Capítulo 7: END
1 de julio de 2025, 7:35
Draco siguió a Harry con la duda brillando en sus ojos. Apenas habían puesto un pie en Hogwarts cuando el azabache le pidió que lo siguiera. El viaje en carruaje lo había dejado agotado. Los abraxas eran hermosos, pero demasiado tiempo sobre ellos podía causar vértigo a cualquiera que no estuviese acostumbrado y ni siquiera su tiempo como jugador de Quidditch lo ayudó en esa tarea. En fin. Cuando bajaron del carro esperaron en las puertas del castillo al segundo carruaje. Apenas aterrizó, una cabeza pelirroja y una castaña muy enmarañada bajaron ya preparados.
Harry había estado muy emocionado cuando le contó que había resuelto sus problemas con Ron y Hermione. Pero Draco no estaba seguro de en qué momento eso había pasado.
Gracias a la vigilancia de lord Voldemort sobre su persona, permanecía al lado de Harry casi todo el tiempo como medida de seguridad. Más aun después de que el lord en verdad lograra acorralarlo una vez. En aquella ocasión el lord oscuro lo interrogó a cerca de su relación con Harry, sus intenciones y todo el teatro que haría un padre sobreprotector. El problema vino cuando amenazó en usar legemancia en él. Sus barreras eran buenas, pero jamás al nivel de lord Voldemort y él lo sabía. Draco temió por lo que sucedería si el Lord viese sus mentiras. Por más que ahora sus sentimientos fuesen genuinos, estaba seguro de que Voldemort no lo vería así. Si Harry y su padre no hubiesen llegado a tiempo, quien sabe que hubiera pasado.
Harry no volvió a dejarlo las dos semanas que permanecieron en la residencia Potter.
Incluso lo acompañaba en sus visitas a los "prisioneros". Fue testigo de cómo la comadreja insultaba a su pareja y a él mismo, con un lenguaje especialmente florido en cada visita, sin dar su brazo a torcer. Y aunque la nacida de muggles hablaba con él, sus valores no le permitirían nunca ponerse del lado de ellos.
Harry estuvo desanimado por aquel desenlace. E incluso Draco pensó que estaba a punto de rendirse, pero entonces Harry lo dejó una noche solo y al día siguiente, tanto Weasley como Granger parecían más abiertos a las ideas. En realidad, las aceptaron por completo, incluso lo hicieron con su relación.
La comadreja incluso le sonrió y le dio un golpe amistoso en el hombro.
Amaba a Harry, pero incluso él temía preguntar algunas cosas y tal vez era mejor así.
– ¿nos encontramos más tarde junto al lago? – preguntó Harry a sus dos amigos.
Los dos leones asintieron antes de perderse por uno de los pasillos.
Fue entonces cuando Harry tomó su mano y lo llevó por distintos pasillos. Era medio día y los estudiantes los miraban con distintos sentimientos. El miedo era el principal. Ni siquiera los de su año se atrevían a mirarlos por mucho tiempo, lo que era normal considerando lo que había pasado la última vez que habían estado en el castillo.
Pronto ese recorrido se hizo más y más familiar para Draco, hasta que ambos estuvieron frente a la puerta de la sala de los Menesteres.
Luego de la toma de Hogwarts, el lugar había sido sellado por el propio Lord Voldemort.
Cuando la magia de Harry rompió las runas, la gran puerta negra se abrió ante ellos para mostrar una habitación que Draco conocía bien. No en balde había pasado un año entero en su interior reparando el armario evanescente.
Draco recordó como Harry lo había perseguido durante todo el año escolar, incluso una vez lo había seguido al baño donde acabaron gritándose el uno al otro, hasta que Potter se fue. En ese tiempo pensó que Harry sospechaba que era aliado de Voldemort y deseaba detenerlo. Pero ahora sabía que durante todo ese tiempo, Harry fue el principal aliado del Lord Oscuro, no tenía idea de que cosas pasaban por su cabeza esos días. Tal vez su intención todo ese tiempo había sido verificar que cumpliese su misión.
– ¿Qué hacemos aquí? – preguntó.
– buscamos un tesoro – le contestó Harry, con una sonrisa.
Esto despertó la curiosidad del Slytherin.
– ¿Qué me dirías si te dijera que la diadema de Rowena Ravenclaw está dentro de esta habitación?
– ¿Hablas en serio? Pero estaba perdida.
– lo estaba, al menos hasta hace un par de décadas cuando mi padre lo encontró en uno de sus viajes – tarareó – como no tenía uso para ella y no contaba con el suficiente apoyo, la escondió en el único lugar donde no buscarían.
Harry deliberadamente omitió el hecho de que la diadema era un Horrocrux, pero aquel era un detalle insignificante.
Con Draco a su lado, no fue difícil para Harry encontrar la diadema y se maravilló al ver como su amante desarmaba el complejo hechizo que su padre había colocado como seguro sobre la diadema. Su Draco era asombroso.
Aunque tuvo que quitarle la diadema rápidamente de las manos. Sabía que era talentoso en oclumancia y legemancia, pero no quería arriesgarse a que se pusiera la diadema. Así que la guardaron dentro de un cofre que suprimía la magia.
– 0 –
Los años pasan volando cuando te diviertes, pensó Harry mientras veía marchar a un grupo de seis magos vestidos de ropas sucias y parcialmente destrozadas. Con veintiún años, el sonido de las cadenas tintineando con cada paso que daban era como música para los oídos de Harry. Un grupo de aurores los escoltarían hacia el patio, donde serían usados como ejemplo para otros magos que, como ellos, intentasen ir en contra del nuevo régimen.
Liderando a los aurores, un joven alto, de cabello rojo y cubierto de pecas, sostenía la cadena de mando principal. Su uniforme era diferente al de los otros Aurores. Lo que más destacaba era el bordado de una serpiente blanca que devoraba su propia cola, Uroboros. Cuando Ron pasó junto a Harry le sonrió animadamente como en sus días de escuela, como si no estuviese llevando a un grupo de rebeldes a su ejecución.
– Uroboros nos demuestra su eficacia una vez más – alagó a Harry mirando a los hombres y mujeres que Ron llevaba.
– ¿Cuándo no lo hacemos? – Preguntó Ron casi ofendido – por algo fuimos elegidos en primer lugar.
– solo porque yo los entrené antes.
Uroboros era un grupo de caza especial, en la jerarquía estaban sobre los aurores y los inefables, bajo el mando directo de Harry. A él le gustaba referirse a ellos como la daga que oculta bajo su almohada. Los miembros eran completamente leales a su familia y una buena parte de ellos eran viejos alumnos del E.D. que habían pasado con éxito sus pruebas.
Ron y Hermione al ser los primeros, eran líderes de las dos divisiones que conformaban Uroboros. La división de estrategias, de la cual Hermione estaba a cargo, buscaba información sobre los objetivos y creaba rigurosos planes para su captura y posterior exterminio. La división de ataque, comandada por Ron, era la que daba el golpe final a los objetivos y también se encargaban de los interrogatorios de los enemigos más problemáticos.
– era elegir entre tú y Barty, no teníamos muchas opciones, viejo – comentó con un tono burlón.
– ¿Cómo esta Hermione? ¿La pasa bien con los de estrategias?
– ¿con cientos de informes y la biblioteca del ministerio a su disposición? Para nada – Harry casi soltó una carcajada. El ambiente entre ambos era tan ameno que casi olvidaban que estaban llevando a otras personas su ejecución y que Harry tenía un motivo especial para ir al ministerio.
Harry había tomado una buena decisión al insistir tanto a su padre que los mantuviese cerca.
Al mencionar a su padre, Harry recordó el motivo por el que había ido al ministerio en primer lugar. Dándole una rápida despedida a Ron, cada uno continuó con su camino. Harry se acercó al ascensor y apenas presionó el botón, la maquina comenzó a moverse. Cuando las puertas doradas volvieron a abrirse, Harry caminó a paso rápido hacia la puerta más grande en el corredor. Como siempre, tocó tres veces y entró sin esperar una respuesta.
Tom ya estaba acostumbrado a ese tipo de entradas por parte de su hijo, ni siquiera se inmutó. Levantó su vista de los papeles que había estado inspeccionando hasta hace un instante.
– Buenas tardes, padre – saludó – ¿Por qué me llamaste?
Luego de su boda con Draco, Harry había abandonado la mansión principal en favor de proteger a su esposo. Aunque las cartas y las visitas nunca habían parado, en especial luego del nacimiento de sus tres hermanos menores.
Si no hubiesen estado separados por diecisiete años, Harry sospechaba que su familia sería tan numerosa como la Weasley o los Black.
Tom miró a su hijo con una expresión calmada.
– Como sabrás, la situación en Gran Bretaña está perfectamente controlada, pero estamos recibiendo presión por los ministerios extranjeros – los ojos del lord emitieron un brillo cruel – han intentado enviar tropas en secreto pensando que no los atacaríamos de vuelta al ser un "estado joven", tal vez sea hora de mostrarles que no debemos ser subestimados.
Harry sonrió de la misma forma, con una emoción sádica en sus ojos.
– ¿Qué tienes en mente?
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La chimenea se encendió y Draco alzó la vista de su libro para mirar a la figura que le sonreía con descaro.
– No pensé que estuvieses esperándome – Harry alzó una ceja mientras que Draco cerraba su libro para dejarlo en la pequeña mesita que estaba junto a él.
– No esperaba por ti, solo que este es el mejor lugar para leer – Harry sonrió para luego depositar un beso en los labios de su marido. Contra la luz del fuego de la chimenea, ambos anillos matrimoniales brillaron en sus dedos.
Draco llevó sus manos a las mejillas de Harry, acunando su rostro mientras que los besos iban en aumento. Solo se detuvieron cuando Draco notó el pergamino entre las manos de su marido.
– ¿Algo interesante que contar?
Harry se alejó de mala gana, pero en lugar de sentarse en el sillón que estaba en frente, abrió sus piernas para sentarse en el regazo de Draco, sus manos se aferraron a la fina tela de su túnica. En una posición tan íntima, podía sentir el calor y el aroma de su amante.
– padre pidió mi ayuda con un asunto que lo ha estado molestando últimamente, otros ministerios están intentando derrocarnos de forma indirecta ¿puedes creerlo? Es muy molesto – comentó haciendo un puchero.
Mientras hablaba, Draco abrazó su cintura y a la mente de Harry le costó concentrarse en el primer asunto.
– ¿él te pidió que te encargaras de ellos?
– No, matar a los espías solo sería una solución temporal – por fin, una chispa de emoción apareció en sus ojos, mientras decía con una voz inocente – ¿Qué te parecería destruir MACUSA?
Los ojos de Draco se abrieron de la impresión.
Lo que Harry le estaba proponiendo no era algo pequeño El ministerio de Estados Unidos era uno de los más poderosos, tanto en poder bélico como económico. Hacerse con él no sería una tarea fácil. Pero cuando vio la confianza en los ojos de Harry supo que estarían bien. Ya había visto a su marido lograr lo imposible, además, ahora que ambos compartían el alma del otro, el tiempo había dejado de ser un obstáculo.
Lo pensó un instante antes de contestar:
– Será una aventura peligrosa y necesitaras a alguien que cuide tu espalda... – Harry ya no pudo contenerse y atrapó los labios de su amado, besándolos apasionadamente. Sus manos impacientes comenzaron a escurrirse entre las ropas de Draco, acariciando su pálida piel.
El aire en la habitación se volvió caliente en un instante.
– aquí no – jadeó Draco.
La chimenea estaba conectada de forma directa a la mansión principal y no sería la primera vez que los mellizos se colaban en su hogar sin avisar.
Harry se levantó, pero no se separó de Draco por completo y entre besos y caricias fue casi un milagro que lograsen llegar a su habitación.
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Sentado a los pies de su cama usando solo su bóxer, Harry observó a su compañero dormir en medio de la penumbra. Observó cada relieve del cuerpo de Draco, como sus hombros subían y bajaban con cada respiración, sus caderas delgadas y piernas largas. Repasó cada una de las marcas que había dejado en esa suave y pálida piel. Mordidas y chupetones formaban un camino desde su cuello hasta sus piernas que aún estaban cubiertas con la mezcla morbosa de sus esencias. Solo verlo hacía que el calor se alojara en el vientre de Harry. Era tan hermoso. Y aún mejor, era solo suyo.
Más cerca de él, observó el rostro relajado de Draco. Sus largas pestañas aún tenían restos de lágrimas que Draco había soltado en medio del placer carnal. El eco de sus ruegos y gemidos aun resonaba dentro de sus memorias. Estar dentro o tenerlo dentro, no importaba, era caliente como el infierno y tan placentero que, incluso cuando su cuerpo temblaba del agotamiento, sentía que no era suficiente.
Quería más. Lo quería todo.
Lo vio temblar ligeramente a causa de una corriente de aire frio que se había colado por la ventana. El invierno fuera de la mansión había dejado su huella, cubriendo el suelo con un manto blanco y decorando los cristales con flores heladas. No quería que despertara y tomando una sábana limpia cubrió la desnudez de su pareja. Draco inconscientemente se aferró a la manta, cosa que hizo sonreír al azabache. No pudo resistirse y acarició la mejilla de su pareja con las yemas de sus dedos.
La piel de Draco siempre fue fría, pero en ese momento era tan cálido que su calor cubría el corazón de Harry.
Los Graunt solo se enamoran una vez – las palabras de su padre asaltaron su mente.
Tal vez fue por este amor que no se enfadó por la mentira de Draco.
Draco era bueno mintiendo, pero aún era joven y él había crecido rodeado de mentirosos, incluyendo al mayor de ellos, Albus Dumbledore. Harry supo al instante que las palabras de Draco eran solo una excusa para escapar, pero ¿Por qué no aprovecharlas?
Había engañado a todo Hogwarts por cinco años al fingir ignorancia sobre los planes de los demás. Hacerlo con Draco fue fácil en comparación.
Jugando con él y haciendo que Draco lo desease cada día más. Tomar Hogwarts y capturar a la orden solo fue un plus en su pequeña treta para doblegar a Draco y ahora que al fin lo tenía no iba a dejarlo ir.
Su manó viajó por el rostro de Draco hasta sus labios, aun algo hinchados por los besos y mordidas que había dado y recibido. Su cuerpo era la prueba de lo salvaje que podría llegar a ser su amante. Pero Harry no podía quejarse, ni lo haría, adoraba esa parte bestial de Draco y aún más que lo reclamase para sí mismo. Acarició su boca suavemente antes de plantar otro beso allí, luego otro y otro. Draco era como una droga y él definitivamente ya era un adicto.
Se recostó en la cama, con la cabeza apoyada en el pecho del Slytherin como si de una almohada se tratase.
El viaje a Estados Unidos lo harían dentro de dos semanas, tiempo suficiente para empacar y crear identidades falsas para no levantar sospechas. Los americanos no sabrían que fue lo que los golpeo. Y lo mejor de todo, Draco estaría a su lado en la aventura.
Mientras el sueño comenzaba a reclamarlo, pensó:
"Este no es un mal comienzo para nuestra historia"