuerda, Reggie. No es tu lengua, es lo que haces con ella.
—Ustedes dos son despreciables, se merecen el uno al otro —balbuceó Regulus enojado.
Evan abrió la puerta.
—¡Potter! ¿Cómo estás? Regulus estaba por salir.
James, del otro lado de la puerta, lo miró sorprendido; con esa mirada de perro perdido que ponía cada que estaba frente a su mejor amigo.
Regulus cruzó el marco de la puerta en una posición rígida, con los codos presionados a su cuerpo como si tratara de ocupar el menor espacio posible. Era entretenido ver este nuevo lado de Regulus. No era el marfil impenetrable al que no podían herir, era vulnerable ante el poder de una fuerza que ninguno de los dos entendía muy bien.
—¿Podemos hablar? —le preguntó James por lo bajo.
—¿Podemos no hacerlo?
Potter intentó bajar el tono de su voz un poco más, pero Evan y Barty escucharon su conversación de todas maneras.
—Creo que deberíamos de hablar de esto. No puedes salir corriendo cada que se presenta el más mínimo conflicto. Somos un equipo, ¿recuerdas? Lo podemos solucionar. Dime qué es lo que te preocupa y trabajaremos en ello.
Regulus miró de reojo dentro de la habitación y jaló a James por el pasillo, lejos de los oídos curiosos de sus mejores amigos. Evan gritó a sus espaldas:
—¡Tú puedes, Reggie! ¡Muestrale tu basilisco!
Ambos se soltaron en carcajadas a sus espaldas y Regulus le sacó el dedo antes de desaparecer por la curva. Barty desordenó el cabello dorado de Evan con un terrible sentimiento de ternura y afecto; por un segundo, recordando la posibilidad de que todo aquello estuviera por terminar. La etapa dorada de su amistad que no había visto pasar.
—Suficiente. Tu atención de vuelta en mí, Rosier. ¿Qué pantalones harían ver mejor a “
mi
basilisco”?
════ ⋆★⋆ ════
Mary Mcdonald era divertida, rebelde e interesante, pero Barty no se atrevía a admitirlo, porque a pesar de la estimulante conversación que estaba manteniendo y lo caliente que lo había puesto cuando comenzó a coquetear indiscriminadamente con él por debajo de la mesa con la promesa de regresar a su casa al final de su caminata nocturna, aún no sentía esa chispa de la que tanto le habló James antes de dejar Hogwarts.
No era su culpa. Barty estaba seguro de que cualquier hombre sería afortunado de tenerla. No solo era hermosa, sino también extremadamente inteligente. Se encontró a sí mismo discutiendo las teorías de Noam Chomsky con ella, como si fueran dos estudiantes debatiendo en la clase del profesor Binns.
Mary le contó sobre Peter Pettigrew, su compañero de piso y novio de su mejor amiga, Marlene, y cómo se relacionaba directamente con James Potter. Al parecer habían sido mejores amigos desde la secundaria. Él, Sirius, James y Remus. Juntos tenían una banda de música que tocaba todos los sábados por la noche en un pub diferente de la ciudad. Se hacían llamar a sí mismos: “Los merodeadores”.
Vaya nombre estúpido.
—¿Y tú? ¿Cómo conoces a Potter? —preguntó Mary.
Barty suspiró pesadamente.
—Es el… novio de mi mejor amigo —respondió con incomodidad.
—¿Regulus?
—¿Conoces a Reggie? —preguntó sorprendido.
—Lo he visto en un par de fiestas —se encogió de hombros—, para ser honesta nunca imaginé que esos dos acabaran juntos. Supongo que cosas más extrañas han sucedido —lo miró de reojo—, como haber recibido tu llamada —Mary entrelazó sus dedos y apoyó su mentón encima, inclinándose hacia él para escrutinizarlo con su mirada. Otra cosa que le agradaba de Mary Mcdonald era que no tenía miedo de decir lo que pensaba—. ¿De qué va todo esto? Tengo la sospecha de que toqué tu enorme y masculino ego esa noche y ahora estás intentado probarte a tí mismo que puedes tenerme.
—¡¿Qué?! —Barty actuó falsamente ofendido, cuando en realidad, estaba avergonzado de que hubiera podido verlo tan fácilmente—. Por favor, te estás dando demasiado crédito Mcdonald.
Mary se rió por lo bajo.
—Pero hay una razón, ¿no es así?
Barty consideró por unos minutos en silencio: si decirle a Mary la verdad o continuar omitiendo la razón de su llamada.
Honestidad por delante de todo
, eso era lo que había dicho el idiota de James.
—Mi amigo y yo hicimos una apuesta.
De todas las cosas que pudieron haber pasado, el hecho de que Mary se soltara en carcajadas fue de las que menos esperaba. Después de unos segundos se aclaró la garganta y lo miró con una sonrisa traviesa.
—¿Era la apuesta que tenías que conquistarme? —preguntó sin decoro, sus ojos ardiendo en picardía.
Barty entrecerró los ojos y con orgullo dijo:
—No. Mi amigo apostó que no podía hacer que nadie se enamorara de mí antes de San Valentín —Mary soltó otra risa, esta vez más corta y ligera—. ¿De qué te ríes?
—Bueno, no creo que tu estrategia esté funcionando muy bien, ¿no es así? Y de todas las personas que pudiste elegir, no pudo haber alguien peor.
—¿Qué quieres decir?
Mary volvió a sonreírle, esa vez cálidamente.
—Si vamos a ser honestos, sólo acepté salir de nuevo contigo para distraerme. Tengo una abrasiva y terriblemente no correspondida obsesión y adoración por mi mejor amiga.
—¿Qué? —Barty pensó que había escuchado mal. Tuvo que repetir la conversación en su cabeza dos veces antes de volver su atención a ella—. ¿Ni siquiera te gustan los hombres? ¿por eso…-
—Oh, no no no —Mary se volvió a reir, una risa incontenible a ese punto, y Barty se sintió realmente estúpido—. Me gustan los hombres —se detuvo—, me gustan tanto como las mujeres —Barty se encogió en su asiento tratando de entender en dónde quedaba él en aquella situación— ¿Barty? —le preguntó inquisitiva— ¿Qué hay de tí?
—¿De mí? —le devolvió desubicado.
—Sí, ¿eres…? —se rió por lo bajo— ¿Qué tipo de caballos montas, vaquero?
—Yo sólo… solo me gustan las chicas, eso es todo. Lo normal —respondió de inmediato.
—¿Lo normal? —Mary parecía ofendida por su respuesta.
Barty se encogió de hombros.
Un recuerdo inutil hizo su camino al frente de su memoria.
“Normal.”
Eso era lo que su padre había dicho durante el funeral de su madre.
“Compartiendo genes con la loca de tu madre nunca serás una persona normal”.
Se estaba sintiendo repentinamente encajonado. ¿Por qué todos tenían la necesidad de preguntarle si estaba seguro de su sexualidad? ¿No era claro? ¿Sus acciones no hablaban por él? Era extraño, sentirse intimidado por otra persona cuando generalmente era quien mantenía el control de la conversación. Lo quería de regreso.
“Compartiendo genes con la loca de tu madre nunca serás una persona normal”.
¿Por qué tenía que recordar a su padre en momentos como ese?
—Tal vez lo normal para tí —dijo Mary, un poco menos animada.
—Esto fue un error —la miró de reojo—, lo siento, no hay nada malo contigo, es solo que… —pero Barty no sabía qué estaba mal en toda esa situación o por qué se disculpaba cuando nunca antes había tenido problemas diciendo lo que pensaba sin importarle si afectaba o no a alguien más.
—Hey —Mary puso una mano encima de su brazo y su expresión cambió a una de preocupación.
Los sonidos del restaurante se destaparon como si todo ese tiempo hubieran estado encerrados en su propia burbuja. Volvió el crepitar de las sartenes, el chirrido de las especias y el golpeteo de los cuchillos contra los platos mezclados con la melodía de fondo.
Barty tenía que salir de allí porque todo, de repente, era demasiado para él.
—Un segundo, tengo que hacer una llamada —se excusó apresurado antes de levantarse y salir por la puerta del restaurante, en donde el frío aire de la noche lo recibió con los brazos abiertos y aclaró, solo un poco, su mente abrumada.
Respiró profundamente, caminó en círculos por unos segundos hasta que sintió el aire regresar a sus pulmones ¿Cuándo había dejado de respirar? ¿Por qué era tan difícil de repente? Levantó el teléfono y, sin siquiera pensarlo, ya estaba llamando a Evan.
“¿Barty?”
, escuchó desde el otro lado del altavoz como la cuerda de salvación que necesitaba.
—Evs —no se había percatado hasta ese momento de su respiración intranquila.
“¿Estás bien?”
Barty respiró profundo y miró hacia el cielo, no sabiendo en dónde fijar su mirada.
—Sí, sí —dijo más para sí mismo que para Evan.
“¿Tengo que pretender que estoy en el hospital y necesito que vengas a buscarme? ¿Estás tratando de escapar de tu cita con Mcdonald?”
—¡No! —Barty se llevó una mano a la cabeza—. Tal vez…
“¿Qué sucede, Barty?”
—Hay algo mal conmigo, Evan —le confesó honestamente, un tinte extraño de tristeza en su voz y el palpitar nervioso de su corazón.
Evan suspiró del otro lado del teléfono.
“Barty, escuchame
—hizo una pausa y Barty pudo escuchar el movimiento de la sabana y el rechinar de la cama—
, no hay nada mal contigo. No tienes que seguir haciendo esto si no es lo que quieres. Que se jodan Potter y Black.
”
—No lo estoy sintiendo, Evs… —Barty cerró los ojos—, lo que sea que se supone que tengo que sentir. No está ahí. Debería de estar ahí pero no lo encuentro.
“Eso está bien. No puedes esperar que el amor se vea igual para todos.”
Barty quería preguntarle:
¿Cómo se siente para tí? ¿No me lo contaste porque pensaste que no lo entendería? Quiero que confíes en mí.
A veces le parecía que Evan, además de Regulus -quien no hacía un buen trabajo de ocultarlo o ser paciente al respecto- era la única persona que realmente entendía la manera en que funcionaba su mente, que lo aceptaba tal y como era. ¿Había estado en lo incorrecto todo ese tiempo?
Barty se recordó a sí mismo que era una persona “
normal
”, que era lo opuesto a lo que su padre pensaba que era, porque su padre había estado en lo incorrecto todo ese tiempo.
Su padre no podía definir quién era.
“Vuelve a Hogwarts, Barty”
, le pidió Evan,
“hablaremos de ello cuando regreses.”
No fue porque Evan se lo pidió, no fue porque Evan parecía necesitar que regresara tanto como él necesitaba irse, pero cuando volvió a la mesa le dijo a Mary que su mejor amigo había tenido una emergencia y tenía que ir al hospital.
Mary fue amable al respecto, le preguntó si quería que lo acompañara, a lo que Barty se negó rotundamente alegando que
“no hacía falta”
.
Pagó por la cena, dejando la cuenta abierta con su tarjeta como método de pago, y le dejó efectivo suficiente para que regresara en taxi a Durmstrang. Se había comportado como un caballero, a pesar de que, bajo otras circunstancias, se hubiera marchado sin siquiera decir “Adiós”.
Manejó a una velocidad inhumana de regreso a su dormitorio en el campus de Slytherin y estuvo sentado en su coche por varios minutos antes de atreverse a entrar; cuando lo hizo, Evan lo miró de arriba a abajo con preocupación y lo guió hacia la cama.
—¿Qué mierda pasó?
—Nada —y era la verdad, no había sucedido nada, Barty solamente la había cagado, como siempre; sin ninguna razón aparente más que la de… el no ser capaz de ser una persona
normal
.
—¿Nada? —preguntó Evan desconcertado.
—¿Podemos no hablar de ello? —le preguntó rápidamente.
Evan lo volvió a mirar con preocupación, se agachó en el suelo para estar a la altura de su rostro y mirarlo a los ojos, buscando en ellos algo. Barty le quería decir:
“No hay nada, solo soy yo”
, pero, en cambio, sintió una extraña compulsividad que le pedía acercarse y extender sus brazos por los hombros de su mejor amigo para darle un abrazo. No lo hizo. Sus ojos se quedaron fijos en los de Evan por un largo rato, pensando en lo curiosas que eran las olas de color en ellos, hasta que se sintió de regreso a la realidad.
—Barty…
—Evan… —dijeron ambos al mismo tiempo.
Evan puso una mano sobre su pierna para apoyarse y acercarse más hacia él. El contacto hizo que un repentino subidón de adrenalina lo abrazara, subiendo por su pecho y ahogándolo. Barty estaba asustado, sentía que estaba perdiendo el control de sus propias emociones. ¿Por qué de repente era tan importante que Evan se acercara más a él? ¿Por qué sentía que necesitaba que lo tocara?
—Nunca debiste haber aceptado esa estúpida apuesta —trató de tranquilizarlo—, es ridículo. No hay nada mal contigo, pero no puedes esperar enamorarte de alguien de un día al otro.
—¿Y tú qué sabes sobre eso? —le preguntó agresivamente— Nunca has tenido una novia, Rosier —Evan lo miró perplejo, claramente no esperaba esa reacción. Suspiró con pesadez y le dió un apretón a la mano que seguía sobre su pierna. El corazón de Barty estaba a punto de salirse de su pecho y no sabía qué hacer con ello—. ¿O sí? ¿Esa es otra de las cosas que nunca me has dicho?
Lo que Barty estaba haciendo no era justo. Lo sabía, pero su mente fue en busca de la primera cosa que le asegurara que podía alejarlo; porque no sabía qué hacer con la manera en que lo estaba haciendo sentir y tenía miedo.
Estaba completamente aterrado de que tuviera tanto control sobre él.
Eso, definitivamente, no era
normal
.
Evan se levantó y se cruzó de brazos, caminando de reversa hacia su propia cama y sentándose frente a Barty.
—¿Esto es por lo del otro día? Creeme, si supiera como arreglar esto te hubiera dado la receta secreta, pero nadie lo sabe realmente —No supo si fue la distancia entre ellos o el hecho de que Evan tampoco supiera cómo se suponía que se veía el amor, pero sintió su pecho liberarse suavemente de lo que apretaba sus pulmones—. Lo que quiero decir… es que está bien no saberlo.
Dios, Barty ni siquiera sabía de qué estaban hablando. ¿Por qué se estaba comportando como un completo idiota? ¿Por qué le estaba dando más importancia a ese asunto de la que merecía? Ese no era él, teniendo ataques de pánico y lloriqueando de vuelta hacia su mejor amigo.
¿Barty? —Evan lo miró, reclamando su atención por tercera vez esa semana, como si supiera algo que él no—. Es lo más normal del mundo no saberlo, ¿de acuerdo?
Barty asintió con la cabeza, pero solo unos minutos después dejó el dormitorio y pasó el resto de la noche bebiendo en el bar de los Weasley hasta perder la conciencia.
════ ⋆★⋆ ════
Al día siguiente, Barty despertó con un mensaje de Mary Mcdonald en su teléfono. Una foto en la que estaba abrazada de una chica morena de cabello crespo y rebelde, ambas blandiendo un par de tarros de cervezas en el aire con enormes y tontas sonrisas; y un texto que decía:
“Gracias por la mejor noche en mucho tiempo, vaquero”
.
Recibió el cobro del restaurante a mitad del día: alrededor de doscientas libras. Ni siquiera se detuvo a pensar en ello. Respondió al mensaje de Mary con:
“Salud”,
y se olvidó de ello.
Ni siquiera había espacio en su mente para ello cuando lo único que seguía repitiendose en su cabeza, como una mala película, eran las ondas de color verde y gris en los ojos de Evan y la manera en que lo había hecho sentir con sus manos. No sabía si era lo único que lo mantenía cuerdo o aquello que lo estaba haciendo perder la cabeza.
—¡Hey! ¡Crouch! —James Potter pasó un brazo encima de sus hombros y se sentó junto a él en la cafetería. Regulus lo seguía, cargando una torre de libros que dejó en la mesa de sopetón—. Cuéntamelo todo, ¿cómo te fue con Mary?
Barty gruñó malhumorado.
—¿Tan mal? —preguntó preocupado.
Regulus se rió por lo bajo con malicia y Barty le dió un golpe bajo la mesa con el pie.
—¡Barty! —lo saludó Pandora, a quien no había visto llegar detrás de Regulus. La rubia, dejó un beso sobre su mejilla y le regaló una cálida sonrisa, sentándose frente a él en la pequeña mesa de la cafetería. A veces ni siquiera entendía cómo era que Evan y ella eran hermanos cuando eran tan diferentes—. ¿De qué hablan? —preguntó con curiosidad.
Regulus le dió un corto resumen de la situación, desde aquella noche en su habitación después de haber formalizado la apuesta hasta la cita con Mary.
Pandora estaba en su tercer año de psicología, una carrera que la acogió a ella y su excentricismo como si siempre hubiera estado destinada a dedicarse a ello. Si había algo que su mejor amiga gozaba más que cualquier otra cosa era utilizar a sus amigos como los sujetos de prueba para sus locas teorías psicológicas.
—Panda, ¿qué le recomendarías a mi amigo? —le preguntó James. Barty lo miró con dagas en los ojos.
—No somos amigos, Potter.
James se encogió de hombros, ignorándolo, y Regulus sonrió complacido.
—Hmmm, bueno, lo primero sería preguntarte si es algo que quieres —dijo Pandora con tranquilidad—, podrías ser arromántico.
—¿Qué significa eso?
—Barty no es arromántico —anunció Regulus decidido.
—¡Hey! Podría serlo —se quejó Barty, dándole otro golpe con su pie bajo la mesa.
—Alguien arromántico puede sentir muchas ganas de tener sexo con alguien, pero cero o pocas ganas de tener una relación romántica con esa persona. Es diferente para cada persona. Cada una puede sentir diferentes grados o nada de atracción romántica y experimentar las relaciones de maneras diferentes. Al final, la atracción, el deseo, el interés, los gustos son muy personales y únicos y hay tantas maneras de definirlos como de vivirlos.
Barty jugó con sus cubiertos y los restos de comida en su plato pensativo. Su mente considerando la posibilidad y volviendo a la manera en que su corazón se había acelerado en el momento en que sintió la mano de Evan subir por su pierna.
—Barty no es arromántico —repitió Regulus—, solo es un idiota.
—¿Cuál es tu problema, Black? —le preguntó perdiendo la paciencia—. ¿Ahora que Potter es tu novio piensas que eres superior a todos nosotros los mortales que no queremos estar en una relación? —Barty chistó y se levantó de la mesa causando un estruendo con su bandeja— ¡Jódete! Hace no mucho tú estabas de este lado de la ecuación, imbécil.
—Barty… —comenzó a decir Potter preocupado.
—No, James. Déjalo —lo interrumpió Regulus—, solo está de mal humor porque las cosas, por primera vez en su vida, no están saliendo como quiere.
Barty bufó por lo bajo y tiró los restos de su comida en la papelera frente a ellos.
—No tiene nada de malo explorar con tu sexualidad, Barty —intervino Pandora amablemente.
—¡Esto no se trata de mi sexualidad! —gritó enojado, esperando que dejara el tema.
—De acuerdo, esto se está saliendo de control —dijo James con calma. Se levantó de la mesa y puso sus manos encima de los hombros de Barty, quien se las sacudió tan rápido como pudo—. Barty y yo vamos a tener una charla mientras ustedes se quedan aquí y nos compran un par de cafés. ¿Está bien?
Regulus se encogió de hombros, no parecía sorprendido con el repentino ataque de ira de Barty, como si ya lo hubiera visto venir. Se estiró en la silla frente a Pandora y se despidió con un movimiento de su mano.
James lo sacó de la cafetería y caminaron alrededor de la manzana por un par de minutos. Inesperadamente, James logró calmarlo. Hablaron un poco sobre su cita con Mary, sobre cómo lo hizo sentir, sobre su repentino y ridículo ataque de pánico. Claramente no le iba a contar sobre lo que había pasado con Evan más tarde esa misma noche, prefería lanzarse de la torre de astronomía.
—Lo hiciste bien —le aseguró James—, nadie dijo que sería fácil. Solo tienes que seguir intentándolo hasta que encuentres a alguien con quien puedas conectar, y Mary es una persona genial para tener como amiga aunque las cosas no hayan funcionado—. Barty podía estar de acuerdo al menos con eso. Mary era una chica genial, solo no era el tipo de chica para él—. Está allá afuera, amigo, solo tienes que seguir buscándolo.
—Deja de llamarme “amigo”, Potter —le advirtió amenazadoramente, pero sin ninguna intención de llevar más lejos su amenaza.
Eventualmente, una vez que Barty se fumó tres cigarrillos y dejó de insultar a Regulus en su mente, volvieron a la cafetería.
Regulus y Pandora no volvieron a tocar el tema de la apuesta, pero Barty se quedó extrañamente callado durante el resto del tiempo que pasaron juntos. Cuando fue momento de que cada uno tomara su camino, Pandora lo tomó del brazo, deteniendolo.
—Vas con Mcgonagall, ¿cierto? Te acompaño. Yo también voy hacia allá.
Caminaron en silencio hacia el edificio de ciencias humanas hasta que Pandora se volteó y lo miró con un brillo de emoción en sus ojos.
—¿Sabes qué? Tal vez lo que te hace falta es salir con personas extremadamente diferentes a tí. Mary es genial, pero ustedes fácilmente podrían ser hermanos. Si quieres intentar algo diferente, puedo arreglar un par de citas a ciegas para tí —antes de que pudiera negarse o decir algo más, Pandora continuó—, si no quieres volver a verlos todo está bien. Así funcionan estas cosas. Tienen una cita, evalúas cómo te sientes y si no quieres tener nada más que ver con ella solo se lo dices.
—¿Así de fácil? —preguntó con sarcasmo.
—Así de fácil —le aseguró su mejor amiga.
¿Qué otra opción tenía?
—Lo pensaré.
Pandora sonrió de lado a lado con emoción. Barty suspiró con cansancio. Después de todo el tumulto de sentimientos de aquel día, lo único que quería hacer era regresar a su dormitorio, porque no podía dejar de pensar en una sola cosa: ¿Quién hubiera dicho que las ondas de colores en los ojos de Evan podían recordarle a casa?