ID de la obra: 254

Dos bodas para navidad

Het
PG-13
Finalizada
1
Promocionada! 0
Tamaño:
34 páginas, 9 capítulos
Descripción:
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Capítulo 8

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Ginny había dicho que una novia debe dormir al menos ocho horas para despertar radiante. Pero ella había dormido posiblemente media hora. Se había acostado temprano pero luego se levantó a revisar por tercera vez su maleta y su bolsa de cuentas, tan solo corroborando que llevara todo lo que necesitaría para su luna de miel. Cada vez que la frase salía a relucir sus mejillas se encendían y sus manos adquirían un temblor que ella hasta ese día no recordaba haber tenido antes. Cuando el reloj marco las dos de la mañana comenzo a cepillar su cabello dejándolo aún más alborotado que antes cosa que la hizo entrar en pánico así que tomo un segundo baño y bebió un poco de vino, cuando la botella estaba cerca de la mitad decidió detenerse y ojeo un libro, solo pasaba las páginas y tomaba otro, ninguno le ofrecía el suficiente interés como para hacerla olvidarse que en unas horas daría el gran pasó. Todo había iniciado con su corazón roto, o eso pensaba ya que su corazón estaba ahí. Cada vez que oía a Draco hablar este respondía, ella podía oírlo cada vez que él se acercaba solo un poco a ella. Entonces jamás se rompió, solo estaba ¿Dormido? ¿Ciego? No lo sabía, si bien tenía un profundo afecto por Ron y su historia con él jamás había experimentado las sensaciones que Draco Malfoy provocaba y es que desde los once años él movía fibras, desde el más puro desagrado hasta la admiración actualmente. El cariño. El aprecio. El amor. Se tumbo en la cama con las manos en la cara reprimiendo tontamente un grito. ¡Estaba enamorada de Malfoy! ¡Y se iba a casar con él! En menos de veinticuatro horas ella sería su esposa. Estaría juntos, todos los días de la semana, todos los meses y como él le había dicho... Hasta que ella lo quisiera así. Eso la hizo pensar mucho los últimos días ¿Acaso él estaba convencido de quererla cerca toda la vida? Hermione no era una romántica empedernida pero tenía claro que deseaba un matrimonio duradero, como el de sus padres, sus abuelos como el de los señores Weasley. Algo que fuera real, genuino y duradero. Intento cobrar la compostura y se sentó en la cama. Vio el vestido que colgaba de una percha frente a ella. Era precioso. Entonces pensó en todas las indicaciones de Ginny. La ropa interior es importante había dicho cerca de cuatro veces la noche anterior. De nuevo se lanzó a la cama y coloco la cabeza enterrada en su almohada. — ¡Tendré sexo con Malfoy! Si Ginny estuviera ahora seguramente le diría "Obviamente, Hermione Granger, vas a tirarte al rey Slytherin y será por siempre" Había compartido la cama un par de noches después de la boda de Ron y Astoria pero había dormido, charlado. Ni siquiera había toqueteos de esos que Ginny había hecho mención. ¿Cuando había sido la última vez que ella tuvo un encuentro de ese tipo? Se quitó la almohada de la cara y caminó por cuarta vez al baño. Busco entre todas sus cosas aquellas cremas, cera y demás. ¿Sería mejor un hechizo? Posiblemente. O quizá mejor una combinación de ambas. Cuando al fin el reloj marco las cuatro de la mañana se tumbo en la cama y apenas cerro los ojos. Era un manojo de nervios y ella no era del tipo de persona que se dejaba consumir por los nervios. ¿Él estaría igual? ¡Por supuesto que no! Era Draco Malfoy. Seguro estaría durmiendo en su fina alcoba rodeado de almohadas caras y... ¿De que lado dormiría? ¿Sería igual que cuando están en su casa? ¿Tendría ella que llevar su almohada? ¿O se adaptaría a las de él? Cuatro de la mañana con treinta minutos. Maldijo. Sería una novia con ojeras, profundas, obscuras y que delatarian que efectivamente Draco Malfoy la volvía... Menos estable. Cuando dieron la una de la tarde Ginny y Luna ya estaban en su apartamento moviéndose de un lado a otro. Después llegaron las demás chicas y todas intercambian lociones, perfumes, labiales, se maquillaban una a la otra mientras Hermione caminaba de un lado a otro pareciendo hacer una zanja. La ceremonia sería por la tarde, y la recepción por la noche. Dando como final la llegada de año nuevo, había sido la temporada navideña más linda no podía negarlo. Pero moría de nervios. No sabía que hacer o como moverse, que decir y como actuar. Ginny terminó de peinarla y retocar su maquillaje. Algo sutil, elegante y que combinara con la temática de la boda. Con un hechizo meticuloso aparecerían en una habitación que Minerva les había asignado para antes de la boda. —Te ves realmente preciosa. Ahora quédate aquí, iré por Harry que fue a recoger a tus padres- Se quedó sola. Sus damas se fueron a terminar de supervisar cualquier cosa y ella se pregunto de nuevo ¿Qué estaría haciendo Draco? La puerta se abrió dejando ver a Ronald. El cual debería estar en su luna de miel por Noruega o Suiza por lo que había escuchado. —No podía faltar a tu boda— mencionó mientras la observaba de arriba abajo —Te ves hermosa, Hermione. —Gracias. —Deseo que seas feliz, de verdad lo mereces. —Te deseo lo mismo, siempre vamos a ser amigos. —Lo sé. Ron se acercó a ella y sacó de su bolsillo una pulsera plateada con pequeñas piedras azules —Oí que una costumbre muggle dice que debes llevar algo nuevo y azul, bueno está pulsera es para ti y tiene azul. Tómalo como muestra de que en verdad siempre estaré para ti. La colocó en su muñeca y ella sonrió —Gracias. Después de que Ron se marchará supo que todo estaba donde debía estar. El destino los había llevado a su lugar, y su lugar era Draco Malfoy. Nunca lo hubiera imaginado. La hora llegó y todos esperaban su entrada en lo que era el grande comedor ahora decorado con un pasillo y todas las personas que conocía de pie viéndole. El techo simulaba un atardecer que cambinaba con la luz que se colaba por las ventanas. Ginny entro de la mano de Harry, Luna del brazo de Theo, Padma con Neville y Parvati junto a Perci. Dando lugar a Zaibini y Pansy. Todos lucían elegantes, trajes a juego y corbatas rojizas. Las damas con preciosos vestidos rojizos. Y el ramo de Hermione destacaba por flores de la temporada, rojas y blancas. Observó a sus profesores, el ministro. La familiar Weasley. Astoria y Ron. Todos y cada uno estaban ahí. Narcisa del brazo de Lucius, quizá Draco no lo sabría pero ella había enviado unas cuantas cartas para converser a los altos mandos de permitir a su futuro suegro estar en su boda y celebrar el año nuevo. Todos tenían que tener la oportunidad de redimirse y pese todo lo que había hecho él en el pasado, ella pensaba que era hora de perdonar y soltar. Todos de algún modo habían sufrido y habían pagado el peso de una guerra. Ya no quería más pesadillas. Ya no quería culpa y no es que quisiera olvidar lo que pasó o dejar atrás todo pero tampoco quería que su vida fuera siempre resultado de la guerra y sus acciones. Hermione deseaba y anhelaba la felicidad completa. Entonces lo vio. Esperando al final del pasillo por ella. Sonriendo como pocas veces lo había visto en la vida. Su mirada sobre ella, sus manos con un ligero movimiento nervioso que ella notó. Tan guapo. Tan suyo. La ceremonia había sido preciosa. Luego se dio paso a la recepción, bebidas. Comida. Un poco de baile y conversaciones entre amigos. El clima era fresco y se podía percibir que la navidad estaba desvaneciendose, la época más mágica del año se estaba yendo pero aún faltaba algo. Mientras bailaban los ahora señor y señora Malfoy el mundo parecía un lugar mejor. En aquel lugar donde tantas veces habían discutido, donde tantas veces la había observado a escondidas de sus compañeros estaban uniendo sus vidas. — ¿Qué pensaría el Malfoy de once años? —Habría hecho una rabieta y llamado a su padre — dijo divertido. —Seguramente. ¿Y el Malfoy adolescente? Él se quedó en silencio. Pudo recordar esa época donde su vida se vio obscurecida por la llegada de los mortifagos a su vida — a su hogar — la marca en su brazo y la encomienda que le habían dado. Ese Malfoy estaba roto, estaba apunto de explotar. —Él estaría aliviado. — ¿Por qué? Parecía incrédula ante su respuesta —Él la estaba pasando mal. Bastante mal y debes en cuando el único pensamiento que le daba un poco de tranquilidad era pensar la bruja sabe lo todo en el baile de navidad... — ¿El baile con Viktor? ¿En verdad tú recuerdas ese baile? —Yo me enamoré en ese baile. Ella sonrió apenada. No esperaba eso. —Creo que ahí supe que me gustabas y estuve pensando durante las vacaciones si hacer algo al respecto o no pero luego todo se complicó aún más y decidí seguir siendo lo que todos esperaban. Hermione acarició su mejilla — ¿Habría cambiado algo si te hubiera dicho? Ella negó —No lo creo. No era el momento, creo que ahora es perfecto. —Lo sé. Ya no soy un idiota purista de la sangre. —Ya no lo eres definitivamente. Lo besó tiernamente. Y más tarde todos salieron a esperar la llegada del año nuevo. Todos con sus copas en las manos. George Weasley ofreció un espectáculo pirotécnico encantador. La noche había sido mejor de como lo soñó. —Feliz año nuevo, Draco. —Feliz año nuevo, Hermione.
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