Capítulo 6: Ensueño
1 de julio de 2025, 7:34
La charla con su padre se había extendido más de lo que había querido. Su padre estaba totalmente en contra de que se uniese a Draco de cualquier forma, considerando al chico como indigno de tenerlo y todas esas cosas que diría un padre celoso. Incluso dijo que Draco solo estaba tratando de seducirlo para que los Malfoy obtuvieran una vez más su favor luego de todos sus fracasos anteriores.
Tuvo que mantenerse firme y debatir todos los puntos de su padre en una discusión que duró al menos tres horas. Solo se detuvieron porque el Horrocrux de su papá intervino mandándolos a los dos a volar con un pulso mágico bastante potente.
Luego de eso tuvieron que ir a Irlanda, para buscar los últimos ingredientes para el ritual que traería a su padre de vuelta y para cuando fueron a la tumba de Fleamont Potter ya era de noche. Él quiso dar sus respetos a su abuelo, pero su padre rápidamente se lo llevó de allí.
Recordó que Sirius le había dicho que Fleamont se opuso con todas sus fuerzas al matrimonio de sus padres, aunque no supo si su abuela Euphemia pensaba igual.
De todas formas no importaba, ambos fallecieron antes de su concepción.
Harry regresó a su habitación más cansado que la vez que tuvo que enfrentar el Colacuerno Húngaro durante el Torneo de los Tres Magos. Cerró la puerta de la habitación que ahora estaba sumergido en penumbras, lo que era normal ya que eran las tres de la madrugada
Aun con la oscuridad, pudo ver la figura de Draco sobre su cama y solo esa imagen le dio algo de energía. Y aunque le hubiese gustado ir directamente a su lado, estaba hecho un asco luego de profanar tumbas y entrar a cuevas antiguas, así que su primera parada fue el baño.
Una vez estuvo duchado salió del baño envuelto en una toalla, porque había olvidado llevar una muda de ropa. Revisó si Draco aún seguía dormido, pero el rubio estaba en la misma posición que cuando entró, respirando de forma tranquila mientras abrazaba una de las almohadas. Con confianza quitó la toalla de su cadera y terminó de secarse el cuerpo antes de vestirse con uno de los pijamas de había allí.
Se dejó caer sobre la cama, la cual estaba cálida gracias a Draco y arrebatando la almohada de los brazos del rubio, se coló entre el espacio que había quedado y lo abrazo, apoyando su frente en su pecho, solo entonces notó que el pulso de Draco estaba muy acelerado.
– Fingir estar dormido para espiarme mientras me cambiaba, no sabía que fueras tan pervertido, Draco – susurró Harry.
El aliento del moreno chocando contra su piel le producía un leve cosquilleo a Draco, aun a través de la camisa.
– no fue a propósito, cuando abrí los ojos me topé con esa vista y vaya vista que era – Harry sintió sus mejillas calentarse, pero eso no impidió que sonriera salvajemente.
– No es justo que tú me hayas visto desnudo y yo no a ti – se quejó colando una de sus manos por las piernas del rubio hasta llegar a su trasero dándose un fuerte apretón que hizo a Draco jadear – hm, eres bastante sensible allí.
– Tú eres el verdadero pervertido – se quejó Draco, aunque por su tono no estaba molesto.
Harry pasó sus brazos alrededor de la cintura de Draco atrayéndolo hacia él una vez más. Soltó un bostezo mientras que sus ojos se cerraban poco a poco.
– Te quiero, Draco.
– También te quiero, Harry, ahora duérmete.
El somnoliento azabache obedientemente siguió la orden, cayendo dormido como un tronco en cuestión de segundos con su cabeza apoyada en el pecho de su pareja. Draco no tardó en seguirlo.
– 0 –
Las semanas pasaron, pero al fin Plutón estuvo en el punto deseado, al igual que la luna. No había necesidad de esperar más. Padre e hijo pronto se pusieron manos a la obra en los jardines de la Potter Manor, atentos hasta el más ínfimo detalle que pudiese perturbar de alguna forma el ritual. Solo tendrían una oportunidad, no había espacio para errores.
Velas flotantes alumbraban su camino y el gran caldero que contenía un líquido negro, similar a la brea, que emitía un vapor de color violeta. Tom dejó caer los últimos ingredientes dentro del caldero, pétalos de Lycoris radiata, plumas de una lechuza negra y los huesos hurtados de Fleamont Potter.
– oramos al hades, para que puedas encontrar el camino de regreso al lado de los que te aman – mientras recitaba, Tom retiró el guardapelo de su cuello y lo dejó caer en la mescla – porque tu tiempo en la tierra no ha acabado, reclama el cuerpo y deja que la sangre vuelva a correr por tus venas y que carne vuelva a cubrir tus huesos.
Harry no dudó en acercarse al caldero y tal como lo había hecho hacia cinco años, estiró su brazo derecho hacia el caldero mientras que con la otra, tomaba la daga que su padre le ofrecía y en un rápido movimiento cortó su palma, permitiendo que la sangre escurriese hacia el caldero. Todo eso bajo la atenta mirada de los presentes.
Luego fue el turno de Sirius. Tomó el cuchillo de las manos de Harry y cortó dos de sus dedos. El hombre ni siquiera gritó o hizo algún gesto por el dolor, solo vendó sus heridas y se retiró junto a Harry, pero nunca sin perder la vista del caldero.
Draco observó la escena con un nudo en la garganta, aquella era magia muy oscura, pero que al contrario de la naturaleza destructiva que los magos ordinarios le daban, era un símbolo de esperanza para aquella familia, sin importar los sacrificios que tuviesen que dar.
El agua se volvía turbia entonces y comenzó a girar formando un remolino. El negro se deshizo transformándose en un blanco tan puro como el de la leche, las velas ardieron con la intensidad de una antorcha, quemándose en segundos y las runas que habían sido grabadas en el suelo, brillaron cuando de pronto, una bruma de plata surgió desde la oscuridad, arrastrándose por los pies de los presentes hasta el caldero, en donde se hundió.
Todo quedó sumido en el silencio.
Entonces una figura cubierta de blanco se alzó desde el caldero con aire solemne, mirando a los presentes con unos inusuales ojos tan amarillos como los de un basilisco.
Después de dieciséis años los pulmones de James Potter volvieron a llenarse de aire, su sangre volvió a recorrer sus venas, dándole el calor de la vida y sus ojos llorosos vislumbraron una sonrisa que creyó no poder volver a ver.
– ¿Tom? – el lord oscuro no tardó en reaccionar ante el llamado de su esposo.
– estoy aquí, James – Tom retiró su propia túnica de sus hombros y cubrió con ella la desnudez de su marido antes de que cualquier otro se acercara.
En cuando el heredero de Slytherin estuvo lo suficientemente cerca, James abandonó el frio caldero de un salto y lo abrazó como no había podido hacerlo en todos esos años. Tom lo sostuvo firmemente entre sus brazos, como si creyera que al soltarlo este volvería a desaparecer y cuando por fin su mente asimiló que en verdad James estaba otra vez junto a él, lo besó.
Sus labios eran aún más dulces de lo que recordaba y ni siquiera los restos amargos de la pasión hacían que el lord oscuro retrocediera. Tom devoró la boca de James, acariciando con la punta de su lengua los labios contrarios hasta que el propio James le permitió la entrada.
Tom una vez más se sintió completo.
– ¡Consíganse una habitación! – gritó Sirius rompiendo la burbuja en la que la pareja se había sumido.
Tom gruño por lo bajo al recordar que tenían audiencia. En cambio, James sonrió emocionado al ver a su viejo amigo.
– ¡Canuto!
– ¡Cornamenta!
El animago canino sonrió con alegría autentica al correr hacia James. Sus intenciones habían sido abrazarlo, pero Tom no parecía muy dispuesto a soltar a su marido, dándole a Sirius una mirada de advertencia. Así que al final solo se conformó con un golpe amistoso en el hombro.
– Sirius, tu mano... – James se horrorizó al ver los vendajes alrededor de la mano del heredero Black.
– Esto no es nada, habrías hecho lo mismo por mí si estuvieses en mi lugar.
– Estira tu brazo – ordenó Tom.
Sirius parpadeó un par de veces confundido antes de acatar la orden.
El Lord Oscuro alzó su varita, tocando con la punta la palma de la mano herida del animago. Un líquido plateado comenzó a escurrirse de la varita y como si tuviese vida propia comenzó a arrastrarse hasta sus heridas tomando el lugar de sus dedos faltantes.
Sirius abrió los ojos sorprendido y movió sus nuevos dedos como si aún no lo creyese. Estos funcionaban igual que los reales y aunque eran de metal no pesaban en lo absoluto.
– Gracias, mi Lord – dijo con una gran sonrisa.
Un carraspeo se escuchó de fondo y Sirius sonrió a su ahijado.
– Hay alguien que quiere conocerte – dijo a James, apartándose hacia un costado.
La creación del Horrocrux siempre deja algún rastro y como en su marido, esta se manifestó en sus ojos, cambiándolos a un color dorado antinatural, pero también esto permitió que al resucitar ya no tuviese la necesidad de usar sus lentes, viendo todo a su alrededor con extrema claridad.
Aun así, necesitó un par de segundos antes de poder darse cuenta de quién era el joven que estaba delante de él.
– ¿Harry? ¿Hijo, eres tú en verdad?
Draco y Harry se miraron entre sí. El azabache lucía nervioso y Draco apretó su mano, dándole el último empujón que necesitaba.
– si papá, soy yo – Harry soltó la mano de Draco y dio un par de pasos antes de detenerse otra vez y mirar al rubio. Pensó un instante y volvió a tomar su mano y ya con su pareja junto a él, se acercó a James.
– mira cuanto has crecido, eres casi idéntico a mí, aunque esos ojos son cien por ciento de Tom.
– Lástima que también heredara tu estatura, Cornamenta, el mal de los Potter nunca falla – bromeó, Sirius recibiendo malas miradas por parte de los últimos dos Potter.
Draco se mantuvo en silencio durante aquel intercambio padre–hijo, sintiendo como la mirada de Voldemort quemaba su nuca. A pesar de los días de convivencia, el Lord todavía lo consideraba un intruso, indigno de Harry. Había intentado acorralarlo para interrogarlo en más de una ocasión, pero Harry siempre lograba llegar a tiempo para rescatarlo.
– ¿Y quién es él?
– Él es mi pareja, Draco Malfoy – al oír su nombre, Draco salió de sus pensamientos para toparse con que ahora el cónyuge del Lord también tenía la mirada fija sobre él con una expresión carente de emociones.
– Así que el hijo de Lucius y Narcissa...
Draco había escuchado que James Potter tenía una mente retorcida, creativo a la hora de hacer sufrir a aquellos que le desagradaban. Su padrino podía atestiguar eso.
– es un gusto conocerlo, sr Potter.
Harry sonrió, rodeando la cintura de Draco con su brazo de la misma forma posesiva con la que Tom rodeaba a James.
Sirius apenas se aguantaba la risa. El parecido familiar no era solo físico.
James notó el peculiar movimiento y negó mentalmente, parcialmente divertido, pero también preocupado por el joven Malfoy. Si Harry se parecía a Tom en ese sentido, incluso si Draco no amara a Harry, este nunca lo dejaría ir, aun si para eso tuviera que encadenarlo. Porque los Gaunt aman para siempre y con locura.
Pero parecía que el jovencito estaba de acuerdo, por lo que no tendría que ayudar a su hijo a buscar las cadenas.
– Bien, creo que tenemos mucho de qué hablar. El Horrocrux solo pudo transmitirme un poco de un información – se detuvo y giró hacia el caldero. Levantó la manga de su túnica y hundió el brazo en el líquido blanco, hasta que al fin encontró el colgante y se lo extendió a su marido.
– Parece que tendremos que encontrar un nuevo lugar para él – dijo tomando el colgante y colocándolo en su cuello.
James disfrutó de la imagen de su marido con su horrocrux encima. Bajo la túnica solo usaba una camisa blanca que se había traslucido ligeramente cuando se abrazaron. Tal parecía que Tom leyó su pensamiento, porque lo sujetó de la cadera, para luego cargarlo y dando una escueta despedida, desapareció junto a su marido dentro de las paredes de la mansión.
– Creo que será mejor no entrar por ahora... quien sabe si lograron aguantar hasta llegar a su dormitorio – se quejó Harry.
– No los culpes, han estado en abstinencia por 17 años – Sirius les dio una sonrisa socarrona – bueno ahí resuélvanlo ustedes.
– Espera... – y desapareció.
Draco y Harry se miraron el uno al otro hasta que los ojos del Gryffindor brillaron con una intensidad que hizo estremecer a Draco. Al menos el jardín era cálido.