ID de la obra: 266

Ficlets de ángeles y demonios

Slash
G
En progreso
1
Tamaño:
planificada Mini, escritos 35 páginas, 10.831 palabras, 17 capítulos
Descripción:
Publicando en otros sitios web:
Consultar con el autor / traductor
Compartir:
1 Me gusta 0 Comentarios 2 Para la colección Descargar

Miguel y Juana

Ajustes de texto
Notas:
Una niña como Juana normalmente se sentaría junto a su madre para aprender a hilar. Pero justo ese día, convenientemente, su familia tendría que estar fuera dejándola sola. Una coincidencia orquestada por el hombre que había aparecido ante ella hace unos días. Juana se aferraba a la tapa de madera que sostenía en sus manos, mirando fijamente a los ojos verdes de Miguel que la veían con firmeza. Sintió el movimiento del aire que venía del rápido movimiento del brazo derecho de Miguel. Intentó levantar la tapa para bloquearlo pero no fue lo suficientemente rápido. La vara de madre que Miguel blandía como si fuera una espada más quedó a un centímetro de su pecho. —Si yo de verdad fuera tu enemigo... —movió levemente la vara para presionar suavemente contra la niña—. Ya estarías muerta... Juana, aunque lenta para bloquear el ataque, fue rápida en moverse hacía atrás sosteniendo su pecho como si la hubiera apuñalado. —¡Aaaagh! ¡Me diste, Francia está pérdida! Dio unos pasos hacia atrás antes de tirarse al césped. Donde buscó en sus bolsillos de su falda unos pétalos rojos que lanzó sobre ella, fingiendo que era sangre. —¡Pero con mi último aliento, hay un dios que todo lo ve! —con ese último grito se desplomó de manera exagerada. Miguel solo la miró en silencio, hasta que ella abrió un ojo seguida por una sonrisa. —Juana, esto no es un juego. —Claro que si —contestó mientras se incorporaba—. Me estas apuntando con una rama. —Es un entrenamiento apto para tu rango de edad. —O sea un jugo. El ángel no pudo hacer más que negar con la cabeza. —Eres incorregible. —Y tu pones caras graciosas cuando no entiendes mis bromas —dijo poniéndose de rodillas —. Por cierto, ven aquí, tengo algo para ti. El pelirrojo hizo caso de su petición. Se acercó a ella para agacharse a su altura. Y antes de poder preguntar que quería darle Juana sacó una maltratada flor azul de su bolsillo y la colocó entre sus rizos perfectos, al lado de su tiara de oro. —Es un obsequio. Por siempre tener tiempo para venir a verme y jugar. Aún cuando mi mamá dice que los ángeles tienen mucho trabajo en el cielo. Al verla sonreír con tanta alegría por darle aquella flor marchita, por primera vez, el arcángel no tuvo el deseo de corregirla. —¿Te gusta? —pregunto con ilusión. Miguel acercó su mano a la flor, acariciándola con la punta de sus dedos. Con ese simple toque gentil la flor se revitalizo al instante, brillando con un renovado color azul profundo. —Me encanta. Su rostro no cambio su expresión impasible. Pero la suavidad en su voz fue suficiente para confirmarle a Juana que sus palabras eran las más honestas en la tierra. Y eso hacia que el cansancio de "jugar" al combate valiera totalmente la pena.
Notas:
1 Me gusta 0 Comentarios 2 Para la colección Descargar
Comentarios (0)