Caída
2 de julio de 2025, 13:57
—Ya no estoy tan seguro de esto...
—No seas quejumbroso Horus, estarás bien confía en mí.
Horus tragó seco. Había aceptado que Sanguinius lo elevará por encima del suelo para enseñarle cómo se sentía él al volar. Aunque honestamente él aceptó más porque no podía negarse a la ilusión que le hacía la idea a su bello ángel. Pero ahora que estaba a punto de hacerlo lo golpeó un profundo arrepentimiento.
—¿Estás seguro de poder cargar con mi peso al volar?
Sanguinius se cruzó de brazos casi indignado por su pregunta. —Horus, querido, te amo y te admiro como nadie, pero ya deberías de saber que no soy ningún debilucho comparado contigo, así que si, estoy bastante seguro de poder cargarte sin problemas.
Horus agachó la cabeza avergonzado. —Lo siento, se que si quisieras podrías tirarme al suelo en un combate cuerpo a cuerpo. No era mi intención faltarte al respeto así...
—Lo sé, pero podrías tener un poco más de confianza en mí —Sanguinius acarició su mejilla—. Pero si de verdad no quieres hacer esto está bien, tampoco voy a obligarte.
Horus tomó su mano y besó su palma. Amaba tanto a su ángel. —No, lo haré, solo no vayamos muy alto por favor.
El rostro de Sanguinius se animó ante su respuesta y se colocó tras él para abrazarlo por la espalda. —Ese es el espíritu ahora solo relájate yo te sostendré.
Horus intentó hacerle caso pero en el momento en el que Sanguinius extendió sus alas y dio los primeros aleteos para elevarse sobre el suelo sintió sus corazones latir rápidamente por la ansiedad. Eso no detuvo al ángel que siguió elevándose más y más hasta que Horus apenas y podía ver lo que había en la superficie.
—Sanguinius, oye creo que ya nos elevamos lo suficiente, creo que ya es hora de bajar.
—¿Qué? ¡Pero si recién acabamos de elevarnos! —Le reprochó Sanguinius decepcionado.
—Si, lo sé, pero creo que esta es suficiente altura por hoy, comienzo a extrañar la sensación del suelo bajo mis pies.
Sanguinius estaba bastante desilusionado con lo rápido que su hermano quiso volver a tierra firme, pero una idea cruzó por su mente haciendo que sonriera con una falsa ternura.
Horus sintió un escalofrío recorrer su columna al ver la sonrisa de su ángel. —¿Sanguinius?
—Bueno, si tanto quieres volver a la superficie entonces permíteme ayudarte con eso.
Sin darle la oportunidad de responder Sanguinius soltó a Horus.
El grito del primarca seguro se escuchó por toda la superficie del planeta mientras caía. Cerró los ojos con fuerza esperando el golpe contra el suelo y que su cuerpo pudiera resistirlo. Pero en cambio escuchó un fuerte aleteo junto a él y luego sintió unos fuertes brazos sujetándolo.
Horus abrió los ojos y efectivamente estaba otra vez en la superficie, con Sanguinius cargándose entre sus brazos. —¿Ves? Así tardaste menos en volver a tierra de lo que tardamos en elevarnos.
—No puedo creer que con esa apariencia angelical puedas ser peor que un demonio —Horus se bajó de sus brazos e intentó caminar por su cuenta, pero sus piernas todavía le temblaban y acabó estampándose contra el suelo.
Sanguinius solo se rió de él. —¿Tan ma l te dejó esa pequeña caída?
—Jodete…