ID de la obra: 276

SOLO UNA VEZ

Het
PG-13
Finalizada
2
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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Promocionada! 0
Emparejamientos y personajes:
Tamaño:
95 páginas, 16 capítulos
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Descripción:
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LÍMITES

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Capítulo 1Límites     El cosquilleo al sentir el suave tacto de sus labios bajando por su abdomen provocaron que se escapara un corto gemido de los labios de Hermione, logrando que los besos de Draco subieran de intensidad mordiendo con necesidad su piel, mientras sus manos se deslizaban posesivamente sobre sus piernas, soltando más y más gemidos de placer por parte de la castaña. —Draco… —susurro Hermione con desesperación logrando que el rubio alzara la mirada con una sonrisa ladeada llena de satisfacción por lo que provocaba en la castaña. —Dilo —ordenó con la respiración entrecortada por la excitación del momento mientras se acercaba tortuosamente lento a los labios de Hermione. —Soy tuya —contestó con decisión cuando sintió el cálido aliento sobre sus labios. Él sonrió nuevamente rozando sus labios y… Hermione despertó abruptamente con el corazón acelerado y las manos sudorosas por el calor que emanaba su piel. Corrió el dorsal de su cama suspirando con alivio al ver que sus compañeras de cuarto aún dormían, así que se levantó para darse una ducha. Una fría ducha. Al sentir el agua cayendo por su cuerpo soltó un quejido frustrado por tener nuevamente aquel sueño, había estado investigando que varias personas lograban controlar los sucesos de sus sueños, lo había intentado, cada noche antes de dormir repasaba mentalmente todas la atrocidades e insultos que Draco Malfoy le había propinado durante estos 7 años con la esperanza de reprimir aquellos sueños, o al menos detenerlos. Un nuevo quejido salió de sus labios ¿A quién quería mentir? No quería detenerlo. Deseaba traspasar esa sonrisa socarrona de Draco y se odio por eso. Y odio a Draco Malfoy por invadir sus sueños. Apagó la ducha incapaz de para de pensar en aquel rubio como todas las mañanas que amanecía con aquellos sueños y se encaminó a colocarse su uniforme para continuar con su rutina diaria. Bajar a la sala común, desayunar, asistir a sus clases, escabullirse hábilmente por los diferentes pasillos del castillo. ¿Por qué? Porque Hermione Granger era la heroína de la guerra, parte del trio de oro, favorita de los profesores, la mejor bruja de su generación y… una loca acosadora. “Esto tiene que parar” se reprendió mentalmente cuando tomo aire mientras caminaba apresuradamente para llegar a su destino, todo por culpa de Terry Bott que la había distraído con preguntas sobre transformaciones. Cuando doblo por uno de los pasillos frenó en seco ocultándose tras una estatua al tiempo que un grupo de estudiantes de Slytherin liderado por Malfoy atravesaban el pasillo con aires de superioridad y miradas amenazantes hacia estudiantes de otras casas. Cuando la castaña perdió la vista del grupo soltó el aire retenido desde el momento que Draco paso a su lado, con su maldito y perfecto rostro. Salió de su escondite dirigiéndose a la biblioteca para realizar sus tareas resignada a ese efímero momento a su lado. Porque sí. Hermione había memorizado toda la rutina de Draco, sus horarios, clases. Actividades, por lo tanto, sabía dónde estaría cada día, cada hora, solo por poder admirarlo a lo lejos. Un par de horas después enfrascada en los libros y pergaminos regados en su mesa miró el reloj de pared sobre la entrada de la biblioteca y de un sobresalto guardo todo apresurándose a salir y correr hacia el campo de Quidditch, por el camino más largo, claro está. Porque todo aquel que la conocía sabía que Hermione no estría particularmente emocionada por aquel deporte y menos si el equipo que entrenaba ese día no era Gryffindor precisamente. Escondida entre el graderío observo como Malfoy lideraba el entrenamiento de las serpientes dando órdenes en lo alto de su escoba. Tras unos minutos y gracias al calor incesante que chocaba hacia el campo, Draco se deshizo de su chaqueta y lentamente de su camiseta dejando a la vista sus brazos no muy musculosos, pero si tonificados, al igual que su torso, adornado por aquellos bien definidos abdominales y esa marca en “V” que guiaba a… “Bien eso sobrepaso los límites del acoso.” Hermione decidió irse del entrenamiento para no tener que regresar a su habitación por otra ducha fría. Cuando llego a la sala común de Gryffindor Ron y Harry se encontraban realizando sus tareas. Bueno Harry lo hacía, mientras Ron era atacado por la lengua de Lavender. Hermione se sentó en un sillón apartado mientras Ron percatándose de su presencia empezaba a removerse incómodo para apaciguar la intensidad de su novia. Hermione parto su vista de la pareja para no incomodarlo a él y mucho menos a ella misma. ¿La razón? Una botella de Whisky, más, Ron y Hermione entrelazados en las sábanas. Ella se sentía tan avergonzada al siguiente día que casi agradeció tener vagos recuerdos de esa noche, solo algunas caricias y sensaciones no muy lejanas a sus sueños con Draco, a diferencia de que esos sueños se sentían más intensos que una desenfrenada noche perdiendo su virginidad con su mejor amigo. El peso de un cuerpo sentándose a su lado regresaron a Hermione a la realidad mirando a Ginny quien se acomodaba en el regazo de Harry logrando que Ron apartara por completo a Lavender para mirar con reprobación su hermana. “Si prefieres me voy a una habitación” le había contestado la pelirroja con advertencia provocando el cambio de color en el rostro de su hermano. Harry solo atino a apretarla más contra su cuerpo conteniendo una carcajada, ya que la conocía y sabía que perfectamente era capaz de hacerlo, con tal de enfadar más a Ron. Decidió esconder sutilmente su rostro que ya empezaba a sonrojarse ante el despertar de su pequeño amigo por las imágenes que se formaban en su cabeza, logrando una sonrisa de victoria en Ginny. Hermione en cambio negó con la cabeza mientras sonreía, por aquella pareja a la que ya conocía, su poca capacidad de controlar sus instintos primitivos, así que media hora después cuando Lavender logró llevarse a Ron lejos no se sorprendió como Harry y Ginny desaparecieron prácticamente corriendo al segundo para terminar su ya iniciado jugueteo. La castaña suspiro sacando sus apuntes para terminar sus tareas, porque si alguien no tendría sexo esa noche, sería ella.   Dos días después, por fin Hermione compartía clases de pociones junto a los Slytherin, lo que le aseguraba tener a Malfoy lo suficiente cerca para satisfacer su rara obsesión por aquel chico que no podía apartar de su mente a cada minuto, pero que estaba muy segura de que odiaba con su alma. ¿Eso se podía? Odiar a alguien y desearlo con la misma intensidad. La risa despectiva de Malfoy al fondo del salón después de seguramente algún comentario hiriente de alguno de sus lacayos le dio la confirmación, pues la castaña no pudo contener la repulsión al escuchar esa irritante risa, apretando con fuerza su lápiz aferrándolo a la mesa forzándose a no lanzarlo contra su… jodido y perfecto rostro. ¡Demonios! ¿cómo podía verse tan malditamente atractivo incluso cuando sus expresiones eran de desprecio? Su pelea interna la habían absorbido por completo, ya que no se percató el momento en que Draco había dirigido su mirada hacia ella. Su sonrisa sarcástica se había borrado y podía sentir como aquella mirada fría del rubio la atacaban paralizándola por completo. La estaba mirando. Por Merlín y todos los magos. ¡La estaba mirando! “Sonríe.” “No, parecerás estúpida.” “Claro, porque verlo con cara de tonta no lo hace.” “Pues deja de verlo” “Es que se ve tan lindo…” —¿Hermione? La voz de Cormac McLaggen saco a Hermione de su pelea interna. —Seremos compañeros —soltó el chico sentándose a su lado sin esperar la respuesta de la castaña, que aún con la confusión en su cabeza no fue capaz de hablar. Resignada tuvo que compartir la clase con el intenso chico, porque al parecer el desplante que le hizo en la fiesta de Slughorn del año anterior no fue suficiente para que entienda que no tendría ni la más mínima oportunidad con ella. Y sin embargo ahí estaba, lanzando comentarios poco apropiados en conjunto con miradas que solo causaban irritación en Hermione. Concentrarse en la clase era el mejor método para pasar aquella situación, pero su mente seguía enfrascada en la misma discusión sobre su locura por Draco. —¿Cuál era el siguiente ingrediente? —preguntó Cormac evidentemente perdido en la receta de la poción que se encontraban haciendo. Hermione movió su mano para tomar el ingrediente y ponerlo frente al chico, sin tomarse la molestia de verlo al rosto, demasiado ocupada garabateando en su pergamino. —¿Qué escribes? —pregunto nuevamente tratando así de conseguir la atención de la chica. Ella reacciono mirando el pergamino mientras su corazón empezaba a acelerarse. —¡Nada! —soltó ella al tiempo que arrugaba el pergamino, donde había estado escribiendo el nombre de ese maldito hurón—. Escribí mal un ingrediente —se justificó alejando la ahora bola de papel aferrada a su mano, luego la arrojo para que entrara en su mochila, o al menos esa fue su intención porque su maldita y jodida puntería hizo que el pergamino rodara en medio de la sala. ¿Podía ser peor su suerte? Si, por supuesto que sí. El pergamino tenía que rodar justo hacia la banca donde Malfoy se sentaba. ¡Mierda! ¿Debía correr? ¿Arrastrase para tomar el pergamino y quedar como una loca frente a toda la clase? Definitivamente eso era mejor a que Draco viera aquel pergamino con su nombre escrito. Pero no podría saber que es de ella. No iba a levantarse a preguntar de quien era. ¿O sí? Y si el bruto de Cormac decía que era de ella y luego él la humillaba por escribir su nombre en un pedazo de pergamino. ¡Seria su fin! “Respira Hermione, Malfoy no se va a poner a recoger un pedazo de pergamino del suelo, sería ridículo.” Hermione suspiro calmando sus nervios, su conciencia tenía razón, no tenía por qué exagerar las cosas, ni atormentarse por una posible y catastrófica humillación pública por su torpeza. Solo debía esperar que la clase termine, Malfoy se aleje y así ella pueda tomar el pergamino para romperlo, quemarlo, ponerlo en un recipiente lleno de ácido, para que no quede ni rastro. Tras media hora de una agónica resto de clase, Slughurn dio por terminada la clase y por primera vez Hermione lo agradecía. Guardo sus cosas a toda prisa no apartando su atención a la mesa del rubio, quien parecía no tener el mismo interés en salir pronto de aquella aula. ¡Maldito bastardo! ¡Como lo odiaba! Se alejó, por fin Malfoy caminaba hacia la salida y Hermione no dudo en correr hacia el lugar, mirando fijamente la bola de papel, se agacho para tomarlo con su mano y este simplemente se elevó alejándose de su alcance alertando sus nervios a un límite inimaginable, con miedo y sintiendo el dolor ante el bombeo tan frenético de su corazón alzo la mirada para encontrarse con el dueño de sus más grandes males. ¡Maldito seas Draco Malfoy! El rubio otra vez la miraba clavando sus fríos ojos en ella y con una sonrisa malvada en su rostro. ¿Lo había planeado? ¿Esperar a que ella intentara tomar el pergamino para que su humillación sea más grande? Él ya tenía el pergamino en sus manos, pero antes de poder abrirlo Theodore Nott llamo su atención para decirle algo. Draco posó la vista en su amigo guardando el pergamino en su capa alejándose con el resto de sus compañeros Slytherin.   Estaba loca, desquiciada, realmente había atravesado la línea de la razón y la compostura. ¿Cómo alguien como ella, responsable, razonable y estable, recorría los pasillos de Hogwarts con la capa “robada” de Harry y su mapa de los merodeadores para escabullirse hacia las mazmorras? Literalmente se estaba por meter a la guarida de las serpientes y todo por culpa de ese maldito rubio oxigenado. ¡Lo odiaba! Con increíble suerte logro colarse dentro de las mazmorras y ahora atravesaba la lúgubre sala común de Slytherin llegando al pasillo de las habitaciones de los hombres deteniéndose justo frente a la puerta que tenía grabado en color dorado el nombre: Draco Malfoy. Soltó aire para armarse de valor y tras un simple Alohomora entro a su habitación. El reflejo del lago negro sobre las habitaciones daba una luz verdosa y el frio envolvía el lugar en la misma intensidad que lo hacía en su sala común. El aspecto en general era igual al de las habitaciones de Gryffindor con la diferencia que los colores que predominaban no era el escarlata, sino el verde. Las 3 camas que se encontraban en aquella habitación estaban pulcramente organizadas, aunque en cada una existía una sutil característica que las diferenciaban. En la primara, la más cercana a la puerta, la cómoda sostenía una gran pila de libros muy bien organizados. La segunda, a unos pocos metros de distancia su cómoda albergaba una gran variedad de implementos de Quidditch. Y la ultima justo en la mitad frente a ambas mencionadas antes, mantenía su cómoda vacía al menos el exterior. Hermione avanzo hacia esa cama intuyendo que le pertenecía a Draco, deshaciéndose de la capa de Harry y al tomar la capa que se encontraba acomodada descuidadamente en la cama lo confirmo. Aquella prenda desprendía el perfume tan embriagador que enloquecía a la castaña cada que Draco caminaba cerca de ella. Se tomo unos segundos para aspirar aquel aroma antes de rebuscar entre sus bolsillos su pergamino y con frustración la lanzó nuevamente al no encontrar nada. Decidió que era suficiente peligro para un día y se agacho para tomar su capa nuevamente, pero al hacerlo la luz de una caja metálica escondida bajo si cama llamo su atención. ¿Serían sus cosas personales? ¿Algún secreto tal vez? Podría usarlo para evitar que el idiota divulgara su torpeza a toda la escuela. Sin pensarlo la tomo entre sus manos acomodándose en la cama para tratar de abrirla, cosa que obviamente no logro. Algo muy importante y personal debía guardar como para tener tantas seguridades. ¿Si se la llevaba? No ella no era así y no iba a empezar a serlo solo por él. Se proponía dejar la caja en su lugar y salir de la habitación cuando unas manos en su hombro haciéndola girar detuvieron por completo su corazón cortando su respiración y quitándole todo el color a su piel. —¡Qué demonios haces aquí! La ronca voz de Draco resonó en sus oídos provocando un escalofrío que recorrió su cuerpo erizando su piel. Hermione no pudo responder de un rápido vistazo a la habitación observo la puerta del baño abierta, el humo de la ducha escapar y… ¡Hay por dios! Draco estaba frente a ella con varias gotas de agua resbalando por su cuerpo que solo era cubierto por una toalla en su cintura. Quiso levantarse, pero el rubio empezó a escanear su cuerpo descaradamente mientras la acorralaba bajando lentamente para quedar sobre ella a centímetros de tocar sus cuerpos. Unos pocos balbuces incoherentes se escaparon de los labios de Hermione incapaz de articular palabras cuando Draco bajo lo suficiente para sentir las pocas gotas que aún resbalaban por su torso impregnarse en su blusa. Estaba loca, completamente perdida y no le importó, involuntariamente cerro los ojos y al escuchar el sonido metálico y el cuerpo de Draco abandonar el suyo los abrió tratando de controlar la respiración que se aceleró a mil por hora. —¿Querías esto? —pregunto con tono frio mientras con una serie de movimientos con su índice en la tapa de la caja lograba abrirla, para después sacar un pergamino arrugado. ¡Mierda! Lo vio. Maldito hijo de… —Granger una acosadora… ¿quién lo diría? La respiración de Hermione se volvió más pesada mientras apretaba los puños por la furia y vergüenza que corrían por sus venas. —¿Ya cumplí con tu fantasía sexual o quieres que me quite la toalla? “¡Si!” —¡No! —gritó Hermione levantándose de la cama y empujando al rubio para tener el camino despejado—. Cretino pervertido. —¡Yo! —soltó indignado botando la caja devuelta en la cama—. Tú eres la que entro a mi cuarto a hurtadillas para espiarme… —¡No es cierto! Yo, yo solo quería esto —dijo Hermione mientras intentaba arrebatar el pergamino de las manos del rubio, pero este fue más rápido alzando su brazo para dejarlo fuera de su alcance mientras con el otro aprisionaba el cuerpo de la castaña. Sin poder resistirlo Hermione apoyo sus manos en el exquisito torso de Draco mientras clavaba su mirada en aquellos impresionantes ojos mercurio del chico. —¿Y dejar que te lleves la única prueba que demuestre lo obsesionada que estás conmigo? —Eso, solo fue un error. Po… podrías soltarme… por favor —rogo incapaz de soportar un segundo más entre sus brazos y no abalanzarse para devorar cada centímetro de su piel. Draco movió la mano que mantenía en la espalda de la chica entrando dentro de su blusa rozando con sus dedos la piel de la cintura de Hermione logrando que ella cerrara sus ojos ante el contacto. —Pero me quedare con el pergamino, como recordatorio de tu locura —susurró en su oído nuevamente con esa voz ronca y jodidamente sensual, pero luego esta se volvió dura y feroz—. Ahora, vete antes de que mi humor cambie y te saque a la fuerza. Hermione abrió los ojos y la expresión de Draco era fría y molesta, en cuanto el rubio aparto las manos de su cuerpo sin dudarlo tomó la capa de Harry del piso y salió huyendo del lugar.
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