ID de la obra: 279

El secreto de la Dama Gris

Gen
G
Finalizada
5
El trabajo participa en el concurso «Harry Potter: El Capítulo Perdido»
Fechas del concurso: 26.06.25 - 13.08.25
Inicio de la votación: 12.07.25
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16 páginas, 4 capítulos
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El Fraile

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Sirius había muerto y no había nada que pudiera hacer. No por él, pero quizás por si mismo. Nunca había pensado realmente en la muerte. Había pasado por situaciones peligrosas miles de veces, pero la adrenalina había ganado siempre. Los momentos posteriores simplemente eran conectados con situaciones de amistad y amor familiar. ¿Si había siempre vivo porqué se pararía a pensar en esas cosas? en cierta manera lo sentía como que no podía morir y por ello nunca le había atormentado. La muerte de sus padres tampoco fue algo vivida. Siente no poder tenerlos, pero nunca los conoció. Solo había aceptado el echo de que en el futuro los vería en un sitio feliz. Nunca fue religioso pero la educación luterana del entorno Drusley estaba presente en su pensamiento sobre el más allá si lo hubiera. Pero ahora, lo estaba matando. En el mundo muggle se hablaba de las mediums y las Ouijas. Y un montón de rituales para hablar con los muertos. Ahora que sabia que no funcionaban por su conocimiento del mundo mágico, era bastante decepcionante. En ninguna clase se hablaba de ello, ni tampoco había ninguna religión conocida. Todos los magos son ateos, no creían en dioses. Aunque si en el alma del muerto y como este se trasportaba a otro mundo cuando moría. Había ido a hablas con Nick, pero la respuesta había sido muy vaga. Como si no quisiera hablar de ello a pesar de que llevara muerto tanto tiempo. No iba a rendirse, el era un tozudo y si Nick no quería hablar quizás El Fraile Gordo lo haría. No fue difícil de encontrar. Solía rondar los jardines de calabaza cercanos a los invernaderos. Su panza se bamboleaba de un lado a otro de manera etérea mientras canturreaba. -Buenas tardes señor Fraile Gordo.- -¡Oh! Querido Harry, ¿Qué te trae por aquí?.- Se quedó pensando un momento. El fraile era alegre y le gustaba ver a otros felices. Intentaría un enfoque diferente que con Nick. -La tristeza.- En seguida consiguió la reacción deseada. El fantasma puso cara de consternación y se acercó como si tocara su hombro haciendo ademán de que se sentara en una de las calabazas. -Mi pobre muchacho. Supe lo de tu padrino. Lo siento mucho. ¿Hay algo en lo que pueda ayudar?.- Harry se encogió de hombros. -Estaba buscando consuelo hablando con los demás. Pero Nick no fue de mucha ayuda.- -Oh, ese cabeza hueca. No tiene ningún tacto. Por favor querido, cuéntame que te aflige y te ayudaré en lo que pueda.- Harry se mordió el labio escogiendo las palabras con cuidado. -¿Como viviste Freile Gordo? ¿Qué te hace estar aquí?. Ahora- El espectro se quitó levemente meditando sus preguntas. -Bueno supongo que no hay nada de malo en contarte mi historia, si eso te ayuda. Pero como Nick te habrá contado...- -Si, si. Uno elige si quiere quedarse o irse en el momento. Así que si Sirius no es un fantasma, es porque eligió irse.- El monje se quedó mudo unos instantes y entrecerró los ojos. -Ya veo...Bueno. Yo te cuento lo que se con mi historia y a cambio me regalas una sonrisa ¿Qué te parece?.- Sabía que el monje tenia problemas con manjar los sentimientos negativos de al rededor, nunca las había tolerado. Como si no pudiera validar esas emociones en el mundo. -Trato.- El monje Gordo carraspeó. -"Como bien sabrás, viví en la Edad Media Muggle de Inglaterra. Nacido de padres Muggles. Nunca supe realmente que era un mago. En ese tiempo no existía ninguna escuela de ese tipo. Puede que en Avalon con Morgana o en los bosques de Merlín...Creo que Hogwarts ya existía, pero solo asistían pura sangre. Pero para que te llevaran allí debías de tener padres que supieran del lugar...y como comprenderás los míos no tenían ni idea. Lo que si sabían mis padres que veía cosas que ellos no veían, a veces se movían cosas a mi alrededor o incluso podía curar heridas con un toque. Solo había dos respuestas en ese entonces para ello: O era un brujo endemoniado y hereje o era un santo. Uno significaba la hoguera y el otro la salvación. Estaba claro la decisión que tomaron mis padres. Me llevaron al monasterio de Lindisfarme, no lejos de aquí. Eran nobles, por lo que pudieron pagar mi entrada y financiar a la iglesia mis estudios. Fueron buenos tiempos, si bien eché de menos a mis padres, me encantaba leer, escribir manuscritos, aprender latín y cultivar deliciosas hortalizas que me iba a degustar después. Mis penitencias siempre fueron por Gula". Una leve risa salió de forma agradable sacándole a Harry una pequeña sonrisa. El fantasma estuvo bastante satisfecho con ello y se aventuró con más. -"Aunque también había miedo por supuesto. Más de una vez oí a los hermanos hablar de mujeres quemadas en la hoguera por hacer cosas sobrenaturales. Pero como me dijeron mis padres, esperé el momento para asegurarme mi salvación carnal." -¿Convertirse en Santo?.- -Efectivamente.- su voz se tornó más misteriosa.- "El momento llegó cuando estaba comiendo un tomate a escondidas y uno de los hermanos se había herido en la pierna con una arado del huerto. Raudo, me arrodillé ante él y delante de todos imploré al señor que intercediera por mi para que sanara en ese instante. Fui un poco dramático pero en cuanto le puse la mano y su herida sanó funcionó a las mil maravillas. Todos se arrodillaron y me aclamaron. ¡Milagro!¡Milagro! gritaban".- -Entonces te hicieron Santo.- -Si, al principio. "Olvidé que por muy clérigo que se crea uno, al igual que mi gula, los otros pecados también rondaban el monasterio. El abad pecaba de deseo, ambición y codicia. Su máximo exponente era llegar a Obispo para escalar en la sociedad y llegar algún día a Papa. Y que hubiera alguien dando la nota de manera tan notable era un incordio. ¿Quién no querría poner a un Santo como Papa?".- Se quedó un momento mirando a Harry. -Temo que el resto de la historia sea bastante triste y te pongas peor.- -¡No! Por favor, usted narra muy bien siga.- no podía dejar escapar esa oportunidad de haberle soltado la lengua. El monje suspiró resignado. - "El abad ocultó brebajes de dudosa procedencia y muñecos hechos con hierbas debajo de mi cama. Esa misma noche hubo una especie de "inspección" que el mismo presenció. Y por arte de "magia" ahí estaban. Herramientas de brujo, de hereje. Mis hermanos al principio me apoyaron, ya que sabían como era el Abad. Pero no sirvió de mucho. Me arrestaron en un calabozo y fui llevado a un juicio con otros abades afines a las ideas de mi abad. Mis negativas de que esas cosas no eran mías nunca fueron escuchadas pero mis hermanos lograron liberarme para que escapara la noche antes de mi ejecución. Corrí por los bosques en una noche estrellada sin luna. Hasta que me topé con una imagen horrible. Una dama yacía en el suelo pidiendo ayuda. Casi no pude verla en la oscuridad pero sangraba profusamente en su vientre. Debía ayudarla. Intenté curarla con mis manos, le decía que todo estaría bien. Pero ya sabes, me gusta hablar tanto que que no pude oír como intentaba advertirme que su agresor estaba apunto de atravesarme también con su espada".- Su voz era apagada. Perdido en su pasado. -¿Y porque está aquí? Si tuvo una muerte así ¿No quería haberse ido lo más lejos posible?.- Tuvo suerte, el fraile seguía con la mirada perdida en sus recuerdos. -Porque no me gustó lo que vi. También he preguntado a otros fantasmas. Muchos no eligen por aferrarse a la vida, sino por no seguir aquello que...no lo se....seguir el vacío.- -¿El vacío?.- De repente sintió una leve inquietud. ¿Su padrino había caído en el vacío?. -Así era como lo veía yo. Pero todos coinciden que esa posibilidad de elección solo dura unos momentos....girar o seguir...Quizás hay muchos que no decidan o no puedan por la sorpresa.- El hombre pareció despertar un poco de sus recuerdos negando la cabeza. -¿Daba miedo?. ¿Qué se sentía?.- El moje le hizo un gesto cansado, la charla le había dejado mal. Sabía que ya no podría insistir. -Ve a dormir Harry, te hice sonreír. Una promesa, es una promesa.- No lo sabía, pero esa sería la última vez que el Fraile Gordo le dirigiría la palabra.
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